Distorsiones

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  • Las llamas del amor

    23 de abril de 2005

    Estando con los colegas practicando el sano y superficial deporte de la bebida social, o lo que solemos denominar como ?de copas?? vivimos una situación de alto riesgo el otro día. Nos encontrábamos en el que sin lugar a dudas es mi pub favorito de la ciudad, tomando unas cervecillas y disfrutando de la vista con esas hembras maduras y abundantes en carnes que merodean por ese local. Gracias a ellas, el recinto se mantiene moderadamente vacío y es posible conseguir mesa, lo cual lo convierte en un excelente lugar si de lo que se trata es de beber y charlar, puesto que no tenemos interrupciones visuales dignas de mención y además de pagar, conseguimos asiento, que uno ya no tiene edad para hacer el totorota con el vaso en la mano de pie, como solíamos hacer en nuestra perdida adolescencia.

    A veces, sobre todo en viernes o en sábados por la noche, alguna de las viejas se emborracha y nos ataca, tratando de agarrarnos para sacarnos a bailar. Súbitamente te ves con toda esa carne que se te viene encima, medio sudorosa, te trinca con esas garras habituadas a no dejar escapar la presa que sujetan y te lanza al medio del local, en donde se restriega contigo hasta que consigues escapar y cabizbajo vuelves a tu sitio, sabiendo que todo el mundo se está riendo a tu costa y que has sido humillado públicamente. Como uno es de natural inteligente, siempre me pongo en alguna silla que impida el fácil acceso y hasta ahora no he sido pillado, pero puedo confirmar que algún amigote mío ha caído ya en las redes de esas mujeronas y hubo que lavar su honor y su orgullo con mucha adulación, que uno queda muy tocado después de vivir una experiencia semejante.

    Esta última vez que estuvimos hubo algún tipo de conjunción sideral y el bar estaba lleno de chochas. Todo chavalas sudando sexo por todos los poros. Casi todas eran rubias, como corresponde a la sangre del país, sobre todo aquí en Hilversum, que no tenemos turistas y se puede ver a los autóctonos en su salsa. A la llamada de las hembras siempre acuden los machos, así que teníamos unos cuantos chulos de disco paseando por allí controlando el ganado. Uno de ellos, que parecía conocerlas a todas, parecía estar bastante activo. Era el típico pollardón de instituto americano, con cazadora de jugador de béisbol, gafitas de sol y todos los extras. Espero que no dudéis ni por un instante del color rubio de su pelo. Llevaba una de esas camisetas que duran malamente una temporada, con diseño estúpido y motivos repelentes, pero que seguro que pagó una pasta por ella. El chico se sentó en una mesa junto a la nuestra a dorarle la pildora a una de las neerlandesas. Le cuchicheaba al oído y se movía como un péndulo tratando de entrarle, aunque ella era igual de diestra esquivándolo. El tipo era persistente. Seguía dale que te pego, tratando de alcanzar el fruto de su pasión. Después de un rato largo, parecía estar a punto de conseguirlo, o al menos ella ya se había rendido y no lo evitaba como anteriormente. Aquello parecía estar a punto de acabar. En las mesas, además de la vela encendida de rigor, obligatoria en todos los bares y restaurantes holandeses, había unos ramos de flores secas, un motivo floral bastante curioso que supongo fue una loca idea de alguna de las luchadoras de sumo. El chico, con tanto viene y va, acabó por poner el jarrón con las flores junto a la vela y las flores se prendieron fuego. Prestamente lo apagó y nadie salvo un servidor pareció darse cuenta. Como no parecía haber escarmentado, avisé a mis colegas de que si me veían salir corriendo me siguieran sin preguntar. Mi amigo el chino, cabezón donde los haya y con una capacidad infinita para sacar de quicio a un santo, comenzó con sus mil millones de preguntas sobre el asunto: ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Hacia donde? ¿Cómo? ¿Con quién? ¿Para qué? … Lo mandé a callar y le dije que se podía pudrir en el infierno si quería. Estábamos por la quinta o la sexta pregunta del chino cuando el chaval decidió eliminar el objeto de riesgo de su mesa y movió el jarrón a la mesa de al lado, con tan buena mano que lo puso justo al lado de la vela y retornó su atención al objeto de su deseo. ?l no lo podía ver, pero la chica si fue testigo presencial, como un servidor, del tremendo incendio que provocó. Las llamas consumieron el ramo en segundos, que se convirtió en una antorcha olímpica. El fuego casi alcanzó el techo. El barman, saltó la barra y se lanzó como loco a coger el jarrón y sacarlo a la calle, mientras la gente se callaba súbitamente y algunas comenzaron a gritar. El pollaboba que lo provocó se quedó quieto, helado al ver lo que había hecho. El chino decidió no preguntar más y se preparó para la huida. La chica, alzó la mano y le arreó un tremendo bofetón al pirómano. En la calle podíamos ver a través de las cristaleras como el camarero luchaba por apagar el fuego, cosa que finalmente consiguió, cuando le llegaron refuerzos con una jarra de agua. Cuando volvieron los recibimos con un fuerte aplauso, que sofocó un poco al hombre. Si no le damos ese apoyo moral, el tío entra y se lía a piñas con el alelado que casi nos achicharra a todos.

    El local había quedado apestando a quemado y con una neblina producida por el humo. Inmediatamente sentimos las máquinas de aire acondicionado arrancar para mover el aire. La hembra que había estado en el escenario principal se levantó y dejó plantado en la mesa al hombre que casi deja esta bitácora sin propietario. Yo propuse también la evacuación inmediata de todo el personal, que seguro que con el pestazo que había allí dentro, la ropa nos huele a quemado si nos quedamos. Nos marchamos a otro local, en el que lo primero que hicimos fue apagar la vela que había en nuestra mesa …

  • Star Wars: Revelations

    23 de abril de 2005

    Ya sabéis que únicamente hablo de las películas que veo en el cine, ya que casi no veo películas en la tele. Podría dar muchas razones, pero baste decir que para mí la experiencia de estar en una sala, con una pantalla enorme, oscuro y con un buen sistema de sonido no tiene comparación con el salón de una casa. Hoy sin embargo voy a hacer una excepción porque la película de la que quiero hablar no se va a estrenar en cines, así que la única oportunidad de verla es descargándola de Internet y viéndola en vuestra casa. Antes de que mis amigos de la Guardia Civil o mi fiel lector de la SGAE empiecen a pulsar el botón de alarma, decir que es una película de cine independiente y que sus autores autorizan la descarga. Es más, es totalmente ilegal el tratar de hacer dinero con esta película. Star Wars: Revelations, que es el título de la cinta, es cine hecho con amor y con pasión. Un grupo de fans de la guerra de las galaxias, o lo que muchos denominaríais frikis, se han juntado, han dedicado horas y horas de su tiempo libre y dinero de su bolsillo y han montado una historia que se encuadra dentro de ese universo.

    La película dura unos cuarenta minutos, en los que se cuenta una historia de como Darth Vader, ayudado por una mala malísima, está eliminando a todos los Jedi. Todos los actores son totalmente desconocidos y aunque algunos seguramente podrían haberlo hecho mejor, el nivel es más que aceptable. Los efectos especiales son la bomba, buenísimos. He visto bastantes películas el año pasado que tenían unos efectos que no eran ni una décima parte de lo que se puede ver aquí. La música, inspirada en la saga de las Galaxias, recuerda en muchas ocasiones a John Williams. Pongo un pequeño extracto que explica un poco la razón de esta película:

    «Revelations» is a non-profit Star Wars fan film that was shot within the Northern Virginia, Maryland and Washington DC Metro Area. «Revelations» is made possible through a combined effort of artists, fans and the local film industry. Everyone who has worked on «Revelations» is a volunteer. No one is paid to make this film. Panic Struck Productions set out to produce their first independent film with a very small budget and the result is «Revelations»

    No puedo hablar de los actores o el director porque son gente anónima. Decir que Karen Hammang, que interpreta a Zhanna, la mala, es un pedazo de actriz de la hostia. Lo mismo sucede con Gina Hernandez, que interpreta el papel de Taryn Anwar. El director de este tinglado ha sido un tal Shane Felux, al que si hay un productor con dos dedos de frente le deberían estar lloviendo las ofertas de trabajo en estos momentos. Hay muchísimo talento en esta película, que espero no sea desperdiciado.

    Podéis descargar la película en este enlace. Por ahora está solo en inglés, pero seguro que ya hay grupos trabajando para crear los subtítulos en español o incluso para doblarla a nuestro idioma.

    Actualización: Ya podéis descargaros los subtítulos en español. Se encuentran disponible en la bitácora de Alberto. Haced clic en el enlace para ir a la anotación que contiene los enlaces.

    Como fan de la Guerra de las Galaxias de toda la vida, os digo que es un deber y una obligación para todos los que hemos seguido durante más de veinte años esta saga el descargar la película, sentaros en el salón con vuestros amigotes, apagar las luces y recuperar la magia. Y recordaros que en mayo acaba todo, con el tercer capítulo.
    gallifantegallifantegallifantegallifante

  • Victoria

    22 de abril de 2005

    Hoy al recoger el correo tras llegar a casa me he llevado el sorpresón del año. ¡Victoria! He ganado. He triunfado donde otros fracasaron. Me siento más radiante que los zapatos de charol de Judy Garland en The Wizard of Oz.

    Es la primera victoria en este país, o quizás la segunda si contamos cuando conseguí que la gentuza de KPN me anularan la factura de mil quinientos euros que me endiñaron sin razón y que además de un sofoco y dos soponcios casi me produce una úlcera. Del disgusto tan grande que cogí ese día, estuve una semana escuchando únicamente música de Celine Dion, que siempre me ha hecho llorar a lágrima viva.

    No tenía mucha fe en la victoria, y más cuando hasta Pepa ha sido robada por la perra de la reina de la laca, la soberana de estas tierras bajas en altitud. Tendréis que leeros la historia en su bitácora para comprenderlo. Tengo suerte que yo sólo juego a la Lotto y nunca he estado abonado, ya que prefiero el paseíllo al kiosco los sábados para sellar mi boleto. Al hilo del desaire que la reina de la laca nos ha hecho al treinta por ciento de la población del país, es decir, al treinta por ciento de católicos a los que decidió afrentar no yendo al funeral del Papa ni enviando siquiera al pollaboba retardado de su hijo mayor, decir que yo estoy devolviéndole la afrenta día a día. Lo primero que hice fue conseguirme postales con su careto de perra vieja y acabada. Una vez conseguidos, todas las mañanas antes de obrar lanzo su careto en el retrete y me cago en ella, sobre ella y en su puta madre, de la cual no pude conseguir postales pero a la que tengo en mente cuando jiño. Por supuesto que todo, con el respeto que tenemos los católicos por zorras asquerosas y zarrapastrosas como la puta vieja esa, que la veremos arder en el infierno con toda esa laca, que usarán su pelo de combustible para las calderas del averno. Así que cada mañana tengo mi momento reina de holanda, en el que gozo entregándole el fruto del día anterior en su puta cara, la mierda que se merece. El día que la palme la vieja chocha esta, lo celebraremos a lo grande los católicos del país. También decir que la iglesia neerlandesa ha comunicado a los feligreses que aunque los métodos anticonceptivos no están permitidos en nuestra fe, es perfectamente lícito y acorde con la doctrina el usar sellos con la cara de la puta vieja asquerosa esa, que se deben colocar en la punta de la polla para que en el momento del corrimiento los espermatozoides la vean y salgan escopeteados en dirección contraria, huyendo de semejante aborto.

    Pero volvamos al orden del día y dejémonos de pequeños detalles anecdóticos. La cosa es que los ladrones del ayuntamiento de Hilversum me habían clavado un impuesto revolucionario de quinientos ochenta euros por vivir en la ciudad. Siempre ha sido cara la estancia en este poblacho, pero es que este año se habían pasado dos ratos y medio. Después de leer y releer el dichoso papel con mis dotes idiomáticas recién adquiridas, detecté algo raro. Lo hablé con mi asesor nacional, un compañero de trabajo que está muy puesto en las cosas de su tierra y me lo confirmó. Me estaban cobrando por vivir con una multitud en mi casa. Así que al día siguiente, aún con el pijama puesto, me planto en las oficinas municipales para presentar mi queja ante el abuso y la violación de mis derechos inconstitucionales que había tenido lugar. En mi contrato figura en letra clara que sólo yo y nada más que yo estoy autorizado a vivir en este cuchitril de treinta y cinco metros cuadrados, así que es imposible que me quieran cobrar por más personas, aunque entiendo que con la puta de la china metiendo medio continente asiático en su piso, el ayuntamiento pueda estar confundido. Les expliqué, que si querían buscar millones de personas, que fueran al piso de abajo y que fliparan con esa casa, que el camarote de la película de los hermanos Marx estaba desierto al lado de la cantidad de gente que entra en esa vivienda.

    Así que hoy me han confirmado que tengo toda la razón del mundo, ya que no puedo tener más razón que un santo al ser uno de ellos. En la misma misiva me confirman que de alguna forma y manera que aún he de averiguar procederán a devolverme el dinero ya que sólo debo pagar la modesta e insignificante cantidad de cuatrocientos cincuenta euros. Así que aquí me tenéis, de celebreishon con esta pírrica victoria frente al monolítico y abusador ente burocrático.

  • I love Google

    22 de abril de 2005

    La gente de Google no deja de sorprendernos con chorradillas útiles. Yo creo que ya no podría vivir sin Gmail, que en un año se ha convertido en mi cuenta de correo principal, cuenta que sincronizo con mi Thunderbird, en donde guardo copia de todos los correos. No he vuelto a hablar del Google Desktop Search, pero he de decir que la versión definitiva es EXCELENTE y le da de bofetones a las otras alternativas. Por descontado, tengo todo mi equipo en casa indexado hasta el infinito y más allá y es que sigo sin creerme lo rápido que encuentro las cosas ahora, después de toda una vida de búsquedas miserables con las patéticas herramientas que venían con el sistema operativo.

    Lo último de esta gente es el Google Search History. Es lo más. Ahora tengo un historial de todo lo que busco en Google tanto en casa como en el trabajo, vinculado a mi cuenta de correo en Gmail. Ya no tengo que mandarme correos para recordarme las cosas, me voy al historial y no sólo veo las búsquedas que he hecho, sino los enlaces en los que me decidí a hacer clic.

    En definitiva, si aún no lo estáis usando, dejad de tocaros los mondongos y activarlo. Y si alguien, por alguna misteriosa razón no tiene cuenta en Gmail, que lo diga, que todos tenemos cincuenta invitaciones y estamos más que dispuestos a regalarlas.

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