El otro día estaba en el cine con bleuge viendo El señor y la Señora Smith, película de la que hablaré proximamente. Ya sé que siempre ha habido rumores de que somos el mismo ente con dos personalidades distintas, pero son infundados. Lo único verdadero es que siempre que vengo de visita a las Canarias, vamos al cine y nos vemos a menudo. Bueno, a lo que iba. Desde que llegué a las Canarias me resfrié y he ido pasando por las distintas fases de tan molesta enfermedad. En medio de la película, en uno de los frecuentes momentos tediosos que la componen, mi cuerpo decidió cruzar una nueva barrera y pasar a una nueva fase, cual crisálida convirtiéndose en mariposa. Entré en la franja más satisfactoria de todo resfriado, el laperío. Este catarrillo de verano se ha caracterizado por los pareados, ya que siempre he estornudado a pares. En uno de esos pareados en el cine, en medio de la película, noté que un lapo salía disparado hacia delante, cruzó las butacas y calló en la fila anterior. Por suerte no había nadie sentado en ese lugar, o por desgracia porque hubiera sido mucho más divertido. Ni siquiera mi amigo se dio cuenta del evento. Fue algo casual, pero os aseguro que aquel pedazo de esputo radiactivo era tóxico y con una carga nuclear bastante letal, con esos colores fosforescentes que siempre he pensado que soy el único que es capaz de generarlos.
-
Los culos del Peregrina
Desde que comencé a salir y adquirí cierta movilidad por la ciudad, el Patio Peregrina siempre fue una opción de las preferidas para ir a comer bocadillos, perritos calientes o hamburguesas. Está cerca de la plaza de las ranas, junto a una de las tiendas favoritas de bleuge. En todos estos años siempre se han mantenido fieles a su filosofía: bocadillos baratos y con sustancia abundante, algo que hasta los estudiantes puedan permitirse y con cierto estilo desenfadado.
No estamos aquí para hablar de ese patio, ni de los perritos calientes. Estamos aquí para hablar de una anomalía espacio-temporal que sucede entre sus paredes. El individuo observador y asiduo no tarda en darse cuenta. El conocimiento te llega poco a poco, sutilmente y una mañana al levantarte, mientras te frotas la empalmada mañanera te das cuenta: Todas las tías que trabajan en el Peregrina tienen unos culos de escándalo y casi no tienen tetas. Es una revelación de esas que pueden marcar una vida. No importa cuantas chicas estén trabajando en ese local, todas están cortadas con el mismo patrón, que no es otro que la escasez de volumen en las glándulas mamarias y el derroche de protuberancias en las nalgas, con esos culotes a lo brasileño que permiten al macho sujetar y mover en aquellos momentos en los que es necesario realizar dichas maniobras.
Las chicas del Peregrina deben tener unos sueldos de puta pena porque rotan demasiado. Con que vayas una vez cada tres meses notarás que siempre hay varias nuevas y otras que han desaparecido. Lo bueno es que las que reemplazan a las ausentes tienen el mismo tipo, sus tetillas pequeñas y sus culotes grandes. Las ves paseándose con gracia entre las mesas, subiendo las escaleras de ese patio canario mientras sus traseros se bambolean y compensan el peso de las bandejas en las que llevan la pitanza de los clientes.
Llevamos años teorizando sobre esos sucios momentos en los que el responsable de recursos inhumanos de la empresa o lo que es lo mismo, el dueño y controlador de la caja del bar, se sienta frente a las candidatas sin escucharlas y les escruta el tetamen buscando esos volúmenes medios que tanto le gusta y después les pide que se levanten y se den una vueltilla por la habitación para catarles el culillo y ver si es grande y hermoso, como a él le gustan.
Uno de los efectos colaterales de la selección de personal sorprende por lo inesperado. Jamás lo imaginaríais pero aquel es uno de los antros favoritos de las lesbianas de la isla. Supongo que comparten con el dueño el gustillo por ese tipo de hembra. Se las identifica fácilmente, mirando embobadas a las camareras, hipnotizadas por esos oscilantes traseros que vienen y van desde la cocina, que suben y bajan las escaleras. Las bolleras, como nosotros, saben que el mejor lugar del local es el patio principal, en donde se puede disfrutar con todos los movimientos que estas chicas han de realizar al ejecutar su trabajo.
Ahora que somos maduros y podemos pagarnos restaurantes estilosos, seguimos yendo al Peregrina porque nos da algo que el dinero no puede comprar, ese chiquillerio lozano y esbelto y esa alegría que nos pone en el cuerpo. ¿Nos vemos en el Patio Peregrina?
-
Breaking News: El chino compra casa
Alucina, vecina. Mi amigo el chino se ha comprado casa esta semana, siguiendo mi exitosa estela. ¿Y dónde se la ha comprado? ¿en China? Poz No, ¿en Hilversum? Poz No, ¿en Utrecht? Po Zi y más concretamente en mi puta calle. Ya sé que parece increíble pero es real como la vida misma. Vamos a ser super-vecinos, casi puerta con puerta. Yo que pensaba que iba a dejar atrás toda mi vida y a mis conocidos y estos se aprestan a seguirme. Ya he pasado la noticia al turco a ver si se apunta, aunque este me ha dicho que esto huele a mariconeo del fino y que por ahora se queda en su apartamento junto al hotel Amstel, el mismo en el que se rodaron un montón de escenas de la peli esa en la que el Brad, el George y una banda de metrosexuales de mierda planeaban y ejecutaban un atraco en la capital neerlandesa.
-
La vida fuera de la red
Esta semana está siendo fascinante. Por primera vez en un montón de tiempo vivo fuera de la red, aislado y sin conexiones con la misma. La culpa es de mi vecindario. Toda la chusma se ha ido de vacaciones y han decidido apagar sus flamantes routers wifi desprotegidos y llego yo y me encuentro que no hay de quien colgarse. Podría ir a la playa de las Canteras, pero ¿para qué ir a esa playa cuando a trescientos metros tengo una que le da una y mil vueltas?
Visto el panorama, me estoy centrando en la meditación, escuchar audiolibros y completar sudokus, que es algo como muy de moda y que hasta los descerebrados como yo podemos hacer. A la vuelta de las vacaciones me esperan tres meses de locura entre la casa y el trabajo. Estoy embarcado en más guerras de las que puedo abarcar en la empresa. Sobre mis espaldas ha recaído el sacar adelante el mayor proyecto en que nos hemos metido y por más que la gente trata de ser positiva y tal y tal y tal yo sigo viéndolo muy oscuro y a día de hoy sigo gritando que mejor tiramos del freno de emergencia y saltamos antes de que descarrile la cosa, pero no parece que me quieran hacer caso. Así que seguiré a cargo de la máquina hasta que nos estampemos, como buen kamikaze. Por si eso no fuera poco, el otro gran proyecto que debería estar funcionando a finales de año también pasa por mis manos. Ese pinta mejor, aunque después de que algo que se tenía que haber hecho en tres meses siga sin acabar de salir tras año y medio, a mí ya no me queda mucha fe.
Otro asunto que está rulando por aquí y del que no hablamos es la operación de cambio de seso de uno de mis compañeros de trabajo. Los que se subieron a Distorsiones antes del 2002 saben de qué se trata. Aún recordamos con estremecimientos de terror la carta que nos mandó a todos anunciando su cambio de sexo y que yo publiqué a través de la lista de distribución. Desde entonces es un tema de conversación recurrente con mis amigos. Todos quieren saber. El poder ver todo el proceso es un privilegio. Han sido cuatro años en el que uno de mis colegas de trabajo se ha ido retocando y modificando para convertirse en una colega. El pasado nueve de agosto se produjo el corte final, el tijeretazo que puso fin a la vida de su pene y el nacimiento de su chocho. Aprovecharon para ponerle más tetas. Ahora sólo nos queda esperar. A finales de septiembre volverá al trabajo, con un peso menos entre las piernas y dos tallas más de sostén. Aquellos que han sabido jugar sus cartas recibieron el soplo tan esperado y han podido ver su página en Internet, con esas fotos terroríficas, particularmente aquella en la que sale en bikini, con la polla entre las piernas, toda sudada y rozada por ir en tamaña posición. Aquellos otros que no me inspiran confianza podrán seguir pidiendo ver esas fotos, aunque desde ya os aviso que no cederé a vuestros chantajes.
Y en estos próximos meses que se avecinan revueltos, Distorsiones posiblemente sufrirá con tanto cambio. De entrada, desde el 8 de Octubre estaré aislado y mi única conexión con la red será en el trabajo. Aún no se sabe cuanto durará esa pausa, dependerá de la empresa que me tiene que conectar a la red en mi nueva casa, a menos que consiga alguna conexión desprotegida en aquel barrio. También crearé una nueva categoría en la que podréis ver el estado de la vivienda antes, durante y después de los cambios. Será como la casa del gran Gitano pero a lo payo. No habrá tropecientas mil cámaras pero sí fotos tomadas desde lugares estratégicos. Veréis la muerte de la vieja cocina, la preparación para su sucesora y el nacimiento de esta, veréis como el baño es aniquilado y uno nuevo toma su lugar, veréis los muebles que vaya comprando según lleguen a la casa y como mi economía pasa de los números negros a los rojos. Es muy probable que documente la mudanza y el abandono de mi viejo hogar, esa entrañable vivienda en Hilversum por la que habéis pasado muchos de vosotros y en donde conocisteis a los franceses primero y más tarde a la china y a la bestia de su hija.
Todo esto aderezado con cine, literatura, un nuevo diseño para celebrar el otoño y más historias del turco, del chino y de todo el que se cruce en mi camino. Seguiremos viendo la vida pasar y Dios mediante, estaremos todos aquí para celebrarlo.