Al entrar en el Camposanto Monumentale nos encontramos con un patio rodeado por arcadas abiertas y en absoluto parece un cementerio. En las paredes hay (o había) mosaicos y en todo el conjunto hay tres capillas. En una de ellas estaba la lámpara que Galileo Galilei usó originalmente para calcular los movimientos de su péndulo, o algo así, que todos sabemos que yo soy muy básico. La mayor parte de las tumbas están bajos los arcos. En una de las capillas tienen reliquias a tutiplen, según ellos, restos de once de los doce apóstoles, de la cruz en la que crucificaron al capo de la secta, restos de la corona de espinas y hasta un trozo de la madre del capo, aquella que fue virgen antes, durante y después del parto y que se casó con un hombre de dudosa hombría ya que no hay otra explicación para lo de antes y durante …
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Y el último día, un poco de Florencia y regreso por Pisa
El relato comenzó en De paso por Bolonia
Mi último día comenzó más de cuatro horas antes de la hora Virtuditas. Me levanté temprano, me duché y bajé a desayunar a las siete y diez de la mañana. Dejé la pensión después de encochinarme y me acerqué a la plaza en la que paran las guaguas para tomar la segunda (la primera había sido a las seis y pico) que iba hacia Florencia. Mi visita al lugar estaba más o menos culminada, no quedaba nada que pudiese visitar o que abriera antes de las diez de la mañana y no quería perder tiempo. Pensé que iría yo solo con dos viejas y sus rosarios en la guagua pero me equivoqué y aquello parecía la puerta de un supermercado venezolano el día del reparto. Solo con la gente en la parada la guagua se llenó al completo y quedaron dos asientos libres. Salimos en hora y lo que sucedió en la siguiente hora y media fue épico. Esta no era la guagua directa sino que se detenía en un par de poblachos. En cada parada, entraba una multitud adicional que no se podía sentar y que iban llenando los pasillos y todo lo demás. Para cuando llegamos al último lugar antes de salir para Florencia, allí dentro éramos ciento veinte mil personas y las ventanas estaban mojadas de tanto vapor que generábamos. Por supuesto, de pie había viejillas resabidas que te miraban para que les cedieras el sito aunque se veía que estaban sanísimas y todos los que estábamos sentados hacíamos lo imposible por simular que dormíamos.
Vinimos llegando a Florencia a las sobre las diez menos veinte y nos dejaron cerca de la estación de tren. Salí escopeteado hacia la Basilica di San Lorenzo di Firenze. Mi objetivo era la capilla Medici, la misma que había pillado cerrada el viernes por ir tarde. En esta ocasión no solo estaba abierta sino que por ser el primer domingo del mes, el acceso era gratuito. Hice unos tres minutos de cola para pasar al interior. Esta capilla la hizo el grande, el magnífico, el divino Michelangelo. En la Sagrestia Nuova están las dos preciosas tumbas del vídeo anterior (que también se puede ver aquí). Como siempre, nos maravillamos de los ingentes contenidos originales del mejor blog sin premios en castellano, al cual no le hace falta presentarse a estúpidos concursos para apabullar al resto.
La capilla tiene una bóveda flipante. Realmente te tienes que parar unos minutos a absorber toda esa belleza. No me extraña que Michelangelo se hiciese hasta tortuga ninja, si es que el colega lo mismo cogía una brocha y hacía maravillas que agarraba un cincel y trincaba un cacho de mármol y te hacía llorar con las cosas bellas que creaba. En fin, que cuando me repuse y salí de allí metí el turbo para ir al Museo Nazionale del Bargello, otro que pillé cerrado el día anterior. Esta vez la cola en la puerta era apreciable, más que nada porque al ser el primer domingo del mes y ser la entrada gratis, allí estaban todos los rácanos del universo.
Tras unos diez minutos de cola entré. A este museo se va por las esculturas y particularmente por Donatello, otra tortuga ninja y maestro de que te cambas. Su figura de David, la cual y gracias a mi infinita bondad podemos ver en la foto anterior, es la primera obra épica y legendaria que entre otros logros, fue la primera obra en bronce hecha en el renacimiento de este tipo y la primera estatua con un desnudo masculino desde más de mil años antes, es decir, esta figura rompió todos los moldes habidos y por haber y muestra polla, no como la película esa de mierda de las cincuenta pajas de Grey en la que nos matan de aburrimiento sin enseñar chicha. La estatua tiene además la fuerza de la composición que yo elegí, con esa chama boquiabierta que está mirando flipando y comparando el rabillo con el micro-pene de su chamo, que seguro que la tiene engañada desde siempre diciéndole que le mide veinte centímetros holgados.
En otro lugar del museo encontré una chama que había formado parte de una fuente y que resulta fácil adivinar por donde salía el agua. La colega tenía unas domingas que no veas y si hoy en día siguiera en activo, la Unión Europea le metería un multote del copón por sobrepasar la cuota lechera.
Yo pagaría tres leuros, quizás hasta cuatro por ver una fuente con su amiga la Gayola y esa pipilla que suelta chorros interminables. Obviamente, seguro que algún miembro del clero mandó que las desmontaran y estas dos pobres ahora están en un rincón de un museo en lugar de amenizar nuestras vidas con su espectáculo. El que las hizo debía ser un cachondo del copón.
Cuando salí del Bargello se me agotaba el tiempo y opté por enfilar hacia la estación, comprar mi billete de tren e ir a Pisa. Allí, me acerqué al supermercado que conozco cerca de la estación para aprovisionarme con harina 00, queso parmesano y salchichones italianos, después en un bar me compré un bocadillo de Porchetta del copón y después hice algo que jamás pensé que haría. Fui andando hasta el aeropuerto, recorrí el kilómetro y medio que lo separa del centro de la ciudad andando y llegué con mis propios pies al mismo, con lo que ya puedo tachar eso de las cosas que quiero hacer antes de morir. Me apalanqué en la sala de espera a esperar el avión de Ryanair, el cual llegó antes de tiempo, nos embarcaron en hora y salimos con puntualidad germana. Llegamos a Eindhoven en hora, desde el aeropuerto pillé la guagua a la estación, desde allí el tren a Utrecht y el último segmento del viaje lo hice en bicicleta hasta mi casa. Entre pitos y flautas, ese día más relajado caminé casi trece kilómetros y medio y el fin de semana en Bolonia, Florencia, Siena y Pisa andé algo más de ochenta y tres kilómetros. Ahí queda el detalle.
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Camposanto Monumentale
En mis visitas anteriores al Campo dei Miracoli, siempre ninguneé el Camposanto Monumentale. Este enorme edificio sin ventanas y que más bien parece un bunker es un cementerio en la misma plaza. Al parecer lo construyeron usando tierra sagrada que trajeron del Gólgota en una de las cruzadas. Esta estructura gótica inicialmente iba a ser una iglesia y después decidieron hacer un cementerio. En la foto se pueden ver los arcos cegados de la parte exterior, que al parecer son cuarenta y tres.
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La semana pasada en Distorsiones
A trompezones comencé con el relato de la última escapada en De paso por Bolonia, el cual continuó en Pasando el día por Florencia, La segunda parte del día en Florencia y viajando a Siena y lo dejamos en Paseando por Siena. Esta semana, si puedo y quiero, lo concluiré. Por desgracia tengo otra de esas pesadillas perfectas que surgen cuando uno menos se lo espera y tendré que ir dos días a Londres para una reunión medioambiental de mi empresa que promete ser aburrida hasta niveles épicos. Espero no morir del tedio y por culpa de esto, tendré que poner el blog en modo automático para sobrevivir al evento.
Como no podía ser de otra manera, el paseo por la ciudad de Pisa comenzó regresando a la Piazza dei Miracoli, solo que de noche y así ver la Torre pendente di Pisa de noche, el Duomo y Campanile de noche y la Piazza dei Miracoli de noche y prácticamente en el mismo lugar vimos la Piazza dei Miracoli de día y acabamos con una bonita vista de La torre inclinada de Pisa con los angelosos.
Fui a ver cinco películas al Cine y comenté cuatro. Comenzamos con la terrible El séptimo hijo – Seventh Son, la cosa mejoró bastante con Alma salvaje – Wild, película que entretiene aunque no llega a niveles de peliculón, regresamos a los bodrios con Puro vicio – Inherent Vice y acabamos con la entretenida y divertida Chappie. En lo que va de año, ya he visto cuarenta películas y voy más o menos al mismo ritmos que el año pasado, con semanas en las que un año se adelante y otras en las que pierde el ritmo. En el almacén en el que guardo las películas para comentar, tengo cuatro, con lo que a menos que se tuerza la cosa, seguiremos con el ritmillo de cuatro por semana.
Sigo sin actualizar Comida en fotos y aunque al menos tres días comí fuera de mi casa, esto es lo que salió de mi cocina:
Y así transcurrió la semana pasada …