Entramos al patio del Palacio de Carlos V para ver ese conjunto de columnas dóricas y jónicas y disfrutar con el estilo romano del mismo, muy apropiado para un lugar que debía ser la residencia de un emperador. En la planta alta hay un museo que tengo que reconocer que no me llamó en absoluto la atención pero lo mío con los lugares en los que cuelgan cuadros siempre ha sido una relación complicada y mi atención se difumina al cuarto cuadro y esto seguro explica el por qué estoy tan embrutecido y soy tan asocial como para no tener perfil en el CaraCuloLibro ni en el Tuiterota como casi todos los bosmongolox que trataban conmigo en el pasado.
-
La bolsa New Looxs Mondi Single Canvas
Una vez quede en Amsterdam con mi amigo el Turco y cuando llegué me miraba extrañado porque había algo raro. Me rodeó buscando la diferencia y después de un rato cayó en que no llevaba una mochila a mi espalda. Lo de la mochila es casi como una maldición de esas que no puedes quitarte, siempre está presente, sobre todo con un clima tan cambiante que te obliga a estar preparado para sol, lluvia, granizo y lo que se tercie. Por lo general tengo dos, una pequeña que compré en el Decathlon por cinco leuros y que sirve para transportar un par de cosillas y después una más grande para cuando paso por el supermercado o llevo la cámara. Esta última regresó tras mis vacaciones en Asia de este año muy tocada y eso que no tenía más de tres años y la garantía era de cinco. Cuando finalmente se rompió estuve buscando alternativas y tras un par de días de búsqueda caí en la cuenta que podía comprar algún tipo de bolsa que se pueda llevar acoplada a la bici y así liberarme de ese peso sobre la espalda. Tras mirar las muchísimas alternativas que hay en los Países Bajos opté por una New Looxs Mondi en verde como la de la foto anterior. Es impermeable y tiene diecisiete litros de capacidad con lo que puedo cargar bastante (no, en este país no vamos al hipermercado, tenemos los supermercados cerca de casa y los visitas a menudo …). La mochila la compré a través de Internet (como casi todo lo que compro) y me llegó al par de días. En la parte posterior está equipada con unos ganchos para colgarla de la bicicleta y que se pueden cubrir cuando no la tienes en la bici. Esta bolsa se ha convertido en complemento inseparable de mi persona al menos tres días por semana.
En esta segunda imagen la vemos enganchada a La Dolorsial regresar a mi casa. La bolsa ha sido todo un descubrimiento y no deja de sorprenderme la cantidad brutal de cosas que puedo meter en la misma. No sé por qué tenía la sensación que el volumen era mucho menor que el de la mochila a la que reemplaza pero no ha sido así.
-
Palacio de Carlos V
Una de las construcciones más impactantes dentro del complejo monumental de la Alhambra es el Palacio de Carlos V (no uve, retrasado, quinto, quinto, quinto a ver si se os mete en la cabeza). Hasta una medusa podrá deducir de donde viene el nombre del palacio así que me ahorro explicarlo. El edificio tiene una planta cuadrada por fuera pero en su interior hay un enorme patio circular fabuloso, con multitud de columnas dóricas y jónicas (y yo que siempre pensé que era inútil que nos explicaran y enseñaran esto en el colegio). Definitivamente el palacio no tiene nada de la arquitectura musulmana que lo rodea. Su construcción fue como el rosario de la Aurora y se acabó en el siglo XX y obviamente, nunca fue residencia Real. Los anillos de bronce que se ven en la foto, semejan aldabas pero nunca se usaron como tales y no son más que elementos decorativos ya que de ser usados, los caballos debían haber sido enormes. El edificio es un museo desde 1958.
-
El enésimo regreso a Gran Canaria
Ya he perdido la cuenta de las veces que he viajado entre los Países Bajos y Gran Canaria y aun así, cada viaje es distinto. El de esta ocasión comenzó dos días antes, o quizás desde el mismo lunes de esa semana cuando la Chinita vino a cenar a mi casa y se marchó con un litro de gazpacho blanco, seis magdalenas, una taza de gazpacho de fresas, las sobras de las gambas en salsa de tomate y un montón de fresas de mi cosecha. El jueves de esa misma semana fue el Rubio el que me invitó a su casa y allí acudí, con diez magdalenas de chocolate, una bolsa enorme de lacios de hojaldre y con la misión de ayudarlo a preparar la cena y jugar con los niños porque su esposa llegaba tarde. Los chiquillos, nada más verme llegar se lanzaron a por mi y desde ese momento hasta que conseguimos meternos en la cama, no pararon. A las diez y media de la noche, salía para la estación con mi bici aprovechando un cielo limpio e increíble y una noche deliciosa. Llegué a casa, me acosté temprano y a las seis y veinte me levantaba para ir a la oficina, mi ultimo día antes del comienzo de las vacaciones. Sobre las nueve de la mañana ya había finiquitado todos los asuntos pendientes y el resto del día lo pasé de tertulia y demostrando a los incrédulos el por qué soy el mejor en lo que quiera que sea que hago. A las cuatro me piraba y camino de casa paré en una tienda Leonidas para comprar chocolate para regalar y en el supermercado tres costillares al Piri Piri para mis padres. Llegué a mi casa y sin tiempo preparé pasta fresca ya que ese día era el Niño el que se pasaba a cenar, aunque por suerte soy previsor y tenía toda la comida preparada.
Antes de que llegara aproveché e hice la maleta y creo que he batido un récord en cuanto al peso, ya que he optado por no cargar casi nada de ropa para maximizar los quince kilos que puedo facturar. Cenamos, nos echamos unas risas y unas cervezas y acabamos con una maratón de trailers para que a la hora de elegir las películas de las sesiones dobles de otoño no hayan malentendidos.
Después que se marchó, revisé mi lista de cosillas para llevar y me acosté temprano. El sábado por la mañana me levanté a las siete y pico y a las ocho y seis minutos tomaba la guagua a la estación. Allí transbordaba al tren y en la estación de Eindhoven cogía la 401 al aeropuerto. Al llegar, facturé la maleta y crucé el control de seguridad para esperar por el avión.
A la hora prevista apareció el avión y ni esperaron a que salieran los pasajeros. Nos llevaron al pie del mismo y según salieron los otros y lo limpiaron entramos. Me senté en la ventana de emergencia. Salimos en hora y el vuelo transcurrió sin ninguna incidencia.
Al llegar al aeropuerto de Gran Canaria, me recogió m hermana y así acabó esta jornada de transición que en realidad comenzó unos días antes