Distorsiones

  • Inicio
    • Contactar
    • Acerca de
  • Lo imprescindible
    • Visitar Holanda
    • Índice de álbumes de fotos
    • Índice de viajes
    • Recetas de cocina
    • Hembrario
    • El club de las 500
    • Álbum de fotos de bicicletas
    • Álbum de fotos de cervezas
  • Destacados
    • La Arbonaida
    • Comida en fotos
    • Mi herencia
    • uno+cero
    • Visitar Holanda
    • Mis ratos en la cocina
  • 10. Richards Bay – Jueves de pasión

    10 de febrero de 2006

    memorias de sudáfrica 2005

    Siento una perturbación en la fuerza que me confirma que está cercano el final de este viaje, que la historia está a punto de llegar a su fin y podremos continuar con nuestras plácidas vidas una vez le hayamos dado carpetazo. También presiento que quizás andas leyendo esto porque el supremo hacedor de los buscadores te depositó aquí sin advertirte que el comienzo está en Memorias de Sudáfrica. Camino al fin del mundo y después siguió Por fin en uMhlathuze, Mi vida en uMhlathuze, Es un mundo lleno de zulúes , Hluhluwe Imfolozi Park, Greater St. Lucia Wetland Park, Richards Bay y una cena para recordar, Richards Bay – Martes negro y el último episodio ha sido Richards Bay – miércoles de calvario.

    El día anterior hice un gran envite. Además de actualizar las centrales telefónicas y ponerles la última versión del software disponible, implementamos un nuevo parche para los equipos de las operadores y el servidor. Habitualmente tocamos uno sólo de esos puntos y vemos lo que pasa pero el tiempo iba en contra y ya era la hora de las bravuconadas. Lo mejor de los jefillos es que te dejan tirado a las primeras de cambio y aunque se movilizaron ejércitos de desarrolladores en tres continentes, si salía mal yo sería el único culpable y pagaría quedándome una semana más. Por la mañana, sobre las siete hora local, seis en Europa, el parche final estaba listo. Lo instalé y cruzamos los dedos de los pies, de las manos e incluso los huevos. Si hubo un día en el que necesitaba mi suerte a mi lado, era ese. La dueña del sitio en el que nos hospedábamos sabía que ese día era el envite final y nos preparó un almuerzo para llevar de escándalo, con mis bocadillos favoritos.

    El plan era sencillo. Nos dividíamos en dos grupos. Dos tipos se iban al cliente que hacía trampa y yo y el sudafricano que me hacía de sombra al otro lugar. ?l se parapetó en la sala de servidores y yo en la recepción con las operadoras. Así pasaron las horas. No hubo un solo problema durante todo el día. El servidor parecía funcionar como la seda al igual que las máquinas de las chicas. La gente que trabaja en este negocio es de memoria corta y a poco que todo va bien comienzan a montar bulla, felicitarse unos a otros, congratularse y chuparse las pollitas por haber triunfado. Yo no doy nada por supuesto y mucho menos cuando todo está tan suelto y tan en el aire. Por la tarde, a las cuatro, aquello iba viento en popa. Desde Holanda nos llegaban correos de todo tipo de gerentes felicitándose por tamaño triunfo. Los japoneses también mandaban correos pero su inglés es aún peor que el de mi amigo el chino y nunca tenemos muy claro lo que quieren decir. Los americanos preparaban una nueva versión de su parte por si fallaba la que teníamos. A los demás eso les parece normal pero a mí cuando alguien hace eso me está diciendo que no tiene fe en la que ha hecho y sospecho. De cualquier forma no pasó nada en ninguno de los dos sitios.

    Decidimos celebrarlo a lo grande, con un opulento banquete y una borrachera de las de resaca legendaria. Salimos del hotel en dirección al restaurante, porque el tipo que me llevaba privaba como un príncipe y conducía, algo al parecer normal en aquel país. En el restaurante la camarera nos dio el disgusto de la noche: tendríamos que comer rápido y salir por patas porque en una hora y media comenzarían los controles de alcoholemia en las carreteras de la ciudad y serían masivos. Así no me extraña que la gente beba, si ya se sabe cuando te van a controlar no hay gracia. El restaurante además preparó una serie de platos que ya tenían listos y de esa forma todo el mundo comía más rápido. En una hora estábamos cenados y servidos. Opté por una cesta de frutos del mar, llena de langostinos, cangrejos, calamares, pescado y demás delicias marinas fritas y servidas sobre un lecho de papas fritas y cubierto por una salsa. La presentación era en una cesta, como decía el nombre del plato. Me quedé bien lleno y al mismo tiempo que todo el mundo salimos a escape del local. En todos los restaurantes de los alrededores parecía estar sucediendo lo mismo. Según me dijeron los controles son para los pollabobas que no van a comer a restaurantes y no se enteran de este tipo de eventos. A propósito, pagué yo, como habíamos acordado antes de conocer el pequeño problema técnico.

    Como ese día deambular en el exterior iba a estar complicado nos fuimos al hotel. Allí nos servimos cervezas, biltong y comenzamos con el ritual de la bebida social sentados en la piscina, con los pies dentro de ella porque el tiempo estaba muy bueno. Los mosquitos eran como abejas de grande y yo me dedicaba a estallarlos con la palma de la mano. Ni os creeríais la cantidad de sangre que pueden llevar esos cabrones. Uno de los tíos me preguntó si me había puesto la vacuna contra la malaria y le dije que no. Todo el mundo se quedó en silencio y me aconsejaron que en caso de tener migrañas al volver que fuera al médico y pidiera que me hagan la dichosa prueba. No es que vaya a pasar nada pero por si acaso. Se me puso un mal cuerpo de cojones. Para este tipo de cosas yo soy muy aprensivo y pese a haberme criado en la Isleta, que es un lugar en el que te curtes, siempre te queda la duda sobre si me habré ablandado con mis años de estancia en el primer mundo.

    La dueña del hotel nos regaló una botella de amarula que nos bebimos allí mismo. Yo a esas alturas ya era adicto a ese licor. También nos regaló un montón de cervezas y en mi caso un bote de la salsa que tanto me gustaba para los bocadillos, una salsa llamada Blatjang (africaner) o Chutney (inglés) que me traje conmigo de vuelta y que estoy racionando para que me dure el resto de mi vida. Arrasamos con el bar. Cuando me fui a la cama caminaba cambado por el pasillo y echaba burbujitas por la boca. El que se quedaba al final del corredor iba a cuatro patas para evitar caerse con el terremoto. A la mañana siguiente mi portátil estaba roto, su disco duro había dejado de funcionar. Me pregunto si fue por tenerlo continuamente encendido y trabajando al 100% de CPU o por alguna hostia que pude haberle dado al llegar a la habitación en tan deplorable estado. Eructaba como una soprano que ensaya para la ópera y parecía un surtidor de cerveza a pleno rendimiento, largando amarillo espumoso a destajo.

    Y así, semiconsciente me fui a dormir en la que esperaba fuera mi última noche en Sudáfrica. Ni siquiera me molesté en apagar la luz o detener la máquina de aire acondicionado.

    Sigue adelante y salta conmigo hacia el siguiente capítulo de este relato de mis viajes. Lo encontrarás en Richards Bay – todo comienzo tiene un final

  • Sint Goedele y Sint Michielskathedraal

    10 de febrero de 2006
    Sint Goedele y  Sint Michielskathedraal

    Sint Goedele y Sint Michielskathedraal, originally uploaded by sulaco_rm.

    Ahora que estamos tan cerca de la confrontación final y que tendremos que sacar nuestros preciosos cuchillos de Iquea y usarlos para lo que un estiloso diseñador nórdico pensó que deberían usarse, que no es más que el seccionamiento de cuellos y arterias de bastardos moros herejes que arderán en el infierno hasta el fin de los días, admiremos la preciosa catedral de la ciudad de Bruselas, una obra espectacular y que recompensa los ojos del peregrino después de tener que subir una cuesta para llegar a la misma. La Iglesia es aún más hermosa por dentro y merece una o más visitas.

    Y esta foto me sirve también para plantear la siguiente reflexión: Hay ciudades santas para la morisma zarrapastrosa que están VEDADAS, PROHIBIDAS a cualquiera que no comparta sus mierdosas creencias. Digo yo, ¿cuál será la primera ciudad europea en prohibir la práctica de la religión musulmana por no ser otra cosa que apología del terrorismo? ¿y cuál será el primer país? (el Vaticano no cuenta porque el escatérgoris es mío)

  • 9. Richards Bay – Miércoles de calvario

    9 de febrero de 2006

    memorias de sudáfrica 2005

    Ya sé que es más cómodo comenzar más cerca del final ya que así caminamos menos pero te ruego y te pido que eches el freno y retrocedas al comienzo de los tiempos, al menos para esta historia qu e echó a andar con la Memorias de Sudáfrica. Camino al fin del mundo y después siguió Por fin en uMhlathuze, Mi vida en uMhlathuze, Es un mundo lleno de zulúes , Hluhluwe Imfolozi Park, Greater St. Lucia Wetland Park, Richards Bay y una cena para recordar y llegó hasta Richards Bay – Martes negro.

    El miércoles me jugaba todas mis cartas para poder volver a Holanda esa semana. Ya sé que muchos dirán que mejor te quedas allí y tal pero lo cierto es que el miércoles de la semana siguiente venían a mi casa a instalarme la nueva caldera mixta y cancelar la cita después de haberla hecho dos meses antes no era una opción válida. Con el invierno ya encima, quería tener mi calentador funcionando a todo trapo y ahorrando un veinticinco por ciento de energía.

    Ese miércoles teníamos que actualizar todo el software del otro cliente. Por rabia con los que nos montaron el cirio el día anterior y nos engañaron no comunicando toda la información decidimos no ir por su empresa aquel día, para mostrarles un poco de desprecio y que captaran el mensaje. Los llamamos y les dijimos que si tenían problemas, que se jodieran por estar haciendo cosas no permitidas con nuestros servidores. Me pasé gran parte de la mañana con las chicas zulúes de la recepción. Me contaron que en su pueblo es la mujer la que lo hace todo. Ellas crían a los niños, llevan la casa, trabajan y sacan adelante el clan familiar. Sus maridos son guerreros que han de protegerlas de cualquier peligro. Ahora que han entrado en una sociedad más avanzada, ellos aún no han encontrado su sitio y se dedican al alcoholismo y la delincuencia. Algunos trabajan pero son los menos y están mal vistos. Para las mujeres zulúes es normal el tener que hacerlo todo y no les extraña que mientras ellas van por la calle con un perolo sobre la cabeza con veinticinco litros de agua y controlan cinco chiquillos que las siguen y corretean por todos lados mientras vuelven a casa, sus maridos se tocan los huevos y no hacen ningún esfuerzo por ayudarlas. Había una mujer limpiando los jardines del complejo de edificios en el que me movía que llevaba pintada la cara de blanco, una pintura como sucia. Parecía una mezcla entre fantasma de poca monta y folclórica en programa del corazón. Los blancos me dijeron que hacía eso para indicar a los machos en disposición de follársela que tenía la regla y ese chocho no valía la pena, porque según ellos esta gente no practica la penetración en vaginas con derrames sanguíneos. La explicación me dejó tan contento pero por si acaso les pregunté a las chicas de la recepción. Su historia fue totalmente distinta: la mujer se ponía ese ungüento blanco asesorada por el brujo de su tribu para evitar quemarse por el sol ya que trabaja en el jardín. El producto que pone sobre su cara está hecho de ciertos lodos que le proporciona el brujo y que debidamente mezclados con agua y extendidos sobre el careto, te transforman en folclórica fantasmal. Esta explicación también me dejó tan contento aunque despertó la duda sobre estos dos mundos condenados a entenderse y que pese a estar tan cerca uno del otro son tan ignorantes.

    Por la tarde, a las cuatro cero cero tumbamos el primer nodo, el central y en quince minutos lo recuperábamos sin problemas. Mientras nosotros hacíamos esto teníamos dos equipos en los nodos dos y tres. Esos también se recuperaron y comenzamos con las estaciones remotas, salpicadas por toda la costa de aquella zona del país. Durante las siguientes horas fueron cayendo uno a uno y volviendo a la vida con una nueva versión de software. Todos salvo dos que dieron problemas y en donde tuvimos que aplicar algo de magia para resucitarlos. Cerca de las ocho nos faltaba solo uno y el tipo que tenía que hacerlo es un pejiguera de cojones, un gandul que se para a hablar hasta con las piedras y por eso no había terminado. El hombre ese funciona con pilas de las baratas porque se queda sin energía media hora después de entrar a trabajar y se pasa el resto del día hablando y tomando café. Visto que el cabrón pretendía que lo esperáramos decidimos dejarlo tirado y marcharnos a cenar, que las cocinas de los restaurantes cierran pronto y no era plan. ?l se rebotó un poco cuando le comunicamos la buena nueva pero se tuvo que joder.

    Al ser noche cerrada y estar a veintipico kilómetros de la ciudad con un gueto entre nosotros y la misma, los de seguridad nos escoltaron de vuelta. Dos vehículos de esos que suelen ir a la guerra a matar a la morisma, uno delante y el otro detrás de nosotros, con negros feroces encaramados en ellos con unas metralletas impresionantes. Esos negros son zulúes, guerreros. Las empresas de seguridad los contratan porque para este tipo de trabajo son los mejores. Aquellos antes de preguntar se aseguran de incorporarte unos cuantos agujeros nuevos y una vez dejas de moverte vienen a hablar contigo. Los tíos además son chulos de cojones, supongo que porque ellos siguen haciendo lo que un buen hombre zulú debe de hacer.

    La gente que vive en las chabolas a lo largo del camino se escondían a nuestro paso y los que llegamos a ver procuraban caer sobre las luces de los vehículos para que se viera que no llevaban arma ni suponían ningún peligro. A la salida del gueto nos despedimos de nuestra escolta y nos encaminamos a uno de los restaurantes en los que ya había comido, uno que se encuentra sobre la bahía y tiene unas vistas del puerto y la ciudad preciosas. Ese día no llovía y cenamos en la terraza. El atracón de comida lo regamos con cervezas africanas (yo, ellos preferían Amstel holandesa pero yo no viajo hasta allá abajo para tomar cervezas de mi país). En los sitios en los que cenábamos siempre hay que dejar alrededor de un diez por ciento de propina, que es lo que se llevan los camareros porque parece ser que su sueldo es miserable (y en algunos casos me han dicho que trabajan solo por las propinas). El resultado de esto es que la camarera o el camarero que te toca se desvive para que te sientas contento. La tía que estaba en nuestra zona, además de estar como para untarla con nocilla y merendar, cada vez que venía parecía Kim Basinger en nueve polvos y media corrida. Se restregaba y se agitaba como una bandera en un mástil. Era una cosa increíble. Tenía unos pezones como chinchetas de duros y unas micro-bragas que no dejaban ningún espacio a la imaginación. Una vez consiguió nuestro dinero ni nos miró más la muy puta y centró su atención en los que aún no habían pagado. Sobre las once de la noche nos dedicamos a llamar a nuestros jefes para informar del éxito de la misión, que si uno se jode y trabaja hasta tarde lo menos que ellos pueden hacer es mamarse esas llamadas fuera de hora.

    Si conseguía que aquel sistema funcionara bien hasta el viernes (o sea dos días), entonces podría marcharme sin problemas. Los sudafricanos querían cuatro días de prueba pero con encanto y con sibilinas palabras conseguí rebajarlos a dos. Ellos ni se dieron cuenta de que se las metí doblada. Como este famoso parche número siete era vital, también informé a los programadores holandeses, americanos y japoneses que como aquello no funcionara tarde o temprano me verían la jeta y les cortaría los huevos uno a uno y los pisotearía, freiría, asaría y aplastaría para asegurarme que ningún hijoputa con título de médico se los volvía a pegar. A mi jefe, hombre cándido donde los haya, le dije que como yo no saliera de Sudáfrica esa semana se podía olvidar de mí en dos meses porque pensaba agarrarme una depresión y al jefe de mi jefe le dije que ya podía movilizar a las tropas de rescate porque allí se podía montar el Belén como me tuviese que quedar. Es siempre bueno tener a la gente despierta y mantener el espíritu de alegría y felicidad alto. Las llamadas entre jefillos de aquí y de allá se sucedían y todos estaban consternados, palabrota que no tengo ni puta idea sobre lo que significa pero que a los jefes les llena la boca.

    Esa noche me fui a dormir más tranquilo sabiendo que de una forma o de otra me quedaban cuarenta y ocho horas en sudáfrica. Antes de cerrar los ojos y encontrarme con Morfeo apagué el móvil por si algún amigo sentía la imperiosa necesidad de enviarme un mensaje.

    Ha sido bien duro pero habiendo llegado hasta aquí quiero darte ánimos y reconfortarte porque el final está bien cerca y pronto podrás cerrar este capítulo de mi vida y seguir adelante. Te invito a que continúes con esta historia en Richards Bay – jueves de pasión

  • Manneken Pis

    9 de febrero de 2006
    Manneken Pis

    Manneken Pis, originally uploaded by sulaco_rm.

    En esta nueva serie recorreremos algunos de los lugares emblemáticos de la ciudad de Bruselas. Comenzamos por el Manneken Pis, el niño meador, posiblemente lo más famoso de la ciudad. Está escondido en una pequeña calle, en una esquina y cuando uno lo ve de frente se queda helado. Nosotros estamos acostumbrados a la grandiosidad de nuestras estatuas, a esos monumentos hechos a mayor gloria del hombre y este pobre es un retaco, pequeñito, pequeñito, pequeñito. Por detrás de él hay una cadena de esas para evitar que te roben la bicicleta. Imagino que algún borracho se lo lleva a casa de vez en cuando aprovechando su tamaño pret-a-porter.

←Página anterior
1 … 3.387 3.388 3.389 3.390 3.391 … 3.626
Página siguiente→
  • huitten en El poder del arcoírisSi piensan que el arco iris promueve la …
  • Inés en Sin duda algunaQué ascazo. Yo vi una vez en el metro a …
  • huitten en Día 8 – Lankan Finolhu – Manta Point 2No te creas Genin, cuando me roza alguno…
  • Genin en Día 8 – Lankan Finolhu – Manta Point 2No te quejarás, ya tienes a quién le gus…
  • huitten en Día 8 – Lankan Finolhu – Manta Point 2Dios!!!!…. Maravilloso!!!! Y por fin u…
  • huitten en Cómo entrenar a tu dragón – How To Train Your DragonMe gusta la idea.
  • Genin en Cómo entrenar a tu dragón – How To Train Your DragonYo la vi, pero no recuerdo absolutamente…
  • Genin en Ballerina – From the World of John Wick: BallerinaLa apunto, aunque pasará tiempo hasta qu…

Únete a otros 16 suscriptores
Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
  • YO NUNCA – Fui ninguneado
    12/06/2023
  • YO NUNCA – Jiñé a oscuras
    22/05/2023
  • YO NUNCA – Hablé meando
    01/05/2023
  • YO NUNCA – Viví la transición
    10/04/2023
  • YO NUNCA – Conté un secreto de algún colega
    20/03/2023
This website uses cookies
Esta página web usa cookies para recordar tu nombre si comentas. Asumimos que no te importa pero si te molesta, puedes elegir quedar fuera.Aceptar Rechazar Leer más
Privacy & Cookies Policy

Privacy Overview

This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these cookies, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may have an effect on your browsing experience.
Necessary
Siempre activado
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.
Non-necessary
Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.
GUARDAR Y ACEPTAR