Mañana comienza el evento del año en Europa, el Festival de Cine Latinoamericano de Utrecht, una maratón de películas de todos los países de América Latina. Para este año me he impuesto cinco sesiones y once películas que jamás llegaré a ver en cines convencionales. Habrán películas de varios países y como siempre, quedará constancia de todas ellas en esta la mejor bitácora sin premios en castellano.
Ya estoy preparadísimo para el festival. Me he comprado unas gafas de pasta sin cristales para poder moverme entre la intelectualidad sin despertar recelos porque ninguno me perdona que mi vista esté por encima de la perfección, algo que me reprocha mi médico de cabecera siempre que me hace leer la penúltima fila de las letras de su tablita y yo además de hacerlo, de regalo le recito la fila de las letras más pequeñas y el minúsculo mensaje que está en el lateral de su tabla y que informa sobre el país de fabricación de semejante utensilio.
Mis gafas de pasta estarán acompañadas de mi chaqueta de pana gastada, muy apropiada para un intelectual con bitácora y de mi polito Bacardi para enseñar a los holandeses algo de cultura latina.
Estaré al comienzo del festival y en el tramo final ya que entre medias tengo otros planes y por desgracia me perderé la actuación de mi amiga la Peruana, que canta en el escenario principal una de las noches. Me quedo un poco rascado porque se farda un huevo cuando la modelo que además canta y de la que todo el mundo se enamora viene a beber y hablar conmigo tras el espectáculo y todos los babosos con relojes kinéticos que recargan a base de pajillas me miran con rabia y envidia.
Así pues, queda dicho. Desde mañana y hasta el próximo miércoles tendremos el LATIN AMERICAN FILM FESTIVAL, en la ciudad de UTRECHT y en uno de los multicines que habitualmente funcionan como filmotecas, el Louis Hartlooper Complex.