El queso parmesano es uno de mis favoritos y siempre hay un trozo de medio kilo o menos en mi nevera y seguramente uno o dos kilos más en mi congelador. Lo uso un montón, tanto para cocinar como para comer. La foto de hoy es de una recta que usa ese queso junto con el prosciutto italiano, el cual no es tan sabroso como el jamón serrano pero que aún así aporta un montón de sabor al plato. La foto es la segunda que añadí a la anotación Pechugas de pollo con parmesano y prosciutto en julio del año 2009 y hoy le damos la bienvenida al Club de las 500.
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Frauenkirche en Munich desde una de las calles laterales
La Frauenkirche o la Catedral de Nuestra Señora de Múnich es un pedazo de iglesia de que te cagas. Tiene dos torres que se pueden ver desde cualquier lugar de la ciudad gracias a una ley que prohíbe construir edificios de más de cien metros de alto. Aunque habíamos leído que se puede subir a una de las torres para ver la vista de la ciudad desde allí, cuando pasamos estaban haciendo algún tipo de obras y no era posible. La iglesia tiene ciento nueve metros de largo y cuarenta de ancho, o sea, más grande que un campo de fútbol y tiene una capacidad para veinte mil julays, de los que solo su Dios sabe cuántos son presuntos tocadores de niños. Las cúpulas de las torres que se pueden ver en la foto son de un estilo distinto al resto de la catedral y la razón es que se les acabó la pasta y tuvieron que improvisar y apañar algo. Sufrió un montón de daños en la Segunda Guerra Mundial y hubo que reconstruir gran parte. A la entrada está la pisada del diablo, con una leyenda extraña relacionada con la misma y las ventanas del templo. Creo que veremos alguna foto del interior y por supuesto, más adelante en esta serie veremos las torres desde otro mirador al que subí.
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Otra conjunción
La semana pasada era una de esas que se pueden catalogar como de extrema falta de tiempo porque se juntaba mi regreso de Estocolmo con la visita del Turco, las clases de Italiano y el cierre del trimestre y del año fiscal en mi empresa. Súmale a eso un cambio de hora que te roba despiadadamente una hora de tu vida y te la trastoca al completo y tenemos un cóctel explosivo. Desde hace más de mes y medio tenía en mi agenda reservado el martes por la tarde con un evento de nombre diner met vriendjes, ya que aproveché la visita del Turco para juntarlo con el Rubio e invitarlos a ambos a cenar en mi ciudad, en Utrecht, la misma que le dio a la iglesia de los presuntos tocadores de niños un Papa tan especial que lo apodaron el bárbaro por no ser italiano y que además fue el último en conseguir el puesto sin ser del país de la bota hasta que llegó el polaco, o sea, que entre ambos transcurrieron más de cuatrocientos cincuenta años.
En realidad esto nos la suda ya que sabemos quien es el Elegido o The Chosen One, como me dicen mis amigos en la intimidad. El martes por la tarde me cachondeaba con el Rubio de lo especial de esa cena, ya que en una misma mesa teníamos a un gandul sin oficio conocido, un vice-presidente de un banco y el director de uno de los mayores proyectos que se están ejecutando ahora mismo en los Países Bajos. Obviamente yo soy el primero. El Turco entró en mi casa mandándome a tomar por culo cuando le ofrecí poner en el suelo el mantel de las visitas para que no se ensucien sus sagrados pies y me obligó a esperar que se duchara antes de salir para el centro, en donde ya nos esperaba el Rubio.
Tuvimos un día de verano y en ese momento la temperatura era de casi veintidós grados, con lo que nos sentamos en el Oudaen junto al Oudegracht a tomarnos unas tapas y comenzar a beber cerveza antes de cenar. Como siempre la conversación es muy fluida entre los tres y el deporte favorito de mis dos amigos es picarme y meterse conmigo, algo que yo acepto con resignación e igualmente me lo paso bien, además que conozco perfectamente como devolverlas.
En un momento determinado un barco pasó junto a nosotros y aproveché para hacerle un pequeño vídeo, sobre todo porque muestra la diferencia entre los canales de Amsterdam y los de Utrecht. En la primera, nunca estás al nivel del agua, siempre estás bastante por encima y en la ciudad de Utrecht puedes bajar al nivel del agua y sentarte en una terraza a disfrutar con la comida y bebida:
A la hora de la cena, entramos en el castillo ya que los tres sabemos que la temperatura desciende en picado y el turco optó por los filetes de dorada místicos:
Tenía buena pinta y el hombre nos dijo que estaba muy sabroso. Nosotros somos más conservadores y puesto que el mes de abril tiene erre, elegimos el tradicional encochinamiento de mejillones a la Holandesa acompañado de papas fritas con tres salsas:
Yo creo que ya estaba bastante deteriorado porque cada foto la hice con un formato distinto, pero bueno, lo que cuenta es la intención. Seguimos tomando Ouwe Daen, cerveza que sin duda adoramos los tres y en lugar de ir al tradicional Café Olivier optamos por seguir la sesión en el Café Le Journal, el cual esta en el corazón de la ciudad, en de Neude, una plaza llena de terrazas y frente a la oficina de correos. La elección estaba clara, con un buen día el lugar esta petado, disfrutamos de la agradable vista de hembras en edad universitaria, justo antes de que se echen a perder y además podíamos beber Palm, la favorita del Turco. Aproveché para hacerme una foto con mis amigos o un montón de ellas y no sé qué pasó con el carrete pero al ir a revelarlo estaba muy tocado, pero igualmente queda para la posteridad:
Cerca de la media noche el Rubio regresó a su casa y el Turco se vino conmigo a la mía para ocupar la habitación de invitados, en la cual ha dormido el CEO de una gran empresa española en Qatar, el vicepresidente de un banco en Turquía y el gerente de un proyecto monstruosamente grande en los Países Bajos. Cualquiera diría que lo hago a propósito y elijo a mis amistades adrede sabiendo con quince años de antelación que ostentarán un gran poder.
A la mañana siguiente me levanté como un campeón a las seis y veinte y antes de las siete de la mañana ya estaba currando desde mi casa, ya que a media mañana me tomaba el resto del día libre para pasarlo con el Turco.
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El altar de la iglesia de San Miguel en Munich
El altar de la iglesia de San Miguel es apabullante. La iglesia se construyó en la época del contra-reformismo y los católicos querían mostrar todo su poder y esplendor y la superioridad de su Dios sobre el de los otros, aunque claro, resulta que es el mismo. El altár, la cúpula, la gigantesca bóveda, las enormes estatuas a los lados, todo da una sensación de grandeza. La iglesia tiene además unos enormes ventanales que permiten que entre la luz exterior, algo que se agradece frente a esas otras iglesias en penumbra. En esta iglesia también se encuentran las tumbas de varios duques y reyes de Baviera e incluso una de las hijas de Isabel II (palito-palito).