La principal calle comercial de la ciudad es Strøget que comienza en la plaza del ayuntamiento y serpentea más de un kilómetro, lo que la convierte en una de las zonas peatonales comerciales más largas de Europa. Varias de las calles que la rodean también tienen restringido el tráfico de vehículos lo que la convierte en la avenida perfecta para moverte por la ciudad, eso sí, siempre abarrotada. Toda la calle está llena de tiendas, bares y restaurantes.
-
Lasaña boloñesa
Esta debe ser la receta que he mirado más veces en un libro sin hacerla. Siempre me proponía preparar una lasaña y al final, por una cosa o por otra, desistía. Aunque tengo una receta de Lasaña de carne muy sabrosa, quería probar una en la que se usa crema fresca (crème fraîche) en lugar de bechamel. En el libro de Lasaña de carne de Jamie Oliver está la receta de hoy y pertenece a la serie de Pass It On así que espero que alguno se anime y continúe la cadena. La preparación no es muy complicada y lo único es que hay que hacer primero la salsa boloñesa.
Los ingredientes: 50 gramos de beicon troceado, 2 cebollas medianas, 2 dientes de ajo, 2 zanahorias, 2 troncos de apio, 2 cucharadas bien llenas de oregano seco, 500 gramos de carne picada (mejor mezcla de cerdo y vaca), 2 botes de 400 gramos de tomates troceados, 250 gramos de hojas de lasaña, 500 ml de crema fresca, 100 gramos de queso parmesano, 1 tomate, aceite de oliva, sal, pimienta negra molida y un puñado de hojas de albahaca.
La implementación: Comenzamos preparando la Salsa boloñesa. Troceamos el beicon, pelamos y troceamos finamente las cebollas, los dientes de ajo, las zanahorias y las ramas de apio. Ponemos un caldero grande a fuego medio/alto, añadimos dos chorros de aceite de oliva y echamos el beicon troceado con el orégano y lo cocinamos hasta que el beicon se ponga doradito. Se añaden los vegetales y revolvemos cada treinta segundos durante unos siete minutos. Se añade la carne picada y los tomates troceados y se mezcla bien. Se llena una de las latas de tomate vacías con agua y se añade al caldero. Le ponemos un buen pizco de sal y pimienta molida y podemos picar los tallos de la albahaca y añadirlos al caldero, reservando las hojas. Se lleva hasta el punto de ebullición y después se baja el fuego y se deja cocinando tapado durante una hora, revolviéndolo de cuando en cuando.
Después de esa hora, encendemos el horno a 190 grados. Sacamos la salsa boloñesa del fuego y echamos dentro 25 gramos de queso parmesano, mezclándolo bien. Se añaden las hojas grandes de albahaca y dejamos las más pequeñas para adornar. Probadlo y ajustar el punto de sal y pimienta si es necesario.
Ahora preparamos una bandeja para hacer la lasaña. Se pone en el fondo una capa de salsa boloñesa. Después ponemos encima hojas de lasaña y las cubrimos con crema fresca, espolvoreamos con abundante queso rallado y encima ponemos una capa de salsa boloñesa. Repetimos añadiendo dos o tres niveles con una base de hojas de lasaña primero, después la crema fresca, queso rallado y salsa boloñesa. Se cubre todo con una última capa de hojas de lasaña y sobre ella ponemos crema fresca y queso rallado. Cortamos el tomate y ponemos rodajas por encima y también las hojas pequeñas de albahaca. Se cubre con papel de aluminio y se mete al horno durante veinte minutos. Después, se quita el aluminio y se baja la temperatura del horno a 180 grados y continuamos cocinando durante treinta y cinco minutos.
Si os sobra algo, congelar en tupperware y ya tenéis la cena de otro día. Está deliciosa. De hecho, creo que voy a hacer a partir de ahora esta receta más que la otra.
Si quieres ver otras recetas que he cocinado puedes ir al índice de Mi pequeño libro de recetas de cocina y allí tienes la lista completa
-
Amalienborg con la Iglesia de Mármol al fondo
Desde el agua, el palacio de Amalienborg ofrece una imagen muy bonita con la iglesia de Mármol al fondo. Cuando pasamos por allí en un barco de estos que te llevan por la bahía una pareja hacía las fotos de su boda e incidentalmente han terminado en mis fotos. Si visitas Copenhague, el paseo en barco por los canales de la ciudad y la bahía es algo que no deberías perderte, merece la pena y como siempre, desde el agua se tiene una perspectiva nueva y que se sale de lo habitual.
-
Un día tan vulgar como otro cualquiera
Esta mañana trabajaba remotamente desde mi casa y cuando comprobaba mi correo me encontraba con un mensaje extraño de uno de los vicepresidentes de mi empresa. Delegaba en mí para que realizara la reunión de su departamento, algo rarísimo ya que yo no pertenezco al mismo y jamás he estado en una de esas reuniones. El hombre ponía una excusa fácil de verificar y metía tierra de por medio. Se me ocurrió que podía ser una ocasión genial para que los miembros de ese departamento, mayormente jefillos, escucharan a otros que no están en el Olimpo y enseñarles la forma en la que sus ideas alocadas se transforman en productos reales.
Después de un par de correos tenía dos presentaciones muy interesantes para amenizar la reunión y me despreocupé totalmente del asunto. Durante la jornada estuve solucionando problemas en Oriente Medio, ayudando a abrir nuevos mercados en Nueva Zelanda, asegurando contratos en Argelia y verificando que el lanzamiento de la última versión de la herramienta que usamos para configurar pedidos no se retrase y llegue a las manos de sus usuarios a tiempo. En algún momento del día alguien me paró y cuando le expliqué lo que estaba haciendo me miró como si fuera un caso perdido. Eso que no puede entender se llama flexibilidad y es lo que distingue a los mediocres del resto. A mí no se me arrugan las manos si mañana tengo que meterme en un laboratorio a soldar cables o pasado mañana estamos encerrados en una sala lanzando ideas contra la pizarra para montar una campaña. Quizás por esa falta de prejuicios a la hora de hacer el trabajo, acabo aterrizando de pie en todos lados.
Por la tarde tuvimos una reunión inesperada para anunciar la cancelación de un proyecto e inmediatamente después tenía la del vicepresidente. La gente que acudió a la primera no se lo podían creer, les cuesta comprender que todo el esfuerzo que han puesto para conseguir que un nuevo producto vea la luz se pueda desvanecer de un plumazo. Tratar de explicarles que el problema nació en el momento en el que alguien decidió comenzar ese proyecto sabiendo que era inviable es inútil. Ellos solo miran a su pequeña parcela de trabajo y parecen incapaces de levantar la cabeza y observar a su alrededor.
Ya en la reunión que me asignaron, el sorpresón de todo el mundo fue mayúsculo. Ninguno sabía que su jefe me había regalado esa hora para hacer con ellos lo que quiero. En la primera mitad les mostramos las herramientas que ponemos a su disposición y que ellos no usan por pura ignorancia y porque te digan lo que te digan, nadie lee los correos que se envían a grupos masivos. Escuchamos ¡Oh! tras ¡Oh! cuando por fin comprendían que estamos escuchándolos todo el tiempo y tratamos de ayudarlos. Antes de comenzar todos estaban con caras de querer marcharse y pasar del tema y después de un poco participaban en una tormenta de ideas muy interesante sobre lo que les mostrábamos. Nosotros estamos tres pasos por delante y cuando alguno sugería algo, eso mismo se lo enseñábamos en la siguiente demostración y así los fuimos acallando uno a uno. La segunda presentación les explicó las complejas e incomprensibles normas para transportar productos con pilas de Litio en aviones y camiones. Algo tan simple como una pila tiene tantas normas y reglas a su alrededor que casi resulta un milagro si mandas desde un punto del orbe a otro una caja con un puñado de cachivaches. De lo que se trataba es que sepan lo que han de preguntar a sus proveedores y la información que tienen que facilitar dentro de la empresa para que cada uno pueda hacer su trabajo y parece que lo conseguimos. De los sesenta minutos que teníamos usamos setenta y cinco y unos cuantos nos dijeron que deberíamos acudir más a menudo a esa reunión, que por una vez no había sido la monótona discusión en la que acaban siempre y sentían que habían aprovechado bastante bien el tiempo empleado.
Volví a mi oficina y salté a Canadá, después a los Estados Unidos, desde allí a Japón y cuando estaba dando por terminada la jornada nuestro amado vicepresidente del imperio del sol amarillo me dijo que fuera por su despacho. Ya sabéis que he estado tensando la cuerda y he alterado los ciclos vitales de algunos de los que manejan los hilos en mi empresa. La reunión fue corta e intensa, básicamente para dorarme la píldora y pedirme que siga haciendo lo que hago, aunque no se sabe muy bien que es, solo que no implica sentarme detrás de un ordenador a dejar pasar las horas tecleando cosas que no aportan nada. Mi arte es más delicado, más sutil. Voy hilando fino y haciendo que las distintas piezas del engranaje se acoplen unas con otras y funcionen bien. Por supuesto que habrá incremento de sueldo y a uno que se ha cruzado en mi camino y ha tratado de ponerme la pierna encima para que no levante cabeza le caerá una pierna más pesada y lo aplastará si no claudica en sus intenciones. Pese a todo esto, creo que poco a poco iré arrancando máquinas y buscaré un nuevo lugar en el que continuar evolucionando.
Y si arriba en las nubes parece que cuentan conmigo (algo que aún no termino de comprender), abajo por donde se mueven los mortales he conseguido ensamblar un pequeño ejército flexible y disciplinado y ahora me cortejan un par de sindicatos para que me enrole y me presente a las elecciones para el comité de empresa ya que son conscientes que no solo saldría elegido sino que sería el candidato más votado. Ya les he dicho que me moriría de sueño en esas aburridas e interminables reuniones que hacen para discutir el estado del universo y en las que nunca llegan a ninguna conclusión y seamos honestos, yo nunca he creído en las negociaciones, soy más partidario de la acción directa y con resultados tangibles. Sigo teniendo meridianamente claro que soy el amo de mi destino ??