Ahora que casi todos tenemos ordenadores portátiles en nuestros bolsillos y vamos a todos lados acompañados de una máquina muy poderosa y que puede hacer y de hecho hace mucho más que servir de herramienta para hablar por teléfono, el lugar más poderoso en el espacio que hay en la misma está en la pantalla principal. Ahí acaban las cosas que usamos continuamente y las que queremos tener bien cerca. En mi teléfono esa pantalla es la siguiente:
Las aplicaciones que hay en ese lugar son bastante estáticas y permanecen en la misma durante meses o años. Salvo por el juego favorito del momento, resulta raro que añada o cambie algo en esa primera pantalla que me recibe cuando quiero hacer algo con mi iPhone. Una de las aplicaciones que está a punto de caerse de la misma porque no la uso demasiado es el WhatsApp y la razón es que me comunico con gente que tiene iPhones y entre nosotros usamos siempre el iMessage. En esta lista tan exclusiva tenemos el programa para acceder a mi banco y mirar el saldo, transferir dinero, contactar con ellos y hacer mil cosas más, tenemos el programa gracias al que no me pierdo un tren, tenemos el que me permite reservar entradas en el cine (y casi siempre tengo tres o cuatro reservas pendientes ya que bloqueo mis asientos en el mismo con antelación), tenemos mi rinconcito en la nube, Dropbox, en donde guardo cosillas variadas y tenemos el Netvibes, que es la puerta al contenido sindicado y la herramienta que me permitió liberarme de la tiranía del GooglEvil Reader. Hasta ayer, en esa misma lista estaba Springpad, un programa que adoraba y con el que creaba y mantenía listas. Comencé a usar ese programa a principios del otoño del año 2010, después de desechar otros e inmediatamente me enamoré de su facilidad de uso y su versatilidad. Lo prefería una y mil veces al inútil y estúpido Evernote, el cual es una mierda pinchada en un palo una vez te vas a otro país y no tenías acceso a una red de datos. Springpad hacía todo lo que quería y mucho más y mi idilio avanzaba viento en popa hasta la semana pasada en la que se suicidaron lanzando una nueva versión SOCIAL que jodió la aplicación por completo, la volvió lenta, estúpida, reventando continuamente en el iPhone, tardando minutos en cargar en su página web y tan inútil que daba lástima, pero eso sí, social. Mi lealtad para con un programa se la han de ganar con un buen producto y cuando vi la ruta que seguían, tuve claro que nuestros caminos iban por senderos diferentes y llegó el momento de cambiar. Tras evaluar tres alternativas, opté por crearme una cuenta en Wunderlist e instalar la aplicación en mi iPhone y mi iPad.
Yo hago LISTAS. Continuamente. Para todo y de todo. Es una forma tan buena como cualquier otra para no perder el hilo de las diferentes aventuras en las que siempre ando metido. No comparto esas listas, salvo excepcionalmente con mi amigo el Rubio así que el contenido social me suda la polla porque no lo necesito. Lo que sí busco es que puedas acceder a las listas a través de un navegador Web, que puedas entrar en ellas por la aplicación del teléfono o del iPad y que independientemente de la ruta, la información sea la misma. También quiero algo que pueda funcionar sin conexión a la red y a ser posible, gratuito. En este momento, en abril del año 2012, Wunderlist me da todo eso y más. La aplicación es muy sencilla y en el pantallazo anterior están las listas que manejo en la actualidad, con una para la comida que usaré a la hora de hacer el resumen visual de la semana, con otra con las cosas que tengo que comprar en el supermercado o cualquier otra tienda, con una con las cosas que no debo olvidarme cuando viajo y con otra con la ruta que seguiré en mis vacaciones y los lugares en los que pernoctaré. Aprender a usar este programa fue una tarea de un par de segundos, es amigable, rapidísimo y permite un montón de cosas.
Por si alguno tiene curiosidad por saber lo que puedo poner en una de esas listas, os dejo espiar en las cosas que he comido hasta el día de hoy y que seguramente veréis como pequeñas imágenes en el resumen semanal del próximo lunes. Si hay alguna cosa que me apetece preparar pero que aún no he hecho le pongo una estrella y así distingo los platos reales de los que vendrán de algún futuro cercano. Estas pequeñas y absurdas listas tienen una duración de una semana y cada lunes creo dos nuevas y finiquito las de la semana anterior. Otras listas, como la de los viajes, son eternas y las vuelvo a utilizar continuamente y gracias a ellas, lo de olvidarme cosas esenciales en casa es algo del pasado. Dentro de unas semanas, cuando ande por lugares desconocidos haciendo turismo, en algún lugar tengo que apuntar los sitios a los que voy para poder más tarde contar el relato del viaje y ya os imaginaréis lo que haré.
En fin, a veces, querer ser social puede ser contraproducente y para los de Springpad ha supuesto que mi lealtad con ellos se acabe y que cambie al bando del Wunderlist. Unos pierden, otros ganan y el equilibrio siempre se mantiene.