Mi visita a los Museos Vaticanos iba combinada con una a la Basílica de San Pedro y cuando terminó me quedé en la misma admirándola con calma y haciendo fotos. En algún momento de esa visita comenzaron a cerrar y para ello van bloqueando zonas. Tengo un montón de fotos del Baldacchino de Gian Lorenzo Bernini, esa obra maestra que tardó once años en finalizar y que le da al Barroco uno de sus múltiples iconos. Aunque Miguel Ángel me fascina, personalmente creo que Bernini lo superaba y esta obra hecha en bronce es un buen ejemplo. Las columnas crean un efecto genial y toda la obra está llena de pequeños detalles. Las columnas tienen veinte metros de alto con lo que os podéis hacer una idea de lo bestial que es esta basílica y lo increíble de sus medidas, con 220 metros de largo, 138 metros de alto y una cúpula de 42 metros de diámetro a la que hay que subir una vez en la vida y mirar la ciudad sí o sí.
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La última lección
Después de cinco meses y pico yendo a patinar, llegamos a la última clase. Tras el desastre de la semana anterior, la temperatura volvió a descender a niveles invernales y al menos ese día teníamos un hielo en perfectas condiciones. Salí de mi casa con un montón de tiempo y pedaleé relajado en mi recién reparada Mili o Vanili. Dos días antes tenía entrada para ir al cine y cuando iba hacia el mismo el sillín se mueve ligeramente. Lo primero que pienso es que se ha aflojado algún tornillo de los que lo sujetan y no le doy más importancia. Cien metros más adelante se vuelve a mover y se queda en una posición incómoda, fuertemente inclinado hacia adelante. Mientras pedaleo agarro el sillín por detrás para enderezarlo y en ese momento se escoña y me quedo sujetando el sillín, que parece haberse soltado. Mi reacción instantánea fue la de elevarme y quedarme de pie sobre los pedales para evitar un instante místico de esos que tienen las monjas que conducen sin sillín y que entran en éxtasis mientras pedalean. Paro la bicicleta, miro el sillín y compruebo que la pieza metálica a la que va sujetado se ha partido limpiamente, en eso que podemos considerar como un drama del copón. Miro el reloj y veo que tengo tiempo suficiente así que decido regresar a casa, dejar la Mili o Vanili e ir al cine con la Cholina, esa bicicleta a contrapedales que te deja exhausto por todo el ejercicio que hay que hacer con ella. Al día siguiente me puse a arreglarla en el jardín a la hora en la que sé que pasa mi vecino y cuando me vio me dijo que me olvidara del asunto y que él se encargaba y por eso el jueves, la Mili o Vanili estaba preparadísima. Regresando al patinaje, fui hasta la Vechtsebanen por última vez y llegué con tiempo de sobra. Metí mis cosas en una taquilla y me puse a observar a la gente que patinaba en la hora anterior.
Nuestra última clase comenzó con la profesora contándonos que la chica que se cayó al hielo la semana anterior (algo que sucedió prácticamente al mismo tiempo que yo me caí solo que estábamos en lados opuestos del anillo) se partió la pata y para ella acabó la temporada. La profe también nos dijo que ese día fue uno de los más fatídicos en cuanto a accidentes de la temporada. Los primeros ejercicios fueron de calentamiento y después de balance, agachándonos como siempre aunque la verdad que todos pasábamos un poco. Después de tantos meses ya se nos comienza a hacer pesado el ir a patinar y en el último día todos estábamos de vuelta y media. Intentó convencernos para que hiciéramos los famosos cruzamientos de piernas pero básicamente todos la ninguneamos y pasamos de ella. El Rubio se me acercaba e intentaba convencerme para que lo intentara ya que quería verme caer y reírse de mí pero no le di el gusto. Lo que sí que practiqué fue la velocidad, algo mucho más importante. En el tramo final de las prácticas estuvimos haciendo el trenecito, es decir, con uno delante y todos los demás siguiéndolo y haciendo lo mismo pero somos terribles y no hay manera de sincronizarnos. La tanqueta tiene su propio ritmo y da igual lo que hagan los otros, ella va a lo suyo (que no es otra cosa que producir surcos en el hielo con esas toneladas de peso).
Como fin de curso, os dejo un vídeo con más de lo mismo y en el que en un momento dado sale por la izquierda mi profesora, una rubia que seguro que reconoceréis por las cintas que tiene colgando de su hombro.
Cuando llegamos al final de la lección le dimos las gracias por haber sido una profesora tan chachi y cuando me junté con el Rubio decidimos que en lugar de patinar un rato más, nos íbamos al bar del complejo a tomarnos unas cervezas junto con unos Bitterballen, tapilla típica holandesa que debería haber retratado con una foto pero que se me pasó. Estuvimos cerca de una hora en el bar. Discutimos los asuntos fundamentales de la vida y nos prometimos organizar algún tipo de evento para los jueves ya que estamos muy acostumbrados a eso de pasar las tardes juntos pero separados haciendo deporte. Desde allí regresé a mi casa en la Mili o Vanili, pedaleando alegremente por las calles de la milenaria ciudad de Utrecht y vine llegando a mi casa sobre las once y media de la noche. Lo bueno que tiene el patinar y hacer bicicleta es que llegas a casa baldado y esas noches duermes como un bellaco, de un tirón. Al día siguiente unté las cuchillas de los patines con un poco de vaselina y los deposité en el cuarto que hay bajo las escaleras, lugar en el que estarán hasta octubre del año que viene.
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La semana pasada en Distorsiones
Esta semana me puse las pilas y conseguí lo imposible. He narrado todo el viaje a Venecia y así cierro ese capítulo (a falta de las fotos). El relato comenzó anteriormente en la anotación Llegando a Venecia y esta semana tuvimos La plaza de San Marcos y alrededores, al día siguiente tuvimos El itinerario secreto del Palacio Ducal y otros lugares de Venecia y acabamos leyendo mis andanzas por Torcello, Burano, Murano y algo más de Venecia. Si consigo controlarme, ahora le toca al viaje de Roma de diciembre, algo que tengo en mente y espero poder hacer esta semana.
En una semana tan viajera me quedó poco espacio para otras cosas pero aproveché que tengo un nuevo compañero en el despacho para comentar algo de Perdidos en la traducción, que es como están muchos de los que emigran sin hablar idiomas.
Comenzamos el paseo por Roma de Camino a la Capilla Sixtina en los museos Vaticanos, temilla que venía como anillo al dedo dado que la multinacional sectaria a la que nos han obligado a pertenecer elegía un nuevo jefe entre un selecto grupo de presuntos. Seguimos mirando los Techos en los Museos Vaticanos y una Galería en los Museos Vaticanos y terminamos el paseo semanal parándonos frente a la Pietà vaticana di Michelangelo. Por ahora no tenemos nuevos candidatos para cierto club así que los fines de semana nos tomamos un respiro de tanta foto repetida.
Acompañando a la serie de Roma tenemos a la Lupa Capitolina que al parecer era una pervertida y en vez de amamantar a sus hijos, le daba la teta a dos hermanos que pasaban por allí.
Tuve otra semanita intensa en lo referente al Cine y acabé viendo seis películas, aunque solo comenté tres. Comenzamos con la fantástica Oz, un mundo de fantasía ? Oz the Great and Powerful, seguimos con la mierda de Hansel y Gretel: Cazadores de brujas ? Hansel & Gretel: Witch Hunters y acabamos con la película de acción Una bala en la cabeza ? Bullet To The Head. Este año parece que estoy desatado con el Cine y que he incrementado mi legendario ritmo hasta niveles épicos. Hasta ahora he visto cuarenta y tres películas y aunque esta semana espero que el ritmo se reduzca, la próxima lo volveré a subir. Mi despensa con películas de las que hablaré ha subido hasta las diez pelis, algo totalmente inusual.
En Comida en fotos siguen apareciendo fotos de la comida que adquiero cuando salgo por ahí o de la que hago en mi casa y creo que ya hay más de doscientas y pico. Por lo demás, el resumen fotográfico de la comida tiene un montón de nuevas fotos:
Y así transcurrió la semana …
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Una bala en la cabeza – Bullet To The Head
A mí, igual que me da el ramalazo de las comedias románticas, me da el de las películas de acción y procuro no perderme ninguna. Ya sé que son simples, que todo sigue un guión muy bien definido y que los buenos parecen hechos de titanio ya que aguantan palos y balas a destajo pero que quieres que te diga, a mí me divierten. La década pasada hubo una debacle y todos los grandes del cine de acción desaparecieron de las pantallas. Nadie los sustituyó y así nos quedamos huérfanos. Parece que todos están volviendo y tenemos un nuevo revival del cine de acción como en los ochenta y en los noventa, con películas que tienen unos posters casposos que no veas y que no engañan con el producto que tratan de vender. Una de estas historias es Bullet to the Head, película que se estrenará en España la semana que viene con el título de Una bala en la cabeza.
Un julay se junta con Rambo para finiquitar a algún malo malísimo del copón y juntos se lo pasan pipa
Por circunstancias de la vida que no vienen al caso, el compañero de crímenes de Stallone muere y lo mismo sucede con el compañero de un poli-panoli. Por un retorcido giro del guión ambos acaban juntos investigando el caso para encontrar (y finiquitar) al culpable. Uno es un hombre que trabaja al servicio de la ley y el otro es un criminal y sin embargo, de una mezcla tan extraña, surge una amistad de esas entrañables. Por lo demás, hay candela de la buena para rato.
Con el cine de Stallone todos sabemos que o te gusta o mejor no entres. En este caso creo que han conseguido un producto de una calidad superior a la media y parte de la culpa la tiene que su relación con el cabezudo coreano funciona muy bien. Parecen una pareja de viejos, tirándose pullas continuamente y pisándose las líneas. Hay tantos momentos en los que te ríes con las boberías que dicen que llega un punto en el que puedes creer que estás en una comedia. También hay buenísimas escenas de acción y unas peleas en las que sufres los golpes, ya que la cámara se acerca tanto que parece un combate de boxeo. Stallone está que se sale y se le perdona todo y mira que su cara es como un anuncio de los daños que puede provocar un cirujano plástico. La actriz Sarah Shahi hace de su hija y tiene tamién unos cuantos momentazos en los que se luce. A la película solo le falta un malo-malísimo épico, algo de lo que adolece y que le hace perder puntos.
Si te gusta el cine de acción esta no puedes dejar de verla. Si eres un miembro del Clan de los Orcos, esta es obligatoria para renovar la subscripción y si tienes GafaPasta mejor te vas a tomar por culo ya que no es el tipo de cine que tu petulancia pueda tolerar. Dale una oportunidad a un viejo clásico que ha vuelto haciendo aquello que mejor sabía hacer.