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  • Traición

    11 de enero de 2006

    Yo crecí en la Isleta, un lugar que hace parecer esos barrios que se ven en la grandiosa saga del Padrino como un jardín de infancia. En la Isleta se juntaba lo más desgranado de nuestra suciedad. En mi calle había gente normal conviviendo con expresidiarios, la mayorías de vacaciones en el exterior hasta la siguiente fechoría, chaperos, putas, drogadictos y demás. No cuento a las alcahuetas porque eran pandémicas. Cuando uno madura en un ambiente de ese tipo se curte en la vida y está dispuesto a todo.

    Cambiando de tercio y tirando pa’l monte, hoy quiero hablar de traición, de la traición de mi amigo el Chino. El mamón nos la jugó y lo ha pagado mil veces. Todo comenzó la semana antes de las vacaciones navideñas. Yo envié un correo al grupo de elegidos para organizar una cena navideña. Salir juntos, tomarnos unas birras, cenar y pasarlo bien. Solo los elegidos, aquellos que son merecedores de tal honor. No fue nada secreto, todo el mundo sabía que lo había organizado yo y los que no fueron invitados tampoco se molestaron, que la cultura holandesa es muy liberal en estos temas y la gente no se encabrona con uno para los restos, algo que sí sucedería en este país si te dejas a alguien sin invitar.

    Entre los que recibieron la invitación estaba el Chino. ?l fue el primero en aceptarla y Yo no esperaba menos. Los demás también respondieron cortésmente y en menos tiempo del que tarda la Veneno en cambiarse la compresa ya teníamos organizad la comunidad del arbolillo. Fijamos la fecha de dicho evento para el martes, justo después del brindis navideño de la empresa, el cual nos podía servir de precalentamiento gratuito además de alternar con el resto de los colegas y beber en grupo. Fue además el día que nos dieron el regalo de Navidad y el día que Dios me obligó a cumplir el undécimo mandamiento.

    Retrocediendo en el tiempo, unos días antes el Chino mandó un nuevo correo diciendo que había aceptado otra invitación y conminándonos a cambiar nuestro encuentro. Hay pocas cosas que puedan ser consideradas más sacrílegas en la cultura neerlandesa. La respuesta de todos fue fulminante. Cancela lo otro y ven con nosotros. Nuestra cita era anterior y por tanto tiene mayor prioridad. El Chino no entró en razón y se mantuvo en sus treces. Tuvimos que organizar una reunión de emergencia de toda la comunidad del arbolillo para decidir cual sería nuestro plan de acción. Optamos por una soterrada guerrilla que le mostrara nuestra desaprobación. Se declaraba abierta la veda del chino y en nuestro particular coto de caza el asiático sería la pieza a conseguir.

    Llegamos al gran día. Todos dejamos de responder a intentos de comunicación del Chino. En el brindis de la empresa no tuvo cojones para aparecer, aunque lo esperamos con ansia para hacerle unos cuantos feos. Desde el Cartouche acordamos enviarle un mensaje diciéndole que le echábamos de menos y que debería venir. Se lo mandamos desde todos los teléfonos al unísono. No hubo respuesta. Allí mismo se condenó. Nos había traicionado y debería pagar por ello aún más de lo que había hecho. Si hubiere mandado una respuesta lo habríamos perdonado y acogido con los brazos abiertos entre nosotros, imbuidos como estábamos por el espíritu alcohólico navideño. Al no hacerlo, esos perversos instintos que mucha gente mantiene soterrados y yo aireo siempre que puedo salieron a la luz.

    Desde la mañana siguiente se suspendieron todo tipo de actividades diplomáticas con ese paria. Dado que nuestro correo funciona con Lotus Notes y la mierda esa cuando envías algún mensaje con confirmación de lectura no hay forma de impedir que la mande, optamos por no tocar sus correos y dejarlos sin leer. Cuando llamaba, hacíamos uso de una de las ventajas de nuestros maravillosos teléfonos DECT, los cuales vienen equipados con un botón que permite Silenciar una llamada en primer lugar y con un segundo toque Rechazarla. El Chino trató de contactar con todos y nosotros al unísono le rechazamos sus llamadas, ninguneamos sus correos y lo esquivamos por los pasillos, algo fácil porque ?l trabaja en otro edificio.

    Después de tres horas teníamos al colega al borde de un ataque de nervios. Elementos externos y no pertenecientes a la comunidad del arbolillo nos tantearon para averiguar si sucedía algo, enviados por el Chino. Nosotros les explicábamos la situación y pedíamos algo de colaboración para enseñar esta dolorosa lección a nuestro amigo. Funcionó. Sus sondas volvían tan vacías como habían partido. El Chino envió una oferta de paz: Colegas, ¿Por qué no en MARZO quedar para algo tomar y comer? Su mensaje llegó a través del correo interno, ese amable señor que pasa dos veces por todos los despachos repartiendo y recogiendo el correo tradicional. En la historia de las Tierras Bajas jamás hubo un insulto similar a un colectivo. No solo no se disculpaba sino que pretendía arreglar el asunto tres meses más tarde. Algo inaudito y totalmente inaceptable. Sólo un miembro de la comunidad del arbolillo respondió a su provocación. Fue el de mayor edad y lo hizo con un mensaje aún más claro: NO. Esa misma noche el Chino intentó una aproximación tangencial viniendo a mi casa por la noche. Por suerte para mí yo tenía un nuevo ágape con fiestorro y volví tarde y borracho. Sube que había estado allí por la nota que me encontré en el buzón. El hombre se lo debió de tomar fatal porque el segundo día de nuestro boicot apareció en nuestro edificio en plan coleguita.

    Habló con uno de los holandeses porque a mí no pudo encontrarme, ya que lo creáis o no, en muchas ocasiones trabajo y más si es mi último día antes de las merecidas y esperadas vacaciones de Navidad. El holandés le explicó que habiendo rechazado una invitación previamente aceptada y proponiendo un nuevo encuentro para el brindis navideño en Marzo nos había dejado bien claras sus lealtades y lo importante que éramos para él. Nosotros, como ente pluricelular dotado de conciencia malévola respondíamos a su envite y lo degradábamos a la categoría de conocido con derecho a compartir ocasionalmente un café. Simple y claro.

    Esa tarde, antes de marcharme definitivamente a casa de mi amigo Holandés donde tenía prevista la última juerga hablé con el Chino y además de desearle una Feliz Navidad le recordé lo decepcionados que estábamos con él, ya que no nos dejó tirados por acudir al encuentro de un chichi dispuesto a despatarrarse o por alguna otra causa perdonable, nos desechó por acudir a una fiesta de un gerente al que le quiso hacer la pelota y en donde por lo que nos contaron lo tuvieron toda la velada en un rincón sin prestarle atención.

  • Code of Dress – Código de Vestimenta

    11 de enero de 2006
    Code of Dress

    Code of Dress, originally uploaded by sulaco_rm.

    Estando en el club de esquí acuático de Santa Lucía (estamos hablando de Sudáfrica) disfrutando de la visión de hipopótamos y cocodrilos nos metimos en el bar a tomar unas copas y tomé esta foto a la entrada. Tendréis que ir a flickr si queréis ver las notas sobre la misma. No tiene desperdicio.

    En grande se puede ver la prohibición de entrar con armas. El cartel superior es el código de vestimenta en el bar y tiene perlas como el no permitir el uso de chalecos en su interior (intuyo que chalecos salvavidas), no permitir que niños menores de dieciocho años entren en el local, lo cual me parece inaudito porque ya desde los trece años se me hace duro el llamar a alguien Niño y finalmente no poder llevar comida ni bebida a la zona del billar, lo cual estaría bien si no fuera porque no existe billar en el local y fuera del mismo hay una piscina y no un estanque, que sería lo más apropiado para esa palabreja.

  • The Chronicles of Narnia: The Lion, the Witch and the Wardrobe

    10 de enero de 2006

    Hay clásicos de la literatura inglesa que han pasado casi sin pena ni gloria por la lengua española, o quizás es que les ha de tomar un tiempo aún mayor hasta que lleguen a ser apreciados. Ahora que la literatura infantil está en el candelabro gracias a Harry Potter y su exitosa saga, alguien decidió que era hora de llevar a la pantalla otra legendaria serie de libros, que posiblemente no han llegado a tener el relumbrón que se merecen porque su objetivo son niños de alrededor de nueve años y a esas edades en España no se lee, se ve televisión y se embrutece a los chiquillos para que en el futuro puedan ser la vergüenza de Europa.

    No ha mucho que hablé de los libros sobre las Crónicas de Narnia en esta página, así que mejor nos centramos en la película que abre esta serie. No han elegido adaptar el primer tomo según la cronología de Narnia sino que han optado por el primero que fue escrito. Supongo que en el futuro, si llegan a hacer todas las películas se tendrán que inventar algún retorcido giro argumental para justificar esa vuelta atrás. Comenzamos no por el principio sino cuando ya Narnia es un lugar con problemas y la bruja blanca hace de las suyas. Dicha señora seguramente pertenece al selecto club de las putas sucias y rastreras, aunque hay que reconocerle que es guapa de morirse y que tiene muy buen gusto con los trapillos que se pone. Una chiquilla encuentra una puerta para cruzar desde nuestro mundo a ese otro lugar en el que los animales hablan y las cosas son tan distintas y esto nos da pie a la aventura. La niña viaja acompañada por sus tres hermanos y allí vivirán una gran aventura.

    Narnia bebe de las fuentes del cristianismo y son esos valores los que se reflejan en la forma de pensar y actuar de todos. Ahora que nuestra sociedad trata de reinventarse y renegar de aquello que nos ha formado y llevado a donde estamos tras dos mil años, es interesante el ver como alguien tiene las agallas de reclamar a tgravés del lenguaje cinematográfico la vuelta a dichos valores, los mismos que moldearon Europa y han permitido la creación de las sociedades occidentales que disfrutamos en la actualidad. En Narnia todos los caracteres son bastante extremos y siempre hay lugar para el perdón y la redención. Casi todos los malos son conscientes de que obran mal y que tendrán que pagar por ello.

    De alguna forma estiraron una historia corta para convertirla en una película de más de dos horas y ese es quizás el mayor fallo que se les puede achacar. No hacía falta alargar escenas hasta el infinito, no hacía falta contar tantas subtramas que no nos aportan nada y definitivamente, si su objetivo es que los niños pequeños vayan al cine con sus padres, la duración debería ser de unos cien minutos para que los chiquillos no pierdan el interés. Durante la proyección se convirtió en habitual el ver madres saliendo con los chiquillos de la sala para llevarlos al baño, padres que tenían que ir a comprar más provisiones para que sus vástagos aguantaran y similares. Narnia es una buena película infantil que peca de querer ser grandiosa. No les hacía falta emular sagas similares. Aún así el viento de la suerte les ha soplado de cara y han conseguido una joya que perdurará en el tiempo y que nos deja con hambre de ver las siguientes secuelas.

    Algo que la mayoría no sabrá puesto que intuyo que aquí soy el único que se leyó los siete libros es que los protagonistas de las historias no siempre son los mismos. Diferentes grupos de niños acuden a Narnia para vivir sus aventuras. Es un mundo al que sólo alguien con el corazón de un niño puede llegar pero no es un sitio exclusivo de cuatro estrellones. Esto al menos permitirá que cada dos o tres años, cuando llegue el siguiente episodio, los niños estén tan frescos como estos.

    Resaltar lo absolutamente increíble que resulta Aslan, el león. Es perfecto, es totalmente digital y con él se ha rozado el Valhala de la animación por ordenador. El resto del mundo también resulta impactante y la música majestuosa ayuda a crear ambiente. Los chiquillos están sobrados y hacen de esta historia un deber absoluto para una de estas tardes de domingo en la que la pereza os puede y sentís la tentación de quedaros en casa rascándoos el ombligo.

    Si alguien quiere hacer las cosas bien hechas, corred a comprar el libro e ir después a ver la peli, pero si no sois de los que le pegan a lo de la letra impresa, comprad el mayor cubo de roscas, el refresco gigante, la bolsa de chocolatinas y gominolas, id al baño y meteos en la sala a disfrutar del cine.
    gallifantegallifantegallifantegallifante

  • Vendedores en la carretera

    10 de enero de 2006
    Vendedores en la carretera

    Vendedores en la carretera, originally uploaded by sulaco_rm.

    Casi nunca me dejaban salir con la cámara de fotos, por motivos de seguridad y porque no nos movemos en una zona turística y puedo despertar ansias peligrosas. Por eso no tengo fotos de la gente y de lo que había por allí. Desde el coche yendo a toda velocidad tomé esta foto de un puesto de venta en la carretera. Los blancos jamás se paran a comprar en los mismos ya que puede ser peligroso.

    Al final la foto ha quedado muy chula.

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