El largo regreso a casa por Navidad


Mi tercera y penúltima tanda de viajes aéreos de este mes de diciembre llegó en una semana algo complicada por el masivo temporal de nieve y frío que tuvimos desde una semana antes y que ha puesto de rodillas al centro de Europa. Según transcurría la semana y las cosas no mejoraban, mi abanico de opciones se reducía. Mi vuelo hacia Madrid salía el 24 de diciembre a las nueve y media de la mañana y eso suponía tener que estar en el aeropuerto en uno de los días más intensos del año alrededor de las siete y media.

Durante la semana, el transporte público funcionó con problemas y si nevaba de nuevo en la noche del jueves, nadie me podía garantizar que pudiese hacer el trayecto al aeropuerto con éxito.

Un taxi al aeropuerto me costaba 55 euros pero como tampoco sabían si las carreteras iban a estar bien, me recogían alrededor de las cuatro y media de la mañana para llegar entre las cinco y media y las seis. Esta opción me tocaba los huevos porque básicamente es pasar el día totalmente agotado. En un momento de lucidez se me ocurrió mirar los hoteles del aeropuerto y alrededores y encontré que por 69 euros podía dormir en el mismísimo aeropuerto en un hotel de cuatro estrellas llamado citizenM con un concepto nuevo y curioso. Habían opciones más baratas pero como dice mi amiga Waiting, nosotros ya no estamos como para mezclarnos con la plebe y la nomina hay que gastarla que ya ahorramos mucho.

Reservé una habitación en el hotel y aproveché para quedar con el Niño ya que el trabaja en el aeropuerto y en estos días está siempre allí. Acordamos que nos veíamos y nos íbamos juntos a cenar a Amsterdam y después al cine o de copas. Redondeé el plan con un ultimátum a mi jefa. Le di tres opciones: 1 – trabajaba desde mi casa ya que quería salir para el aeropuerto pronto. 2 – me tomaba uno de los dos días que me quedan de este año de vacaciones. 3 – me ponía malo y no iba a trabajar. Como mi jefa se iba el día antes y no le interesaba que no hubiera nadie controlando el trabajo, optó por la primera opción y el miércoles salí de la oficina con mi portátil. Ese día venía a cenar a mi casa la Chinita, que come como una venada y para la que hay que preparar cantidades industriales de comida. Se marchó de mi casa encochinada después de cenar sopa de castañas (mejor plato del 2010 por todos los que han tenido el privilegio y el honor de comerlo) y tortilla de papas de segundo. Además se llevó magdalenas para sus compañeros de trabajo en donde tengo un club de fans. Yo salí con ella y me fui a visitar a mis vecinos y a darles el resto de la tortilla y unas galletas de mantequilla que hice un rato antes.

El jueves trabajé desde casa y estuve liadísimo. Al parecer era el último día de casi todo el mundo y los marrones volaban por correo electrónico cada segundo. Acabé a las cuatro y durante la jornada procesé más de doscientos correos y realicé tres anuncios con tres nuevos productos. A las cuatro y media salía de mi casa con mi nuevo trolley Roncato que toma el relevo del legendario Samsonite que en diez años solo se ha perdido una vez y que en el último regreso desde Gran Canaria se terminó de romper.

En la estación de tren me enteré que habían cancelado el tren que yo quería tomar y tuve que esperar un cuarto de hora por el siguiente. En el tren, maté la media hora del recorrido viendo el alucinante paisaje blanco y enviando Correos y mensajes a los amigos. Una vez en el aeropuerto, recogí mis tarjetas de embarque e intenté facturar pero no se podía así que me llevé el trolley al hotel. En lugar de la clásica recepción tienen unos fastuosos iMac en los que tu mismo te registras y al momento tenía mi tarjeta RFID que abría la puerta de mi habitación, un cubículo espectacular del que un día de estos pondré alguna foto. Según dejaba las cosas me llamó el Niño y nos vimos en el aeropuerto y desde allí salimos en tren para Amsterdam.

Nuestra idea original era ir a un italiano junto al Blauwe Brugge que descubrí gracias a Waiting pero estaba petadísimo y terminamos en un restaurante en Rembrandplein llamado L’Opera (o algo parecido). La cena fue un repaso de los grandes momentos que hemos vivido juntos durante el 2010, riéndonos sin parar.

Después de la cena nos mudamos al The Three Sisters y seguimos bebiendo. Le leí lo que escribí sobre él en la anotación homenaje a los CINCO y parece que le tocó bastante. Me dijo que yo he alterado también su vida de muchas formas y especialmente ha descubierto el Cine y ahora es rara la semana que no ve varias películas. También tiene un gran recuerdo de las vacaciones en Gran Canaria y quiere repetir aunque a mi me gustaría más ir con él a Málaga porque creo que la combinación del Niño+Sergio puede ser legendaria.

Sobre las once de la noche nos despedimos y yo volví a mi hotel en Schiphol. Por la mañana me di una ducha y fui a dejar el equipaje. El control de seguridad tenía una cola kilométrica que me tomó casi tres cuartos de hora y después de pasarlo desayuné y me acerqué a mi puerta de embarque. Este año en Schiphol están dando una hora de Wifi gratis en el aeropuerto, desconozco si por los retrasos masivos o como regalo navideño. Mi vuelo despegó con ocho minutos de retraso y si tenemos en cuenta que Paris estaba medio cerrado y Bruselas también, eso se llama potra de mi legendario Angel de la Guarda o la mano oculta del Niño que se aseguró de que los equipos de rociar el avión con anticongelante se curraran mi avión primero. Llegué en hora a Madrid y allí me encontré con la sorpresa de que mi vuelo a Gran Canaria de Air Europa tenía al menos media hora de retraso. Mientras esperaba mi amigo el Rubio me informaba que su vuelo desde Tenerife a Bruselas tenía seis horas de retraso. Según pasaban los minutos le añadieron una hora más al retraso de mi segundo vuelo y finalmente el retraso fue de tres horas porque casualmente, el avión venia de Paris y ese día el temporal estaba repartiendo candela por allí.

A la hora del embarque sucedió lo de siempre en los aeropuertos españoles. En el resto del mundo, cuando se construye un aeropuerto se eligen arquitectos que sepan del tema y por ejemplo el de Schiphol está tan bien diseñado que el 90 por ciento de las puertas de embarque no molestan al resto de viajeros. En los españoles la proporción es la inversa y el 90 por ciento de las puertas de embarque bloquean el flujo de pasajeros. Mi teoría al respecto es que los famosísimos arquitectos españoles sufren graves daños cerebrales por el exceso de calcio que tienen al comer tantas pollas de políticos para conseguir el trabajo y esto se refleja en su extensa estupidez a la hora de diseñar edificios visualmente impactantes pero funcionalmente tan deficientes como ellos. Nuestra puerta de embarque hacía que la gente que salía de una cinta de transporte horizontal chocara con los que hacían cola. Otro detalle que llama la atención en el aeropuerto de Madrid es que desde hace tres años, solo trabajan inmigrantes. O ellos cobran menos por el mismo trabajo o los españoles prefieren cobrar el paro y que trabajen los otros.

El piloto nos dijo que iba a hacer lo posible y lo imposible por recuperar parte del tiempo perdido y creo que en total recupero un cuarto de hora durante el vuelo. La fila en la que me tocó sentarme era al lado del motor que siempre resulta interesante en caso de triturar pájaros y hacer con ellos un asado con puré.

Al llegar a Gran Canaria, 11 horas después de salir de Amsterdam, recogí mi equipaje y me marché a la casa de mis padres directo a la cena de Navidad.

Y para que conste, esta anotación de más de mil trescientas palabras ha sido escrita con mi iPad.

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6 respuestas a “El largo regreso a casa por Navidad”

  1. Hola Sulaco, caigo en tu blog por mera casualidad y disfrutè lo poco que pude leer a vuelo de pàjaro, ya que no disfruto de internet abierto en el trabajo.

    Prometo visitarte con frecuencia.

  2. «Otro detalle que llama la atención en el aeropuerto de Madrid es que desde hace tres años, solo trabajan inmigrantes» estos comentarios generan muchos comentarios jejeje. Looking forward.
    El italiano, wow, que rico. Ya tengo ganas…
    Besitos.

  3. Al menos llegaste para la cena, otros no pudieron ni salir.
    PD-> «que habría la puerta de mi habitación» de Abrir.

  4. Virtuditas, habían otras más escandalosas que pillé anoche y la que tú mencionas la detectó Waiting solo que me lo mandó por correo. Seguro que hay alguna otra porque escribo rápido y no miro.

  5. Los arquitectos que comen las pollas a los políticos para diseñar aeropuertos aquí son todos de los Países Bajos, y los diseñan tan mal por venganza de los empalamientos y violaciones hechos por los de las lanzas largototas…jajajaja
    ¡Felices fiestas a todos!
    Salud