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    9 de diciembre de 2008
    Enredaderas en el tronco

    Enredaderas en el tronco, originally uploaded by sulaco_rm.

    Aunque quizás no te pares a pensarlo todos tenemos una visión de nuestro Yo. Desde los primeros estadios de la consciencia sabemos que existimos y que por tanto somos. En nuestra infancia esa percepción propia vagará con libertad por este ancho mundo. En algún momento de nuestra educación comenzaremos a recibir mensajes subliminales sobre ella, quizás en la infame asignatura de religión o en la aún más infame de filosofía. Mis recuerdos de la primera son de soberano aburrimiento ante la enormidad de la estupidez humana y los recuerdos de la segunda están manchados por la necedad e incompetencia del profesor que se supone que debía guiarme por esas tierras. Puede que al final se lo tenga que agradecer porque gracias a su ineptitud e incapacidad para despertar mi interés por la filosofía, mis reflexiones gozan de la libertad de pensamiento que da no seguir ninguna corriente conscientemente.

    Yo me veo a mí mismo como el tronco de la foto aunque más delgado. Cuando adquirí la consciencia era un pequeño retoño que asomaba al mundo y con los años he ido creciendo y volviéndome más fuerte. En la madurez de mi eterna adolescencia me puedo permitir el revisar el camino que me ha traído hasta aquí y aprender de mis errores y seguir creciendo para tocar el cielo. Todas aquellas personas que forman parte de mi mundo de alguna manera seguro que se ven de la misma forma y no se imaginan que yo los veo como enredaderas que trepan por el tronco, acomodándose, adornando mi existencia y volviéndola más interesante.

    Algunas de esas enredaderas no serán capaces de agarrarse al tronco y caerán o saltarán hacia otro árbol mientras que las más persistentes y fuertes se siguen enlazando con el tronco hasta parecer que formamos uno. Eso es lo que vemos como la amistad o el amor, una relación fuerte y duradera entre dos seres vivos que transciende las barreras que todos ponemos y nos lleva de la mano hacia ese cielo que todos buscamos, hacia esa luz que ilumina nuestras vidas.

    Supongo que gran parte de la fuerza para seguir adelante, para ver y sentir como vamos haciéndonos más viejos viene de esas enredaderas que lo adornan, de toda esa gente a la que permites que se acomoden en el tronco de tu vida y que hacen que cuando te miras a un espejo lo veas tan precioso, tan lleno de vida.

    Yo procuro recordar los momentos buenos que llegan con la brisa mañanera, las puestas de sol fantásticas en las que una nube remolona juguetea con el sol, la alegría de las enredaderas trepando por el tronco, fuerte y altivo o esas interminables tardes de verano en las que regalo la buscada sombra a aquellos que forman parte de mi vida o el abrigo y resguardo que les das cuando lo necesitan. Con la misma facilidad olvido las tormentas que agitan las ramas e intentan doblegarme, los huracanes que buscan dañarte y lanzan contra ti y contra tus compañeros de viaje todo tipo de objetos y esos días en los que todo se tuerce y a la lluvia le sucede el granizo y las heladas que tratan por todos los medios de romper ese equilibrio tan hermoso.

    La vida al fin y al cabo no es más que el camino que hacemos desde una pequeña semilla hasta un enorme tronco, una enorme obra de arte a la que aquellos que te quieren saben ver su lado más hermoso.

    La foto la hice en Lage Vuursche, paseando una tarde de sábado por el bosque. Esta es la tercera de una serie de reflexiones que comenzó en El camino y continúa en El árbol de la vida

  • Galletas de chocolate en el club de las 500

    9 de diciembre de 2008

    Por primera vez en la historia del Club de las 500 la foto de una receta de la serie de Cocinillas se ha ganado su invitación. La afortunada ha sido la receta de Galletas de chocolate. La última vez que las cociné fue la semana pasada y como siempre, me quedaron deliciosas. Se las regalé a los hijos de mi amigo el Rubio los cuales siempre que les llevo se vuelven locos.

  • La ropa vieja

    8 de diciembre de 2008

    Hay cosas de las que quieres hablar y sin embargo nunca terminas de decidirte aunque no hay una razón clara para esa aprensión a tocar el tema. En mi lista de ideas para desarrollar hay una que lleva desde siempre y que ha conseguido resbalar a mi atención durante todo este tiempo. No es nada brillante ni siquiera un secreto oscuro y terrible que quizás sea mejor dejar en la penumbra.

    En realidad es una pequeña manía que he descubierto con los años y que quizás tenga que ver con mis comienzos como inmigrante. Cuando llegué a los Países Bajos por primera vez traía una maleta y una cantidad muy limitada de ropa. El primer mes vivi en un hotel y tenía que hacer la colada usando su servicio de lavandería o llevando la ropa a una lavandería cerca de mi oficina. Para mí era algo nuevo ya que nunca antes me había enfrentado a un problema parecido. Cuando me mudé a mi apartamento comencé a acumular calcetines, gallumbos, camisetas y polos sin siquiera darme cuenta. Compraba siempre que me cruzaba con una buena oferta y su número se fue incrementando de manera constante.

    Creo que fui consciente de ello por primera vez al comprar mi casa en el otoño del 2005. Cuando planeé mi mudanza noté que mi equipamiento de ropa interior era escandaloso. Podía sobrevivir tranquilamente dos meses sin necesidad de lavar nada, tenía suficientes calcetines, calzoncillos, camisetas e incluso polos para ir al trabajo. En mi nueva casa compré un armario aún mayor y seguí acumulando sin siquiera notarlo.

    Para usar la ropa fui optimizando un sistema que es tan sofisticado que toda la ropa está en constante rotación. En todos mis viajes compraba camisetas nuevas y así llegamos a la cifra mágica de unas cien camisetas e incontables calcetines. Mirándolas puedo trazar todo el historial de mis compras. Las hay que llegaron a mi vida en septiembre del año 2000 y aún siguen conmigo. El récord lo tuvo mi visita a Estados Unidos de diciembre del 2006. Volví con diecisiete camisetas y unos seis polos. La ropa era tan barata que perdí totalmente el norte y acabé por añadir una segunda maleta. Lo mismo me sucedió con los vaqueros Levi’s. Eran tan escandalosamente baratos que me traje ocho y sigo teniendo varios pendiente de estreno.

    Este verano decidí cambiar el chip y empezar a deshacerme de la ropa más gastada. Se lee en una frase pero cambiar la tendencia me costó bastante esfuerzo. Rastreé todos mis polos y elegí los diez más hechos polvo y comencé a usarlos y tirarlos al día siguiente. La misma suerte corrieron más de veinte pares de calcetines y un número similar de gallumbos. Entre las camisetas la carnicería aún no ha afectado a más de diez de ellas. Al mismo tiempo que tiraba ropa he tenido que contener el creciente impulso de ir a una tienda y comprar veinte o treinta nuevos para reponer. Lo más increíble es que en mi armario no se nota la reducción del inventario así que hay algo que debo estar haciendo mal.

    El fin de semana pasado tratábamos estos temas tan trascendentales en una reunión y me sorprendió descubrir que mi amigo el Rubio también tiene el mismo problema y le cuesta horrores desprenderse de la ropa vieja. A comienzos del año 2001, en los inicios de nuestra amistad, estuvimos tres semanas en la ciudad de Nuremberg trabajando y allí encontramos una tienda que iba a cerrar y estaba liquidando calcetines de los Simpsons, South Park y la Guerra de las Galaxias. Ambos nos hicimos con las series completas de las tres sagas y aunque yo ya casi no tengo ninguno (y creedme, lloré el día que tiré a Han Solo) ?l aún los conserva y pese a que los calcetines están llenos de agujeros no permite a su esposa que se deshaga de ellos y ahora los guarda para las grandes ocasiones.

    Puede que sea algo más propio de los hombres, que nos guste acumular y nos falle el gen que controla el deshacerte de la ropa vieja. Yo por mi parte voy a hacer un nuevo esfuerzo después de las navidades para soltar otro diez por ciento y ver si puedo poner mi armario en ropa comprada después del año 2003.

  • La semana pasada en Distorsiones

    8 de diciembre de 2008

    Cuando uno se marca como objetivo el sacar todos los días dos anotaciones hace falta algo de planificación. Una de ellas es siempre algo ligero y que no debería tomar mucho tiempo y la otra depende en gran parte del tiempo que nunca me sobra y las ganas de sentarme y estrujar las neuronas. En las semanas previas a las navidades hay que añadir el esfuerzo adicional que supone dejar algo de contenido para los catorce días en los que no hay seguridad sobre mis posibilidades para estar conectado y todo esto mientras recibo más invitaciones que nunca, engordo y no paro en mi casa. No me quejo, es mi deporte y lo practico con gusto. Mirando el lado positivo, siempre acumulo historias que hago en las navidades y vivo de ellas hasta casi entrado marzo. En estos días reflexiono mucho sobre la amistad, la vida, la reproducción de los tulipanes y todas esas cosas importantes. Una de esas comeduras de coco se llama Caminos sin salida y viene acompañada de una preciosa foto.

    Aunque pueda parecer que tras el trauma que me causó el Marico Hechicero de Ginebra ya no escribo Relatos, lo cierto es que la verdadera causa es el ritmo frenético que lleva mi vida y la falta de tiempo. Esta semana logré sacar uno pequeño a partir de una anécdota con un par de líneas de código en uno de los programas que se desarrollan en mi empresa y que encontré por casualidad. El relato se llama STATUS FATAL.

    Otro viejo capítulo que volvió tras una prolongada pausa es el Hembrario. Tuvimos un nuevo Desvarío en esa infame selección que llevo escribiendo desde hace años. Las últimas en incorporarse son las Golfas. Seguro que conocéis a alguna.

    Los días en los que realmente me pilla el toro por los cuernos tiro de los ingentes archivos fotográficos y lo apañamos con una nueva foto de bicicletas. Esta semana le tocó a un Carcamal de bicicleta que me tropecé un viernes de verano en Alkmaar.

    Y hablando de fotos, seguimos con El Club de las 500. Los nuevos miembros admitidos fueron una Jirafa en el club de las 500, un Rinoceronte en el club de las 500, dos gemelas que confirman eso que se dice de que Tiran más dos tetas que dos carretas en el club de las 500, algo de Carnaza pa? las bestias en el club de las 500, las entradas del Madonna – Confessions Tour en el club de las 500 y Una vela encendida en el club de las 500. Como veis, todo muy variado.

    esta semana también hubo algo de tiempo para una nueva receta que añadir a la sección de Cocinillas, un plato delicioso y fácil de preparar que deberíais incorporar a vuestro repertorio. Es un sabrosísimo Estofado de carne y cerveza Guinness.

    Finalmente, el Cine. Desde ahora tendremos solo dos películas por semana ya que comienzo a acumular para las vacaciones navideñas. Las de esta semana fueron la romántica Twilight – Crepúsculo que me encantó y de la que he leído ya los tres primeros libros y el soberbio drama Changeling – El intercambio, una más que probable candidata a los Oscars de este año.

    Y así acaba el resumen con lo acontecido durante la semana por aquí.

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  • Genin en La boda de mi mejor amigo – My Best Friend’s WeddingSi, es una peli simpática… Salud
  • huitten en La vida de Chuck – The Life of ChuckHay que verla sí o sí.
  • huitten en La boda de mi mejor amigo – My Best Friend’s WeddingEsas son las que divierten y te hacen di…
  • Genin en The Salt PathA lo mejor cae en la tele… Salud
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  • huitten en The Salt PathEl tema me gusta.
  • huitten en Ocean with David AttenboroughEfectivamente, ese tipo de documentales …

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