Hemos superado la mediana de este año 2006 y como en años anteriores aprovechamos para crear el mapa de las películas que he visto en esta primera parte del año. Las películas están ordenadas por el número de gallifantes por lo que las mejores están más arriba en esta lista visual y las malas andan por el fondo. El segundo criterio de clasificación fue la antigüedad. A igualdad de nota, la más antigua aparece primero. Haciendo clic sobre las imágenes llegaréis a las entradas en la bitácora con mi opinión sobre las mismas.
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Maldita suicida
Hay cosas que me pierdo por coger tantas vacaciones pero por suerte siempre hay alguien que generosamente me lo cuenta y al final queda reflejado en el diario. La semana que estuve en Gran Canaria disfrutando del sol y la playa no sucedieron grandes cosas en Holanda y la atención de todo el mundo se centraba en el mundial y en ver como lo haría la selección naranja.
Cuando volví mi amigo el Chino me contó que uno de los días al volver a casa del trabajo sucedió algo extraordinario. Primero quiero recordaros que el Chino vive en mi misma calle y viajamos juntos en ocasiones, cada uno con su bicicleta plegable. El hombre estaba en el tren pensando en sus chinadas y masticando los últimos restos de su almuerzo ya que miles de millones de chinos desprecian el lavarse los dientes por ser poco higiénico y en su lugar escogen las gárgaras con Coca-Cola, bebida que si puede provocar un géiser en combinación con un mentos o desatascar un tornillo es perfectamente capaz de limpiar los dientes y dejarlos negros. El Chino jugaba con su lengua y se relamía con esos trocitos de la comida engullida unas horas antes cuando un golpe brusco estremeció el tren, que corría a ciento treinta kilómetros por hora camino de Utrecht.
Después de dicho golpe el tren comenzó a frenar a todo trapo y la bicicleta de mi amigo salió lanzada hacia delante al igual que la gente que no estaba sentada. Algunas hembras en edad de ovular gritaron y las ancianas sonrieron ya que la presión sobre sus cuerpos les recordó aquellos maravillosos años en los que practicaban el sexo y gozaban con el placer de tener una palanca caliente y pulsante dentro de sus vaginas durante un corto periodo de tiempo, pese a la desventaja de los nueve meses que se tenían que pasar infladas como globos. Ellas no pudieron aprovechar las ventajas que dan hoy día los medios anticonceptivos y como los cuervos negros de todas las variantes cristianas las exhortaban a parir cual conejas del Opus Dei, acabaron rodeadas de una prole numerosa y tuvieron que revivir en sueños los momentos en los que sus cuerpos se tensaban y se tenían que tapar la boca para no gritar igual que lo hacía la Loca de Carola, personaje legendario de la universidad de Las Palmas que creó su propia leyenda urbana con unos gritos en el momento del orgasmo que asustaban al más pintado.
Volvamos al tema que como siempre me desvío. El tren se detuvo tan rápido como pudo el conductor y por unos minutos no pasó nada. Las puertas seguían cerradas y la gente trataba de averiguar lo que sucedía. El Chino estaba en la parte delantera del tren y vio como el revisor entraba en la cabina del conductor que parecía presa de un ataque de nervios. De lo poco que pudo ver le impresionó el manchón de sangre roja que adornaba la ventana, similar al que produce una paloma de mierda cuando se estampa contra el cristal de nuestro coche, algo que he vivido en una ocasión en la que cierta joven que en paz descanse nos bajó a la ciudad desde la universidad y después de coger una curva que se debía tomar a cuarenta kilómetros por hora a más de cien acabó soltando el volante y gritando como una loca cuando vio esos ojitos saltones de la paloma mirándola desde el otro lado del cristal. Un amigo mío agarró el volante como pudo y la tuvo que convencer para que volviera a conducir y se dejara de milongas. Cuando llegamos a la parada de guagua más cercana nos bajamos del vehículo y continuamos nuestro viaje en transporte público, jurando no volver nunca más a viajar con aquella chica. Hace menos de un año la joven se colgó de una cuerda y acabó con su historia, al poco de casarse con su novio de toda la vida. La familia de la que viene tiene un historial de siniestros que pone los pelos de punta a cualquiera pero esa historia la dejaremos por el momento pendiente.
Tras esta segunda interrupción sigamos con el relato. El conductor salió acompañado del revisor. El hombre iba llorando y balbuceaba frases de disculpa. Al parecer en uno de los cruces para caminantes que hay en dicho bosque había una chica esperando que pasara el tren. O eso parecía. Cuando el tren iba casi junto a ella se lanzó y acabó aplastada cual mosca contra la parte delantera. La mamona tuvo que elegir ese día y hora para suicidarse y joder a todos los pasajeros de un tren. Por estar en medio del bosque llegar al lugar no es algo sencillo y la ambulancia y coches de policía tardaron un rato. Mientras tanto todos permanecían dentro del tren, la mayor parte ignorantes de lo que había pasado. La policía los evacuó por una de las puertas traseras y tuvieron que andar dos kilómetros hasta llegar a la estación más próxima. Allí esperaron más de hora y media hasta que la compañía ferroviaria habilitó un servicio de autobuses con los que llevar a los pasajeros. Varias líneas se vieron afectadas. El Chino tardó más de tres horas en llegar a su casa y se acordará toda su vida de la cabrona que le jodió una tarde soleada.