Esta semana que acaba de culminar hemos tenido elecciones locales en los Países Bajos y como buen ciudadano europeo he votado. En este tipo de elecciones los partidos tiran la casa por la ventana ya que es donde pueden colocar un mayor número de mangones y escoria para robar durante cuatro años, eso que llamamos concejales y alcaldes en España y que suelen tener estudios superiores en la Universidad de Alí Babá y sus cuarenta mamones.
He flipado con algunas de las propuestas de los partidos. Para mi ciudad uno de ellos pretende reconstruir la parte de la catedral que fue destruida por un huracán hace cientos de años y reunificar el Domtoren con la misma. Otro partido aboga por reducir la delincuencia regalando heroína a los drogadictos, heroína que tendríamos que pagar los ciudadanos de la ciudad. Me quedé helado cuando lo leí. Pensé que era cachondeo pero van en serio. Tenemos cosas por el estilo, cada cual más estúpida y absurda.
Como no tenía mucha idea de a quién tenía que votar me hice un cuestionario con treinta preguntas sobre mi ciudad y ellos a cambio te dicen que partido te puede representar mejor. Me ha salido la derechona, el VVD y a esos he votado. En su lista no aparecían seguidores del profeta asesino, abogan por una ley clara y con rodillo y por repartir mamporros lo cual me comienza a gustar bastante, que no es lo mismo tener dieciocho años y una cartera vacía que tener unos más y una hipoteca y trabajo. Las cosas se ven de otro color y ahora el idealismo me la suda enormemente. Entre mis compañeros de trabajo y amigos el VVD ha sido uno de los más elegidos aunque finalmente no han ganado. No se puede competir si tenemos veinte partidos para votar y el eje del mal vota unánimemente a uno solo. Nosotros disgregamos nuestro esfuerzo y ellos lo agrupan para que valga más.
Lo mejor de ser expatriado es que me paso la vida votando. En las elecciones locales aquí y allá, lo mismo en las Europeas en las que voto doble, en las nacionales de mi país y en cualquier referéndum que se haga por aquí y por allá. Es raro el año que no paso por un colegio para dejar mi voto. En España siguen con el ancestral y arcaico sistema de urnas y papeletas y por aquí es una máquina en la que pulsas un botón y listo. Lo más curioso del sistema holandés es que sólo te tienes que identificar con la tarjeta del censo que te mandan y también que puedes votar por otras personas. ?nicamente pones la autorización en tu papeleta y ya está. Los holandeses son tan bienpensados que creen que si yo voy al colegio y digamos que mi mujer me ha dicho vota tú por mí que yo estoy viendo la telenovela pues yo voy y cuando me toca votar por ella elijo el partido que ella quería. Eso funciona sólo con esta gente porque yo hago lo que me da la gana y os podéis imaginar que nuestros amigos de la abstinencia llegan cargados con las papeletas de mujer e hijas y por supuesto respetan sus deseos ….