Por primera vez en la historia del Club de las 500 la foto de una receta de la serie de Cocinillas se ha ganado su invitación. La afortunada ha sido la receta de Galletas de chocolate. La última vez que las cociné fue la semana pasada y como siempre, me quedaron deliciosas. Se las regalé a los hijos de mi amigo el Rubio los cuales siempre que les llevo se vuelven locos.
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La ropa vieja
Hay cosas de las que quieres hablar y sin embargo nunca terminas de decidirte aunque no hay una razón clara para esa aprensión a tocar el tema. En mi lista de ideas para desarrollar hay una que lleva desde siempre y que ha conseguido resbalar a mi atención durante todo este tiempo. No es nada brillante ni siquiera un secreto oscuro y terrible que quizás sea mejor dejar en la penumbra.
En realidad es una pequeña manía que he descubierto con los años y que quizás tenga que ver con mis comienzos como inmigrante. Cuando llegué a los Países Bajos por primera vez traía una maleta y una cantidad muy limitada de ropa. El primer mes vivi en un hotel y tenía que hacer la colada usando su servicio de lavandería o llevando la ropa a una lavandería cerca de mi oficina. Para mí era algo nuevo ya que nunca antes me había enfrentado a un problema parecido. Cuando me mudé a mi apartamento comencé a acumular calcetines, gallumbos, camisetas y polos sin siquiera darme cuenta. Compraba siempre que me cruzaba con una buena oferta y su número se fue incrementando de manera constante.
Creo que fui consciente de ello por primera vez al comprar mi casa en el otoño del 2005. Cuando planeé mi mudanza noté que mi equipamiento de ropa interior era escandaloso. Podía sobrevivir tranquilamente dos meses sin necesidad de lavar nada, tenía suficientes calcetines, calzoncillos, camisetas e incluso polos para ir al trabajo. En mi nueva casa compré un armario aún mayor y seguí acumulando sin siquiera notarlo.
Para usar la ropa fui optimizando un sistema que es tan sofisticado que toda la ropa está en constante rotación. En todos mis viajes compraba camisetas nuevas y así llegamos a la cifra mágica de unas cien camisetas e incontables calcetines. Mirándolas puedo trazar todo el historial de mis compras. Las hay que llegaron a mi vida en septiembre del año 2000 y aún siguen conmigo. El récord lo tuvo mi visita a Estados Unidos de diciembre del 2006. Volví con diecisiete camisetas y unos seis polos. La ropa era tan barata que perdí totalmente el norte y acabé por añadir una segunda maleta. Lo mismo me sucedió con los vaqueros Levi’s. Eran tan escandalosamente baratos que me traje ocho y sigo teniendo varios pendiente de estreno.
Este verano decidí cambiar el chip y empezar a deshacerme de la ropa más gastada. Se lee en una frase pero cambiar la tendencia me costó bastante esfuerzo. Rastreé todos mis polos y elegí los diez más hechos polvo y comencé a usarlos y tirarlos al día siguiente. La misma suerte corrieron más de veinte pares de calcetines y un número similar de gallumbos. Entre las camisetas la carnicería aún no ha afectado a más de diez de ellas. Al mismo tiempo que tiraba ropa he tenido que contener el creciente impulso de ir a una tienda y comprar veinte o treinta nuevos para reponer. Lo más increíble es que en mi armario no se nota la reducción del inventario así que hay algo que debo estar haciendo mal.
El fin de semana pasado tratábamos estos temas tan trascendentales en una reunión y me sorprendió descubrir que mi amigo el Rubio también tiene el mismo problema y le cuesta horrores desprenderse de la ropa vieja. A comienzos del año 2001, en los inicios de nuestra amistad, estuvimos tres semanas en la ciudad de Nuremberg trabajando y allí encontramos una tienda que iba a cerrar y estaba liquidando calcetines de los Simpsons, South Park y la Guerra de las Galaxias. Ambos nos hicimos con las series completas de las tres sagas y aunque yo ya casi no tengo ninguno (y creedme, lloré el día que tiré a Han Solo) ?l aún los conserva y pese a que los calcetines están llenos de agujeros no permite a su esposa que se deshaga de ellos y ahora los guarda para las grandes ocasiones.
Puede que sea algo más propio de los hombres, que nos guste acumular y nos falle el gen que controla el deshacerte de la ropa vieja. Yo por mi parte voy a hacer un nuevo esfuerzo después de las navidades para soltar otro diez por ciento y ver si puedo poner mi armario en ropa comprada después del año 2003.
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La semana pasada en Distorsiones
Cuando uno se marca como objetivo el sacar todos los días dos anotaciones hace falta algo de planificación. Una de ellas es siempre algo ligero y que no debería tomar mucho tiempo y la otra depende en gran parte del tiempo que nunca me sobra y las ganas de sentarme y estrujar las neuronas. En las semanas previas a las navidades hay que añadir el esfuerzo adicional que supone dejar algo de contenido para los catorce días en los que no hay seguridad sobre mis posibilidades para estar conectado y todo esto mientras recibo más invitaciones que nunca, engordo y no paro en mi casa. No me quejo, es mi deporte y lo practico con gusto. Mirando el lado positivo, siempre acumulo historias que hago en las navidades y vivo de ellas hasta casi entrado marzo. En estos días reflexiono mucho sobre la amistad, la vida, la reproducción de los tulipanes y todas esas cosas importantes. Una de esas comeduras de coco se llama Caminos sin salida y viene acompañada de una preciosa foto.
Aunque pueda parecer que tras el trauma que me causó el Marico Hechicero de Ginebra ya no escribo Relatos, lo cierto es que la verdadera causa es el ritmo frenético que lleva mi vida y la falta de tiempo. Esta semana logré sacar uno pequeño a partir de una anécdota con un par de líneas de código en uno de los programas que se desarrollan en mi empresa y que encontré por casualidad. El relato se llama STATUS FATAL.
Otro viejo capítulo que volvió tras una prolongada pausa es el Hembrario. Tuvimos un nuevo Desvarío en esa infame selección que llevo escribiendo desde hace años. Las últimas en incorporarse son las Golfas. Seguro que conocéis a alguna.
Los días en los que realmente me pilla el toro por los cuernos tiro de los ingentes archivos fotográficos y lo apañamos con una nueva foto de bicicletas. Esta semana le tocó a un Carcamal de bicicleta que me tropecé un viernes de verano en Alkmaar.
Y hablando de fotos, seguimos con El Club de las 500. Los nuevos miembros admitidos fueron una Jirafa en el club de las 500, un Rinoceronte en el club de las 500, dos gemelas que confirman eso que se dice de que Tiran más dos tetas que dos carretas en el club de las 500, algo de Carnaza pa? las bestias en el club de las 500, las entradas del Madonna – Confessions Tour en el club de las 500 y Una vela encendida en el club de las 500. Como veis, todo muy variado.
esta semana también hubo algo de tiempo para una nueva receta que añadir a la sección de Cocinillas, un plato delicioso y fácil de preparar que deberíais incorporar a vuestro repertorio. Es un sabrosísimo Estofado de carne y cerveza Guinness.
Finalmente, el Cine. Desde ahora tendremos solo dos películas por semana ya que comienzo a acumular para las vacaciones navideñas. Las de esta semana fueron la romántica Twilight – Crepúsculo que me encantó y de la que he leído ya los tres primeros libros y el soberbio drama Changeling – El intercambio, una más que probable candidata a los Oscars de este año.
Y así acaba el resumen con lo acontecido durante la semana por aquí.
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Changeling – El intercambio
Cuando uno mira el cine de los últimos veinte años, uno de los directores más consistentes y que mejores momentos nos ha hecho pasar con un genero tan duro como el drama es Clint Eastwood. Elige cuidadosamente las historias y tiene una especial sensibilidad para tocar esas fibras sensibles que todos llevamos en nuestro corazón. Su último proyecto se llama Changeling y en España se estrenará a finales de diciembre como El intercambio.
A una julay adicta a las adopciones se le pierde uno de sus retoños comprado en las rebajas y se pasa la peli amargada porque le dan el tocomocho
Basada en hechos reales. Me fascina ver esa frase al principio de las pelis. Siempre me paro un momento a pensar en cuánto será real y cuánto será fruto de la mano de los guionistas, del ojo del director y de la rienda suelta de los actores y actrices que trabajan en el producto final. En este caso nos cuentan la historia de una mujer, madre soltera, cuyo hijo desaparece y se embarcar en una campaña para encontrarlo. Cuando la policía le dice que lo han hecho y se lo entregan, descubre horrorizada que no es su hijo, que le han dado otro niño y tendrá que luchar contra la corrupción policial e infinidad de adversidades para poder demostrar que tiene razón y que el chiquillo no es su adorado hijo.
Esto es un drama de los de verdad, de esos que tienen momentos en los que te golpean el estómago y te entran ganas de llorar y en los que hay muy pocas concesiones para la risa fácil o los instantes disfrutables. Mientras recorremos el calvario que sufre la protagonista tratando de recuperar a su hijo vamos descendiendo las escaleras que nos llevan al infierno acompañando el dolor de una madre totalmente rota que se niega a rendirse, que no se detiene ante nada ni ante nadie y que gastará hasta su último aliento para encontrarlo. Si hay algo que nos lleva durante toda esta historia de la mano y la vuelve real es la excelente interpretación de Angelina Jolie una actriz que últimamente parecía más dada a papeles frívolos y a incrementar su familia pero que todos recordamos de hace unos años, cuando todavía era capaz de sorprendernos. Su papel en la historia fundamental por la solidez que le da a la madre, por como sufre y transmite ese sufrimiento hacia los espectadores, por como consigue convencernos durante todos y cada uno de los ciento cuarenta minutos de película. Aquí no hay grandes efectos especiales ni deslumbrantes giros de guión sino una historia muy sencilla, un director que sabe como hacerlo y una actriz que nos regale un trabajo fantástico.
Pese a lo fuerte de la historia, uno sale del cine con la sensación de haber disfrutado con una obra maestra y cuánto más piensas en la peli, más detalles memorables recuerdas, pequeñas cosas que quizás crees que te pasaron desapercibidas pero que vuelven a tu cabeza.
Esta es una joya que no puedes disfrutar con los amigotes acarajotados. Tendrás que ir con gente que sepa vivir y sentir el buen cine y que estén preparados para el drama. Aquí tenemos una de las películas candidatas a los Oscars y posiblemente a la ganadora al de mejor actriz.