Me salto unas cuantas películas para no llegar a esta cuando ya haya salido de la cartelera. Aprovechando que estuve en Sevilla este fin de semana, procuré visitar algunos de los cines de la ciudad y ver dos películas que me interesaban bastante y que sabía que posiblemente tendría que esperar bastante para que lleguen a los Países Bajos o directamente no llegarían jamás. Una de ellas es The Oxford Murders, una película española rodada en inglés y que en nuestro país se llama Los crímenes de Oxford. Tuve bastante suerte y hasta la pudimos ver en Versión Original y nos ahorramos el trauma que supone escuchar las voces esas extrañas que no van sincronizadas con los labios de los actores.
El julay de los julandrillos se vuelve julandrón
El entorno universitario es muy dado para dos tipos de películas. O son comedias con jóvenes borrachos que se dedican a derrochar el dinero de papuchi en una vida diletante con sus amigos recién conocidos y acaban siempre metidos en algún problema o tenemos algún misterio terrible, usualmente con asesinato de por medio y en el que salen cosas que al común de los mortales nos resultan inexplicables y que nos tragamos sin cuestionarnos nada. Los crímenes de Oxford es de este segundo tipo. Tenemos un chaval americano que viene a Europa para que un afamado y quisquilloso profesor le dirija su tesis y ambos descubren al mismo tiempo un crimen. A partir de ahí tendrán que desentrañar la madeja tirando del hilo con cuidado y procurando que no se rompa y con cada tironcito la cosa se enreda más y más y nuestros cerebros echan chispas porque no tenemos el ingenio adecuado para seguirles el ritmo. Por supuesto hay un par de giros inesperados y un final de infarto que te deja con la boca abierta y gesto afantizado, esa cara igualita a la de las infantas de España cuando están escuchando un discurso y no se enteran de papa.
Mi mayor problema con la película es el protagonista principal. Elijah Wood es una mierda de actor como ha venido demostrando desde hace años. Parece una mezcla entre caniche y folclórica y me enerva esa incapacidad facial que tiene para demostrar alguna emoción. Es como un póster, plano y frío y si no es por el resto del reparto, que se lo curra bastante, la película se habría ido al traste. Si consigues abstraerte y dejar de pensar que ese trozo de carne con ojos es supuestamente un actor llegas a disfrutar con la historia. Es como una procesión de Semana Santa o como las historias esas con transfondo medieval o eclesial en las que vamos averiguando un poquito más cada vez y la cosa se complica y cuando crees que la mujer de la limpieza es la mala malísima pues resulta que se le acabó el don Limpio y la matan y se te chafa la teoría. Por supuesto que cada uno entiende las cosas de una manera retorcida distinta a la de los demás y al salir habrán discusiones sobre esto y aquello y casi todos estarán de acuerdo en que el personaje de Leonord Watling sobra y no aporta nada pero joder como está la tía y como menea todos esos músculos sudorosos que el gran Dios de los cristianos le ha dado y por eso nada más se agradece que chupara minutos e incluso me llego a preguntar si no hubiera sido mejor que ella resolviera los misterios y el caramuro americano se hubiera quedado en su país pensando en países que invadir y tal y tal.
Como no quiero chafaros la trama y creo firmemente que el cine hay que verlo en la gran pantalla y no es vuestra cutre-televisión, avisad a aquellos de vuestros colegas que tengan gafas de vista y sepan leer y escribir en español tradicional y que sean capaces de sumar y restar con diligencia e id al cine a pasar un buen rato. Por el tipo de película que es yo no iría con descerebrados, chichones y niñas de estas de última degeneración.