De mi viaje siendo un tierno y adorable adolescente a la ciudad de Roma había quedado grabado a fuego el recuerdo de las Catacumbas de San Calixto. Fue una de las cosas que más me impactó, bajar a ese lugar y caminar por oscuros pasillos llenos de agujeros cavados en los lados en los que ponían a los primeros cristianos cuando morían para que esperaran allí la Resurrección y la vida eterna que vendría con ella, en ese hipotético y aburrido cielo donde solo hay gente buena y beatas bigotonas, porque las guapas son siempre viciosas y malas y acabarán con la gente como yo en el infierno. Llegar hasta las catacumbas fue una pequeña aventura que requiere de metro y autobús pero mereció la pena por circular por la Via Appia Antica y llegar al lugar justo antes del cierre para descansar por la comida. Me molestó bastante que no permitan hacer fotos dentro de las catacumbas, sobre todo cuando han retirado todos los cuerpos de la zona que recorres. En mi primera ocasión allí habían calaveras en algunos nichos y aunque estaban fuera de nuestro alcance, creaban una sensación terroríficamente mágica. Ahora no pasa de ser un paseo en una cueva artificial acompañado por un cura que trata de evangelizarnos y con la frustración de no poder hacer fotos y además no poder vivir la experiencia plenamente. Las catacumbas de San Calixto se remontan al siglo II y hay cerca de veinte kilómetros en varios niveles, de los que la mayor parte aún está sin explorar. El momento cumbre de la visita es cuando ves la tumba de Santa Cecilia, la patrona de la música, solo que ni ella está enterrada allí en la actualidad, ni la obra que la recuerda es la original porque ambas fueron llevadas a otras iglesias. En fin, es el precio de la fama.
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Papas arrugadas
Siempre que voy a Gran Canaria me inflo a comer papas arrugadas porque son uno de esos platos que en ningún otro lugar saben igual. Son muy sencillas de preparar pero el problema está en conseguir el tipo adecuado de papas. En Holanda las más parecidas son las krieltjes, pero no terminan de conseguir el punto y no se arrugan como las que se venden en las Canarias. Aún así, las cocino de cuando en cuando como aperitivo o para acompañar algún plato de carne ya que resultan muy sencillas de preparar. No voy a entrar en la preparación del mojo picón porque yo lo suelo traer de las Canarias y gracias a mis frecuentes visitas, repongo siempre que se me acaba.
Los ingredientes: papas pequeñas, mucha sal gorda, agua.
La implementacion: Se lavan bien las papas y se limpian para que no tengan tierra pegada. Se ponen en un caldero y se echa un buen puñado de sal gorda. Lo ideal sería usar agua de mar para cocinarlas pero si esto no es posible, no seáis rácanos con la sal gorda.
Se añade agua hasta cubrir las papas. Conviene usar un caldero grande y tener una única capa de papas. Se ponen a fuego fuerte hasta que hierva el agua y después se baja un poco pero que sigan hirviendo. En unos quince o veinte minutos, cuando se haya consumido gran parte del agua, se apaga el fuego, se elimina el agua restante y se tapa el caldero con un paño. Se deja unos minutos para que las papas se arrugan por el calor y la sal.
Se sirven acompañadas de mojo canario.
Si quieres ver otras recetas que he cocinado puedes ir al índice de Mi pequeño libro de recetas de cocina y allí tienes la lista completa
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Castillo de Sant’Angelo de noche
Hay algo mágico en las fotos hechas de noche. Además de esos extraños colores que toman las imágenes por el tiempo que está expuesto el sensor, resulta curioso como los edificios parecen diferentes. Esta imagen del Castillo de Sant’Angelo la hice mientras paseábamos por el lugar cerca de las once de la noche. Hay que fijarse un poco para ver el detalle del arcángel San Miguel coronando el castillo, en unos colores que lo hacen parecer lo único real de esta imagen. A mi espalda estaba la entrada al Vaticano.
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Una banda en la calle
En casi todas las ciudades en las que he estado siempre hay alguien tocando música en la calle o a la entrada de alguna boca de metro. Son seres solitarios, que juegan con esos sentimientos que saben que todos tenemos para extraernos alguna moneda que después usarán para comprar tabaco de marca o tomarse unas cervezas. En muchas ocasiones no se trata de lo bien que lo hagan sino de lo céntrico que sea el lugar y de la cantidad de gente que pase por el mismo. Esto es como el SPAM, si pasan cien mil personas y el porcentaje de los que dan dinero es siempre constante, sacarás diez veces más que en el lugar en el que solo pasan diez mil. Matemáticas de cajón.
Conviene recalcar que yo estoy en el grupo de los que van con su iPod mini enchufado y que jamás dejarán un chavo para que fumen a mi costa y en la mayor parte de los casos, ni siquiera llegaré a escuchar su música porque mis auriculares son envolventes o involventes o como se llame eso que hace que te cierren la oreja al completo para que no te distraigan los ruidos del exterior.
Estando en Nueva Orleans para el festival de Jazz, en el año 2004, recuerdo que me sorprendió ver bandas al completo tocando en la calle y aún me sorprendió más que eran jodidamente buenas. Por la noche tocaban en bares de la ciudad y por el día redondeaban con un público que no estaba obligado a escucharlos y que disfrutaba honestamente de su música. En la visita a Roma vi a una banda tocando en una de las plazas de la ciudad y no pude resistirme a hacerles una foto. No tenían la calidad de aquellos que escuché en Nueva Orleans pero al menos sonaban bien y parecían divertirse tocando juntos.
Esta es otra de esas fotos que aunque las capturas en una ciudad determinada, en realidad son cosas que pueden suceder en cualquier otro lado. Lo bueno de viajar y conocer lugares es tener la oportunidad de capturar instantes simples como este. Estos músicos, igual siguen allí o se han ido con su música a otra parte. ¡Así es la vida!