Desde que llegué a Holanda hace la tira de años y probé por primera vez los Poffertjes, supe que sería un adicto toda mi vida. La adicción debe ir en la sangre porque mi madre es otra que ve un puesto de estos deliciosos dulces en la distancia y pierde la poca dignidad que le queda corriendo para comprarlos y si es necesario se abre paso a codazos. En la bitácora hemos visto una foto de poffertjes allá por mayo del año 2005 en la anotación Poffertjes lo cual nos recuerda que esta bitácora ya lleva sus buenos añitos de historia. En mi fototeca tengo imágenes hechas con mi primera cámara digital en el año 2002, concretamente del puesto que hay en el mercado del queso de Alkmaar y os puedo confirmar que jamás he pasado por ese mercado sin comer un plato de poffertjes de ese puesto.
Como sabía que serían mi perdición procuré no comprarme la sartén especial que se usa para prepararlos. Bueno, no la compré hasta hace un par de semanas en la que vi una de hierro fundido con un descuento tan escandaloso que no podía dejar de comprarla. Cuando llegué a mi casa y mandé el mensaje de socorro a los amigos y conocidos llegó el sorpresón. Le pregunté a todos y cada uno de mis amigos neerlandeses por una buena receta de poffertjes caseros y todo el mundo me respondió que comprara un paquete con el preparado, le añades leche y huevo y listo. Bueno, quiero decir bien claro que me avergüenzo de todos mis amigos y conocidos. Así va el mundo si ninguno se preocupa en preparar la comida partiendo de los ingredientes básicos y van a por lo fácil. Me pasé un par de horas buscando recetas en holandés, investigando y cuando ya tenía elegidas tres de ellas me acordé que mi amiga la Chinita me había regalado un libro de cocina holandesa. Corrí a buscarlo, rastreé el índice y NO tenían una receta de poffertjes, algo típico de Holanda, aunque al parecer los aguacates rellenos de gambas sí que son un plato holandés y debo andar muy despistado porque jamás he visto ni los campos de aguacates ni sabía que el mar del norte es rico en langostinos. En fin. Regresé a las recetas que encontré y elegí una que no usa huevo. El noventa y cinco por ciento de las recetas que he visto añaden huevo y yo he tenido desde siempre la impresión que en los puestos callejeros, el huevo no forma parte de la lista de ingredientes. Los cociné para desayunar un domingo y estaban bárbaros. Probé las otras dos recetas pero no hay color así que la que tenemos hoy es la mejor. Para cocinar este plato hay que tener la sartén especial o más concretamente, algo parecido a esto:
Es una sartén con huecos para cada poffertje, lo cual les da la forma y el tamaño adecuado, además de permitir que se cocinen bien. La receta que he elegido requiere de un tiempo de macerado así que lo mejor es dejar la masa preparada por la noche en la nevera o darse el madrugón, prepararlos y esperar una hora antes de cocinarlos. Es muy pero que muy fácil de preparar y las cantidades están calculadas para unos veinte poffertjes de mi sartén, cantidad suficiente para una persona. Multiplicando las cantidades los podréis hacer para más gente. Una vez cocinados, se pueden guardar en la nevera y calentarlos en el microondas si los queréis comer al día siguiente o incluso congelarlos. Sin más preámbulo, vamos con la receta:
Los ingredientes: 62 g de harina de trigo normal, 100 ml de leche templada, 10 g de sirope, 2.5 g de levadura instantánea (o sea, que no sea levadura química), un pelín de sal, mantequilla y azúcar de repostería para adornar.
La implementación: Ponemos en un bol la harina y la mezclamos bien con la leche templada y la levadura. Se puede hacer con un tenedor. Añadimos el sirope y volvemos a mezclar. Lo dejamos reposando al menos una hora.
Para prepararlos, ponemos a fuego fuerte la sartén de los poffertjes. Embadurnamos con mantequilla cada uno de los huecos, usando una brocha de cocina. Lo mejor es derretir un poco de mantequilla previamente.
Llenamos cada hueco hasta la mitad con un poco de la masa y en algo más de un minuto estarán ya doraditos y cocinados por esa cara, les damos la vuelta (con un pincho por ejemplo) y los cocinamos por el otro lado.
Hay que comerlos recién hechos. Al sacarlos, se ponen todos juntos en un plato, echamos por encima un par de trocitos de mantequilla, espolvoreamos con azúcar de repostería y servimos. Repito que hay que comerlos inmediatamente.
No tiene más ciencia. Es sencillo y todo un placer de esos que te hacen sentir culpable. Cuando la mujer de mi amigo el Rubio vio las fotos que le mandé, me ha exigido que la próxima vez que vaya por su casa los prepare para ella y los niños.
Si quieres ver otras recetas que he cocinado puedes ir al índice de Mi pequeño libro de recetas de cocina y allí tienes la lista completa