Hoy estaba hablando por teléfono con un amigo y como suele suceder a menudo, la conversación tomó un giro surrealista. Yo siempre pensé que con todo el mundo pasa igual pero con los años he terminado por convencerme que mis conversaciones son un pelín más extremas que las del resto. Estaba en la máquina de café y discutíamos sobre fútbol y el milagro que necesitamos para no caernos de la primera fase de la Champions League. Mañana iremos a ver el segundo partido y si no ganamos será el punto y final e incluso haciéndolo aún tenemos unos cuantos caramelos amargos por delante. Yo le decía a mi amigo que lo que tiene que hacer es decirle a su mujer, que es muy de rezar, que ya que va los domingos a un servicio religioso, que le pida a su Dios que haga algo en nuestro favor y él me decía que no, que se lo tenía que pedir yo porque soy católico de nacimiento y supuestamente mi Dios es mucho más poderoso que los de los protestantes y reformistas varios.
Lo de católico por nacimiento yo lo discuto y más bien soy católico por imposición, porque en mi país no había libertad para elegir no seguir ese camino y así forzaron a toda mi generación a abrazar una ideología sectaria que no compartimos. Además, le expliqué, ese Dios al que niego y lidera esa organización de la que no puedo zafarme porque los comemierda que la controlan no te lo permiten y lo único que hacen es poner una marca en sus libros pero te dejan apuntado, ese mismo Dios hizo que me echaran al menos en cuatro ocasiones (y creo que fueron seis en total) de sus templos cuando yo aún no había cumplido los nueve años, lo cual me convierte en una persona con un currículo de expulsiones de iglesias increíble. A mí desde siempre me dieron asco los cuervos negros que habitan en el interior de esos edificios tan hermosos y al menos en una ocasión (y creo que hubo dos más) nos echaron por llegar tarde al servicio que hacían los sábados. Sucedió en un poblacho de Gran Canaria al que acudíamos los fines de semana y casi siempre fue porque estaba lloviendo y nuestra casa estaba a las afueras del pueblo y bajar hasta el centro requería presteza ya que la carretera se convertía en un río. Al curilla de mierda eso se la sudaba y prefería la humillación pública y la expulsión, lo cual ya me daba una idea muy clara de lo asqueroso y repugnante que es un Dios que prefiere que te mates bajando una cuesta por la que desciende un río de agua para que llegues a tiempo al espectáculo de un soplapollas integral.
Las otras tres expulsiones fueron en el colegio de Tauro, el cual se convertía en iglesia los domingos. Yo me entrenaba para la Primera Comunión, que también podríamos llamar la ?ltima Comunión ya que no pasé de esa. El cura de mi barrio me obligaba a ir a misa los domingos y como el colegio estaba al lado de la playa, yo iba con mis amigos con el bañador y la toballa. Al parecer, en el libro ese de falacias y mentiras hay reglas muy estrictas sobre las ropas que hay que llevar a los templos los domingos porque nos botaron por ir con pantalón corto, zapatillas de playa, camiseta y toballa. Yo le estaba contando a mi amigo mis teorías más recientes y que van por otros caminos cuando mi jefa llegó a la máquina de café y husmeó un trozo de conversación y salió por patas aterrorizada. La cosa fue más o menos así:
– Que te juro que seguro que me echaron de la iglesia porque el Cuervo era de los de la rama de los tocamientos, esos que ven un niño y empiecen a cantar la canción de Dejar que los niños se acerquen a mí ?? ? le dije. Como mi jefa no podía escuchar las respuestas que mi colega me daba, las omitiremos.
– Vamos, estamos allí, cuatro chiquillos de siete años, cuatro angelitos divinos y enseñando carne y al cabrón ese seguro que se le ponía como un garrote de dura y nos largaba porque no podía mirar al frente y tampoco podía levantarse ?? ? mi jefa pone cara de pánico total, coge su café de la máquina y sale mirando al suelo y a toda prisa en dirección al despacho.
– Que sí tío, que al Cuervo le ponían los niños y por eso nos echaba, porque el lo que quería era que fuéramos allí cuando estaba solo para poder tocarnos a gusto y con testigos no le hacía tanta gracia, que aún está por demostrar que existe al menos una persona decente en esa secta de hipócritas ??
– No, dile a tu mujer que le pida ella al Dios de los protestantes, que el de los Católicos, como no le mandemos una clase llena de chiquillos no hace nada, que ese es muy de sacrificios y carne joven ??
– Ya hablamos mañana entonces, no te olvides la bufanda y los guantes que en el estadio va a hacer un frío de cagarse ??
– Doei
Y salí de vuelta para el despacho. Cuando entro, cierro la puerta y mi jefa me pregunta:
– ¿A tí te tocaba el cura en España, esa España tuya, esa España vuestra ay ay ay? ? Me dijo con cara de caerse muera allí mismo por la impresión.
– Pues no, si el cabrón tuvo ganas nunca lo logró pero vamos, si me llega a poner una mano encima le saco los ojos y los piso para que no se los vuelvan a enchufar. Le estaba contando a un amigo que a mí ya me echaban de iglesias con siete y ocho años, que me niegan la excomunión y me niegan el borrar mi nombre de todos sus libros pero no se cortaban a la hora de largarme por llegar tarde o por ir con cierta ropa a la iglesia, aunque por más que he mirado en el libro gordo de las mentiras nunca encontré el código de conducta para sus eventos y ninguno de los jacosos que escribían allí parece que lo mencionaron ?? ? le expliqué.
– Lo tuyo es como para no mear gota ? dijo.
– PoZí ? le respondí y zanjamos página.
Todo esto sucedía mientras en la oficina, en otra vuelta de tuerca surrealista, estábamos todos con abrigos de invierno porque la calefacción del ancestral edificio en el que trabajamos hoy decidió estropearse y la temperatura en el exterior esta mañana era de un grado sobre cero y en el interior del edificio de unos dieciséis grados. Tenía que haber hecho fotos de la gente trabajando con guantes, con abrigos, con gorros y orejeras mientras esperábamos que el agua que calienta los radiadores corriera por las tuberías, algo que no sucedió hasta las tres de la tarde.
Después me llamó mi amigo el Rubio y tuvimos otra conversación de esas que no encajan en los límites de esta ni de otras realidades pero esa la dejamos para otro día ?? Lo sé ?? debería abrirme una cuenta en el CaraCuloLibro y hacer como los quinientos millones de come-mierdas que ya la tienen y ser más ordinario y vulgar ?? pero va a ser que No.