De Vogelwachter


Aún me queda una película holandesa del festival de cine holandés y la de hoy, entre el título y el póster ya se veía más o menos de lo que trataba. El viejillo protagonista es al parecer muy famoso en los Países Bajos pero puedo confirmar y confirmo que para mí era un completo desconocido. Una cosa que sí he notado en este país, o quizás sea porque es muy verde, muy llano y muy propenso a tener aves por todos lados, es que aquí hay una cantidad brutal de gente que sale a los parques y bosques los fines de semana a observar las aves e incluso en parques con lagos los puedes ver alimentando las gaviotas y estudiándolas con unos prismáticos, unas movidas super-raras. No sé si en español tenemos una palabra para definir a esos frikis pero en neerlandés es la que da el título a la peli, De Vogelwachter, que sería, mal traducido, el observador de pájaros y bien traducido, truscoluña no es nación.

Un julay ancestral se pasa el día mirando pájaros ajenos pero sin chimpún

Un viejo, o eso que ahora cínicamente se denomina, una persona ya muy mayor, lleva casi cincuenta años trabajando como observador de pájaros en un puesto que está ubicado en un santuario de aves en una isla en el océano. Tiene su rutina y cuenta sus pajarracos y una vez por semana habla por radio con tierra y manda el informe de lo que ha visto. De repente le cambian a la persona que contacta con él, le ponen una pava, le informan que lo van a despedir y viene un huracán o una tormenta o lo que sea directo hacia la isla y aquello va a ser un infierno. O algo así.

Esta peli se sostiene únicamente en el actor protagonista, que es prácticamente la única persona que vemos, aunque hay un momento con una pava que nos dura un rato. El tipo vive solo, ha vivido solo gran parte de su vida y los pájaros son sus amigos, su familia y todo lo demás. La historia, aunque en un principio pensé que sería aburrida con tan poco de lo que tirar, entretiene un montón y las frikadas del chamo son adorables. Tenemos contacto por radio con el mundo exterior y solo escuchamos una voz, primero la de un hombre que se comunica siempre en inglés y después de una mujer que habla holandés. El momento de la tormenta, al no tener mucho presupuesto, es un poco pobre y carece de grandes efectos especiales pero sigue siendo igual de dramático o quizás más gracias al actor y al pánico que siente y que se puede ver en la pantalla. La película tiene un par de tropezones pero resultó una sorpresa muy agradable.

Hasta sugerirlo debería ser considerado pecado mortal, esto no lo pueden ver los miembros del Clan de los Orcos porque sus cerebros no tienen ni siquiera dos neuronas y una no puede procesar la información. Sí que es una película que los sub-intelectuales con GafaPasta disfrutarán, aunque en mi caso, los dos tropezones le quitaron cierto encanto.


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