Distorsiones

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  • Una vuelta a casa con muchos problemas

    10 de enero de 2007

    El regreso a los Países Bajos no ha sido un paseo triunfal. Tampoco esperaba que lo fuera pero las cosas se torcieron más de lo debido. Todo comenzó levantándome antes de las cinco de la mañana el domingo para coger mi primer avión, el cual salía a las siete hacia Madrid. Nunca entenderé lo de los vuelos con líneas regulares, siempre son en horas intempestivas. Cuando voy en aviones Charter a las Canarias siempre tengo unos horarios geniales y sin embargo en vuelos regulares o llego a las tantas o salgo antes que el sol asome por el horizonte.

    Me duché y con los ojos aún medio cerrados fui al aeropuerto sin desayunar. Mi padre me dejó en la terminal de vuelos comunitarios. Siempre pensé que España estaba en la Unión Europea pero me equivoqué. Mi avión salía de la terminal Internacional con lo que me tuve que hacer la maratón dentro del aeropuerto hasta llegar al mostrador de facturación. Digo yo que si han cambiado el sistema podrían al menos indicarlo en los carteles y así nos ahorran a los pasajeros el caminar cargados como mulas por las instalaciones. Llegué a la cola (siempre hay cola para facturar en España) y esperé que me tocara el turno. Delante de mí había una familia holandesa que también iba a Ámsterdam, hacían la misma ruta que Yo. El tipo que me atendió estaba más dormido que un servidor. Justo cuando veía marcharse la maleta por la rampa que la lleva a los intríngulis del aeropuerto me fijé que no había quitado la etiqueta del viaje anterior. Yo nunca las quito, no lo hago desde que vi la película Destino Final. Justo cuando me marchaba hacia el control de seguridad se detuvieron todas las cintas y allí cundió el pánico.

    En la terminal Internacional hay un control pero a las cinco y media de la mañana está cerrado así que tuve que desandar el camino y volver a la terminal comunitaria. Toda una caminata refrescante a primera hora del día. Pasé la vejación típica y me apalanqué cerca de la puerta de embarque a dormitar. Llegó la hora de entrar en el avión y aquello estaba bastante vacío pero nos metieron en el cacharro. Cuando estamos dentro sigue entrando gente durante media hora más. Después de ese tiempo nos dijeron que por un problema en las cintas de equipaje teníamos algo de retraso. Yo estaba colocado justo encima de la entrada a la bodega y cuando veo el equipaje me doy cuenta que mi maleta no solo tiene dos etiquetas (una buena y otra mala) sino que encima no tiene la etiqueta especial que la identifica como equipaje en tránsito y la pusieron con las maletas que se quedaban en Madrid. Me quedé blanco. En seis años y medio de vida de expatriado, viajando a España al menos cinco veces por año y visitando los más dispares lugares del mundo nunca se me ha perdido el equipaje. Mi suerte parecía destinada a acabarse ese día. La preocupación me duró un suspiro, justo hasta que recordé que tengo un seguro de viajes y que iba a pillar bastante dinero y un montón de cacharros tecnológicos nuevos regalo de los treinta euros de seguro que pago al año.

    Aún tuvimos que esperar veinte minutos más porque uno de los pasajeros llevaba exceso de equipaje, facturó y no pagó la multa. Lo amenazaron con sacar su equipaje y demás y entre pitos y flautas nosotros estuvimos cincuenta minutos dentro del avión esperando para el despegue. Del vuelo no recuerdo nada porque me dormí nada más despegar y no me desperté hasta que íbamos a aterrizar. Retomaré el tema de todos estos vuelos otro día. Los cuatro aviones que cogí (dos en la ida y otra pareja en la vuelta) eran Boeing 737-800.

    Cuando llegamos a Madrid me planteé el ir a la cinta de recogida de equipaje y ver si salía mi maleta para montar un pitote pero al final desistí. Al aterrizar pude ver desde el aire las bestias moribundas de Air Madrid, esa compañía que también podrían llamar Air Invasión y que finiquitaron recientemente. Volar con Air Europa tiene la ventaja que no usas la nueva terminal y me largaron en la T3. Mi siguiente vuelo salía de la T1 y ya conocéis lo que pienso del aeropuerto Madrid-Barajas (y quien no lo sepa, pueden leer mi opinión sobre esa mierda de lugar aquí). Como no había comido nada desde la cena del día anterior y eran las once de la mañana fui a uno de los antros de comida del aeropuerto, una cafetería self-service que está al comienzo de la T3 con los típicos precios abusivos de los aeropuertos españoles. Me compré un cruasán y un cortado. Busqué la mesa con la menor cantidad de mierda, hice un hueco para la bandeja y me senté a tomar mi desayuno. El café sabía un poco raro pero no le hice mucho caso. Cuando acabé traté de encontrar un carrito para poner la mochila, el portátil, el abrigo y un pulóver que llevaba para el avión. Fue una misión imposible. Recorrí toda la T3 sin suerte y como debía andar hacia la T1, comencé a rastrearlo todo. No hubo suerte tampoco en la T2 y llegué a la T1 meándome y pensando que tendría que largar mis cosas en el suelo o sobre el lavamanos para hacerlo. Lo de Madrid no tiene nombre. En ese momento decidí que si no encontraba un puto carrito para dejar mis cosas, mearía por fuera y les dejaría mi regalo en un baño. A la gente que veía con uno les preguntaba y todos me decían que los encontraron de casualidad y que les costó hacerlo. Supongo que los han vendido de contrabando o los han puesto en la terminal nueva, vete tú a saber. Cuando ya me iba a rendir encontré uno y me tuve que pelear con una niña que lo usaba para jugar. Se lo quité, puse mis cosas y enfilé el baño más cercano. con la vejiga de nuevo dispuesta a recoger carga me senté cerca de la puerta de salida de mi vuelo a esperar la hora que faltaba para marcharnos.

    A la hora prevista nos pusimos en cola para entrar en el avión y fuimos llenándolo poco a poco. KLM ha renovado el interior de su flota y les han quedado preciosos. Los asientos son más ligeros y delgados, dejando muchísimo más espacio para los pasajeros lo cual se agradece. En el mismo tipo de avión Air Europa mete treinta y una filas de seis asientos y KLM pone treinta. En los primeros los pies se te quedan encajados y en los de los holandeses puedes moverlos sin más problemas y no te tienes ni que salir al pasillo cuando entra alguien en tu fila. Esa es la diferencia.

    El segundo vuelo no dormí. Nos dieron comida y aproveché para ver el último capítulo hasta el momento de la tercera temporada de Battlestar Galactica, la mejor serie de ciencia ficción de la última década. A medio camino me comenzó a doler la cabeza y noté que tenía algo de fiebre, sudores fríos y malestar. Pensé que era una gripe o algo parecido. Llegamos a Schiphol, salimos y yo estaba enfermo de muerte. Creo que perdí hasta color. Fui a recoger mi maleta y mientras esperaba pensé que me desmayaba. Tenía fatiga, fiebre y la sensación de que algo iba muy mal. Los dioses se apiadaron de mí y apareció mi equipaje. Lo cogí y renqueando salí hacia el tren. El viaje fue interminable, con fiebre y procurando no perder el sentido. Al llegar a mi casa lo dejé todo, fui directo al baño donde jiñé hasta el carnet de identidad.

    Me tomé una aspirina para aplacar la fiebre. Lo que siguió fue una sucesión continua de visitas al retrete. A partir de la tercera era como un surtidor de Coca-Cola. No pude pegar ojo en toda la noche. Cada vaso de agua que me tomaba emigraba después de media hora. Si no bebía se me secaba la garganta. La sensación de malestar era continua, con fatigas y sintiéndome muy mal. Por la mañana llamé a mi médico para ir a su consulta. Cuando me vio me dijo que había pillado un virus y me preguntó si había tomado algo con leche. Me acordé del café cortado en el aeropuerto de Madrid-Barajas, ese que sabía raro. Ahora tengo otra buena razón para odiar dicho aeropuerto. Me ha costado tres días recuperarme de este virus. Solo en la primera noche perdí dos kilos de peso y batí mi récord personal de cagadas.

  • Hoja de ruta para el 2007

    10 de enero de 2007

    Ayer tenía muy pensado lo que quería escribir pero a última hora apareció por mi casa mi amigo el Chino y me chafó el plan. Como no quiero seguir retrasándolo, retomo el tema donde lo había dejado y con algo de retraso, aquí lo tenemos.

    Por tercer año consecutivo veamos lo que nos va a deparar este perdido reino durante los próximos doce meses. No es que lo que aquí se diga vaya a misa pero de cuando en cuando lo vuelvo a ver y me acuerdo de cosas que quería contar y han quedado relegadas por culpa de la alta volatilidad de mi memoria. Es bueno saber que durante el mes de Enero Distorsiones cumple cuatro años en esta reencarnación con gestor de contenidos propios (en la actualidad WordPress, anteriormente Xoops). El dominio tiene algo más de tiempo y originalmente apuntaba hacia mi bitácora en blogger.

    Dicho esto, vuelvo a reflexionar en voz alta y sigue pareciéndome que la cantidad de visitas es excesiva para un sitio que solo quiere ser una bitácora personal. Esto no me detendrá y en la medida de lo posible intentaré que las influencias externas no dictaminen el paso de la maquinaria.

    El gran proyecto de esta primera parte del año será escribir el relato del Big Apple Tour 2006, obra que comencé durante estas navidades. Como ha sucedido con los viajes anteriores, será mi pequeño diario para recordar aquello que vi y las cosas que me sucedieron en el lugar. Hay varias historias que beberán de este conocimiento pero que quedarán fuera de esta categoría. Entre ellas destaca el relato Planta 33, ambientado en la ciudad de Nueva York cerca del lugar en donde me estuve quedando y que espero disfrute de todo lo que he visto por la ciudad. Hablando de relatos, trataré de acabar los dos o tres que están pendientes. Es más difícil de lo que parece ya que tratar de forzar mi imaginación para que apunte hacia algo específico cuando no le da la gana suele acabar con una pantalla en blanco. Desde el 2005 hay una historia que comencé y que siempre he tenido en la cabeza que quiero avanzar. Fueron tres relatos separados y la idea es que se junten y desarrollen. Volveré a probar aunque no le auguro un brillante porvenir.

    Saliendo un rato de tanto drama, tendremos más y más desvaríos con el Hembrario a la cabeza. Seguro que se me ocurren alugnas otras anotaciones sobre dicho tema. Entre las que están en pista de despegue tenemos Marimandonas, Lesbianas y Tortilleras. Tengo un lista de títulos para historias y casi todos serán desvaríos.

    Habrá cine a destajo y particularmente en este comienzo del año. Español, Norteamericano y de cualquier otro lugar del mundo que produzca algo interesante. Las críticas seguirán el formato habitual, con un primer párrafo de introducción, un segundo con el tema distorsionado y unos cuantos más de relleno. El cine se ha ubicado en los fines de semana y salvo excepciones seguirá en esos días, quizás alternándolos con los libros que leo y que aparecen reseñados en la categoría de literatura, la cual tiene un nombre muy pomposo para lo que en realidad es. Tengo al menos diez libros leídos y nunca escribo sobre ellos por falta de espacio. Una de las ideas que estoy macerando es dedicar la entrada de las mañanas de los fines de semana a libros y la de la noche a películas. Al menos hasta que vacíe la cola que se me ha formado. Este año leeré al menos dos libros en el antiguo formato de papel y en español. El resto serán audiobooks (audiolibros) fundamentalmente en inglés.

    Las mañanas seguirán siendo para las fotos, la categoría más nutrida de contenido. Visitaremos Nueva York, Washington D.C., la ciudad de Nueva Orleans antes del huracán Katrina (y quiero recordarla de esa manera), deambularemos por Brujas, Amsterdam y Barcelona. Llegará la primavera y pasaremos semanas disfrutando con las fotos de tulipanes y otras flores y en el otoño habrán nuevas setas. Si nieva en Holanda habrá una serie dedicada a la nieve. En definitiva, no faltarán fotos para llenar las mañanas.

    ¿Qué más? ¿qué más? El drama de mi vida aflorará una o varias veces por semana ya que al fin y al cabo este es mi diario, un lugar donde escribo sobre lo que me apetece y en el que apunto aquellas cosillas que quiero recordar para leer dentro de unos años. Seguiré mirando con ojos cínicos el mundo que me rodea y distorsionándolo a mi antojo.

    Y entre tanta cosa espero que haya algún hueco para recetas de cocina (cocinillas), comentar alguna chorrada sobre tecnología y seguir evangelizando sobre firefox, navegador que espero estéis ya usando.

    Esto es en trazo grueso y sin detalle lo que nos depara el 2007 en Distorsiones

  • Planta 33 – capítulo quinto

    9 de enero de 2007

    Nota del Transductor: Hoy echamos mano de un flashback, un inútil salto atrás en el tiempo que no sirve para nada pero que llena páginas y nos ayuda a comprender a los personajes. Odio este tipo de golpe literario y he de reconocer que en ocasiones los omito en los libros que leo pero si queremos hacer una historia un poco más extensa, o comenzamos a mirar sus tiempos mozos y como se la machacaban en aquella época o esto se acaba ya mismo. Si eres intelectualmente avanzado y superaste el aprendizaje de las vocales e incluso del abecedario, te puedes saltar este capítulo sin ton ni son ya que no es seguro que aporte un gramo a la historia. Para aquellos que sean capaces de comprender el concepto de capítulo quinto y sean nuevos en este relato, os sugiero saltar a Planta 33 – Capítulo primero para atacar la historia desde el comienzo.

    El primer día de clase es siempre excitante y al mismo tiempo terrorífico. Te reencuentras con los amigos y vuelves a ver a un montón de gente con los que convivirás casi todo el día durante los próximos nueve meses. El año anterior fue de transición, llegando al instituto y buscando tu sitio entre los diferentes clanes pero ahora todo es mucho más sencillo. Siempre supuse que en las películas exageraban un poco con el clasismo que existe en las aulas pero no, tenían razón. Estamos divididos en castas: están los del equipo de baloncesto, los de rugby, las animadoras, los cerebritos, los alternativos, los musicales, los de color y los descastados, esos que no han logrado entrar en ninguno de los grupos. Es lo peor que te puede pasar, quedarte en tierra de nadie y a merced de todos. También los profesores parecen sacados de una película con el amargado, el antiguo deportista, la solterona romanticona, el joven que se quiere comer el mundo y esos otros tan mediocres que hasta dan lástima.

    Dentro de este universo yo pertenezco a la banda de baloncesto. Es un grupo mixto, hay gente de todas las razas. Entrenamos juntos, comemos juntos y salimos juntos. Son mi familia en el instituto. La banda de las animadoras prefiere al equipo de Rugby pero si nos acercamos a la final del campeonato aparecen atraídas por el olor del éxito. Son como las moscas y supongo que ya te imaginas cual es el papel que nos tocó a nosotros, el de la mierda que las atrae de cuando en cuando. Mi instituto no es ni mejor ni peor que cualquier otro. Está en un suburbio de una gran ciudad, Denver. Al menos a mi me parece una gran ciudad pero no soy parcial porque siempre he vivido aquí.

    Estaba sentado junto a la entrada principal esperando a mis colegas cuando lo veo venir. Un tipo nuevo. Alto, delgado y desgarbado. Es es la versión resumida de su descripción. No soy de los que se fijan en el color de los ojos, del pelo, en la forma de las facciones de su cara, la delicadeza de sus manos o la ropa que lleva. Al menos no lo hago cuando miro a un tío. Este era un ejemplar perfecto para nuestro equipo. Caminaba despistado, mirando a su alrededor sin reconocer a nadie porque no es de aquí y con ese andar desgarbado de quien es demasiado alto y no puede controlar el entorno de su cuerpo. En seguida fue ojeado por otros como yo: veo a uno de los cerebritos que comenta algo con los suyos y los alternativos también parecen quererlo. Tienes que actuar deprisa porque en cualquier instituto, una vez entras en un clan es casi imposible pasarte a otro. Cuestión de clase. Me levanto y avanzo hacia él. Me vio venir y una sonrisa defensiva iluminó su cara.
    – Hola, soy David. Bienvenido al instituto.
    – Hola, yo soy Jorge. – me dijo tímidamente. Seguía sonriendo y no sé, instantáneamente me pareció una buena persona. Es una de esas cosas que no se pueden explicar, empatía o algo así. No sucede muy a menudo. Lo usual es que la gente desconocida no te produzca ningún tipo de reacción.
    – Ven conmigo, te enseñaré el lugar y te ayudo a inscribirte en las actividades optativas – me ofrecí.
    – Gracias, me alegro que alguien pueda ayudarme. Odio el primer día cuando no conoces a nadie y eres el blanco de todas las miradas – dijo mientras seguía mirando alrededor y la gente se fijaba en nosotros, que por la altura no pasábamos desapercibidos.
    – Ahora ya conoces a alguien. ¿Juegas a baloncesto? – pregunté directamente para ahorrar tiempo y disgustos.
    – Soy alero – dijo sonriéndome de nuevo. Volví a sentir la empatía y creo que en ese instante fue cuando nos convertimos en amigos. No hizo falta más nada, ni experiencias traumáticas, ni años compartiendo una clase, ni haber estado juntos en la guardería, solo que a ambos nos guste el baloncesto y una sonrisa que desarmó todas mis defensas.
    – Genial. Vamos adentro y te apuntamos.

    Así fue como conocí a Jorge. Un día caluroso a finales de Agosto al comenzar el curso. Inmediatamente nos hicimos como uña y carne. Íbamos juntos a todos lados, estábamos en el mismo grupo de estudio y jugábamos en la cancha. Pese a ser alto, su sonrisa funciona como un salvoconducto que te abre las más misteriosas puertas y él no parece darse cuenta de ello. Además es un buen jugador, no de los mejores, pero sí por encima de la media. Le faltaba algo de liderazgo pero tampoco lo necesitaba, para eso estaba yo. Cuando estábamos juntos éramos una tromba arrolladora que conseguía lo que se proponía.

    Es tan fácil continuar con esta historia como seguir este enlace

  • Setas en formación en 1024×768

    9 de enero de 2007
    setas en formación en 1024x768

    setas en formación en 1024×768, originally uploaded by sulaco_rm.

    Aunque el otoño ha quedado atrás, una última foto con setas. Es el fondo de escritorio de uno de mis ordenadores. Me gusta por el diseño en punta de flecha que adoptaron las setas, la manera en que el manto verde pierde el enfoque y esa pequeña rama en la parte inferior.

    La puedes descargar en 1024×768 haciendo clic aquí.

    … Y si te gustan las fotos de setas, no te pierdas el Álbum de fotos de setas donde encontrarás más de treinta preciosidades.

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