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  • Wildhood

    4 de septiembre de 2022

    Para cuando fui a ver esta película, hace dos domingos, creo que llevaba la racha más larga de la historia desde que fui creado, de películas malísimas o peor, con ocho películas peleándose por conseguir unos, dos y cuatros y lo único decente entre medias fue las dos veces que fui a repetir cierto clásico universal que está en el panteón de las grandes películas de la historia del universo y que yo, modestamente, solo he podido ir a ver TREINTA Y SEIS veces al cine, aunque mañana he quedado con un amigo para ver si empujo un pelín esa cantidad. Después de tanto trusco, entré al cine aterrorizado, sobre todo porque esto lo pusieron un solo día y en una única sesión en Utrecht en un festival que ni sabía que existía de cine LGBTQ+TUPUTAMADRE o algo así. Curiosamente, la sala estaba llena de LOS OTROS, los que no caben en esas letras. La película se titula Wildhood y no está previsto que se estrene en España, ni siquiera como truscoluña no es nación, que es un título que atraería muchos espectadores a las salas.

    Unos julays salen por patas de la keli del padre y se la pasan buscando a la madre, sin chimpún

    Tenemos dos hermanos que viven con el padre, borrachuzo y maltratador profesional. El mayor intenta proteger al más joven recibiendo él las tundas y un día, huyen de la keli en busca de su madre, que se marchó de allí. A partir de ahí tenemos a estos dos chavales, solos en las carreteras canadienses, en busca de una madre sin prácticamente información y por el camino conocen a gente buena que los ayuda y a otro chaval, que se une a su búsqueda. Como anecdóticamente, comentar que los tres son aborígenes americanos o eso que en la Isleta llamábamos indios, como los de las pelis del oeste.

    Hacía un montón de tiempo que no disfrutaba tanto con una road movie de estas. Un viaje por carretera en el que a la vez, los dos hermanos tendrán que madurar, siempre buscando a una madre que parece desaparecida y que en algunas ocasiones descubren que tiene un pasado oscuro, de drogas y prostitución. El chaval mayor, además, como que descubre que es julandrón y que ese vacío tan grande que sentía en el interior no es solo por la falta de la madre, es que lo que necesita pero que ya es que se la empeten hasta los pelos de los güevos. Cuando conocen a otro indio (o aborigen, si eres podemita y truscolán) y este los ayuda y se une a ellos, los chavales recelan, pero pronto se verá que aquello es el inicio de una linda amistad posiblemente con derecho a roce y chimpún. Al parecer está inspirado en la vida del director e inicialmente lo hicieron como un cortometraje y después, cuando llegó a los festivales y a la gente le gustaba, fue ampliado a largometraje o peli de toda la vida. La historia está muy pero que muy bien contada, la forma en la que el hermano mayor protege al otro es fantástica y la manera en la que llegamos al final es simplemente hermosa.

    Esto puede provocar la muerte instantánea a cualquier miembro del Clan de los Orcos que se vea expuesto al producto pero es obligatoria para cualquier sub-intelectual con GafaPasta que se precie.

  • Hart op de Juiste Plek

    4 de septiembre de 2022

    Mucho se dijo y se habló que yo soy el principal cliente del cine neerlandés y es seguramente cierto, que teniendo una PURRIADA de amiguitos y amiguitas holandeses, yo soy el único julay que ve el cine que se hace en su propia lengua y con gente que muchas veces hasta comparte significativas partes de su código genético con ellos. Desde que descubrieron que la forma más fácil de hacer pelis rentables es apuntar al colectivo de las marujas, post-adolescentes y las pre y post-menopaúsicas, es que no dejan de llegar al cine pelis de estas, camufladas como comedias románticas, pero que muchas veces fallan o en lo de comedia o en lo de romántica o en ambas cosas. La última de estas pelis se titula Hart op de Juiste Plek y requetequeteque-jamás se estrenará en España, aunque dicen que se iba a titular allí truscoluña no es nación porque lo del corazón en el sitio justo no suena bien.

    Una julay rarita larga a su macho que se la está pegando con otra, vuelve a la keli de su madre en el pueblo y busca pollón para que se la empeten.

    Resulta que una pava que trabaja de pitonisa aconsejando a las empresas sobre qué estará de moda en el futuro más cercano, descubre que su macho se la está pegando con su jefa y se emputa que no veas y como no consigue keli para alquilar, después de pasar dos semanas en el micro-piso de una amiga, se pira a la keli de la madre, en el quinto coño. Allí se reencuentra con un palurdo que era su noviete en el pasado y como que recuerda lo bien que se la empetaba y el gustito tan grande que le daban los pelos de los güevos cuando se los jincaba y como que se pasan el día a la gresca, pero todos sabemos que esos chingan pero que sí. A todas estas el otro macho quiere volver con ella pero va a ser que no y ella sigue con su mierda de trabajo y encima hace de casamentera y arrejunta a su madre con el vecino, que parecía acarajotao.

    Esto es fritanga pero con aceite de dos meses que está pidiendo a gritos que la cambien. Han cogido de todas las comedias románticas de la historia cosillas y las pegaron todas para hacer una peli de ochenta y pico minutos. Podría haber funcionado, pero es que las sub-historias y todos los personajes alrededor de ella y el pavo palurdo, son muy flojos y están muy mal. Un buen ejemplo es su amiga, que dan ganas de darle dos bofetones cada vez que habla, trincarla por la pelambrera que tiene, meterla la cabeza en un barreño y no sacarla en al menos diez minutos y si no sobrevive, pues mira tú que lastima. Lo mismo o peor se podría hacer con el novio del comienzo y con la madre y el resto de habitantes del poblacho. Lo mejor de la peli es que con ochenta minutos, se acaba pronto, pero no veas lo duros que pueden ser algunos de esos ochenta minutos. Hasta la madre que parió al director sabía, antes de empezar la peli, que la pava acabaría con el palurdo, la madre con el vecino, el ex- con la gilipollas y cuando tienes algo tan cantado, casi que no vale la pena contarlo.

    En un universo paralelo en el que esto se exporta internacionalmente, debería ir acompañado con un aviso indicando que puede provocar tensiones excesivas en el cerebro por su falta de contenido y las personas no muy sanas igual acaban en un hospital. Ese aviso vale igual para cualquier miembro del Clan de los Orcos con una neurona única que para los sub-intelectuales con GafaPasta con unas cuantas más.

  • ¡Corten! – Coupez!

    3 de septiembre de 2022

    Yo no sé que sucedió hace dos semanas en el universo, pero todas las películas que fui a ver fueron basuras, salvo por la última y hoy seguimos en esa marea de patetismo de la que pensé que no llegaría a salir. Entre las cosas más raras que vi esa semana está una especie de película de terror cómica francesa que ponían solo en la filmoteca, que con lo popular que es el terror, esto me debería haber alertado, pero caí como un tonto y fui a verla. La película se titula Coupez! y parece ser, aunque no lo puedo confirmar, que se estrena en España a mediados de noviembre con el título tan fastuoso de ¡Corten!, que yo creo que atraerá muchos menos espectadores que truscoluña no es nación.

    Unos julays las pasan putas entre zombies o algo así, pero sin chimpún

    Al parecer esto es un remake de una comedia de terror japonesa y los actores mantienen los nombres de los japoneses en sus personajes. Empieza como un puñado de actores que están rodando una escena de una película con zombies en un centro comercial abandonado. Después como que pasa algo chungo, como que hay zombies reales o algo así que comienzan a atacarlos a todos y aquello se convierte en una carnicería, o algo parecido, pero sin ilusión ni fantasía.

    Esto es como tres episodios pegados para hacer una película. Comienza con una mierda de película de terror, patética, que están rodando en el primer acto. En el segundo acto, vemos como se organizó todo y en el tercer acto, volvemos a revisitar el primero, pero ahora viéndolo de una manera distinta. El primero, que es patético, me entretuvo y lo mismo puedo decir del tercer acto, pero en el segundo me dio un jamacullo y dormí a ratos porque era un masque que no veas, con reuniones con los productores de la peli y todo el mundo hablando y realmente me la sudaba todo muchísimo, así que al final tenemos que la película no acabó de funcionar conmigo y que no habiendo visto el original, no puedo decir si esto es mejor o peor que eso.

    Por más que lo vendan como peli de terror y comedia, cualquier miembro del Clan de los Orcos la odiará profundamente y no creo que tenga el caché que buscan los sub-intelectuales con GafaPasta. Flojilla.

  • Una historia de verano – 8 –

    2 de septiembre de 2022

    Comenzó en Una historia de verano – 1

    Yola estaba frente a un ratón muerto por escobazos y un coro de mujeres de la familia gritando desde la ventana del comedor. Ella miró a su madre y a su abuela para ver si la dejaban salir de aquel lugar infernal pero no, la abuela no mostró absolutamente ninguna pena y volvió a gritarle y darle órdenes.

    – Yola, busca los otros, tú sigue buscando que seguro que hay más. Muévete que seguro que ya están buscando otro sitio para esconderse – dijo la abuela

    Yola no podía ocultar en su cara la decepción tan grande que tenía tanto con su madre, como con su tía y su abuela. Resignada, volvió a la zona en la que descubrió el ratón y por si acaso, movió de nuevo la maceta de la que salió y para su sorpresa, otro ratón salió corriendo de allí y ella brincó y comenzó a gritar y eso provocó que la abuela, en primer lugar y la tía y la madre, también gritaran, un coro de mujeres aterrorizadas por un roedor que tiene un tamaño que podemos considerar infinitesimal si lo comparamos con aquellas mujeres bien llenas de gofio canario.

    Yola decidió hacer lo que le funcionó la vez anterior y siguió el rastro del ratón y empezó a mirar, desde lejos, en los platos de las macetas para ver si lo localizaba. Esta vez no lo tenía tan fácil, no podía verlo, así que tuvo que ir una a una, dando toques a las macetas para ver si lo asustaba y corría, que ella también estaba que se cagaba por las patas pa’bajo. Pensó de nuevo en la mala suerte suya de querer ir a casa de la abuela tan pronto, que se podía haber quedado jugando en las Casas Baratas con las niñas de la calle y ahora estaría allí tan feliz.

    Con uno de los golpes, notó un ligero movimiento bajo la maceta y cuando la empujó, el ratón salió corriendo y ella reaccionó instantáneamente y empezó a darle cepillazos al suelo en su dirección hasta que de nuevo, por puro azar, golpeó al ratón y lo noqueó. El ratón soltaba unos pequeños gritos, aunque con los aullidos de la abuela, la madre y la tía, casi que no se oía. Era como un coro de gente en el Coliseo pidiendo la pena de muerte a grito pelado.

    Ahora Yola tenía dos ratones muertos, en el suelo del patio de las flores y según ella, ya le deberían dar el relevo y hasta las gracias, que una niña no se levanta una mañana de sábado pensando que acabará encerrada en un patio con un cepillo de barrer asesinando ratones. Su abuela fue implacable:

    – Sigue buscando, que a lo mejor hay más y tú no sales hasta que hayas mirado todas y cada una de las macetas y hasta en la jaula de los canarios – dijo la abuela

    Yola regresó a la esquina en la que estaba trabajando y siguió metódicamente mirando en todas y cada una de las macetas, hasta que hizo la ronda por todo el patio de las flores. Después se acercó a la jaula de los pájaros, que estaban asustados de ver a aquella chiquilla neurótica dando cepillazos al suelo y se habían agrupado en la parte superior de la jaula, todos juntos para darse apoyo emocional unos a otros. En la bandeja debajo de la jaula no había nada. Allí no había más ratones.

    – Mamá, aquí no hay más ratones, este fue el último – le dijo a su madre

    – Yola, vuelve a la maceta de la que salieron los dos ratones y ponla de lado, recostada en el suelo, que igual ahí hay un nido – le gritó la abuela

    Yola pensaba que la puta vieja se estaba pasando y que ya podía hacerle castañas asadas y tortillas de carnavales para los restos, que si no esto no se lo perdonaría en la vida. Como sabía que no valía la pena protestar, se acercó a la maceta y cuidadosamente, la puso recostada en el suelo, procurando no romper el cactus que vivía en esa maceta. Para su horror, al ponerla así, quedó claro que en la parte de abajo había un hueco por el que podían entrar y salir los ratones.

    – Rompe la maceta y busca en la tierra – el grito de la abuela seguramente se escuchó hasta en el espacio sideral, que la mujer bramó la orden usando todo el aire disponible en aquella parte del planeta.

    Yola comenzó a dar golpes con el cepillo a la maceta, que era de barro, pero no conseguía romperla y cada vez estaba más frustrada, hasta que su madre, por la ventana, le pasó un martillo. Lo cogió le dio un golpe a la maceta y se deshizo en trozos de cerámica, con la tierra desparramándose por las baldosas del patio y ahí fue cuando aparecieron un montón de ratoncitos pequeños, como recién nacidos, sin pelo y con unos bultos en el sitio en el que debían estar lo ojos.

    Eran un montón y fue verlos y comenzar los aullidos de la abuela, de la madre, de la tía y hasta de la vecina, que regresó para poder informar al resto del barrio del luctuoso suceso. Yola se echó a llorar, que una cosa era defenderse de un ratón que corría y posiblemente la podía atacar y comerle una mano, pero esto es asesinato, estos bichos son inocentes. A su abuela estaba claro que se la sudaba ….

    – Mátalos, mátalos ya, Yola – gritaba la abuela

    La chiquilla dio un par de cepillazos y allí salían chorretones de sangre y el cactus definitivamente no se iba a recuperar de esta debacle. La abuela salió corriendo y volvió a la ventana del comedor con la pala y el cubo de la basura y se los dio a la madre para que se los pasara a la niña, que llorando desconsoladamente tuvo que recoger el fruto de su asesinato y hasta la tierra que estaba en el suelo y solo después de haber acabado, la abuela la hizo cerrar la bolsa con doble nudo, meterla dentro de otra bolsa que cerró también con doble nudo, meterla dentro de una tercera bolsa con más nudos y después de todo eso, fue a la puerta del patio de las flores y la abrió.

    Yola salió despavorida y se fue corriendo a su casa, jurándose a sí misma que pasarían años antes de volver a ver a la abuela …

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