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  • Cuatro inmersiones en la traca final, con una nocturna

    21 de noviembre de 2024

    Llegamos a mi último día completo de buceo en Guraidhoo y ya sin problemas de oído, el plan era hacer tres inmersiones. Comenzamos con la visita a Kandooma Thila, una de las inmersiones más rápidas y épicas que se puede hacer con una buena corriente saliente. Por supuesto antes de eso fue el desayuno. En lugar de acoplarme con el hpier-mega grupo de las baleares, me pusieron solo con una pava, aunque voy a parar aquí mismito y contar otra cosa que se me olvidó ayer.

    Resulta que ayer llegaron dos nuevos buceadores, padre e hijo, de las provincias vascongadas y con el hijo de nombre Agitor. Cuando vi al hijo, pedí a los dioses que no me dejarán ciego. El chaval es súper-hiper-mega cejijunto, pero es que yo en la vida había visto una ceja tan densa, que hace parecer al Mister Spock de Star Trek un calvo total. Se pueden escuchar los gritos desgarrador es de los piojos que entraron en esa ceja hace años y nunca han conseguido abandonar el lugar. Está clarísimo que de esa ceja se pueden solucionar los problemas de calvicie de ambos culocochistas y hasta Doverinto y alguno más. Además le hicieron un corte de pelo poniéndole un barreño y quitando todo lo que sobresalía y el chiquillo ha quedado como un híbrido entre Frankenstein y doña Rogelia. Vamos, que la que se enrolle con el chamo será por el eRRe Hache mega-negativo, o porque tiene un cipote de metro y medio, porque por la geta no será, que a ese mejor se le pone la bolsa de cartucho cubriéndole la cabeza y se procura no quitarla nunca.

    Volviendo a la primera inmersión después del interludio, el Agitor no venía hoy, que yo lo agradecí porque es que me quedo como hipnotizado mirando esa ceja de por lo menos veinte centímetros de larga y tres de grosor. En el barco no íbamos más de quince clientes, que es un montón pero como diez menos que el día anterior y como yo iba solo con una chica y además con el mejor Dive Master, como que feliz como una lombriz en un culo petado de diarrea. Al bajar nos volvimos a encontrar con el clan de las Águilas de mar, que me adoran y se ponen siempre conmigo y tengo vídeos y más vídeos y aún más vídeos con ellas, que hay uno que mejor pide que lo vacunen porque esto puede ser contagioso. También vimos unos fabulosos tiburones grises, grandísimos y tiburones de punta de aleta blanca, incluyendo uno bastante grande. Nos cruzamos con un Napoleón gigantesco pero la estrella de la inmersión fue cerca del final, cuando viendo tiburones me avisa el Dive Master y viene un Águila de mar infantil, pequeñita, como de juguete. Fue alucinante ver una tan pequeña, toreando la corriente como una campeona.

    Al regresar nos dijeron que el descanso sería corto porque al ser viernes, entre las doce y la una hay que ir a la mezquita para las lecciones teóricas de terrorismo-musulmán-de-mielda, con lo que diez minutos de llegar a puerto, ya salíamos hacia Cocoa Corner. Nuestro Dive Master era el otro dueño del club y la cargamos porque no se supo explicar bien y saltamos al agua cuando no devíamos y aunque la idea era visitar Cocoa Corner, jamás llegamos a la esquina. Aún así, vimos dos tiburones de punta de aleta blanca y unos gusanos planos diminutos, cuatro de ellos casi juntos, que es rarísimo de ver, pero claro, yo viajo siempre con mi Ángel de la Guarda. Tembién nos encontramos con una purriada de tortugas, unas diez durante la inmersión, algunas grandísimos y la vida pequeña y grande habitual. Pese a cagarla, el balance de la inmersión fue muy positivo.

    Como regresamos a puerto pronto y hasta las tiendas y restaurantes cierran el viernes entre las doce y la una y cuarto para el adoctrinamiento terrorista, aproveché y me fui a la playa bikini, que estaba petadísima de rusos, que juegan a la ruleta rusa para venir porque los aviones de sus líneas aéreas llevan sin mantenimiento desde que invadieron Ucrania.

    A las dos y media volvimos a salir, en esta ocasión para ir a Back Kandooma, una inmersión con una corriente muy fuerte. Cuando saltó nuestro grupo, que éramos cuatro y una Dive Master, un chamo alemán se olvidó ponerse el cinturón de plomo y tuvimos que abortar y regresar al barco y ya al reposiciónar el barco y saltar de nuevo, no llegamos a pillar la corriente, pero en su lugar fuimos por una pared llena de morenas leopardo, que son preciosas, vimos un Baby blue Sargent fish, dos peces tambor muy raros y curiosos, dos napoleones, varios peces león y unas cuantas morenas negras. La inmersión fue bastante larga y recorrimos una distancia considerable. En el barco me enteré que había una Argentina que quería hacer una nocturna, así que para recuperar la inmersión del día que solo hice dos, me apunté y el Dive Master era mi favorito.

    A las cinco y media de la tarde, de vuelta al mar, esta vez solo éramos tres, incluyendo al Dive Master, con nuestras linternas y fuimos a Dhan’di Giri, lugar en el que ya estuve de día y que es un sitio muy bonito de día y aún más espectacular de noche. Nada más bajar, después de ver una Puesta de sol espectacular, vimos una morena. Durante la inmersión vimos un montón de peces león, incluyendo algunos pequeñitos y entre las cosas mágicas nos topamos con un pez pipa fanfasma, alucinante, son de la misma familia que los caballitos de mar, fue increíble. También vimos un longnose Hawk, un minúsculo cangrejo verde mágico (según el Dive Master), que se esconde en un tipo de algas que parecen césped o el chocho peludo de una peluda que no se lo afeita, vimos varios cangrejos ermitaños, una tortuga y una corona de espinas o acantáster púrpura (Acanthaster planci), una estrella de mar fabulosa. Vimos muchísimas cosas más pero es que salí alucinando del agua .También hubo alguna gamba de las transparentes. Fue una inmersión buenísima y al ser solo tres personas, la pudimos disfrutar a conciencia.

    Tras cuatro inmersiones, me duché y me fui a cenar en mi última noche en Guraidhoo, que mañana, tras la primera inmersión, comenzará el largo regreso a los Países Bajos con una parada en Malé antes de pillar mi vuelo de regreso.

  • El encuentro con un amigo en un pecio, el tiburón leopardo y la móbula

    20 de noviembre de 2024

    Después del problema de oído del día anterior, todo el mundo tenía curiosidad por ver si me había recuperado, pero después de pasarme el resto del día masticando dos paquetes de chicles, yo tenía claro que hoy podría bucear, seguramente sin problemas, en el peor de los casos con alguna molestia. Por la mañana me desperté temprano y a las siete estaba desayunando y como me quedo al lado del club de buceo, desde allí ya me gritaban preguntándome como estaba.

    La primera inmersión era una nueva para mí, un pecio que está casi a una hora de distancia y solo van cuando hay grupos grandes, como era el caso. Se llama Kudagiri y es otra isla sumergida solo que al lado tiene un pecio, algo muy especial por aquí. Con un tiempo de desplazamiento tan largo, lo combiné con una sesión de tomar el sol y por el camino nos explicaron lo que íbamos a ver. Yo bajaba solo con una Dive Master, ya que al parecer las apuestas eran que yo no podría bajar. Perdieron. Primero bajamos al pecio, que está cerca de los treinta metros y en ningún momento tuve dificultades. Lo exploramos por fuera y cuando ya nos estábamos yendo nos encontramos con otro grupo de buceadores liderado por el Dive Master con el que cené el día anterior y allí, a veintipico metros de profundidad, nos abrazamos y por supuesto todos han visto el vídeo. Fue fabuloso, un amigo con el que he buceado un montón y con el que me reencontré bajo el agua. Después del pecio seguimos rodeando el arrecife, llenísimo de vida, con morenas, cantidades ingentes de peces pequeños, bancos de peces, corales muy bonitos y con anémonas llenas de peces payaso maldiviano, de esos que tanto gusta a la gente tener en sus acuarios y que se hicieron famosos por cierta película de animación en la que buscaban a Nemo o quizás a truscoluña, que no es nación. En un punto determinado se pasa como por un pasadizo, que no es cueva porque está abierto en ambos lados y nosotros íbamos de arriba a abajo y cuando vamos a entrar, apareció de nuevo el Dive Master amigo y nos abrazamos de nuevo e hicimos vídeos, que por supuesto han visto todos y que volverán a ver cuando comience la serie masiva de buceo en las Maldivas. Entró un poco de corriente y al final tuvimos que cambiar nuestra ruta. Estuvimos casi cincuenta minutos.

    Al salir, otra vez una hora para llegar a Puerto y básicamente, al llegar, nos quedamos en el barco, cambiaron las botellas vacías por otras llenas y volvimos a salir. Lo normal sería una segunda inmersión menos intensa, pero decidieron ir a Guraidhoo Corner. La Dive Master se había ido y me asignaron a uno de los Maldivianos, con el que mejor me llevo y al que adoro. El chamo nos explicó la inmersión pero después la cambió sobre la marcha y jamás dejaremos de estarles agradecidos por ello. De entrada vimos un Napoleón gigantesco y algunos tiburones grises de arrecife bastante grandes, pero es que después en el fondo vimos un tiburón Leopardo durmiendo, que para mí es la primera vez en vídeo y la segunda vez en mi vida que veo uno, que son preciosos e inmediatamente después de esto una raya gigantesca en el fondo y por delante de nosotros pasó una móbula volando, es que aquello era el acabose. Después seguimos viendo tiburones de punta de aleta blanca durmiendo y un par de tortugas grandísimas, una morena gigantesca, gobios y los excesos habituales de vida alrededor de los corales. Fue una pasada de inmersión, alucinante, increíble e impactante, además de algo profunda, que cuando vimos el tiburón leopardo yo bajé hasta los treinta metros exactos.

    Al volver a puerto estaba todo el mundo super-hiper-mega excitado y en el descanso, aproveché para ir a comer, que después de dos inmersiones tenía una hambruna que no veas. A las dos y media, de nuevo preparado para la tercera inmersión, que al parecer iba a ser en Kandooma Thila, pero al llegar, la corriente era muy fuerte y entrante, que es la mala para ver tiburones, así que el plan cambió y en su lugar fuimos a Lhofushi, que está en la zona y es un canal que se cruza para ir desde el mentado hacia Meduvaru, que es un arrecife entre dos canales y que la traducción del nombre literal es truscoluña no es nación y la traducción más libre es el arrecife en medio de canales. Iba de nuevo con el Dive Master maldiviano y el grupo era pequeño, una pareja del país vasco, una chama y un chamo de las Baleares y el Elegido. En el camino vimos una Ánguila Listón azul, que son super-hiper-mega bonitas y raras de encontrar. Nos encontramos con un par de tortugas grandes, con un pez tambor gigantesco y que parecía preñado y según avanzaba la inmersión, la corriente aumentaba, pero arrastrándonos, con lo que íbamos ganando en velocidad hasta que aquello parecía una carrera de fórmula uno, íbamos disparados. El Dive Master vio el problema que teníamos delante pero no lo pudo evitar, la corriente nos llevó directamente hasta una lavadora y ahí teníamos la parada de seguridad de tres minutos a cinco metros. Lo que sucedió a continuación fue una pesadilla para el Dive Master. Ninguno le hizo caso cuando les dijo que permanecieran muy pegados a él y el resultado fue que el de las Baleares quedó atrapado en un torbellino a quince metros y que lo empujaba hacia abajo y el chamo además no sabía lo que estaba pasando. El vasco quedó en la lavadora que lo mandó para arriba. El Dive Master perdió la boya (o más bien el hilo y el carrete) y tenía que elegir entre rescatar al que se hundía o bajar al que subía y yo le indiqué que yo recuperaba la boya, lo cual hice con una gracia y un estilo que se podrían cantar canciones sobre el asunto. Las dos mujeres estaban prácticamente en pánico, el Dive Master intentando subir al otro y bajar al otro otro, yo con la boya, que la lavadora me obligaba a soltar los cincuenta metros de cuerda y a recogerlos, todos los ordenadores de buceo pitando como locos porque la lavadora nos movía entre 3 y 12 metros, mi ordenador de buceo hizo dos paradas consecutivas de tres minutos de seguridad porque estaba convencido que yo había decidido seguir buceando, los otros igual, las mujeres intentando mantenerse conmigo para estar todos en el mismo ciclo de lavadora, que finalmente dedujeron lo que pasaba, el Dive Master que poco a poco, fue trayendo a la superficie al que se fue para el fondo y el otro que finalmente salió a superficie y yo fui llevando a las mujeres a la superficie y recogiendo carrete de la boya y por fin conseguimos salir. Fue intenso y personalmente, yo me divertí, pero vamos, el Dive Master estaba traumatizado porque pudo perder dos clientes, que la gente nunca presta atención cuando les explican las cosas los que viven y trabajan allí. Yo le di un abrazo cuando salimos del agua y le dije que nos tomábamos un cafelito al llegar a Puerto para recuperar la paz espiritual, que fue lo que hicimos. En el cafelito lo invité a cenar y me dijo que en dos semanas se marcha a vivir a España con su novia española, con lo que deja de trabajar a final de mes. Antes de bucear invité a cenar a la Dive Master y a su novio, que también es Dive Master, que yo ya con toda esta gente son amigos y vengo aquí a divertirme con ellos. Todos se empeñan en querer pagar y les tengo que decir y repetir y tripitir y hasta cuatripitir que si pagué un puto asiento de ventana para que el Ancestral tenga la concha de vídeo del despegue y el aterrizaje, también los puedo invitar a ellos a comer y más con los precios de risa de aquí.

    Después del cafelito me fui con las chicas a ver el atardecer, que la puesta de sol fue espectacular y tras eso regresé a mi habitación para ducharme, afeitarme, escribir la anotación y prepararme para ir a cenar con los dos que quedé.

  • Volando con catorce águilas de mar y problemas en el oído izquierdo

    19 de noviembre de 2024

    Hoy comencé el día con la buenísima noticia de ver al Club de buceo de las islas Baleares que están en Guraidhoo y junto a los que yo buceo, irse de excursión a Huluhmalé para ir al tanque de los tiburones, lo cual quería decir que el barco iba a estar super-hiper-mega vacío, al menos por la mañana porque fueron de rácanos a hacer una única inmersión, para la que pagan un pastizal porque los llevan con todo el equipo en una lancha rápida que tarda una hora y pico en llegar, y que por el peso de la gente más los tanques de aire más los equipos, ,seguramente botaba con las olas con saña. Después se tiraban allí en su única inmersión, salen del agua como buenamente pueden, que esa lancha no es muy grande y con cerca de quince personas va petadísima y después hacen el caminito de vuelta.

    Mientras, en Guraidhoo, yo me iba a bucear con una de las Dive Master, que es española y muy buena. También venían los dos propietarios y un alemán, que alucinó cuando vio que hoy era prácticamente una inmersión privada. Él bajaba con los dos dueños y yo con la chica. Nuestro destino, la leyenda, Kandooma Thila. Esto lo cuento y nadie me va a creer porque así es la chusma y la gentuza, pero los que se hayan molestado en seguir los vídeos en cualquiera de las alternativas sociales habrán visto que es la verdad como la vida misma. Hoy había una corriente media-fuerte y cuando bajamos, yo y la chica, resultó que vinimos a hacerlo sobre un grupo de catorce águilas de mar y yo veía que bajaba y bajaba y estaba literalmente entre ellas y tuve que meter aire en el BCD y me quedé a menos de treinta centímetros de una. Fue épico y legendario, como quedó registrado en el vídeo que seguro que ni se molestaron en ver en su día. Después tuve que acercarme a las rocas más cercanas, agarrarme allí porque la corriente era fortísima y seguir viendo el espectáculo. La Dive Master cogió mi cámara y me grabó, tanto a mí como a mi mediamelena, que ondeaba que parecía mismamente el primo hermano infantil de Neptuno, que a mí sólo me corta el pelo mi peluquero de Gran Canaria y como no he ido desde mayo, parezco uno de los hermanos de Michael Jackson. Aunque el plan era no perder tiempo allí, había tantas águilas de mar que cambiamos el plan, que eso de estar junto a ellas, literal y realmente y sin gente y viendo tiburones por debajo de las águilas de mar y por los lados, aquello era de fábula.

    Después nos acercamos a la zona que conocen como el mirador y tuvimos espectáculo de tiburones grises. Había una cantidad ingente. Justo donde nos paramos, en los huecos de las rocas, había una morena pequeña que estaba emputadísima porque yo estaba junto a ella y asomaba la cabeza y me echaba miradas de odio y yo le decía que truscoluña no es nación, lo cual la molestaba mal porque por allí pasó un señor en el portabultos de un coche y le contó lo contrario. En nuestra idea queríamos llegar a la estación de limpieza, pero no pudimos, nos faltaba aire y además, después de bajar hasta veintiocho metros, cuando estábamos a veintidós, mi oído izquierdo no conseguía igualar la presión y tenía un montón de dolor, así que no me arriesgue a volver a bajar y la subida hasta la superficie fue un suplicio, pero lo hice. Esta fue la mejor inmersión en Kandooma Thila de este año, incluso con el problema del oido, en gran parte porque estábamos solos en el lugar.

    Regresamos puerto y para la segunda inmersión, fuimos a Waggiri. Yo decidí arriesgarme y bajar de nuevo para probar los límites del oído. También porque no estaba el grupo y éramos cuatro, con una pareja española nueva que compiten con los otros al premio al peor buceador del viaje, el tipo dice que controla un montón pero se puso poco peso y flotaba como un globo y le costaba un güevo bajar a mirar cosa y la mujer empujaba y daba patadas, sobre todo al alemán, que yo mantuve la distancia, que cuando veo gente así, yo activo el modo imán y me repelen y estoy sitio en el sitio opuesto al que se encuentran los que me dan el repeluz. Procuré mantener el nivel, sin cambiar a menudo de profundidad y aunque noté molestias, conseguí hacer la inmersión, solo que en la salida me dolía el oido. Esta es la única inmersión de la que no tengo ningún vídeo. Dejé la cámara al sol diez minutos en una mesa afuera en el centro de buceo y con la calor infernal, la cámara no funcionó y la única manera de arreglar eso es abrirla, sacar la batería y volver a cerrarla, algo que no se puede hacer bajo el agua. Incluso mi pulsera super-hiper-mega inteligente que toma todos los datos cuando camino, corro o duermo y que siempre controla mi ritmo cardíaco y de estrés, un par de veces la he tenido que encender porque se sobrecalienta y se apaga y hasta en el telefónino tuve un mensaje de esos diciéndome que estaba más caliente que una burra y que de no solucionarse el problema, se iba a apagar el solito, mismamente.

    Al volver a puerto ya decidí saltarme la tercera inmersión para darle tiempo al oído a recuperarse y en su lugar, me fui a la playa y me pasé allí dos horas y media atorrándome y bañándome y durmiendo, que yo estoy durmiendo como un bellaco. Mientras estaba en la playa le mandé un mensaje al colega que cambió de empresa y lo invité a cenar y después de las cinco, regresé a la pensión, me afeité y me duché, que yo ahora soy de afeitado por la tarde, que es muchísimo más humano que el de la mañana, que medio dormido me degüello continuamente. Después nos vimos delante de su empresa y fuimos a  comer pizzas a una pizzería aquí en la isla que es muy pero que muy buena. Tras la cena regresé y ya me retiré a escribir la anotación y meditar y ver algunos episodios de mis series favoritas. Cruzaré los dedos con las uñas negras de los pies para que se me pase el problema del oído y mañana pueda hacer mis tres inmersiones, como el viernes y la única del sábado, que es lo que me queda de buceo por aquí.

    Que alguien se asegure que el Ancestral tiene puestos los pañales de viejo y díganle que he pagado para tener asiento de ventana desde Malé hasta Viena, con lo que al menos habrá el despegue y el aterrizaje. Me he gastado un pastizal, pero es que los asientos de esa aerolínea son tan pequeños que prefiero poder tener ventana. Eso sí, que alguien le explique que antes de esos vídeos, habrá que ver los de las treinta inmersiones que llevo (y los de las siete que me faltan), con lo que estamos hablando de meses y meses antes de llegar a ese despegue y ese aterrizaje. Dudo mucho que me asignen ventana entre Viena y Dusseldorf, pero vamos, igual sucede el milagro.

  • Águilas marinas, el lugar sin mantas y tortugas y morena

    18 de noviembre de 2024

    Mi segundo día de buceo en Guraidhoo comenzó de nuevo con una visita a Kandooma Thila, que están aprovechando que por las mañanas hay poca corriente y como tienen un grupo grande de gente, es posible entrar allí sin que algún buceador inepto o estúpido le joda la experiencia a los demás. Volvimos a ir a primera hora, a las ocho de la mañana, pero entre pitos y flautas y pese a que está a diez minutos del muelle, no entramos al agua hasta cerca de las nueve menos cuarto.

    Nos volvimos a encontrar grupos de águilas marinas volando muy cerca de nosotros y alguna en solitario, que en ambos casos, cuando las ves de cerca, es una experiencia alucinante. También vimos bastantes tiburones grises y tiburones de punta de aleta blanca y negra, varios atunes grandísimo que también parecían disfrutar de la corriente, y un poco escondido en un recodo me crucé con un mero grandísimo. Aunque no había una corriente brutal, la visibilidad era más bien escasa. Kandooma Thila, con corriente, aunque no sea fuerte, es un lugar de sentido único y por eso, cuando ya habíamos pasado todos los puntos en los que se ven los tiburones y las águilas marinas, aunque tenía aire y minutos sin descompresión, decidí subir con los que ya se habían quedado sin aire o sin minutos, porque en realidad, los que se quedan no saben que los mantienen allí unos minutos más, pero no van a ver nada, está todo por detrás.

    Regresamos a puerto y para la segunda inmersión volvimos a pasar por el que llaman el punto de las mantas y que yo llamo el punto de las decepciones, porque allí, a pesar de haber buceado un montón de veces, solo en una ocasión vi una manta y fue algo fugaz. La idea era mirar y si no había mantas, seguir para otro sitio, pero una panoli peninsular dijo que ella estaba segura que las mantas vendrían y estarían allí, por culpa de ella nos tuvimos que tirar quince personas y no hubo manta alguna en el lugar, con lo que estuvimos una hora sin hacer básicamente nada, esperando con las rodillas en el suelo arenoso, que con tanta gente ni siquiera te llevan a dar un garbeo por la zona. Espero que la próxima vez que la totorota esa abra la boca, su macho se la selle con el cipote y nos deje a los demás en paz, que esa parece que ha estudiado mucho para conseguir su titulación de mongólica.

    Seguro que ya lo he comentado, pero cuando alguien te dice que tiene cienes y cienes de inmersiones y no tiene u registro de las susodichas, yo ya no me creo nada, que mira que he visto grandes expertos de estos cagarla y el caso de la retrasada esa fue de portada de libro que cuando saltó al agua para la inmersión en el punto de las decepciones, cuando todos estábamos en el agua se dio cuenta que se había tirado sin las aletas y tuvimos que esperar por ella. Si me ponen delante los formularios para que le den la paga de subnormal, yo firmo como testigo, que se la merece.

    Al volver a puerto me fui a almorzar y después básicamente caminé por todo el perímetro de la isla. Por la tarde, a las dos y media, la tonta no vino y fuimos a la esquina de Guraidhoo, también conocida como las cuevas de Guraidhoo, pero no son cuevas, son como balcones en las rocas, pero no hay cueva alguna y siempre estás en mar abierto. La corriente estaba del revés, así que entramos por el lugar por el que se suele salir y salimos por el punto de la entrada. En el tramo inicial vimos dos peces Napoleón grandísimo y otros peces de tamaño considerable y algún tiburón y hasta alguna águila marina, aunque alejados. También pasaron atunes. Ya después de girar la esquina, vimos al menos tres tortugas, una de ellas escondida en una de las cuevas (o recovecos) y otra que estaba entrando en una de las cuevas. Yo me metí en todos esos recovecos y llevé la luz para que se vea algo y por allí me crucé con una morena enorme que no estaba escondida, estaba de paso y tengo un vídeo super-hiper-mega chulo y además, soy el único que lo tiene porque como que las cuevas no interesaban al resto. Dentro de otra nos encontramos una pequeña gamba transparente y muy difícil de ver y que sólo está en cuevas y de nuevo, yo soy el único que mostró interés por verla. En otro punto vi una langosta escondida en un hueco en la pared.

    Después de salir y volver al poblacho me fui a ver a mi amigo Dive Master que trabajaba el año pasado en el centro de buceo y ahora está en la competencia. Por la tarde elegí para cenar uno de los restaurantes nuevos de la isla, en el que aunque tuve que esperar, no fue hora y media, pero entre que llegué, pedí, me sirvieron, comí y pagué, sí que pasó tranquilamente una hora y media. Después de eso me retiré a descansar, que lo de las tres inmersiones diarias, con dos profundas, cansa un montón, que ya tengo claro que la semana que viene, cuando regrese a la chamba, necesitaré descansar allí de mis vacaciones.

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