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  • El eterno viajante

    6 de febrero de 2005

    De nuevo en ruta. Ya sé que hacen exactamente veintiocho días desde que volví de España, pero la sangre tira mucho y aprovecho las vacaciones de invierno en la escuela, le sumo los carnavales de Gran Canaria, hago un redondeo superior y entre pitos y flautas, esta tarde me vuelvo a casa por una semana. Como en ocasiones anteriores, viajo cargado con todos mis suplementos tecnológicos así que seguiré escribiendo desde allí.

    A ver cuando los científicos que pagamos con nuestros impuestos se sientan a pensar y arreglan el principal estigma de la tecnología: los cargadores. Y ya puestos, que agrupen cacharros, que me voy con Portatil, máquina de afeitar eléctrica, cepillo de dientes eléctrico, iPod mini, telefonino, cámara de fotos digital y los SEIS cargadores asociados. Prácticamente todo el peso del equipaje en cabina es para los artilugios tecnológicos sin los que mi vida no sería la misma.

    Para los que sienten curiosidad por saber la compañía con la que vuelo, en esta ocasión es Transavia y por aquello de los billetes tirados de precio, que yo solo compro saldos, mi aeropuerto de salida es el de Rotterdam y el de regreso Amsterdam.

  • Gestos en Firefox

    4 de febrero de 2005

    Y llegó el día de los gestos. Ya hemos visto como configurar un poco el navegador Firefox. Por si no habéis leído los capítulos anteriores, en el primero aprendimos algunos trucos para usar el Firefox, la semana pasada vimos como mejorar nuestro navegador usando las extensiones en Firefox y esta semana nos centraremos en la navegación con gestos.

    Primero, como supongo que a muchos no os suena de nada y esto de los gestos da la impresión que es algo como ponerse a dar palmaditas al aire enfrente de la pantalla o zapatear mientras se navega, ya que la RAE define esta palabra como movimiento del rostro, de las manos o de otras partes del cuerpo con que se expresan diversos afectos del ánimo os diré que la navegación por gestos no es más que una forma sencilla de optimizar la experiencia con el navegador. Vamos a ver, cuando estáis en Internet, ¿dónde está siempre una mano? En el ratón, obviamente, ¿y que hacéis con el ratón? Gestos. Subís el cursor a la parte de arriba para cambiar de pestaña, o para minimizar, o cerrar una pestaña, darle hacia atrás y volver a la pantalla anterior y similares. Si os fijáis, os pasáis gran parte del tiempo moviendo la mano para subir al área de navegación. Lo que hacen estas extensiones es crear un nuevo lenguaje que os permiteunav de una forma rápida y sencilla realizar estas tareas.

    Así que pensad que usar los gestos requiere de algo de tiempo de aprendizaje y considerad que una vez los hayáis aprendido a usar, os será muy difícil el utilizar navegadores subdesarrollados y obsoletos como el que viene con vuestro sistema operativo Windows.


    Aunque hay bastantes extensiones de gestos, he elegido dos. La primera que veremos es muy sencilla de manejar, tiene una curva de aprendizaje casi nula, pero no se basa en gestos, sino en menús. Yo comencé usando esta extensión y unos meses más tarde me pasé a la segunda que vamos a ver hoy. Si no os queréis complicar la vida, instalad EasyGestures. Si queréis más velocidad y potencia, id directos al All-in-one Gestures, aunque este último requerirá algo más de tiempo para que le saquen provecho.

    Comencemos con EasyGestures. Lo primero será instalar la extensión.Haced clic aquí para descargarla. Como sucede siempre que instaláis una extensión nueva, tendréis que cerrar el navegador completamente y volver a abrirlo.
    Extensión EasyGestures
    Al hacerlo, id al menú de Herramientas -> Extensiones y haced clic con el botón derecho sobre el icono de EasyGestures y elegid Opciones, como podéis ver en la imagen anterior. Se abrirá el menú para configurar esta extensión. Id a la pestaña de Acciones. La siguiente imagen muestra lo que os encontraréis.
    Opciones EasyGestures
    En este menú podréis cambiar las acciones que queréis realizar cuando realizáis un gesto. Por ejemplo, para mí era mucho más sencillo el cerrar pestaña en la flecha que va hacia abajo y pestaña anterior en la flecha inferior izquierda (o sea, intercambiarlas). Una vez hayáis ajustado esto a vuestro gusto, darle a Aceptar y listo. Abrid cualquier página, por ejemplo esta misma y para activar los gestos haced clic con el botón central (o la rueda). Os debería aparecer algo parecido a la siguiente imagen:
    Easy Gestures funcionando
    Y eso es todo, no hay más con el EasyGestures. Es así de sencillo. Los movimientos que no podáis hacer aparecerán sombreados en gris y el resto en color. Es simple y sencillo de manejar. La extensión os ayudará a saber el significado de cada cosa mostrando un pequeño texto (que podéis deshabilitar en las opciones). Está en español de Argentina, así que no os sorprendáis con las traducciones.

    Ahora veamos la extensión All-in-one Gestures, mi favorita. La podéis descargar haciendo clic en este enlace. De nuevo, acordaros de cerrar el navegador para que termine de instalarse. Esta extensión no suministra tanta ayuda como la primera que hemos visto pero sin embargo es mucho más rápida e infinitamente más potente. Yo me conozco unos veinte tipos de gestos.

    Una vez instalada, miraremos primero las opciones de configuración. Para ello, ya sabéis lo que tenéis que hacer. Id al menú de Herramientas -> Extensiones y haced clic con el botón derecho sobre el icono de All-in-one Gestures y elegid Opciones. Se abrirá el menú para configurar esta extensión. Id a la pestaña de Gestures Customization. La siguiente imagen muestra lo que os encontraréis.
    Opciones All-in-one Gestures
    Si queréis cambiar los gestos, este es el lugar adecuado. Os explico uno de los cambios que hago en mi navegador. Por supuesto, no tenéis por qué hacerlo. Por defecto, esta extensión abre una nueva ventana de Firefox cuando hacéis un gesto hacia abajo. Yo encuentro más útil el cerrar la pestaña en la que me encuentro usando el gesto de flecha hacia abajo. Así que lo que haremos será intercambiar ambos gestos. Haced clic sobre Open new Window in Foreground y cuando está seleccionada (en azul oscuro) haced clic en el botón de Swap gestures que está en la parte de abajo. Ahora id a la opción de Close current tab y volved a hacer clic. Listo. Habéis asignado el gesto «abajo» a la acción de cerrar la pestaña actual.

    Para usar los gestos, abrid cualquier página, por ejemplo esta misma y para activar los gestos haced clic con el botón derecho (y no el central como en la extensión anterior). Manteniendo el botón derecho pulsado, haced el gesto correspondiente. Por ejemplo, para abrir una nueva pestaña en blanco, haced una línea hacia arriba y soltad el botón. Gestos con All-in-one Gestures Al instante se abrirá la nueva pestaña. Si estáis navegando y queréis volver a la página anterior, haced una línea hacia la izquierda. Las líneas las veréis en la página en color rojo, como se puede apreciar en la figura. Otro ejemplo, si tenéis varias pestañas y queréis ir a la anterior, haced el gesto arriba+izquierda y para ir a la siguiente pestaña, arriba+derecha. Como véis es muy sencillo, pero en este caso os tendréis que aprender los gestos y recordar que hace cada uno. Podéis aprenderos los básicos: arriba, abajo, izquierda, derecha, arriba+izquierda, arriba+derecha, arriba+abajo, izquierda+arriba y similares.

    Bueno, a divertirse un rato. Espero que no haya sido muy difícil. Si tenéis dudas, dejarlas en los comentarios y ya respondo por ahí. La próxima vez hablaré de algunas otras características que hacen del Firefox un navegador tan potente.

  • Xenocide – Ender el xenocida

    4 de febrero de 2005

    Poco a poco continúo escuchando los audiolibros de la saga de Ender. Ya he hablado de El juego de Ender y de La voz de los muertos. El tercer tomo de esta saga es Xenocide Xenocide, traducido al español como Ender el Xenocida.

    La acción transcurre en el mismo planeta que el segundo libro, aunque incorpora una trama paralela en otro mundo. El audiolibro dura unas dieciocho horas, con lo que os podéis hacer una idea del tamaño del libro. Orson Scott Card continúa desarrollando esta particular odisea, en la que un hombre marca el futuro de la humanidad. Como siempre, hay abundancia de referencias psicológicas y religiosas. Aunque en este libro pierde bastante fuelle, comparado con los dos anteriores, la historia sigue siendo muy buena. El libro engancha muy pronto. Reaparece Valentine, la hermana de Ender, y siguen todos los personajes de la historia anterior. Jane, el ordenador que por alguna razón desconocida está tan apegado a Ender, continúa siendo vital para el desarrollo de la trama.

    Como suele ser la costumbre, os pongo lo que cuentan en la contraportada:

    Lusitania es único en la galaxia. Un planeta donde coexisten tres especies inteligentes: los pequeninos que evolucionaron en el mismo planeta; los humanos, que llegaron como colonizadores; y la Reina Colmena y sus insectores, llevados por el joven Ender unos años atrás. El planeta ha sido condenado por el Consejo Estelar a causa de la descolada, un virus letal para los humanos e imprescindible para la biología de los pequeninos…

    En definitiva, una obra de lectura obligada para los seguidores de la saga de Ender y para los que disfruten con la ciencia ficción.
    gallifantegallifantegallifantegallifante

  • Las ofrendas de la china

    3 de febrero de 2005

    Un domingo cualquiera por la mañana escucho los suaves toques en la puerta y me pongo a temblar. Ella sabe que estoy levantado porque en estas casas de madera te enteras de todo lo que hacen o dejan de hacer tus vecinos. Por supuesto todos nos comportamos como si no nos enteráramos, por aquello de la buena educación, aunque también sabemos todos que no son más que mentiras piadosas. Por ejemplo en el apartamento de al lado vivían hace un par de años una holandesa con un turco. En una de las visitas de una pareja española, me contaron que por la noche, sobre la una de la mañana se despertaron cuando la rubia y el turco empezaron a desvencijar la cama a base de viajes, que del trajineo que tenían golpeaban la pared. Y los pobres que dormían en el sofá cama de mi casa se gozaron el traqueteo, además de escuchar claramente los gemidos de la rubia y los pujidos del de pelo negro. Ellos dicen que lo pasaron fatal, pero vete a saber si se animaron y se unieron a la maratón, que la gente tiene muy poca vergüenza.

    Encauzando de nuevo el tema, cuando oigo acariciar suavemente mi puerta, no me queda más remedio que responder porque es un nuevo ataque de la china. Al abrirla siempre me la encuentro con un plato de comida. Y siempre es comida con un aspecto desconocido. Es la forma que tiene mi vecina de pedir un favor. Empieza por traer comida y después de dos o tres días lo pregunta. No sólo me trae algunas viandas, sino que me las trae en cantidades industriales. Ella sabe que vivo sólo, pero debe creer que me empacho como un chancho, porque me trae un menú para cuatro. A mí me da mucha aprensión, porque suelen ser cosas cerradas y con cosas extrañas en su interior, mejunjes que mi sucia imaginación cree destinados a acabar conmigo. Siempre me cuenta alguna historia de la China imperial que justifica el plato, pero su inglés no es muy claro y más que tranquilizarme, me provoca más recelos. Después tengo que rezar un par de padrenuestros (no os lo creeréis pero se me ha olvidado el Ave María, salvo el de Bisbal ;-)), besar la estampita del Sagrado Corazón de Jesús y me como lo que me ha dado. Casi siempre está bien. La última vez el ataque consistió el primer día de unas empanadillas rellenas de algún tipo de masa con carne picada, que según ella ya estaban cocinadas, aunque yo las veía super crudas. Por si acaso las pasé por la sartén. No me gustaron mucho. Al día siguiente era como un gazpacho con huesos, una cosa terrible, pero que estaba riquísima. El tercer día eran unas albóndigas de masa de harina rellenas con sustos de muerte, pero que si cierras los ojos y dejas la mente en blanco, se podían tragar. Al cuarto día me pidió que le instalara el nuevo vídeo que se habían comprado para grabarle programas a la china de su hija, la reina de los portazos, la hijaputa que me despierta los sábados a las ocho de la mañana a base de reventar la puerta de su casa para llamar la atención de su madre. Así que después de tres días comiendo por la jeta y tirando el resto de la comida, llegó la penitencia. Lo de deshacerme de los restos no es moco de pavo, ya que no puedo usar mi cubo de basura para no levantar sospechas, así que me la voy llevando en bolsitas y la pongo en distintas papeleras de la ciudad, para que no me descubra la tipa, porque por más que le explico que es mucha comida, ella mantiene las proporciones y yo paso de comer más de un día de esas cosas, que ya es un milagro que sobreviva.

    Bajo a su casa y tengo a la china, a su hija y a su marido todos mirándome. Como tienen la tele en el suelo, me despatarro y les sintonizo el vídeo. Cosa de diez minutos, que estos trastos se configuran ellos solitos, pero me lo agradecen como si hubiera salvado sus vidas. La tanda de ofrendas anterior resultó ser que su portátil no estaba funcionando bien, que lo tenía que tener enchufado todo el tiempo. Le dí la vuelta y la batería se había soltado (porque esa delicia de niña le había arreado un trompazo, parece ser). Coloqué la batería en su sitio y sanseacabó. Problema solucionado. Mi reputación como informático alcanzó máximos históricos aquel día. Ojalá fuesen tan fáciles los problemas que tengo que arreglar en ocasiones.

    Algo de lo que podrían aprender mis amigotes es de como esta mujer primero paga (o regala) y luego pide, que la mayoría me sableáis inmisericordemente y no soltáis ni un chavo, que sois más rácanos que los tampones Tampax, que no soltáis ni un muchas gracias.

    Me pregunto cuando comenzarán las ofrendas de nuevo y qué será lo que tenga que hacer esta vez …

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