En este año pandémico, parece que los productores que hacen películas de terror quieren pisotear el género y destruirlo, que mira que están saliendo basuras asociadas con el miedo que no dan. La de hoy además tiene historia porque al parecer es una secuela de otra película de 1992, que hasta me suena, aunque no puedo jurar y no juro si la he visto. Como es cine de cagarse, yo voy a llevarme el disgusto igualmente. Se trata de Candyman y en España se estrenó hace un mes con el mismito nombre, ya que les daba pereza traducirlo al español, que es truscoluña no es nación.
Un puñado de julays emputan al espíritu rastrero de un truscolán y les da candela de la peor.
Resulta que en una barriada que era de chusma y gentuza pobre o eso que los gringos no llaman negros pero lo piensan clarito, han pasado los años y ahora los pijos y los ricos se están adueñando de la zona. Un negro al que le mola el artisteo escucha la historia de una movida chunga del pasado, repite cinco veces el nombre de aquel pollardón y por su culpa, se monta un pitote por el barrio con gente muriendo y hasta siendo obligados a ver vídeos de promoción de truscoluña, que no es nación.
Digámoslo clarito, alguien tiene que escribir las leyes que determinen la cantidad de sustos que se puedan medir en una sala para permitir a los productores decir que una película es de terror, porque esta, en sus noventa minutos, no llega a un buen susto, eso sí, hay mucha muerte horrenda y demás, pero esos no son sustos. Al parecer, lo importante y lo relevante es que los negros siguieran viviendo en el barrio y si el espíritu maligno ese viene, es porque por allí ahora hay blancos o algo así, esto es que suena a folletín podemita, de los que cuentan las pencas esas que están en el gobierno de España y que realmente no sirven ni para echarlas troceadas y alimentar a los peces de una granja de panga en el delta del río Mekong. La película se revuelca en la mediocridad y si no eres negro, como que te quieren hacer sentir culpable por no ser uno de los elegidos, lo cual, en mi caso particular, no funciona, así que les den por culo a toda esa banda de perdedores y fracasados. Esto es mediocre, sin un buen guión y con una panda de pellejos y pellejas que igual deberían apuntarse a un curso para aprender a chupar pollas y así al menos tener una profesión de la que vivir.
Es que no me extrañaría nada que a los miembros del Clan de los Orcos les entre el frenesí si van a verla y destruyan la sala. Por supuesto, ni jartos de güiski irán a verla los sub-intelectuales con GafaPasta.
Una respuesta a “Candyman”
¡Me largo a toda leche!
Salud