No consigo encontrar la primera vez que apareció este tulipán en distorsiones pero estoy seguro de que está aquí dentro. De cualquier forma, ha conseguido entrar en el club de las 500 y merece ser revisitado.
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Petardas
Si ayer nos referíamos a ese grupo no muy popular de las culo coche hoy ha llegado la hora de retratar a otro segmento de la población femenina que despierta desprecio y pánico. Me refiero a las Petardas.
El libro guía y referencia espiritual de nuestro idioma, el Diccionario de la Real Academia Española ya nos lo deja claro. Una petarda es una persona pesada. Un ilustre amigo mío y fornicador de pro ya me lo decía con su versatilidad idiomática una noche mientras tomábamos unas cervezas: las petardas son como moscas cojoneras, están por todos lados y no dejan de atacarte con saña. El colega tenía razón. Desde que tenemos edad de recordar pueblan nuestras pesadillas petardas de todo tipo. En el colegio se sentaban a nuestro lado, en el instituto nos teníamos que esconder de ellas y en la universidad eran como una plaga que asolaba la biblioteca, la cafetería, los laboratorios y todos aquellos lugares en los que tratamos de buscar refugio. Las petardas son tías sin MOJO, sin encanto ni gracia que intentan desesperadamente engancharse a un macho, al que sea y no dudarán en intentarlo las veces que haga falta. Su forma de actuar es siempre la misma. Estás tan tranquilo a lo tuyo y sin que lo notes se te pone una al lado y te empieza a echar unas miradas arreboladas que asustan hasta al Cristo del Sagrado Corazón del chimpún. Te hablarán melosamente y agitarán espasmódicamente el cuerpo como mandándote señales que para ellas son de apareamiento y sensualidad pero para nosotros no son más que mensajes que nos provocan un repelús infinito.
Existe una leyenda urbana que circula entre las mujeres y que les hace pensar que el hombre solo quiere follar, lo cual no es del todo cierto. El macho humano fue diseñado para eso y muchas cosas más, como por ejemplo ver fútbol en la tele, jugar a videojuegos, rascarse los huevos, hacer pelotillas con los mocos, beber como un cosaco y hacer el indio con los amigotes. Una vez se satisface la primera necesidad, aquella que nos lleva a provocar el vómito de cierta parte de nuestro cuerpo que produce leche (de mangorra o machanga), nuestro sistema no quiere ni oír hablar del tema y nos interesamos por otras actividades. Es así de sencillo.
Las petardas tienen el don de aparecer siempre cuando uno tiene sus necesidades básicas cubiertas y busca otras cosas. Vienen con malas intenciones porque ellas no quieren un aquí te pillo aquí te mato sino que se han creído toda la mierda de las telenovelas y piensan que nosotros soñamos con grandes relaciones que durarán años, que disfrutaremos viéndolas degenerar, achatarse y ensancharse por todos lados mientras les crece el bigote y nos aterrorizan por las mañanas al despertarnos, que es bien sabido que lo primero que ve uno al abrir los ojos marca nuestro humor para el resto del día y no hay nada más horroroso que tener a tu lado una india arapajoe al levantarte.
Las petardas buscan que las cortejemos, que miremos en el pozo de sus ojos para encontrar esa chispa de amor verdadero que nos transforma cual gavilanes, que tengamos esa palabra romántica con ellas cuando lo que nos apetece es eructar tratando de decir todas las letras del abecedario. Por eso huimos de ellas. A nosotros se nos diseñó para follar, no para ejercer de organizaciones sin ánimo de lucro y con una capacidad de sacrificio inagotable, pero ellas no desfallecen y lo siguen intentando una y otra vez hasta que pescan a alguien. Esto último suele suceder en verbenas de verano cuando el personal está más pasado que las bragas de Marujita Díaz y tus amigos te han abandonado a tu suerte. Te despertarás vomitando sobre el hombro de una de ellas y el sentimiento de culpabilidad será tan grande que te forzará a convencerte sobre lo adecuada que es esa relación. El mal rollo te seguirá toda tu vida y te convertirás en un oscuro oficinista sin ganas de volver a casa tras una dura jornada de trabajo y que prefiere echar horas extras en la oficina para ver si hay suerte y se duerme el orco que te espera en el hogar.
Como decía el ilustre amigo al que mencioné previamente hay ocasiones en que es preferible el hacerse una paja a tener que vivir una pesadilla de treinta años. El pobre hombre fracasó en el intento y terminó con una petarda en su dormitorio, a la cual se refiere por el nombre de la parienta.
Acabo con un consejo. Vigila tu espalda, no bajes la guardia, ten cuidado con lo que comes y bebes y piensa siempre lo peor y únicamente de esa forma conseguirás escapar de las petardas. Cómprate una consola, hazte chulo de playa, date a las bebidas isotónicas, créate una reputación de crápula y rompedor de telillas, haz lo que tengas que hacer y procura no caer en las redes de ninguna de ellas. Y si conoces a alguno que ya ha picado, dale una palmada en el hombro y transmítele el pésame.
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Koninginnendag en el club de las 500
Otras que han logrado las quinientas visitas que las acreditan como miembros de pleno derecho del club de las 500. Siempre le he tenido cariño a esta foto, se ve falsamente natural y me encantan las zonas que resalto en las notas que puedes ver en flickr (para lo que tendrás que hacer clic sobre la foto y después pasar el ratón sobre la misma).
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Las culo coche
Seguimos hilando con cuerda gruesa en esto de la clasificación definitiva del Hembrario y hoy les ha llegado el turno a uno de los grupos más denostados. Hoy hablaremos de las culo coche. Ya lo dejaron escrito en la Biblia unos miles de años antes de que se inventara este medio de transporte: ??Por su culo las conoceréis.
Lo primero que llama la atención de este grupo es su alta especialización. Tuvieron que esperar a los albores del siglo veinte para poder desarrollar sus estrategias y en la actualidad están muy consolidadas en nuestra sociedad y algunos las toleran mejor que otros. Las sueles odiar con saña y rencor cuando eres un pobre estudiante de instituto sin recursos económicos y sin la edad adecuada para poder conducir. Más tarde papuchi te regala un auto y las odiarás porque no es lo suficientemente bueno para ellas. Dos décadas más tarde tendrás pelo por todos lados salvo en la cabeza, estarás encochinado y parecerás un barril de cerveza cuando andas, llevarás unas horrorosas camisas exóticas atadas por delante para enseñar ese ombligo del tamaño de un agujero negro y sin embargo ellas se volverán locas por ti. Habrás alcanzado el punto en el que una culo coche te considera interesante. No se trata de lo apuesto que seas, de lo metrosexual que te hayas vuelto o del trabajo que tengas. No. Ellas son mucho más simples y solo se fijan en una cosa, un pequeño detalle materialista que las vuelve locas y las abre de piernas para ti inmediatamente. Cualquier culo coche que se precie te entregará la flor de su secreto y tragará lo que haga falta con tal de montarse en tu coche y dejarse ver. No vale cualquier vehículo. Sus reticencias a la hora de establecer una relación con un macho son inversamente proporcionales a la cilindrada, marca y modelo del vehículo que poseas. Un Audi deportivo te puede servir en bandeja a una típica culo coche de primera generación mientras las que acumulan mayor experiencia no darán su brazo a torcer (o no se despatarrarán) a menos que las deslumbres con un Ferrari, un Lexus o un vehículo parecido.
Las culo coche se trabajan la noche en manadas y siempre las encontrarás en la barra de los locales más de moda. No hay otro sitio donde las puedas ver así que desconfía de aquellas que te encuentras en la playa, en el super o en la facultad. Una culo coche que se precie moldea su trasero en un taburete sentada en un local con clase y estilo. No están en los típicos locales para estudiantes, chiquillería y clase media o baja. Ellas conocen perfectamente los sitios en los que se mueve el dinero e igual que hay machos que saben donde buscarlas ellas se agrupan allí para ser encontradas más fácilmente. Sus temas de conversación giran en torno a los vehículos en los que han plantado sus bragas, el precio de los mismos y sus características técnicas. Están puestísimas en esos asuntos. No se puede considerar putas a las culo coche puesto que no reciben una remuneración en forma de dinero aunque está clarísimo que la elegida mantendrá relaciones sexuales con el propietario del vehículo.
El macho que interactúa con una culo coche se dejará ver al llegar al local, lo cual implica una o múltiples pasadas frente a la puerta para que las chicas lo vean. Los gorilas que vigilan en esos locales saben lo importante que es el mantener la línea de visión hacia el exterior libre. El tipo aparcará su coche y durante esos minutos entre las candidatas se procederá a designar una. Al entrar la elegida se dejará notar y en poco tiempo consigue una copa gratis. El contacto ya está hecho. No hace falta ningún tipo de avales, solo la visión del auto. Ya he dicho que no importa el aspecto físico del conductor. Es un sistema igualitario ya que hasta los tíos más degradados físicamente tienen su oportunidad si su caballo de hierro es el adecuado. Tras un rato de charla insulsa y vulgar saldrán juntos a dar una vuelta en coche. Esto es muy importante porque la auto-estima de la culo coche se crece cuando es vista en público en un buen auto. Las dos siguientes horas transcurrirán dando vueltas por los locales de moda y asegurándose que todo el mundo la ve. Ella llegará altiva y se bajará del coche tratando de llamar la atención. Después saludará a todo Dios y recalcará las ventajas del coche de su ligue. ?l se dejará hacer y pasado un tiempo le dirá que ya va siendo hora de demostrar que merece ser vista en semejante belleza. Se la llevará a cualquier hotel y allí se la jincará hasta los huevos mientras ella cierra los ojos y revive esos momentos en los que cree ser la envidia de todo el mundo. Cuando hayan acabado, él la llevará a su casa o de vuelta al local en el que la recogió, que a algunas les gusta hacerse dos coches en una noche. La relación no suele tener continuidad. Ninguno de los dos la busca. Para ella lo importante es añadir un nuevo auto a su currículum y para él es una follada fácil.
Hay muchas opiniones al respecto y mayoritariamente son vilipendiadas por ser como son pero yo creo que tenemos que dejarlas que sigan con su abyecta conducta y que sin son felices de esa manera, pues que les cunda.
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