La reconstrucción


Después del incidente que conté la semana pasada y tras múltiples llamadas de la asistente del dentista, hoy me llegó la hora de finiquitar lo que empezaron en el dentista de urgencias. Recordar que primero me dieron hora para el diez de mayo, después me la cambiaron al lunes casi a las cinco de la tarde, después la pusieron a las cuatro y finalmente en la última llamada la cambiaron para las tres menos diez. Yo salí de mi casa con tiempo y llegué cinco minutos antes de la cita, como recomiendan ahora por culpa del virus truscolán y podemita, que ya no hay sala de espera dentro del dentista para macerar virus y tienes que esperar o en la calle o en una silla que han puesto en el vestíbulo del edificio y con la que te garantizas que si alguno de los moradores de aquel edificio lo tiene, te lo pasará con gran alegría y emoción. A la hora que me correspondía entré, previo interrogatorio para saber si tengo síntomas truscolanes, si conozco algún podemita o si mis pupilas han estado expuestas a cualquiera de esas dos raleas, preguntas que solo se pueden responder con un NO claro o te echan. Me senté en la silla esa galáctica que a mí me da mal fario y el chamo agarró el garfio y se puso a mirar en mi boca y a escarbar en la masilla o el plastote que rellenaba el agujero. Según él, era posible e incluso probable que el diente, que solo está roto en su parte interior, tenga la rotura muy adentro de la encía y entonces si lo rellenan acabará cayéndose más pronto que tarde. Me hicieron una radiografía con la pistola esa que tienen los dentistas para el tema y que es realmente terrorífica, con el julay y su asistente corriendo a esconderse en algún otro lugar para evitar las radiaciones 5Gé que produce esa cosa, que por eso la gente está tan en contra de esas antenas. Cuando miró la radiografía, vio que la rotura se queda un milímetro y medio o dos por debajo de la encía pero yo opté por empastar, a sabiendas, como él me tripitió y cuatripitió, que esta solución puede durar poco, pero prefiero intentar salvar el diente porque el resto del susodicho está en perfectísimo estado y si tengo que sobrevivir a base de lentejas y garbanzos para el resto de mi vida, pues que así sea.

Por como me lo habían puesto por teléfono, la operación iba a tardar un montón, pero básicamente en lo más que tardó fue en poner la inyección en la encía con la droga que usan para dormírtela y la espera hasta que te deja la boca y la lengua paralizadas. Después llegó con su taladro favorito y sus otras movidas y yo me fijé en la luz que tengo sobre mí y me dediqué a hacer la meditación mindbullshitness de la respiración consciente y consiguió desvincularme totalmente de lo que sucedía en mi boca con armas de diverso calibre mientras yo miraba tan feliz hacia esa luz y hacía mi ejercicio de meditación. A mí me pareció un rato corto, ya que taladró y limpió, después metió yeso y escayola, después con otra máquina como que endureció los susodichos y después le dio algo de forma, parte que fue la más curiosa porque me decía que cerrara la boca pero como la mitad de la misma estaba totalmente dormida, yo cerraba la boca, pero la mitad se quedaba entreabierta y el hombre terminó teniendo que agarrarla y moverla él mismo. Después me dijo que acabó y que me podía ir a tomar por jauer y que era probable que volviera pronto. Me sugirió no pasar el hilo dental en los alrededores de esa muela, aunque sí usar el cepillo de dientes y no comer nada en los siguientes quince minutos, que contando que el viaje en bici a mi casa toma veintiún minutos, estaba seis minutos sobre el margen, aunque a ver quién quiere comer con media boca dormida, que por no poder, no podía ni beber agua como un ser humano normal y ya no te cuento ni el drama al jincarme los polvos de los pulmones, que yo diría que la operación fue un fracaso casi entero y en lugar de ir a los pulmones, hoy se quedaron en el boca.

Veremos cuánto dura esto. Por ahora tendré muchísimo cuidado masticando, hasta que supere el trauma. Lo que sí que tengo claro es que jamás compraré una silla reclinable blanca, me provocaría unas pesadillas horrendas y horrorosas.


4 respuestas a “La reconstrucción”

  1. Hago lo mismo cuando voy al dentista.
    Este invierno he tenido varias sesiones y cuando me tumbaban en el sillón inmediatamente me ponia a hacer la relajación y asi no me enteraba de lo que me estaban haciendo.
    Por cierto, yo hago relajaciones metafísicas.

  2. Cuando leí el título por un momento pensé que ibas a hablar de las paredes de la buhardilla con fotos de la regadera presidiendo el cotarro!

  3. Has hecho muy bien, hay que tratar de salvar la dentadura como sea, incluso aunque solo sea un cuarto de diente y la raíz, para el futuro, cuando seas un viejecito comequesos jubilata en tus islas preciosas y yo ya esté desde hace muchos años formando parte de los gases contaminados del planeta, puede que sirva para anclar un puente.
    Mucha suerte
    Salud