Dos mundos distintos e iguales


En el mismo día he podido vivir las diferencias y las igualdades entre dos mundos. Ayer salía por la mañana temprano desde los Países Bajos para viajar a Gran Canaria. El primero, un país que bate día a día los récords de contagio, el límite debe estar en la cantidad de gente que se hace el test, que allí no es muy alto, así que los nueve mil y pico positivos de hoy seguramente sean cerca de la mitad de la gente que se hizo la prueba, aunque tampoco se sabe a ciencia cierta cuando se la hicieron porque allí hay problemas de logística gravísimos y a veces hay que esperar días y hasta una semana para el resultado, con lo que esos nueve mil positivos han tenido tiempo de extender la enfermedad. Pese a esto y pese a la gravedad con la que habla el presidente por la tele, la gente no se lo toma en serio y como la única manera de obligar a usar la mascarilla es cambiando las leyes (y creo que la constitución) y eso no lo pueden tener listo hasta fin de mes. 

Cuando se impuso el uso de mascarillas en el transporte público, en trenes, metros y guaguas, la gente como que lo siguió, salvo alguna excepcíon o el tonto de turno que se baja la mascarilla para hablar por teléfono. Ahora añadieron la obligatoriedad de uso a los andenes y las estaciones de tren y lo repiten por la megafonía una y otra vez y cuando entras a la estación, al menos de la mitad de la gente caminando en la misma no las usa, incluyendo los empleados ferroviarios y la seguridad y la policía en el lugar. En el andén es lo mismo, cerca de la mitad se quita la máscarilla según se baja del tren o no se la pone hasta que no va a subir. Tampoco creo que haya mucha diferencia, vista las mascarillas que usa la gente, algunas más pasadas de fecha de caducidad que la Yola y su prima la Gayola. 

En el aeropuerto, lugar que en julio tenía zonas de uso obligatorio y zonas que no, ahora es supuestamente todo obligatorio pero se ve lo mismo, algunos la usan y otros no y como es un derecho constitucional del que decide no usarla, a joderse tocan. Mientras tanto, las camas de Cuidados Intensivos en los Países Bajos están a punto de alcanzar el COMPLETO y ya están avisando que a partir de la semana que viene, los nuevos clientes serán enviados a hospitales en Alemania, con lo que comenzarán las batallas campales con familiares posiblemente contagiados que no usan la mascarilla pero exigen que a su pariente lo pongan en el hospital más cercan a su casa. 

En el avión el respeto al uso continuo de la mascarilla fue relativo, como tenía una fila para mí solo y estaba al final, yo iba seguro, pero podía ver gente que se la quitaba y las azafatas no estaban por la labor de recoger la cabina cada ciento veinte segundos obligando a ponérsela, algo que si hacen en las líneas aéreas Turcas, en las que el acoso a los que se las quitan es continuo y agresivo y la ley y la policía turca no son tan gentiles como las de los países europeos, con lo que el pasajero que intenta saltarse la ley siempre será el perdedor y lamentará el resto de su vida el error de aquel vuelo. 

Al llegar a España, en el aeropuerto de Gran Canaria, la mitad del avión se quitó la mascarilla dentro del aeropuerto y no había una sola persona de seguridad o policías pegándoles con las porras y obligándolos, solo al llegar al punto en el que te miden la temperatura se las hacían poner, lo pasaban, se la quitaban y se iban a recoger su equipaje y salir sin la misma. Yendo por dentro de la terminal hacia el lugar de la parada de guaguas, por detrás de mi vienen tres pasajeros sin máscara y hacia nosotros vienen dos picoletos de aeropuerto que a menos que padezcan algún tipo de ceguera, lo vieron. Los colegas hicieron un arco fabuloso para incrementar la distancia y pasar tangencialmente haciéndose los locos. 

Por las Palmas, aunque se usa muchísimo más que en los Países Bajos, también se ve con frecuencia a los que se la ponen por debajo de la nariz o protegiéndose la barbilla, que según la OMS es el lugar por el que te ataca el virus para esas personas. En las terrazas por la playa de las Canteras, hay carteles enormes diciendo que solo se puede quitar en el momento en el que se come y se bebe pero la gente según se sienta en una mesa se la quita y allí nadie les dice nada. Al menos ya he comprendido el concepto del metro y medio entre mesas. Se mide entre el centro físico de la mesa, en el medio, ya que el virus de las personas que están en la susodicha se concentra en ese punto y por eso es tan importante que haya un metro y medio con la otra mesa, aunque los clientes de la misma estén separados por cuarenta centímetros. 

Con humanos como los que tenemos, lo más deseable es que el virus acabe con el cincuenta por ciento de los infectados y al menos así, en un solo invierno, limpiaríamos la raza de un montón de código genético que está claramente corrupto y lo mejor es borrarlo. 

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Una respuesta a “Dos mundos distintos e iguales”

  1. Lo jodido es que una cuerda de imbéciles están haciendo morir a mas de un inocente que si cumple con las normas, que estupidez de mundo, es increíble… 🙁
    Salud