Porón Pom Potorro


Este está resultando un año increíble y en el que he visto cosas asombrosas y cierto tema ha sido bastante recurrente ya que en junio ya tenía Un montón de material para pesadillas antes de ir a jiñar y en ese mismo mes flipé con Y otro segundo y en agosto Se me fue el baifo. Y esos los que he contado, que ahora que hago la ruta desde mi keli al cine con frecuencia, han sucedido otros que ni me molesto en contar, salvo por el de hoy, que es algo que ni siquiera yo me lo creo cuando me lo cuento a mí mismo y eso que lo viví. Sucedió el domingo, día en el que me organicé una sesión doble de Cine, con dos películas en los dos multicines de la cadena a la que estoy abonado en Utrecht, con algo más de una hora para ir de uno a otro, trayecto que normalmente toma diez minutos u ocho si te esfuerzas y vas ligerito. Yo tenía tiempo así que salí de la primera película super-hiper-mega relajado y el plan era ir paseando con la bicicleta hasta el centro de la ciudad. Recién comenzaba el viaje, todavía junto al cine cuando viene hacia mí una bicicleta. Como esa es una ruta muy transitada, ya que conecta la ciudad de Utrecht con Leidsche Rijn, que es una nueva barriada que no existía hace cuatro años y que es la expansión de la ciudad, con un nuevo centro incluído y con una autopista que en aquel momento pasaba justo por debajo de las ruedas de mi bicicleta, ya que para expandir la ciudad de Utrecht, hace la tira de años, hubo un referéndum, en el que el ayuntamiento nos dio dos opciones a elegir a los ciudadanos, siendo la primera meter la autopista bajo tierra y expandir la ciudad por el oeste hasta doblar su tamaño, con edificios bajos y jamás permitiendo que haya edificios mayores que la torre del campanario de la catedral, la Domtoren y la segunda opción era no expandir la ciudad y empetarla de rascacielos para que quepan muchos más. Los ciudadanos votamos mayoritariamente por la primera opción y ahora tenemos una ciudad sin edificios altos y con dos centros urbanos, una parte de la ciudad con más de mil años de antigüedad y la otra con menos de cinco.

Bueno, regreso al tema, que veo venir una bicicleta hacia mi y sobre ella, venía la versión local de Ripley, es decir, una hembra holandesa empreñada hasta niveles de esos que lo flipas, que aquí ver mujeres embarazadas con ocho meses y yendo en bicicleta es como que el pan nuestro de cada dos días y de hecho conozco a varias que iban a la oficina hasta llegar al octavo mes en bicicleta con aquellos tripotes, por no decir que el año pasado en primavera, la vecina de la acera de enfrente, salía a correr hasta los ocho meses por lo menos, que el Turco me acusaba de mentir descaradamente hasta el día que al salir de paseo con las bicis nos la cruzamos y lo avisé para que mirara y flipó con aquella chama corriendo con aquel tripote, que yo estoy convencido que volvió corriendo del hospital mientras el marido traía al chiquillo a la casa en el coche, o lo mandaron por mensajería. Bueno, me difumino de nuevo, que viniendo hacia mi hay una hembra embarazadísima, con una barriga que era más grande que el globo del mundo que tenía en mi dormitorio como lámpara cuando era niño y por supuesto, llevaba una falda corta porque estamos con algo parecido a una mini-ola de calor, más bien una olita de calorcito y en eso que ese traje que ya tiraba hacia arriba por el tripote se subió un poco más y lo flipé, lo aluciné y hasta pensé en lavarme los ojos con lejía pero de la buena, de la de marca, porque es que allí abajo, entre aquellas dos piernas, asomó un medio mechón de pelo con mejillón incluido. Ella vio que yo vi pero no podía hacer nada, el traje se le fue para la parte superior de la barriga y la única manera de tapar aquello era parándose y recolocándolo, algo que seguramente hizo después que yo acabé aquel cruce épico e increíble en el que vi un avistamiento de una hembra empreñada y con el poron-pom-póm pompero al aire, que yo siempre supuse que una vez consiguen que las inseminen, ya lo de no llevar bragas no debe motivarlas porque tienen lo que querían en sus entrañas, pero esta al parecer o usa el sistema bajuno para refrigeración adicional o iba más caliente que una burra y para ahorrarse esfuerzos adicionales al llegar a casa, ya no se pone las bragas y tiene una cosa menos que quitarse.

Este ha sido el avistamiento más flipante del 2021. Vamos, que no se me ocurre ningún otro escenario que me pueda impactar más que el sucedido el domingo.


7 respuestas a “Porón Pom Potorro”

  1. 🙂 Ya era hora de que me hicieras reír a carcajadas… 🙂 🙂
    Eso lo podríamos calificar de, «Avistamiento no deseado» 🙂
    Salud

  2. Sigo sin entender por qué la gente de quesolandia no usa bragas. Abismo cultural, supongo.

  3. Tú que vas a dar gracias a Dios si eres un ateo condenado al infierno…. XDDDDD

  4. Virtuditas, yo creo en un DIOS, pero sin tíos con faldas y tocamientos determinando lo que hay que pensar de él o hacer para interactuar con él.