Por fin llegaron


Toda la semana pasada estuve con una angustia existencial exponencialmente creciente. Prácticamente todos los días desde el martes, visitaba religiosamente el supermercado lidel y el Turco, que están uno al lado del otro y entraba como en una gran catedral, me iba a la sección de frutas y allí buscaba eso que todos anhelamos cuando llega esta época, las castañas. El martes y el miércoles fui después de trabajar, el jueves, viernes y sábado por la mañana y en ninguno de los dos templos de castañas, las encontré. Con el verano que ha habido en Europa, ya esperaba que habría menos, pero vamos, que en el istagrame ya hay gente poniendo recetas y como vivo en el único país del universo en el que las castañas se consideran comida no digna de humanos, sino de caballos, como que no hay interés en ponerlas en las estanterías. El domingo ya me había rendido porque no es día para poner novedades, es día de finiquitar las ofertas de la semana. Me fui al cine, a ver cierta peli de la que hablaré y que duraba un montón de horas y antes de que empezara mi vecino me manda un mensajillo por el Güazá pidiéndome si les puedo comprar un tupperware en el lidel con el cupón del ochenta por ciento de descuento que tengo y que les ofrecí. Le respondí que vale, que iría por allí al regresar a mi keli.

Camino de la keli, hice la parada en el super, entré y ni me molesté en coger cesta porque solo iba a comprar una cosa. Fui a la estantería de la oferta de los tupper y no tenían el que ellos querían, así que los llamé y les informé de la incidencia. Después, como ya estaba allí, se me ocurrió darme un garbeo por la sección de frutas y cuando miro de pasada, se me cayeron los gallumbos al suelo al descubrir que habían puesto las bolsas de medio kilo de castañas italianas. Una mora aprovisionaba y luché con ella para agarrar tres bolsas, lo suficiente para sobrevivir una semana y media si me como diez castañas al día. Salí del supermercado más contento que un truscolán en el portabultos de un coche y llegué a mi keli con mis preciosas y las guardé con mucho cariño y sobre la marcha, me fui al cuarto de las bicicletas a rescatar la sagrada sartén para cocinarlas, que lleva conmigo desde que la compré y la taladré para crear el utensilio perfecto para cocinar castañas.

Ahora que ya he comido dos días, empiezo a recargarme y espero que ya pronto, quizás mañana, pueda empezar con los ataques químicos y toxicológicos, selectivos y que al que le pille, se acordará de todos sus difuntos. Una lástima que no tenemos ascensores en dos de los tres edificios en los que se me ve regularmente y en el tercero, todo el mundo prefiere usar las escaleras para hacer ejercicio, pero vamos, que hay otras zonas que me servirán perfectamente como escenarios del delito.

Castañas asadas

Una respuesta a “Por fin llegaron”

  1. Donde vivo, es zona de castañas y nueces, de las ricas, con sabor, nada que ver con las insípidas americanas, y como se la pasa lloviendo y no salgo de casa ni de coña, todavía, no las he probado, lo cual me pone de mala leche, estando todo esto lleno de árboles por doquier…
    Salud

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.