Hasta ahora parece que había tenido un montón de suerte con el lunes de Pascua y siempre teníamos un clima excelente. Este año no ha parado de llover y la jornada ha sido una mierda, sin poder hacer nada en la calle por la insidiosa lluvia que caía sin descanso desde la mañana hasta que se ha puesto el sol. Como soy extranjero, mi familia no vive en el país y de donde yo vine ni siquiera se celebra este lunes tan raro, nunca me ha preocupado excesivamente esta festividad y no debo hipotecar el día en aburridos eventos familiares en los que los cuchillos vuelan sin control mientras unos y otros buscan la forma de apuñalarse mutuamente. Mi amigo el Rubio siempre ha visto este día como un castigo divino, en realidad no solo hoy sino ayer, ya que en Holanda tenemos el Eerste Paasdag o primer día de Pascua, el cual es el domingo y el Tweede Paasdag o segundo día de Pascua que es hoy. En estos días, la tradición dice que las familias se juntan y hacen un convite con las viandas más exquisitas. Al tener dos días, las parejas los dividen y en uno van a casa de los padres de él y en el otro de los padres de ella, algo que también repiten en navidades y que bien pensado, evita las movidas esas de un año en casa de mis viejos y otro en el de los tuyos. En los supermercados esta semana desplegaban comidas exquisitas y sugerencias para esa cena tan especial y que está a la altura de la de Navidad. Otra de las tradiciones del lunes de Pascua es que la gente se lanza de cabeza a arreglar el jardín, a plantar de todo, a pintar, empapelar, poner suelo laminado y demás y este lunes todas las hiper-ferreterías abren sus puertas con descuentos escandalosos y la gente acude allí en procesión.
Lo de las ferreterías es otra movida extraña. En Holanda no hay hipermercados, la gente va a comprar a supermercados de tamaño normal, cercanos a su casa y lo hace mayormente en bicicleta y varias veces a la semana. Sin embargo, a la hora de ir a la ferretería, tenemos un montón de cadenas con tiendas repartidas por todo el país de tamaño enorme. Por detrás de mi casa, a menos de un kilómetro, hay cuatro de esas tiendas, todas juntas, todas brutalmente grandes y todas siempre llenas. Entre las ventajas de todo junto es que puedes saltar de oferta en oferta y cuando vas a una y no tienen algo, estás a menos de cien metros de la competencia y seguro que allí lo puedes conseguir. Es otra de las cosas que tiene la idiosincracia holandesa, la de agrupar negocios afines. Así tenemos el Woonboulevard con todas las tiendas que venden muebles y productos para el hogar, tenemos los supermercados, que parecen caballeros Jedi y siempre van en pares, tenemos las calles con la mayoría de los restaurantes de la ciudad, o con las tiendas de moda o con las librerías. Aquí todo busca a su homónimo para que la gente, cuando acuda, lo haga atraida por la variedad.
Esta semana acaba también la invasión de huevos de Pascua de chocolate en tiendas y supermercados. Gracias a Dios que me controlo porque de no ser así, acabaría con unos granos como guisantes de grandes encochinándome a chocolate. A partir de mañana, todos los restos de ese chocolate que no se han vendido los pondrán a precio de ganga en todos lados e imagino que los habrá que reventarán a comer chocolate.
En fin, que este ha sido nuestro segundo día festivo del año (el 1 de enero fue el primero) y con eso ya casi hemos llegado a la mitad, ya que nos queda el koninginnedag, Hemelvaartsdag o el día de la Ascensión de Jesús, el Tweede Pinksterdag o segundo día de Pentecostés y después tendremos que esperar hasta el día de Navidad. Mis vacaciones coincidirán con dos de esos días festivos y con uno que fue elegido por el comité de empresa junto con la compañía como festivo a descontar de nuestras vacaciones, algo que pueden hacer con al menos tres de nuestros días de vacaciones para crear puentes si fuera necesario. O dicho de otra manera, aquí no se regalan los puentes, si se hacen es porque la empresa lo autoriza y lo acuerda con los trabajadores y cada empleado entrega uno de sus días de vacaciones a cambio.