Yo soy de los que se emocionan y celebran los estrenos de las películas de Tim Burton porque de siempre lo he considerado un maestro. He crecido viendo su cine y pese a algunos desengaños, sigo fascinado por su universo visual y ese aire tan familiar que hay en sus películas. Será porque uno es friki y le gusta que alguien nos trate como a seres inhumanos y no se ría de nuestro reverso zarrapastroso o puede que solo sea porque hay colores brillantes en sus películas y siempre salen los mismos actores. El hecho es que se ha estrenado Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street y he corrido al cine para ver este musical que en España se ha llamado Sweeney Todd. El barbero diabólico de la calle Fleet.
Un julay metrosexualiza a todo el polígono
No quiero ni pensar lo que debe ser el ver esta película doblada al castellano. ¡Es un musical! O sea, un lolailo va andando por la calle y ve una paba de buen ver. Le lanza una completa [cabeza a piernas] y un segundo después arranca a cantar con la gente que anda por el villorrio participando del evento. No hay mucho baile pero esto debería daros una idea de lo que os encontraréis. En la primera canción se fueron como diez personas de la sala. En la segunda, cinco más y a partir de ahí solo quedamos aquellos que tenemos la suficiente capacidad de abstracción y podemos disfrutar con estas cosas. Para los que no lo sepan, la razón última de haber hecho un musical es que se inspira en uno de Broadway. Una vez superas el shock, tenemos el universo completo de Tim Burton, la lugubridad de sus decorados, su fascinación por lo exótico, las pullas contundentes y los frecuentes guiños a los espectadores para que disfruten de la película y se sientan parte de la misma. Lo ayudan sus amigos Johnny Depp y Helena Bonham Carter y la sensación de esta película, que no es otro que Alan Rickman, hombre que conocemos en todo el universo como el profesor Severus Snape, el malvado que hace la vida imposible a Harry y amigos y que sabe cantar. Esta es la noticia del milenio, todos ellos cantan y lo hacen bien. La historia es entretenida y fascinante y al mismo tiempo se aleja un poco de tanta corrección y respeto por las formas y nos regala un buen baño de sangre y sadismo que roza en algunos momentos el Gore. Mi único pero es que las canciones no son pegadizas, salvo una y no conectas con ellas ni las recuerdas al salir de la película, algo que si se produce en otros musicales que he visto en los últimos dos años. La trama nos cuenta la historia de un hombre que fue enviado a prisión durante una purriada de años sin motivo aparente, solo porque un juez quería echarle un kiki a su señora esposa y al salir en libertad retorna a la ciudad para vengarse y acabar con todos los que se la jugaron. Se juntará con una mujer que tiene aún menos escrúpulos que él y entre ambos montan la marimorena en el lugar.
Si te gusta el cine de este director y no te repelen los musicales, seguro que pasarás un buen rato. Si lo tuyo es más el rollo de descerebradas come-nabos que malamente saben hablar y que siempre llevan un teléfono móvil en la mano, entonces mejor te ahorras el dinero y te lo gastas en pienso para la Orca con la que te revuelcas.