Todo lo bueno se acaba tarde o temprano y parece que este verano ya está despidiéndose, al menos por los Países Bajos. La semana pasada me escapé a Gran Canaria y me dediqué a hacer eso que se me da tan bien, quemar horas bajo el sol y escuchar audiobooks. Mientras recargaba mis baterías recordé que aún me quedaba pendiente comentar algo sobre La estupidez del dospuntocerismo, algo que si tenéis suerte no os está afectando. De cuando en cuando abro una pequeña ventana para mirar dentro de mi casa y en esta ocasión fue Mi pequeño universo iluminado con Ledino.
Yo siempre he sido un bicho de comedia romántica, ciencia ficción, fantasía, drama y terror. Son los géneros que me atraen a la hora de ir al cine. Algo similar me sucede con los libros que leo, que suelen tender hacia el terror y la ciencia ficción hoy en día y en el pasado también hacia la fantasía, aunque terminé un poco hastiado de tanto mariconeo fino con elfos y similares y estoy dándome unos años de descanso para ver si ese género mejora. El género de thriller (suspense o misterio) no me llama particularmente la atención y aunque de cuando en cuando me leo alguna novela que cae en ese género, no son habituales. Por eso me he mantenido al margen de la saga de Millennium, aunque ya tengo los dos primeros audiobooks y pronto los escucharé, los voy aparcando por otros que me atraen más. Aún así, me picaba la curiosidad por ver ese universo que parece fascinar a tanta gente y he ido a ver la película que se corresponde con el primer libro, Män som hatar kvinnor, traducida al español con el título de Millennium 1: Los Hombres que no Amaban a las Mujeres.
Un julay filibustero se junta con una guarra chapera para buscar a una putilla rubia tipo Barbie
Hace 40 años desapareció de la mansión familiar una joven y nunca apareció. Su tío la ha seguido buscando durante todo este tiempo en el terreno porque cree que la asesinaron allí y en su último intento contrata a un periodista que está bien jodido después que lo condenen por difamación (o algo parecido). El periodista se irá a vivir al lugar durante unos meses e irá atando cabos de una forma muy acertada gracias a la ayuda de una especie de hacker pordiosera y cubierta de hierro que le ayuda haciendo cosas mágicas que en informática no se pueden hacer. Entre los dos abrirán la caja de la mierda y después de agitarla un poco, salpicará de mierda a unos cuantos y descubrirá que no todo es tan bonito como lo pintan.
Nunca he tenido grandes problemas con las adaptaciones cinematográficas. Soy consciente que son medios distintos y que lo que uno se imagina al leer jamás será lo mismo que lo que se imaginan otras personas. También comprendo que hay que meter un libro en dos horas de película y para eso, la tijera tiene que andar ligera y los personajes han de simplificarse bastante. Dicho esto, la película es muy entretenida, tiene un buen ritmo y se nota definitivamente la ausencia de una mano americana detrás haciendo que todo quede digerido como si fuéramos totorotas. Los personajes principales están bien definidos y aunque sorprende un poco que en la pacífica y desarrollada Suecia se den casos de corrupción y crimen como los que vemos en el libro, nos dejamos llevar fácilmente. Mi único problema fue con la hacker, que en línea de comando, con un mac y con cuatro polladas hace cosas que ni el mismísimo Dios de la informática podría hacer pero bueno, el mundillo de los hackers siempre ha estado rodeado de misticismo y mucha mierda en las películas que lo han rozado. Los protagonistas me eran totalmente desconocidos y me han gustado bastante, hacen que la historia salga adelante y que lleguemos al final pegados a nuestros asientos y esperando que la cosa se aclare.
Algunos de los giros inesperados se ven venir con algo de tiempo pero no es nada que nos amargue la fiesta, más bien nos hace sentir super-inteligentes por esa agilidad mental que tenemos y que nos ayuda a adelantarnos.
Una opción muy entretenida para una buena tarde de cine, solo o en compañía de otros.
El cine español vive en un universo paralelo totalmente alejado de la realidad en el que las películas no se llegan a hacer en base a la calidad del guion o a la solidez del proyecto sino en base a los enchufes que uno tenga a la hora de apilar administraciones y empresas públicas que apoquinan dinero a destajo para que un amigo de esas mismas empresas pueda realizar su sueño. En la multinacional en la que trabajo usamos el método de Prince 2 para realizar los proyectos en los que nos embarcamos y este método dice que sin plan de negocios no se comienza un proyecto porque está abocado al fracaso. En España obviamente no se piensa lo mismo y el fracaso debe ser el objetivo final ya que siempre lo consiguen. El día del estreno, fui al único cine de la ciudad de las Palmas de Gran Canaria en el que ponían la película Map of the Sounds of Tokyo, española y que se rodó en inglés y japonés por pretender tener una carrera internacional aunque gracias al doblaje en España se conocerá como Mapa de los sonidos de Tokio.
Un hijo-de-la-gran julay le come el coño a la más fea de las putas de humor amarillo y acaba con diarreas mentales porque el marisco estaba caducado
Aunque la cosa no está muy clara, una chama se suicida y su padre, que es un hombre rico y poderoso se rebota todo y ordena que maten al novio, un español que tiene una tienda de vinos en Tokio. Le encargan el trabajo a la tonta del bote que en lugar de hacerlo, se encoña con el tío y se dedica a guarradas sexuales con el hombre y a poner caras de retardada. Mientras, otro julay narra la historia y graba sonidos o algo parecido.
No sé ni como voy a hablar de esto así que iré trocito a trocito. En general y con visión de pájaro, la película es una mierda del copón. A la entrada al cine había un tipo jactándose con sus amigos de que la sala se llenaría porque es la Coixet. Estaba equivocado. No se llenó y se marchó gente por un tubo. Si lo de Coixet supuestamente es una marca de calidad, con esta película se la han cargado. Desde el punto de vista de la historia, podría haber funcionado si Isabel Coixet no la hubiera cagado tan a fondo con el guion. Las frases estúpidas se suceden sin descanso. A mi lado, dos chicas y un chico se revolvían maldiciendo cada vez que alguien abría la boca en la pantalla. Transcurridos diez minutos de proyección se escucha a alguien del público decir «Pero por Dios, en qué me has metido» y esa fue la mejor frase de la película. Gilipollez tras gilipollez, vamos perdiendo la fe en una película en la que los diálogos son un completo desastre. Nadie habla así en el mundo real, N-A-D-I-E. Durante más de cien minutos escucharemos frases estúpidas en un bombardeo constante y que joden lo que se supone que es un drama y lo convierten en una parodia mala de una película de Chiquito de la Calzada. A los diálogos pésimos se une la música, una selección patética que distrae y agota al espectador. La música no es mala, es malísima, inapropiada y hace que te rías cuando la combinas con las frases gilipollas que dicen los actores. Además parece estar mal montada y entra y sale en los momentos más inadecuados, siempre parece llegar diez segundos tarde o quince antes del momento adecuado y se alarga un minuto más de lo que debería. Respecto a la fotografía, parece que quisieron darle un aspecto de película mala y vieja y lo consiguieron, una ciudad como Tokio, que siempre vemos en cine como el reino de la luz y el color aquí parece más bien una barriada periférica de Madrid.
La protagonista es Rinko Kikuchi y joder, que mala que es, con esas caras de retardada que pone todo el tiempo y ese pelado de putorro de verbena veraniega visto bajo el efecto de muchísimo alcohol que le quita todo el glamour. Cada vez que abre la boca es para cagarla aunque la culpa es del guion y sus miraditas de supuesto amor dan lástima por lo falsas que parecen. A su lado tenemos a Sergi López haciendo de pollardón o de algo parecido, con unos diálogos también pésimos y una incapacidad absoluta para mostrar un solo sentimiento. Es como un cacho de carne obesa con ojos que va de escena en escena sin haberse enterado que aquello es una película. Es malo hasta en la escena del epílogo, que ya manda güevos. Del resto de japoneses mejor ni hablar, los pocos que tienen líneas hacen lo que la directora y guionista cree que hacen los japoneses sub-intelectuales salvo por el soplapollas que graba los sonidos. Ese sí que enervó a todo kiski en la sala. Por Dios, que alguien en el Consejo de Seguridad de la ONU presente una resolución para pegarle un tiro en la nuca a ese cabrón pero YA, que seguro que se aprueba por unanimidad.
Con un guión como para vomitar, una música mala, una fotografía absurda y unas interpretaciones patéticas, solo queda por comentar el montaje, esas escenas que se alargan dos minutos más de lo que deberían y esas otras que cortan cuando aún tienen candela para seguir un poco más.
En fin, para mí ha sido una gran decepción y no es algo que recomiende ni a mi mayor enemigo pero si eres masoquista y te mola lo de sufrir, con esta lo vas a pasar mal.
El cine Tuschinski es maravilloso no solo por tener un edificio impresionante con una fachada de Art Decó que te deja boquiabierto. Además, en sus salas podemos ver pequeñas películas que habitualmente pasan por el circuito de filmotecas y que te alegran el día con su calidad. Muchas de esas películas van directas a vídeo o televisión en otros mercados. Una de las últimas que he visto allí ha sido The Private Lives of Pippa Lee que ni tiene fecha de estreno para España ni su título en español.
Una julay menopaúsica vive su segunda edad de oro cuando le come el chichi el hijo de la vecina
La película comienza con una cena en la que los amigos dan la bienvenida a Pippa Lee y su marido a la ciudad, después de mudarse desde Nueva York a un lugar más tranquilo. La mujer tiene cincuenta años, su vida cambia completamente desde la frenética actividad de Nueva York a la tranquilidad de este lugar y no consigue acostumbrarse a este nuevo mundo, en el que por primera vez descubre oscuros secretos que la afectan directamente.
Muchos pueden pensar que es una película de mujeres ya que está abarrotada de personajes femeninos, escrita y dirigida por una mujer y tiene una temática más adulta y sofisticada de lo habitual para el cine americano. Lo cierto es que las dos interpretaciones que brillan son las de los hombres, tanto Alan Arkin como Keanu Reeves están soberbios y particularmente este último, del que más bien recordamos esos papeles en películas de ciencia ficción en los que no mueve un músculo de la cara durante dos horas y aquí crea un personaje tierno y al mismo tiempo en la línea del abismo como el hijo de los vecinos del que se encoña la Pippa Lee. Robin Wright Penn también se trabaja muy bien su papel de Pippa Lee, una mujer dulce y servicial que tendrá que aprender a recibir palos y a darlos si quiere sobrevivir.
El guión a veces parece demasiado lineal pero lo compensa el trabajo de los actores y actrices y esa atmósfera de debacle que rodea toda la película, ya que aunque de cuando en cuando nos echemos alguna risa, es definitivamente un drama y os dará que pensar en algo que todos sabemos pero que muchos prefieren ignorar: el amor se acaba y lo que viene después, llamadlo cariño o amistad pero no sigáis engañándoos a vosotros mismos con ese palabrón tan grande y pesado.
Absolutamente recomendada para aquelllos a los que les gusta el buen cine.
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