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  • Pétalo rojo y blanco

    5 de junio de 2007
    Pétalo rojo y blanco

    Pétalo rojo y blanco, originally uploaded by sulaco_rm.

    Si te acercas mucho a un tulipán puedes descubrir un mundo tan increíble como el de la foto de hoy, con diminutos flecos en los que acaba el pétalo y en el que la transición del blanco al rojo se hace mediante un rosado suave. Para ensalzar la belleza de este pétalo de tulipán usé un truco más viejo que el mundo, finas gotas de agua que aportan texturas transparentes y algo de frescura a la imagen. Es una forma diferente de ver estas flores tan preciosas. Os advierto que la gente os mirará como si estuvierais locos cuando vayáis al jardín botánico pertrechados con vuestro pulverizador para poder hacer las fotos. A veces el rocío de la mañana nos hace el trabajo pero si es un día seco y sin relente, entonces hay que aprovechar la tecnología.

    Si estás pensando visitar Holanda para poder ver estas maravillas, tienes más información en la anotación Guía para el turismo en Amsterdam y Holanda y también puedes ver el Álbum de fotos de tulipanes en el Keukenhof o el Álbum de fotos de Amsterdam

    Technorati Tags: Keukenhof, Tulipanes

  • Planta 33 – capítulo séptimo

    4 de junio de 2007

    Hace más de seis meses comencé a escribir Planta 33. Por desidia no había tocado la historia hasta hoy pero como habrás visto el título y te preguntarás por los capítulos anteriores, salta a Planta 33 – Capítulo primero para que la leas desde el comienzo y al final de cada capítulo tendrás un enlace al siguiente.

    Al salir del túnel Manhattan te golpea en la cara. Es otro mundo, algo que no puedes encontrar en ningún otro lugar. La carretera desaparece comida por grandes rascacielos que lo rodean todo, que te aplastan con su masivo tamaño. Ni siquiera tienes tiempo de verlo venir porque tus ojos aún se están acostumbrando a la luz cuando la sombra de esas moles gigantescas te vuelve a cegar. El taxi avanzaba a trompicones entre el tráfico, bajando Manhattan en dirección a Washington Square. Un mendigo trataba de calentarse usando los vapores que salían del suelo y que eran producidos por las máquinas de calefacción de los edificios. A su lado tenía un carro de supermercado lleno con sus cosas, posiblemente heladas por el frío. En una esquina había un pequeño puesto con un vendedor que atendía una cola de agresivos ejecutivos que querían comprar un café y un bollo. El taxista blasfemaba en su propia lengua mientras no nos movíamos. El taxímetro avanzaba lentamente, como un reloj y aproveché para comprobar mi correo usando el teléfono.

    A la altura de la calle Catorce nos alcanzaron las sirenas de los bomberos. En Nueva York siempre hay coches de bomberos corriendo de un lugar a otro, cortando el tráfico y desplazando esas enormes máquinas que siempre parecen a punto de volcar cuando giran en una esquina. Siguieron su camino pasando entre el tráfico. El taxista ni se inmutó, acostumbrado como estaba a estas interrupciones. Un poco más tarde me dejaba a la entrada del Hotel.

    El portero no acudió a abrirme la puerta y ayudarme con el equipaje porque no lo tienen. Forma parte del encanto de este hotel. Es un pequeño trozo de Europa en la Gran Manzana, con su aspecto decadente y sutilmente recargado. En su interior, los colores caoba te golpean como una bofetada. Todos los rincones parecen abarrotados con detalles y adornos fuera de lugar. Me atendió una joven amable que se estaba trabajando su propina. Sabía mi nombre y me ayudó para que el siempre tedioso proceso del registro acabara lo antes posible. Había reservado una habitación Deluxe Queen, las mejores que tienen. Me recordó que si quería podía concertar una cita con el entrenador personal para usar el gimnasio y me aconsejó que visitara el restaurante, el cual ha sido recomendado en varias ocasiones por los mejores críticos culinarios de la ciudad. Se sabía muy bien la lección. Te lo decía y parecía que era la primera vez que esa información salía de sus labios, que se estaba dignando en compartir un gran secreto contigo. Me dieron una habitación con vistas a la calle. Desde mi ventana podría ver a un lado Washington Square y al otro el Empire State Building. Cogí la tarjeta que abre la puerta de mi habitación y le dejé diez dólares de propina. El ascensor desde afuera parecía como de otros tiempos, con una aguja que señalaba el piso en el que se encontraba. Llegó y con un suave zumbido se abrieron sus puertas. Por dentro estaba completamente reformado. Recordé que la recepcionista me dijo que usara la tarjeta de la puerta con el ascensor. La introduje en la ranura correspondiente y se cerraron las puertas. Me pregunté como sería cuando suben varias personas o cuando alguien te lleva algo a la habitación, porque allí no había botones para pulsar.

    La puerta se abrió en mi planta y busqué mi habitación, la 609. La moqueta había sido cambiada recientemente y aún olía a nuevo. En las paredes un montón de cuadros de viejas estrellas de Hollywood parecían mirarme. Encontré la puerta de mi habitación y usé de nuevo la tarjeta. entré y la puerta se cerró sola. No era muy grande, al menos para lo que suele ser habitual en los Estados Unidos. Estaba decorada con el mismo estilo que la recepción, con ese aspecto rancio y de Vieja Europa. Sobre la enorme cama había tres cuadros, uno de Greta Garbo, otro de Rita Hayworth y otro de Clark Gable. En la ventana una máquina de aire acondicionado ronroneaba empujando aire caliente dentro de la habitación. Me acerqué a mirar el baño. Era grande y estaba muy limpio. Lo presidía una enorme bañera con una grifería de esas que solo ves en casas de señoras mayores. Un montón de toallas descansaba sobre un pollo de mármol. En algún lugar escuché una sirena de ambulancia que se desvaneció a los pocos instantes. fue en ese momento cuando me di cuenta: Estaba en Nueva York.

    Abrí mi pequeña maleta, saqué la ropa y la coloqué en el armario. Sobre el escritorio puse el ordenador y lo conecté. Tenía Internet en la habitación y aproveché para comprobar el correo y la bolsa. Dejé el portátil encendido. De manera mecánica, casi sin darme cuenta, recoloqué todas las cosas sobre la mesa hasta ponerlas en el orden que a mí me gusta. Una vez alguien me dijo que a veces daba miedo, que mi obsesión por el orden no debía ser muy sana.

    Sobre la cama había una pequeña chocolatina, una cortesía del hotel. La abrí y me la comí de un mordisco. No había venido a la ciudad para hacer turismo, así que cogí mi chaqueta y salí de la habitación. Al llegar a la recepción le pregunté a la chica por la parada de metro más cercana y salí a la calle bien abrigado. había llegado la hora de averiguar lo que le había pasado a Jorge.

    Si quieres seguir leyendo la historia, sigue el enlace hacia Planta 33 – capítulo octavo

  • La semana pasada en Distorsiones

    4 de junio de 2007

    Este sábado mi bitácora superó un número muy especial. Llegamos a las 666.666 páginas visitadas. Todo un récord. Pese al dinero y el tiempo invertido en esto creo que ha merecido la pena, es divertido y mientras otros ven la tele, juegan al fútbol o pasean al perro, yo tengo un rinconcito en la red. Esta semana iré a Roma cuatro días para hacer algo de turismo por la Ciudad Eterna. Como siempre el relato acabará en estas páginas. De Viajes es de lo que he estado escribiendo en estos últimos días. Acabé con la visita al centro de España con los capítulos Un día y dos noches en Salamanca, Visitando Ávila y de vuelta a Madrid y Volviendo a casa al alba.

    En la sección de Fotos acabamos con la serie de Caminando por Barcelona. Las últimas fotos fueron Teleférico al Monasterio de Monserrat y Monasterio de Monserrat. He agrupado todas estas fotos de Barcelona en el Álbum de fotos de Barcelona y sin pausa volvemos a las fotos de flores y tulipanes del Keukenhof de las que vimos Keukenhof 2007, Campo de tulipanes rojos y Estatua en el agua. Ya sabéis que a mí los tulipanes me pierden y pienso pasarme las próximas semanas llenando mi bitácora de fotos de flores.

    Como siempre hubo algo de Cine. Seguimos con las películas del festival de cine latinoamericano de Utrecht y en esta ocasión le tocó el turno a la argentina Nacido y criado y la mexicana La niña en la piedra. Me quedo con la argentina, que es más entretenida.

    Tuvimos un Desvarío, Pelanduscas, dentro del popular Hembrario y vimos a una Mujer descalza en Barcelona, una extraña que caminaba por la calle sin zapatos.

    Así fue la semana. Ahora es cuando llega el momento de unirte a ese exclusivo club de gente que suelta unos euros y me mantiene contento:
    – Wishlist en Amazon UK
    – Wishlist en Amazon USA

  • La niña en la piedra

    3 de junio de 2007

    Entre tanta película desconocida que vi en el Latin American Film Festival, tenía que tocar alguna que no llegara al nivel de las otras. No es que sea mala, es que entre tantas buenas películas esta te deja con una sensación de mediocridad. Hoy quiero hablar de La Niña en la piedra.

    Una julay pendona se lo monta con su enemigo

    Esta película tiene los peores títulos de crédito que he visto en mi vida. Se podían haber conformado con unas pantallas en negro y los nombres del equipo apareciendo pero quisieron hacer algo más artístico y el resultado es terrorífico. A ello ayuda un ruido horroroso que deduje era la banda sonora, sonidos sin ton ni son que acompañaban imágenes de lo que íbamos a ver. A partir de ahí llegamos a algún lugar de Méjico, a un poblacho pobre en el que vive nuestra protagonista, una joven presumida que es el ojito derecho de papá. A uno de sus compañeros del colegio le hace tilín y ella le sigue un poco el juego sin darse cuenta de la tensión sexual que hay, sin ser consciente de ella. El chico es feo de vicio y medio tarado. se junta con malas compañías y terminará acosando a la joven con sus amigos, todo como parte de un juego en el que la violencia es el pan nuestro de cada día y las mujeres son seres inferiores que están ahí para uso y disfrute por parte de los hombres. La chica y sus compañeras denunciarán el acoso a una profesora y los muchachos son expulsados del colegio. A partir de aquí se fragua la desgracia con una venganza que se descontrolará.

    Es un tema muy duro, pobreza, malos tratos, corrupción y pudo haber sido una gran película pero no supieron abordar el tema, se les fue de las manos y el resultado lo notan los espectadores. Para complicar más la cosa hay una subtrama que tiene que ver con una antigua piedra mágica que encuentra el padre del chico y que esconde por miedo a que le quiten sus tierras. Todo se va mezclando mal y pronto y desde el principio se ve venir como acabará la cosa y el guión se materializa punto por punto. Por momentos parecía uno de esos telefilms de domingo por la tarde solo que mal contado, como si le sobraran piezas que pusieron dentro para alargarlo. No se puede culpar a la chica porque ella, aunque presumida y un poco pendona, no se buscó lo que le pasó. no se entienden las razones por las que actúa así su pretendiente o sus amigos y no cuaja la forma en la que los personajes secundarios reaccionan.

    No hay más que decir. Una película floja que habla de los malos tratos.
    gallifantegallifantegallifante

    Technorati Tags: cine, movies, La niña en la piedra

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