La última vez que Waiting puso un pie en los Países Bajos fue hace eones, allá por mayo del 2011 que se acaba ya mismo o quizás pasado mañana dependiendo de cuando leas esto. Organizó una recepción oficial solo para los Elegidos en su casa y aunque me temo siempre todo lo peor, me llegó la invitación y no tuve más remedio que acudir, ya que el mundo UnoPuntoCero es muy sacrificado y la presencia física es obligatoria. Me pregunto como se les pondrá el cuerpo a todas esas melosas que le dejaban comentarios en su bitácora cuando ella escribía allá por la primavera del 2011 y sepan que yo no solo la conozco sino que comparto momentos de calidad con ella con menos regularidad de la que debería pero con más de la que ellos pueden aspirar a tener en su vida. Bueno, volviendo al tema que me disperso muy fácilmente. Aproveché para ir al Pathé City y ver una película, el cual está muy cerca de su casa y cuando paseaba hacia la misma, me despisté escuchando un audiobook y al entrar en su calle me encuentro junto a la puerta un cochazo Tesla Roadster eléctrico recargando la batería. Lo primero que pensé en lo mucho que había mejorado la calle y lo fastuosa que quedaba con un vehículo que solo cuesta CIENTO UN MIL NOVECIENTOS LEUROS, vamos, cuatro perras gordas. Me tomó como treinta segundos, quizás alguno más, el comprender que me había equivocado de calle y esa no era la puerta de la casa de Waiting. Puesto que estaba en el lugar, aproveché para hacerle una fotillo al coche y así tener un recuerdo de la primera vez que vi en una calle este vehículo tan pijo y caro.
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Echando agua en las anomalías geotérmicas
Aparte de las vistas espectaculares en el Parque Nacional de Timanfaya, lo que casi todo el mundo recuerda es al señor que echa agua en unos tubos y cuatro segundos más tarde un chorro de vapor sale impetuoso. En la foto tenemos el instante en que el vapor comienza a subir. A su alrededor, los visitantes disparan incansables sus cámaras y graban vídeos y muchos de ellos son alemanes, ingleses, holandeses, franceses, italianos, es decir, turistas y por alguna extraña razón, nadie se ha molestado en pagarle unos cursos de idiomas a ese señor para que pueda explicar las cosas mínimamente en otras lenguas. Acabé traduciendo lo que decía a mi amigo el Niño mientras los que estaban junto a nosotros estiraban la oreja para captar los conceptos.
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El regalo del mes de septiembre
De todos los meses de este año 2011, septiembre se presentaba como el más complicado ya que al regalo del mes se unía el periodo de donaciones. Antes de que cierto dúo ponga el grito en el cielo y comiencen con los lloros, tuve esto en cuenta y en lugar de diez postales, encargué veinte. Por supuesto, no contaba conque el número de patrocinadores sería tan alto y pensaba que más bien rondaría la decena. Por eso, el regalo del mes de septiembre serán ?NICAMENTE tres postales, ya que las otras diecisiete ya tienen propietario, al formar parte del regalo con el que les agradeceré su detalle con ésta la mejor bitácora sin premios en castellano.
Este regalo continúa la fantástica saga que comenzó en enero y siguió en febrero, marzo, abril, mayo, junio, julio y agosto. Como la temática ha sido y será durante todo el año sobre Holanda, para este mes seleccioné una foto que personalmente me encanta y que seguro que a nadie más le gusta. Es el lema turístico de la ciudad de Amsterdam y podéis haceros la foto sobre, bajo o junto a el lema si vais a Museumplein, en el parque que está encuadrado por el Rijksmuseum y el Van Gogh Museum. La foto la vimos por priemra vez en diciembre del año 2010 en la anotación I amsterdam.
Las tres únicas postales se adjudicarán por estricto orden a quienes las pidan dejando un comentario en ésta anotación y después enviándome un correo con el nombre y la dirección postal a la que hay que mandarla usando mi correo electrónico o el formulario de Contactar. Huelga recordar que yo no almaceno, mercadeo, vendo, trafico, alquilo o presto la dirección y el nombre que me deis.
En esta ocasión, cualquiera de los Patrocinadores, si así lo desea, puede reclamar una de estas escasas tres postales y enviársela a alguien de regalo.
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Montañas de fuego desde el Islote de Hilario
En el Islote de Hilario puedes aprovechar para comer, ver a un señor echando agua en unos tubos y las fumarolas que se forman o simplemente mirar alrededor y alucinar con la vista de paisaje lunar que hay en el lugar. En el restaurante de ese lugar tuvimos la experiencia más memorable de las vacaciones, con unos diez camareros atendiendo un local en el que las mesas ocupadas eran menos de cinco y haciéndonos esperar unos veinte minutos hasta tomar la orden. Profesionales de la hostelería épicos y legendarios. A la hora de pagar, si no nos levantamos y vamos a la caja, no lo habríamos conseguido.