La visita a Sintra


El relato de este viaje comenzó en Llegando de nuevo a Lisboa

Si quieres aprovechar una escapada corta lo único que tienes que hacer es madrugar y sacarle el máximo jugo al día. Por eso el sábado me levantaba a las siete de la mañana y después de ducharme y vestirme me echaba a la calle para irme a desayunar a alguna de las pastelerías que hay en los alrededores de la estación de tren de Rossio. Los portugueses parecen tener una fijación tremenda por este tipo de negocio y por todos lados hay pastelerías. Tras el desayuno, compré mi billete combinado de autobús y tren para Sintra e hice unas cuantas fotos de la estación de tren (por dentro) antes de sentarme en mi tren, el 8.08 hacia Sintra. Esa estación está en el medio de la ciudad y desde allí salen unos túneles larguísimos (más de dos kilómetros y medio) con lo que el primer tramo es bajo tierra. El tren iba prácticamente vacío y salió en hora y me llevaba a Sintra en unos cuarenta y pico minutos. La ruta no es fotogénica ya que va cruzando la ciudad y sus arrabales. Al llegar a Sintra hice unas cuantas fotos alrededor de la estación y tomé el autobús 434. Sólo éramos cuatro chinos y yo, ya que los turistas habituales a esa hora prefieren desayunar en sus hoteles y perder la poca luz que hay en esta época. Mi primera parada era en el Palácio Nacional de Sintra, también conocido como Palácio da Vila. El palacio abría a las nueve y media y ya había algo de cola, sobre todo de visitas guiadas. Opté por un billete combinado para ver el Palácio Nacional de Sintra, el Palácio Nacional da Pena, el Castelo dos Mouros y el Palácio de Monserrate que me costó veintinueve leuros. Decidí dejar para otra ocasión el Convento dos Capuchos porque estaba fuera de la ruta de transporte público que iba a usar. La entrada al Palácio da Vila fue detrás de dos grupos organizados que bloqueaban el camino así que mi primera necesidad imperiosa era rebasarlos, ya que al contrario que ellos, yo había leído previa a mi llegada la información sobre el lugar que obtuve de varias guías turísticas y también tenía mi pequeño librito hecho a medida con la Wikipedia, la cual tiene una opción para exportar a ebook que adoro y uso con frecuencia, aunque no se lo digáis a nadie que los tontos tienen que seguir comprando libros para no hundir esa industria.

Aviso a los navegantes. En este viaje, de cuando en cuando me acordé e hice alguna foto con el iPhone. Como los cuatro que leen esto parece que carecen de imaginación, usaré esas fotos para acompañar la anotación.

El Palácio Nacional de Sintra es el palacio real mejor conservado de la época medieval en Portugal. Está en el corazón de Sintra y el edificio por fuera no parece gran cosa pero por dentro es fabuloso. Es también el palacio en el que durante más tiempo han vivido los reyes de Portugal. Por fuera lo más llamativo son las dos chimeneas de las cocinas. la visita se puede hacer bastante rápido, a menos que seas uno de esos que se pirran por un mueble viejo y te pases los minutos extasiados. Al salir de allí volví a tomar el autobús 434 y fui al Castelo dos Mouros. He leído que los pobres se pegan la quemada y suben pateando. La guagua iba medio llena con un grupo de españoles que tenían una visita con guía y que les decía que iban directos al Palácio Nacional da Pena porque el otro no es interesante. Una lástima que no escuché el nombre de la guía para ponerlo por aquí porque está clarísimo que no tiene ni puta idea de nada.

Para entrar al Castillo de Sintra o Castelo dos Mouros hay que recorrer unos cuatrocientos metros por en medio del bosque, por un caminito empedrado muy cuco. Del castillo no queda prácticamente nada pero las murallas son fantásticas. Desde allí hay unas vistas increíbles de Sintra, Lisboa y alrededores, aunque el día que estuve estaba nublado y las deslucía bastante.

Castelo dos Mouros

Castelo dos Mouros, originally uploaded by sulaco_rm.

El castillo lo levantaron en ese lugar los moros o eso que ahora se denomina terroristas musulmanes de mierda con las nuevas jergas políticamente correctas. Con los reyes prefiriendo vivir abajo en el pueblo el castillo entró en decadencia y para el siglo XVI (equis-uve-palito) ya estaba abandonado. En el siglo XIX (equis-palito-equis) lo comenzaron a restaurar y desde entonces es más bien una atracción turística. Me fascinó el poder trotar por las murallas con total libertad y eso que hay lugares un poco peligrosos. Había una chama medio tullida que imagino que se quedó atrapada en algún punto. Yo por si acaso y como mi tiempo era escaso, pasé a su lado a todo meter para evitar tener que ayudarla en caso de que lo pidiera. En la foto la chama debe estar en la zona alrededor de la bandera roja y se movía a un ritmo de cincuenta o sesenta centímetros por minuto. Este castillo es patrimonio Cultural de la Humanidad. Desde las murallas del castillo hay unas bonitas vistas del Palácio Nacional da Pena, el cual era mi siguiente destino.

El Palácio Nacional da Pena es la atracción favorita de Sintra y la que no hay que perderse. El palacio tiene unos jardines gigantescos tan interesantes como el edificio. Para llegar volví a usar la línea 434, aunque vi a pobres caminando entre el castillo y el palacio. Al entrar puedes pagar dos leuros más y te suben en un vehículo los cuatrocientos metros que separan la puerta del palacio y muchísima gente lo hacía. Como yo quería hacer fotos, opté por caminar. Este palacio fue la residencia de los reyes en el siglo 19 y es un buen ejemplo del estilo romántico de esa época en Portugal. Lo mandó a construir el chamo que empalaba a la reina sobre las ruinas de un monasterio que había allí. Con una buena mano de pintura el palacio ganaría un montón pero con el aspecto un poco ajado y los andamios, no sé, me pareció mucho menos impresionante que las fotos que vi antes de ir. Su interior es también mucho más austero que el otro palacio. El edificio estaba petado de turistas que pululaban por todos lados y hacían casi imposible el tomar fotos sin que te salgan diez panolis. Llama la atención el dormitorio de la Reina y los espacios adyacentes, incluyendo el de se secretario y sus damas. Esta gente vivían todos apelotonados y estoy convencido que cuando la reina se tiraba un peo, todos los demás aplaudían la gracia con fervor. En la parte delantera del edificio hay una especie de criatura mística en la fachada muy espectacular. Cuando acabé de ver todas las zonas me lancé de cabeza al parque. Atrás dejé al grupo de españoles que fumaban junto al palacio como si acabaran de anunciar el fin del mundo y quisieran apurar los últimos pitillos. Yo fui a ver el Alto de Santo António y un pequeño templo circular que hay allí, el Guerreiro , una escultura de un chamo en lo alto de unas piedras. Al parecer es D. Fernando II, el que encargó el palacio. Intenté subir a la Cruz Alta pero desistí porque con las nubes no iba a merecer la pena y en su lugar me fui al Alto de Santa Catarina desde donde hay unas vistas fabulosas del palacio y en donde hay un banco tallado en la roca que llaman el Trono da Rainha ya que a la chama le gustaba apalancarse allí a ver su keli. Seguí hacia la zona de los pequeños lagos (más bien charcas) y vi la Fonte dos Passarinhos y otros lagos muy curiosos en el lugar. En total me crucé con cinco o seis personas lo que demuestra el interés de los turistas, que van al palacio y de allí salen corriendo. Salí cerca del Castelo dos Mouros y volví a usar el autobús 434 para ir a Sintra. Allí me bajé y fui andando a la Quinta da Regaleira

Palácio da Regaleira

Palácio da Regaleira, originally uploaded by sulaco_rm.

El sitio también lo conocen como el Palácio do Monteiro dos Milhões o Palacio de Monteiro el de los millones que ya da una idea de lo que pensaban los vecinos del colega. Está a unos cinco minutos andando desde el centro de Sintra y a diez minutos si tu ritmo es el de las procesiones de semana Santa. El lugar tiene un pequeño edificio (palacio) de arquitectura muy curiosa y unos jardines que te noquean por lo fascinantes que son, con multitud de movidas de los masones, alquimistas y similares. Si el chamo que escribió el Código Da Vinci pasa por allí, se saca dos libros más por lo menos. Una de las cosas más espectaculares es el pozo iniciático y los túneles para llegar al mismo desde los jardines.

La visita a este lugar se convierte en una especie de aventura en la que la linterna de tu teléfono móvil se convierte en un utensilio muy útil. te lo pasas como un enano corriendo por el lugar, perdiéndote en el bosque, saltando de zona a zona por las grutas y túneles y siempre encontrándote con algo curioso. para mí lo menos impactante es el edificio y el contenido del mismo es particularmente aburrido. En la parte de arriba algunas de las estatuas parecían canguros. Cuando salí de allí tomé la linea 435 para ir al Palácio de Monserrate. Este último no me pareció gran cosa y de haberlo sabido, me lo salto. el edificio en sí mismo es hortera, con mezcla de estilos exóticos, de la India y otros lugares asiáticos que a mí me parecen una horterada. El edificio no tiene desmasiado en su interior y da la impresión de estar en pleno apogeo de su decadencia. Lo mejor son los jardines, muy bien cuidados y organizados de manera temática. En los jardines hay árboles enormes y viejísimos, una zona con helechos y una pradera de césped que al parecer fue la primera que se hizo en Portugal. Hay una cascada y unas falsas ruinas de una capilla con los árboles ocupándola. Supongo que si no vas al parque del Palácio Nacional da Pena o al de la Quinta da Regaleira te impacta pero si has estado en los otros dos el mismo día, te deja mas bien frío.

Regresé en el autobús (o microbús) 435 a la estación de Sintra y allí opté por regresar a Lisboa por Cascais. Mi billete de tren y autobús cubría la ruta y así allí podía tomar el tren hacia Belém y todos sabemos lo que hay en ese lugar. La guagua salió en hora e iba bien llena pero en lugar de los veintinueve minutos que prometían de viaje tardó casi cincuenta. Una vez en Cascais, me subí al tren y fui por la costa hasta Belém, en donde visité la fábrica de los Pastéis de Belém y me compré doce para llevar y dos para comer allí presto-súbito.

Pastéis de Belém

Pastéis de Belém, originally uploaded by sulaco_rm.

Después fui al centro de Lisboa en el tranvía 15E, el cual acaba el circuito en una plaza cerquita de mi pensión. Dejé las cosas en la misma, pasé por un par de supermercados a ver si podía comprar castañas pero no tuve éxito y rastreando los lugares para cenar terminé en la Leitaria Camponeza en donde me pegué una espetada mixta de carne que estaba del copón. Después paseé por el centro antes de regresar a la pensión ya que al día siguiente me iba bien temprano.

Así acabó el día en el que estuve en Sintra. Tengo que volver cuando no esté nublado para tener unas bonitas fotos con cielos azulados, algo que seguramente sucederá porque sigo teniendo a Lisboa como una de las mejores ciudades para visitar de Europa e incluso del Universo Universal y hasta del mundo y el planeta Tierra.

El relato acaba en Regresando desde Lisboa


6 respuestas a “La visita a Sintra”

  1. Pues mira que a mí Lisboa no me dice nada. Tal vez cuando pasen unos poquitos años, y el cuerpo ya no admita viajes largos, me pase por allí (evitando en lo posible las cuestas).

    ¿Has pensado que esos «pobres», de los que hablas, podrían haber decidido ir andando por puro placer?… Lo digo porque yo, en los viajes, siempre que me es posible, opto por las caminatas. Andar por las ciudades que visito, me gusta muchísimo más que ver los monumentos y atracciones turísticas. Claro que eso no quita que intente ver cuantas más cosas mejor; pero perderme en las calles, entrar en sus tiendas, comprobar cómo se desenvuelven a diario, y todo ese tipo de “tonterías”…me va mucho. Así que si nos hubiéramos cruzado en el camino, seguramente me habrías llamado “pobre”. Jajaja…

  2. Pues yo de Sintra de lo único que me acuerdo es de que todo era verde y con mucha vegetación, y muy húmedo, con musgo y enredaderas por doquier, lluvia todo el tiempo, y ya está, no me acuerdo de mas… 🙁
    Salud

  3. Y no comiste pasteles?
    Pues los hay de Belem y otros típicos de allí que también estan muy buenos.
    Y lo de ir andando, cuando te dejan en el primer sítio donde tú te quieras bajar, el mismo autobus te recoge cuando vuelve a pasar (sin cobrarte) para llevarte más arriba.
    Algunas veces los autobuses tardan una infinidad, por lo menos asi me pasó a mi y la gente se va andando porque se cansa de esperar.

  4. Montse, no debes haber leído justo el texto antes de la foto porque ahí lo dice claramente. De hecho, hoy desayuné 2 y tengo 10 más que me comeré a razón de 2 por semana durante las próximas 5 semanas.

    Sobre lo de que el autobús te recoge, eso solo sucede si te compras el billete de 5 o 10 leuros (1 o los 2 circuitos). Si compras 1 solo viaje, ni de coña te recoge. Cuando yo estuve pasaban cada 15 minutos en el circuito de los Palacios y cada media hora en el circuito de Monserrate.

    Huitten, con desniveles de cientos de metros y en plena montaña, la única razón para caminar es que quieras ahorrar dinero y es la que te ponen en todas las guías turísticas. Puedes perder tranquilamente una hora en subir desde Sintra al Palacio da Pena y en guagua llegas en 5 minutos. Como dice Genín, el lugar es húmedo que no veas y lleno de bosques. A menos que estés sobradísimo de tiempo y con una excelente forma física, a nadie con medio dedo de frente se le ocurre caminar eso. Ya caminas bastante en los jardines del Palacio y en el castillo de los Moros.

    Los pobres con algo de dignidad se compran un billete de ida hasta el Palacio da Pena (2 leuros) y desde allí van bajando al Castillo y posteriormente al pueblo. Aún así y por muy bonito y exótico que te lo quieran poner, es una quemada. Aún usando la guagua, ese día caminé alrededor de veinte kilómetros y regresé de Portugal con trescientos gramos menos de los que llevé en la ida en masa corporal…

  5. He leido que comiste pasteles en Lisboa, es más fuiste de nuevo a la famosa pastelería del barrio de Belem, pero yo me refiero a unos pasteles típicos de Sintra.

  6. No me parecieron gran cosa. Si a los Pastéis de Nata les doy un 8, a los dulces de Sintra no les doy más allá de un 3. Compré unos cuantos y hasta consideré deshacerme de algunos, aunque finalmente me los comí.