El fondo del barranco


Volvemos a mirar hacia abajo y la caidíta es espeluznante, está clarito como la luz del día que aquí no se sobrevive. Fijaros en lo estrecho que es el paso, casi que parece que irás rebotando de pared en pared dándote una de hostias según caes. Dicen que ese paso lo usaron los truscolanes cuando llegaron a España desde el quinto o el sexto coño de la zurriaga que los parió.


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