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  • La maldición amarilla, tercer día

    19 de diciembre de 2024

    Vamos a ver si no pierdo el ritmo y me quito esto de encima antes de que se difumine de mi kabezón. Habíamos tenido dos días en la sede corporativa y el tercero venía con cambio de escenario, en Bolduque, al sur del país. Para mí, aunque el tiempo es el mismo y hasta la distancia, siempre prefiero ir al sur porque los trenes son más relajados, que en la ruta norte paso por la estación del aeropuerto y la anterior que es la zona industrial de Ámsterdam y siempre hay multitudes en esos trenes, ya sea por la mañana o por la tarde y tropecientos julays con maletas, que yo soy el único que viaja con gallumbos que se usan del derecho y del revés y que se pone la misma camiseta tres semanas, que veo algunos que se van de mochileros y llevan decenas y decenas de kilos. Bajar al sur fue rutinario, pillé el tren hacia el norte de las siete y doce minutos, cambié en Utrecht al Intercity al sur de las siete y veinticuatro minutos y llegué a Bolduque a las ocho menos ocho minutos. Allí trinqué una bici de alquiler y a las ocho y cinco o así ya estaba en la fábrica, en mi escritorio. Los amarillos no llegaban hasta las ocho y media y aproveché para laburar un poco.

    Cuando aparecieron los del país del sol caguiente y mi jefe, que llegó más o menos a la misma hora, me llegaron las primeras buenas noticias, con mi ausencia de la primera reunión, que casi monto una cabalgata por la fábrica para celebrarlo. Por desgracia me tocó asístir a la segunda, que era una que yo había insistido en organizar porque una parte considerable de mi armamento pesado estaba ubicado en la misma. Los amarillos comparten con nosotros información medioambiental usando una base de datos hecha con una herramienta gratuita del Microchó, una que todos conocemos y que se llama Access o algo así. Es un trusco apestoso con décadas y lo sufrimos porque a estos panolis les da terror el cambio. En la reunión teníamos al que se encarga del sistema de gestión de la información de productos. Durante las siguientes dos horas, les reprochó la mielda de información que nos mandan, insuficiente, mal organizada y sin posibilidad de mantener un histórico de cambios. El amarillo con cipote sudaba que no veas con la angustia y tenía una gota encima del labio superior que amenazaba con suicidarse y saltar al vacío. La amarilla, como no entiende inglés, sonreía con cara de ofrecerse a chupar nabos.

    Al mediodía yo me piré a caminar y media hora más tarde, me los encuentro con mi jefe y aún no los había llevado a comer a la cantina, así que hice de buen pastor y los empujé en la dirección correcta y les recomendé todas las cosas que seguro que no les gustaban. Después de comer ellos tenían dos horas de reunión de la que yo me escaqueé y tras eso tenía otra reunión con ellos en la que a pesar del café triple, me caía de sueño y de aburrimiento. Por la tarde conseguimos engañar a un jefillo, un pringao y con la promesa de comida gratis, le empetamos a los dos amarillos para cenar y nosotros nos escaqueamos. El pringao se pensaba que nosotros también íbamos y cuando se enteró que era él y los otros dos nada más, del disgusto yo creo que se le quedaron calvos los güevos. Le deseé todo lo mejor, siempre y salí por patas para la estación en mi bici, que tenía que comprar Bossche bollen, los mega-profiteroles del tamaño de naranjas grandes que son típicos de Bolduque y seguramente el mejor dulce neerlands y compré tres para unos amigos que visitaba y ya de paso, compré dos para regalárselos a los amarillos y emboliarlos con medio kilo de nata montada.

    Este tercer día fue muy tranquilo para mí, pero al día siguiente no podía evitarlos y estaba todo el día encerrado con esos dos pájaros y además, ese era mi último día en la oficina, ya que el viernes laburaba desde mi keli y el sábado me bajaba a África.

  • Día 1 – Lankan – Manta Point 2

    18 de diciembre de 2024

    Bueno, bueno, bueno. Hasta este viaje navideño, yo dejaba preparadas todas estas anotaciones enlatadas e iban apareciendo en el mejor blog sin premios en castellano como por arte de magia y yo básicamente, me olvidaba de la existencia de la bitácora, pero como la semana pasada tuve tan poco tiempo, solo pude procesar los vídeos, subirlos al llutuve y por primera vez en mi vida, ahora los estoy enconlando en anotaciones usando mi tableta digital y tal y tal, como hice con la primera parte de los vídeos de esta inmersión, que fue la segunda que hice al llegar a las Maldivas y que como sabemos todos, fue en Lankan, en un lugar en el que hay tres estaciones de limpiezas de mantas. La música que acompaña este segundo vídeo es la canción The Greatest Show, de cierta película musical que tanto nos gustó a todos.

    Comenzamos grandiosamente, con una preciosa manta directamente enfrente de mí y viniendo hacia mí antes de girar y quiero que os fijéis en los pececillos que hay por debajo de ella trabajando afanado limpiándola de parásitos, que es la razón por la que la manta está allí. El banco de peces amarillos le da un toque de artisteo al vídeo que no veas, que además, las tres veces que estuve en el lugar, estaba el banco de peces. La manta hace un segundo pase, aleteando y por arriba vemos venir otra manda, que yo no estoy contando pero ya tenemos dos en el vídeo. Pasado el minuto y medio, en otro segmento, tenemos la parte inferior de una manta que pasó muy pegada a mí, en una de las escenas más flipante de este año. Cuando se lo enseño a los otros buceadores, lloran de rabia y envidia porque es por momentos así que buceamos, bueno, por eso y porque el Ancestral demanda más y más vídeos espectaculares. En ese mismo segmento vemos la otra manta de frente mirando hacia mí. Decir que los puntos negros de la parte inferior son únicos y nos sirven para identificar mantas y en algunos lugares, como el parque nacional de Komodo en Indonesia, tienen bases de datos con un registro de las mantas que están por allí y cuando alguien encuentra una que no está registrada, tiene el glorioso honor y el privilegio de darle el nombre por el que se la va a conocer entre los humanos. Yo siempre he tenido claro que si envío una y resulta que es nueva, el nombre sería truscoluña no es nación. La segunda manta de este tramo tiene una rémora por debajo, pero no está pegada a su cuerpo. En eso que aparece una tercera manta a los dos minutos y medio, pasa volando cerca de mí y la otra da la vuelta y viene hacia mí. No puedo confirmar si me meé de puro gusto porque claro, al bucear con bañador y sin neopreno, cada vez que se me antojaba, meaba, como los pececitos del fondo del agua del mar. En su pase, estuvo tan cerca que el objetivo Gran angular de la Gopro no consiguió abarcar toda la manta y podemos ver algún pececillos currando por debajo de ella y como se acercó bastante a la anterior, que recién acababa de pasar a mi lado y que decidió hacer un giro de ciento ochenta grados y venir hacia mí, teniendo un plano fabuloso con dos mantas extremamente cerca del Elegido, una enseñándonos las branquias y la otra, que tuvo celos y giró también y aquello es que parecía un ballet delante de mí como espectador privilegiado. A los tres minutos ya nos hemos cansado de tener dos mantas en simultáneo y se une la tercera, con lo que ahora tenemos III (palito-palito-palito) mantas en la secuencia al mismo tiempo y yo ya no sé ni para dónde tengo que apuntar la cámara. De gratis, también tenemos el culo de la taiwanesa, que es otra clase de alimaña. Al final del vídeo, una de las tres pasa por detrás de mí, con lo que tuve que girarme completamente para grabar esa cerca mientras las otras dos estaban por mi espalda. Solo con estos dos vídeos que hemos visto, si tengo que poner puntuación a esta inmersión, de 1 a 10 le daría un 99.

  • La maldición amarilla, segundo día

    17 de diciembre de 2024

    Mira que han pasado días pero es que las circunstancias de la vida son así y entre que la última semana en los Países Bajos tenía a las dos ladillas amarillas, tenía un montón de eventos sociales y estaba con los preparativos de la migración de invierno, al final en esos días no me quedaba tiempo ni ganas para escribir, así que hoy llegamos al segundo día de la visita de los grandes expertos en nada del país del sol caguiente y ese segundo día volvió a transcurrir en la sede corporativa de la multinacional, la ladito del aeropuerto.

    El día ya comenzó pachanguero cuando se jodió una de las agujas de cambio de vía de la estación de tren del aeropuerto y todo el tráfico ferroviario por el mismo se fue a hacer puñetas. Para mí, que soy un experto y tengo programada la App con todas mis rutas, ya sabía que la mejor opción era tirar para Ámsterdam Centraal y allí pillar el tren que me llevaba hacia la oficina y llegaría con quince minutos de retraso, aunque tanto el primer tren como el segundo podrían parecer mismamente trenes hindúes, con gente por todos lados, solo que al contrario que en ese país, aquí la gente se ducha con cierta frecuencia y se pone desodorante y no hay el tradicional hedor hindú, ese que cualquiera que haya volado con aerolíneas ubicadas en oriente medio conoce e identifica fácilmente. Avisé a mi jefe que los amarillos no podrían llegar a la oficina dadas sus carencias comunicativas y la falta de trenes y él me dijo que los recogería con su carro, que para eso es pagado por la empresa.

    Yo hice mi ruta, con el primer tren al ciento veinte por ciento de capacidad y el segundo tren al cien por ciento y al llegar a la estación en la que me bajaba, llovía, o llovizneaba, en el que sería el segundo día de una serie que ya ha batido récords nacionales y es que desde el lunes de la semana pasada, en los Países Bajos, no han visto el sol, llevan ocho días y contando viviendo en la penumbra, en la oscuridad o en el gris y por lo que me cuenta la miasma, la primera posibilidad de ver la luz del sol les llegará el viernes de esta semana, si es que tienen suerte, así que los fabricantes de ataúdes están incrementando la producción que esto dispara los suicidios.

    Llegaron los amarillos y teníamos una hier-mega reunión con el equipo legal de tres horas. Comenzaron los abogados, con una presentación de hora y media que puso a prueba todos mis trucos para no dormirme, que hasta me quedé sin pelos en los güevillos de tantos que me arranqué y cuando ellos acabaron su tortura, la amarilla sacó su presentación del día anterior y nos torturó con la tercera repetición de la misma, idéntica a las anteriores. Allí hablaban todos pero nadie escuchaba, es como cuando se juntan quince cuervos y se ponen todos a graznar, hay sonido, pero no hay comunicación. A las doce yo había quedado con un colega para ir a caminar y visto que aquellos estaban empeñados en seguir dale que te pego, corté por lo sano, les dije que yo me iba y que les fuera lindo y resultó que el jefe de los abogados me miró como si fuera el Espíritu Santo en plena Anunciación y salió por patas detrás de mí. 

    Después de caminar teníamos otra reunión, con otra gente, tan aburrida e inútil como las anteriores. En esa me dediqué a ir clavando clavos en los ataúdes de los del país del sol caguiente, que comenzaban a captar el concepto y veían que mi diplomacia es muy escasa y que mientras los demás los toleran y les siguen el juego, yo les restriego sus carencias y sus fallos y les recuerdo una y otra vez que hay un camino honorable para resolver las cosas y es el del cuchillo, que puede ser uno económico de cierta multinacional sueca y que todos nos sentiremos muy orgullosos de ellos si lo siguen. Seguimos con aquellos dos hasta las tres de la tarde, cuando zafiamente, que no fui para nada sutil, convencí a mi jefe para que se los llevara a Bolduque, con un argumento simple, que es el tiempo, si salían a esa hora llegarían en una hora y veinte minutos, si salían media hora más tarde, tardarían al menos dos horas y media en llegar. Y así conseguí lo impensable, quitarme a aquellos dos plastas y a mi jefe de encima. 

    Cuando se fueron, bajé a donde están los del departamento legal y criticamos hasta que se nos pusieron las lenguas negras a los amarillos. También tuvimos una discusión interesante sobre religiones, que hay un ortodoxo en ese equipo y una musulmana y al ortodoxo ya le ha quedado claro que no puede ir a nuestro cielo porque celebran los festivos en los días equivocados y a la musulmana le pedí explicaciones sobre su cielo y su presunto lesbianismo, porque si en el cielo de los terroristas-musulmanes-de-mielda cada uno que llega al susodicho tiene derecho a siete vírgenes, todas las hembras que lleguen al mismo supuestamente tendrán también ese derecho y se tendrán que volver lesbianas por imposición. La chama no pudo desmontar mi lógica. También no sabe de dónde saldrá tanta virgen, que allí son tan pelanduscas como aquí, así que como no pongan una clínica de restauración de virginidad a la entrada de su cielo, la llevan cruda. 

    Y bueno, al volver a mi keli pude salir a correr y ese fue el único día de la semana en que lo hice. Al día siguiente me tocaba Bolduque.

  • Día 1 – Lankan – Manta Point 1

    16 de diciembre de 2024

    Mi segunda inmersión después de aterrizar fue una sorpresa inesperada. El Dive Master me preguntó que a dónde me gustaría ir y yo le dije que a mí me molan los bichos grandes, si no son tiburones, mantas, rayas, ballenas y obesas mórbidas. Me dijo que tenían un punto de mantas a unos cuarenta minutos y yo ya pensaba que sería como los otros a los que me han llevado, en los que esperamos y esperamos y no vemos nada, pero como seguía flipando con lo que vi en el tanque de los tiburones, me daba igual y le dije que por mí valía la sugerencia y fuimos hacia Lankan, al norte de Huluhmalé y ahora puedo decir y digo que eso es lo más al norte que he estado en las Maldivas, que todas mis visitas han sido siempre al sur de Malé. Esta inmersión la he dividido en tres vídeos y son todos flipantes, asombrosos, fabulosos, fantásticos y mucho más. La música que acompaña este primer vídeo es la canción Gladiator Suite, compuesta por Hans Zimmer para la primera peli y no para la que han sacado recientemente.

    Esto empieza con un precioso sweet lips (labios dulces, literalmente), y un fondo rocoso y no han pasado ni diecisiete segundos y empieza el festival de las mantas. Tenemos una manta grandísima planeando sobre una estación de limpieza a mi lado, con un montón de peces pequeños que se supone que la están desparazitando. Es una escena increíble y la manta da vueltas en el lugar. Después tenemos un momento selfie y vemos hasta una tortuga, que en el lugar hay tres estaciones de limpieza y fuimos de la primera, a la segunda. Allí teníamos otra manta, pero había un montón de buceadores y la manta no se acercaba. En eso que llega una segunda manta al lugar y la nueva pasa directamente por encima de mí y se puede ver a los otros buceadores que ya se marchaban y estaban más cerca de la superficie mientras que la manta está junto a mí, enorme. Pasado el quinto minuto del vídeo la manta está cerquísima y a mi altura. Este es un momento mágico y hay que vivirlo para entenderlo. No hay muchas cosas tan especiales como una manta que se te acerca y comparte unos momentos contigo. En ese punto mágico acabó este primer vídeo. Ya entre los tiburones y este momento, puedo decir que el viaje a las Maldivas fue un éxito total y todavía nos quedan treinta y siete inmersiones por delante.

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