Estuve a punto de saltarme la foto de la cueva porque en realidad no me pareció gran cosa. La cueva de Phnom Chhnork está reconvertida en un templo hindú, el cual se construyó en su interior en el siglo VII (uve-palito-palito) dedicado a Shiva. Los julays que te enseñan el lugar te señalan las similitudes entre las formas que han adoptado las estalactitas y animales, y te señalan una que parece un elefante, otra que es como la cabeza de un ternero y había alguna otra. Básicamente era la forma de justificar el darle algún dólar a los chiquillos que te acosaban allí, algo que por supuesto no hice. Aparte de las estalactitas y estalagmitas, lo interesante es el pequeño templo, por lo viejo que es. También merece la pena señalar que el lugar está lleno de murciélagos y hay mierda de los mismos en algunas zonas, y todos sabemos lo poco sano que es respirar en ese tipo de ambientes ya que las heces de esos animales son realmente dañinas.
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Musulmanes en Camboya
Al llegar al sur de Camboya encontré por primera vez musulmanes en el país. Camboya es fundamentalmente budista, con el noventa por ciento de la población abrazando esa secta y el restante diez por ciento se reparte entre las otras sectas religiosas. Los Jemeres Rojos machacaron a los musulmanes y básicamente asesinaron a la mitad. En Camboya los musulmanes son por lo general pescadores y abundan por la zona sur y en Kampot se les podía ver en sus barquitos, como la foto de hoy con mujeres. El poblado que se puede ver al otro lado (es un río) es de pescadores y desde allí nos llegaba el sonido de la llamada a la oración. Tengo que decir que de todos los países asiáticos en los que he estado, Camboya destaca por lo amable que es la gente y lo seguro que te sientes en todos lados.
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Subiendo a Phnom Chhnork
Mañana veremos una foto del interior de la cueva de Phnom Chhnork aunque tengo que reconocer que no me pareció gran cosa. Lo mejor fue la subida por unas escalinatas que hicieron gracias a una donación de turistas gringos y durante la cual tienes unas vistas fabulosas de los alrededores, con cientos de campos de labranza, seguramente con miles de minas aún por explotar. Justo al comenzar a subir te cobraban un dólar como entrada y la subida en sí no era muy cansada, aunque cuando añades treinta y pico grados y una humedad absoluta, la cosa se complica y llegas arriba sudado desde los gallumbos hasta las raíces del cabello.
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Diez años desde el comienzo
Una de las cosas más increíbles y fascinantes de llevar escribiendo la mejor bitácora sin premios en castellano durante tantos años es que una parte significativa de mi vida tiene registros claros y aunque hay que saber leerlos, si eres capaz de mirar entre líneas, muchas de las cosas que me suceden están por ahí.
Hoy es un día especial para el Rubio y para un servidor. Desde que nos conocimos el tres de julio del año 2000 a las nueve de la mañana, hemos sido amigos prácticamente todo ese tiempo. Lo nuestro fue un bromance de libro de texto, ambos descubrimos que nuestro más-mejor amigo existía aquel lunes en Hilversum en el que yo no llevaba ni dos días en los Países Bajos. Desde entonces hasta ahora, nuestra amistad se ha mantenido fortísima y el único evento reseñable y que provocó un terremoto que casi acaba con ella sucedió el diecisiete de febrero del año 2004 y yo lo comenté indirectamente un día más tarde, es decir, hace precisamente hoy diez años en la anotación Deportista de élite. Ese día comenzó La GRAN GUERRA de SILENCIO y hasta finales de octubre de ese año no nos hablamos. Nos mandábamos mensajes a través del ICQ, ese vetusto sistema de mensajería que en un momento determinado dominaba el universo y del que seguro que muy pocos se acuerdan. También intercambiamos correos durante ese tiempo y ambos seguimos tozudamente tensando la cuerda hasta que a finales de octubre del 2004 se le calentó la Pipa del coño a la Primera Esposa del Rubio y nos obligó a retomar la comunicación de manera normal. Por supuesto lo hicimos a nuestra manera, con una cena en Hilversum y una borrachera épica y legendaria que nos dejó a los dos a punto de llamar a las respectivas oficinas al día siguiente para decir que estábamos malo, ya que sucedió en un día entre semana.
Después de acabar La GRAN GUERRA de SILENCIO decidimos que no queríamos que algo así volviera a ocurrir y establecimos mecanismos de control e intermediación, básicamente le dimos poderes sumarísimos a la Primera Esposa para darnos dos bofetones a cada uno si se nos iba el baifo al cielo y no dejar que las cosas se salieran de madre. Las tres Unidades Pequeñas también suponen otro mecanismo de control, ya que ellas no entienden de polladas así y cuando paso más de semana y media sin pasarme a verlos exigen a sus progenitores que me inviten y que de ser posible sea en viernes o sábado para que me quede a dormir.
Resulta raro y probablemente incomprensible para el resto del populacho pero hoy nos hemos mandado mensajes para felicitarnos (están pasando la semana de vacaciones de invierno esquiando en algún lugar de Austria) por haber aguantado casi diez años sin ni siquiera una pequeña guerra de silencio. Las Unidades Pequeñas, más simples y egoístas, han aprovechado para pedir que los lleve al cine este fin de semana porque quieren ver la película de Lego ya que saben que los padres no los llevan ni de coña.
Teniendo un archivo que contiene más de seis mil setecientas anotaciones, este año me he propuesto ir leyendo todas las del 2004 y ver lo que sucedió hace diez años …