The Place


El cine italiano, como el español, raramente llega hasta la cartelera de los Países Bajos, más sintonizada con el cine francés, belga, alemán y hasta sueco. Por eso, cada pequeña oportunidad que tengo, la aprovecho, aunque tenga que ir a Amsterdam porque de los veintipico multicines, solo la ponen en uno de ellos. La película que provocó la visita a la capital fue The Place, que parece que en España no tiene fecha de estreno, aunque dicen que de hacerlo, la llamarían truscoluña, no es nación. No me extrañaría nada que hagan una copia plano a plano con famoso director español muerto de hambre y después los bosmongolos de los críticos la alaben y digan que es muchísimo mejor, porque así es el mundo en el que nos ha tocado vivir.

Un julay trapichero curra sus movidas en un bareto

En un bar cualquiera, siempre hay un tipo sentado en una mesa y la gente viene a hablar con él, pedirle favores y esperar que se realicen y en ese mundo, de seres individuales y aparentemente no conectados, descubrimos que existe un plan mayor, que hay relaciones de todos con todos aunque no nos lo podamos creer.

Los primeros minutos de esta película te dejan fuera de juego porque no es la historia convencional que nos lleva desde el inicio al final. Lo que vemos nos hace pensar que es una película de sketches, que vamos a ver diferentes escenas con diferentes actores que hablan siempre con la misma persona y que veremos todo tipo de historias, pero no es así, poco a poco se va tejiendo una tela de araña que los contiene a todos e incluso a la camarera del bar, que acaba jugando un papel en todo. Pese a que al principio algunas de las historias no parecen interesantes, cuando se van entrelazando ganan interés y en todo momento estás enganchado a esta extraña manera de narrar algo. Todo el mundo está relacionado con Valerio Mastandrea, que interpreta al personaje del que nunca se sabe el nombre y que lo apaña todo, escuchando lo que le dicen y mirando en un libro que parece tener vida propia lo que tienen que hacer. Entre los distintos segmentos, el del policía y el de la niña que raptan son los mejores, aunque de cerca les sigue la vieja que tiene que poner una bomba en un bar para salvar de la demencia a su marido. Como cine experimental, es fabuloso y como película, en mi caso, funcionó muy pero que muy bien.

Esto no es cine para los miembros del Clan de los Orcos, requiere de al menos tres neuronas y a ellos les faltan dos para conseguir esa cantidad. Tampoco estoy muy seguro que funcione con todos los sub-intelectuales con GafaPasta, aunque sí que pienso que los más innovadores la disfrutarán tanto o más que yo.