Los cinco años que viví en Hilversum fueron fantásticos. Una pequeña ciudad, en el corazón de Holanda y en un entorno muy agradable. Celebré todas y cada una de las nevadas con gran algarabía. Esta imagen de Hilversum bajo mis ojos la tomé desde la ventana de mi apartamento, mirando hacia el Oudehaven, en una mañana de febrero del 2004 en la que me eché a la calle a hacer fotos y llegué al trabajo con tres horas de retraso. Hoy le damos la bienvenida al Club de las 500.
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CANON 24-70mm f/2.8L
Desde hace unas semanas venía rondándome en la cabeza el comprarme un nuevo objetivo para mi Canon EOS 50D. Una de las razones es que en la foto de mi equipo es más que probable que a comienzos del año que viene desaparezca la Canon EOS 350D junto con el objetivo CANON EF-S 17-85mm IS. Esta cámara ya casi no la uso y es estúpido tenerla guardada así que la venderé y al menos recupero algo de dinero. También quería tener un objetivo de mucha calidad y con una apertura de 2.8 ya que pese a lo que diga la gente, merece la pena.
La semana pasada el jueves había quedado con mi amigo el Rubio para irnos a cenar juntos y pasar un rato en Media Markt. Yo quería comprarme una cámara de vídeo sencilla aprovechando una oferta espectacular que tenían, algo así como los cuatro días de locura. Mientras hacía cola para que un empleado me explicara algo le escuché decir a otro cliente que igualaban y superaban cualquier precio de otra tienda. Miré y vi que tenían el objetivo que yo quería. Cuando me llegó el turno, le dije que lo quería pero que en otra tienda lo vendían más barato. Lo comprobó por Internet y me rebajó el precio de la otra tienda en cinco euros. Salí de allí saltando de alegría y con mi nuevo objetivo CANON 24-70mm f/2.8L.
Aún no le he dado mucha caña pero ya he visto que la calidad de las imágenes que se consiguen es increíble.
Este será uno de los objetivos que me lleve conmigo a las Canarias estas Navidades. Espero poder quedar con algún colega para hacer fotos en algún rincón mágico de la isla, quizás en la costa del Norte o un amanecer en las dunas. Ya saben, avisen si quieren hacer algo parecido. Me llevaré también el fisheye y quizás el 70-200mm.
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Vista de Gante desde el río en el club de las 500
En otoño del año 2005 pasé unos días en Gante con mis padres y medio año más tarde vimos una selección de las fotos de esa ciudad en Distorsiones. Hoy le damos la bienvenida al Club de las 500 a esta preciosa Vista de Gante desde el río.
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Una ronda más
Cuando comencé a trabajar en Holanda, en una multinacional con presencia en todo el mundo y más de cien mil empleados algunos de mis amigos sentían envidia porque era como convertirte en funcionario, un trabajo de por vida, seguro, estable y todo eso que parece que es la máxima aspiración de alguna gente. Un año más tarde aquella multinacional entró en caída en picado, no me renovaron el contrato y acabé en la calle.
Un par de meses más tarde comencé a trabajar en otra multinacional, con mucha más reputación que la primera, también con más de cien mil empleados, una historia de casi un siglo y los mismos amigos volvieron a comentarme que era un trabajo seguro, estable y de por vida. Un año más tarde llegó la primera ronda de despidos y sobreviví. Le siguieron la segunda, tercera, cuarta y así hasta que perdí la cuenta. Llevo siete años y posiblemente siete rondas superadas. Estoy en lo que yo denomino las semifinales, a puntito de conseguir podio olímpico. En mi primera vez pasé un montón de nervios y agobios, prácticamente dejé de dormir y me pasaba el día elucubrando sobre lo que ocurriría, como sería y lo que podría hacer una vez pasara. No sirvió de nada y pronto aprendí que da igual lo que te esfuerces, tu destino no está en tus manos y si tu nombre entra en la urna no puedes hacer nada para evitarlo.
La semana pasada, el lunes, al llegar a la oficina nos esperaba nuestro regalo de Navidad en la forma de un correo con el que se nos invitaba a una reunión urgente en el comedor de la empresa. El resultado fue el anuncio de la enésima ronda de despidos y como siempre comienzan a circular los rumores y mientras vemos como ponen todas las papeletas en la bolsa. La solución a este misterio la sabremos el veintidós de enero, el día en que se desvela el secreto y se conoce el resultado de esta macabra lotería.
En lo que a mí respecta, en esta ocasión estoy en una urna en la que tienen dieciséis nombres y sacarán cuatro papeletas así que mis probabilidades de resultar premiado están en un veinticinco por ciento.
Como es habitual, no llega a afectarme porque honestamente me la trae al fresco. Todos saben que a mí me gustaría que me despidieran, más que nada por la escandalosa indemnización que me corresponde y porque estoy convencido que en mi camino se cruzará algo aún mejor que lo que tengo en este momento. De suceder eso que algunos siempre temen, haré una gran fiesta en mi casa para celebrar el evento y después barajaré mis alternativas. Posiblemente me iría de vacaciones a Sudamérica, a África, Australia o Nueva Zelanda durante tres o cuatro semanas y después de recargar las pilas y ver mundo comenzaría a buscar trabajo.
Lo extraño es que cuando se lo contaba a mi mejor amigo, el Rubio, el me decía que así podemos montar de una vez por todas la empresa de la que siempre hablamos y trabajar para nosotros mismos. Otro amigo me manda un correo y me dice que no me asuste y lo llame al día siguiente porque su empresa me propondrá algo y un tercero me recuerda que en la suya están contratando gente y que se darían de golpes por tener a alguien como yo. Incluso el Niño me ha pedido que piense en la empresa en la que trabaja. Aún no me han despedido y ya tengo cuatro posibles alternativas. Como dije en el párrafo anterior, siempre parece haber un sendero claro que seguir y mis amigos me aprecian de verdad.
Aparte de las vacaciones, intentaría conseguir algo en alguna compañía que requiera muchísimos viajes, proyectos internacionales y pasarte la vida tirado por el mundo. Es algo que me atrae, ser un ciudadano de la tierra, saltar de país en país llenando mi pasaporte de sellos y dejando que culturas extrañas choquen con la mía propia.
En estos días previos a las vacaciones navideñas en los que en la máquina de café solo se habla de listas de despedidos y de las probabilidades que tenemos, yo solo pienso en que en una semana estaré en Gran Canaria y con suerte en un par de meses respiraré el aire de algún lugar exótico mientras la poderosa magia de mi ángel de la guarda trabaja para allanar el horizonte y lo despejará para mí.