Hay cosas que tardan más en macerar que un Gran Reserva de la Vera del Barranco de Vecindario, capital eterna de Mordor. Aunque parezca increíble, allá por el seis de abril del año 2007, o redondeando, hace NUEVE AÑOS y PICO, que manda güevos, le pedía por correos electrónicos de esos a Virtuditas que no fuera truscolana y pasara la receta esa de empanada gallega que todos sabemos que atesora. Me toreó durante unos días y al final el once de ese mismo mes me dio puerta elegantemente con un preguntaré la receta y te mantendré informado, prometido del que no se supo más. Todos sabemos porque lo decían hasta en el trailer del Señor de los Julandrillos que la maldad es muy grande en Galicia, como ha quedado más que demostrado. Si hubiese tenido alguna luz más de las pocas que tengo, se lo habría pedido a Genín, que es el PutoAmo del CaraCuloLibro, como demuestra que haciéndose el lolailo y negando que esté enganchado como una perra en celo, encontró familia y hasta una novia que se había echado hacía más de medio siglo. Es hasta milagroso que Genín me encontró en el CaraCuloLibro pese a que yo no tengo cuenta allí, un milagro tan grande y asombroso como el de la Pava aquella casada con marico carpintero y que se quedó preñada siendo virgen y después jiñó el retoño por el orto para no perder la virginidad, que era la marca de la casa. En España se gastaron una pasta que no veas con aquel programa que se titulaba Quien sabe onde … cuando les bastaba con decirle a Genín que buscaban a una chama teñida de pelirrojo en 1968, que tenía las uñas pintadas de verde y hablaba en la tienda de Lucianito siempre con MariLola la Tetua y con esos tres o cuatro detalles, Genín hace sus búsquedas mágicas en el CaraCuloLibro y te encuentra a la Pava y lo consigue en menos tiempo que los seis minutos que tarda mi Moka express en prepararme un cafelito. A Él le tendría que haber encargado la búsqueda de la dichosa receta de empanada gallega.
Yo ya me había resignado a toda una vida sin empanada gallega y el trece de junio del año 2016, seiscientos setenta segundos después del mediodía y mientras yo caminaba por los bosques salvajes de Hilversum en los que permaneces conectado a las Internetes gracias a tu Androitotorota, me llega un correo de Virtuditas pasándome un enlace con el que cumplía la promesa hecha únicamente NUEVE AÑOS Y PICO ANTES. Tuvo tan buena puntaría que me lo mandó la semana que iba de jueves a domingo a Málaga, el lunes tenía cena con la China, el martes doble sesión de cine, el miércoles evento alcohólico y el jueves salía por patas para España con lo que sufrí y volví a sufrir sabiendo que quizás la respuesta a todas mis plegarias que nunca recé estaba en la bandeja de entrada de mi correo ele trónico y no podía hacer nada con la misma.
El enlace que pasaba era para ésta receta. Bueno, yo me quedé muerto al descubrir que quizás el nombre auténtico de Virtuditas es Aurita, que tienen muchas letras en común y casi son idénticos. Yo nada más llegar a Málaga me quería de-volver, pero como no puedo vomitar ni cambiar los billetes de ultra-mega bajo costo, tuve que pasar el fin de semana allí. Al regresar de Málaga, hice mis cálculos y me salía que el miércoles era el primer día que de verdad, de verdad iba a estar en mi casa, ya que aquí todos nos creemos que por ser asocial estoy siempre encerrado en casa pero es que ciertamente, las compresas de las cojas se mueven menos que yo. No tenía tiempo ni ganas de pedirle a Genín que usara sus dotes magistrales de dominio del CaraCuloLibro para buscarme la receta del relleno y en su lugar, opté por husmear en el presunto blog culinario de Virtuditas en donde di con una receta de Empanada de Bonito. Mirando la lista de ingredientes, harina española, tengo, aceite de girasol, tengo, leche, la más-mejor, la de vacas holandesas que permanecen seis meses comiendo hierba al aire libre, tengo también, igual que tenía el huevo eXtra Largo, como de avestruz, la pizca de sal y hasta el segundo huevo. También tenía las cebollas de llorar, el tomate frito casero de brick o no, porque se me han mezclado en el congelador y hoy por hoy, no se si las bolsitas que tengo en el mismo son de uno o de otro, también tenía pimentón españó, pimientos del piquillo españoles del perú y hasta el aceite de oliva virgencita extra, aunque aún no he conseguido uno de olivares gestionados por lesbianas para garantizar la virginidad. El problema venía en el concepto de bonito en conserva. Yo me mantengo super-bien, bonito, bonito, conservado que no veas, pero no me veo añadiéndome a la empanada. En los supermercados holandeses predominan las latas de atún italianas, un producto infame de la peor de las calidades. El bonito no lo hay y menos en las cantidades que requería la receta. Salí por patas para los cuatro supermercados y al final conseguí atún gallego en lata en el último lugar en el que esperaba encontrarlo, en el Lidl. Con todos los ingredientes, seguí las dos recetas al miligramo y con una desviación de más-menos medio segundo y al final conseguí una empanada increíble:
Como no tengo ni idea de cuánto tiempo puede aguantar en la nevera en buenas o buenísimas condiciones, opté por dividirla en cuatro porciones. Una me la llevé para la oficina para comérmela el jueves ya que ese día iba al cine y volvería a casa de madrugada. Otra se la regalé a la recepcionista sexagenaria de mi empresa, a la que ya quisiera ella que se le pusieran los pezones duros pero como los tiene a la altura del ombligo, para lo único que le valen es para dar golpes en caso de necesidad. El tercer trozo se lo regalé al becario y el cuarto lo dejé en mi nevera por si la cosa seguía buena para repetir el viernes.
A las doce y pico, me juntaba con el becario en la zona de descanso de mi planta y cada uno abría su paquetón con su trozo de empanada, ante la mirada atenta de los buitres que siempre sobrevuelan la zona y que pensaron que lo habíamos comprado en algún puesto callejero. Nos descojonamos de ellos y atacamos nuestros trozos de empanada gallega de atún (que no bonito, que los bonitos ya estábamos allí comiendo). Estaba de cagarte por las patas pa’bajo. Ya no necesito volver a Galicia. Hago unos Bollos Suizos o Cristinas superiores a los que comía en Santiago de Compostela y mi empanada es de flipar en colores. Ahora a esperar que comience la temporada del mejillón para ver que tal queda la empanada galleja de mejillón holandés.
Como no quiero ser rencoroso como tantos comentaristas de los que tenemos por aquí, quiero que quede constancia que agradezco a Virtuditas el que me haya pasado esta fabulosa receta que tan celosamente guardaba y que no le reprocharé más de lo necesario que solo tardara NUEVE AÑOS Y PICO en pasármela.