Distorsiones

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  • Planta 33 – capítulo sexto

    15 de enero de 2007

    Si por casualidad llegaste a mi página desde universos desconocidos y has entrado directamente en esta historia, te ruego que retrocedas hasta Planta 33 – Capítulo primero para que la leas desde el comienzo.

    Nueva York es una ciudad con un olor especial y dulzón que notas tan pronto llegas al aeropuerto. Quizás sea por los millones de personas que viven allí o por la contaminación producida por los vehículos pero lo cierto es que al salir del avión lo puedes sentir. Es un lugar enorme, de proporciones brutales, con dos aeropuertos empotrados en la periferia de la ciudad. Yo aterricé en la Guardia. Si tienes suerte y el día está despejado, cuando aterrizas en ese aeropuerto puedes ver Manhattan y la estatua de la Libertad. Desde el aire parece diminuta y los rascacielos de juguete.Este no es un pequeño aeropuerto de ciudad de segunda, es la capital del mundo e incluso el menor de sus aeródromos es enorme, con varias terminales y miles de personas circulando en su interior.

    No tenía que recoger equipaje así que salí directamente a tomar un taxi. Son esos típicos vehículos de color amarillo que siempre vemos en las películas, con sus excéntricos conductores de Dios sabe qué país a los que es difícil entender porque hablan una versión muy particular del idioma. Me subí a uno con un conductor que debía ser de Pakistán, la India o algún país de esa zona, con su turbante y ese olor a incienso que llenaba el vehículo. Tenía un pequeño altar en el salpicadero en el que había puesto pétalos de flores y algunos trozos de fruta. Los pétalos habían vivido mejores tiempos y la falta de agua los había retorcido al tiempo que perdían el color.

    El taxista colocó mi pequeña maleta en el portabultos y me senté en la parte trasera. Giró la cabeza y sonrió desvelando una dentadura bien entrada en la podredumbre. Si había un color que faltaba allí era el marfil, ese que debería ser el más propio de los dientes. Por detrás de aquel racimo de piezas enfermas se veía algo que estaba rumiando y que honestamente prefería no haber atisbado nunca.

    Le dije que iba al Washington Square Hotel en Greenwich Village. Masculló alguna respuesta que no llegué a entender y arrancó pisando a fondo el acelerador e inmediatamente frenando bruscamente. Por delante de nosotros una pareja de ancianos cruzaba la calle con un carrito cargado de maletas en un lugar en el que estaba prohibido. El taxista les pitó repetidamente gritando algo en su idioma que seguramente esa gente no pudo oír porque las ventanas del vehículo estaban cerradas. El viento frío levantaba remolinos con la basura y estos parecían perseguir a los ancianos, los cuales iban muy abrigados y andaban torpemente intentando controlar el carrito con las maletas, el cual tiraba hacia un lado y los obligaba a hacer grandes esfuerzos para enderezarlo.

    Cuando el camino quedó despejado volvió a arrancar y pronto dejamos atrás el aeropuerto sumergiéndonos en el tráfico de la ciudad, enfilando hacia el corazón de Manhattan por la Grand Central Expressway.

    Da igual la hora del día a la que llegues. Todas las carreteras que van hacia Manhattan están siempre llenas. El paisaje cerca del aeropuerto es desolador, con naves industriales abandonadas y negocios que seguramente vivieron tiempos más gloriosos. La zona acabará siendo engullida por viviendas y donde hay desolación y abandono construirán edificios dormitorio que se llenarán de inmigrantes. Así es como ha ido creciendo esta gran ciudad, desplazando fábricas hacia las afueras y engullendo las zonas que dejaban libres con más viviendas.

    En el medio de la nada, mientras esperábamos en pleno atasco me sorprendió encontrar una pantalla de televisión gigantesca que emitía continuamente anuncios. Debía estar allí para nosotros porque no había más nada. En varios puntos de la imagen había puntos de color púrpura que seguramente señalaban las lámparas que se habían roto. No había sonido y eso hacía que la escena fuera tan extraña. El taxista mascullaba algo, como rezando y yo miraba fascinado hacia aquella pantalla. La dejamos atrás y seguimos nuestro camino, entre más edificios abandonados e industrias. Pronto comenzaron a aparecer las primeras viviendas y mejoró la apariencia del lugar. En la autopista las señales nos avisaban que si continuábamos tendríamos que cruzar hacia Manhattan por el túnel de pago. El taxi se puso en una de las filas para pagar con tarjeta o con abono. La fila más larga era la de los que querían pagar en efectivo. Estaba jalonada de carteles recordando a los conductores que la próxima vez pagaran con tarjeta para ahorrar tiempo.

    Después de pasar el peaje entramos en el túnel, una construcción estrecha de dos carriles que me produjo una sensación de agobio. Había algo familiar en aquel lugar, algo que me sonaba conocido. Me costó un rato darme cuenta que lo había visto en alguna película. El título no me venía a la cabeza pero recordaba la imagen de Bruce Willis corriendo por su interior. Tenía el nombre de la cinta en la punta de la lengua. Seguro que más tarde lo recordaría.

    Igual creías que me había olvidado. han pasado varios meses pero finalmente hay una continuación. Sigue el enlace para continuar leyendo la historia en Planta 33 – capítulo séptimo

  • La semana pasada en Distorsiones

    15 de enero de 2007

    El otro día cenaba con unos amigos y estábamos hablando de lo fácil que es escribir. Ninguno de ellos tiene una bitácora ni se pone a juntar letras en un documento a menos que sea por motivos de trabajo pero todos coincidían en lo sencillo que es esto de crear contenido. Me lo decían a mí, el que tiene miles de páginas escritas y que cada día que pasa aumenta ese montón de legajos que quizás algún día se conviertan en libro. No hablaré de esa cena porque no sucedió nada que merezca la pena ser reseñado pero sí que mencioné Una vuelta a casa con muchos problemas o lo mal que lo pasé al regresar a Holanda después de las vacaciones de Navidad. También comenté el Crimen y castigo perdidos o la desgracia de olvidarte de algo que tienes ya totalmente pensado en tu cabeza. Por último me gustaría reseñar que mi bitácora se ha remozado y ya tiene el aspecto invernal. Podéis verla en Distorsiones de invierno.

    Aún me falta por hablar de todo el Cine que he visto estas Navidades. Lo iré haciendo poco a poco. Hoy le toca el turno a Scoop, una nueva joya del prolífico Woody Allen. También comenté un par de Libros que he leído de Stephen King. El primero fue Lisey’s Story y el otro The Colorado Kid. Me quedo sobre todo con el primero.

    Ha sido una semana floja para las Fotos, floja en términos de cantidad que no de calidad. Hubo una preciosidad de seta que se puede usar como Fondos de pantalla (Setas en formación en 1024×768) y finalmente comencé a poner fotos de mi viaje a Nueva York. Hemos tenido Welcome to the Center of the Universe y Nuestra Señora Libertad.

    Como siempre me pilla en Canarias hago los resúmenes del año y los propósitos del nuevo un poco tarde pero bueno, ya paseamos por Distorsiones en el año 2006 con una selección de lo mejor de ese año y escribí la Hoja de ruta para el 2007 no sea que me pierda.

    Acabamos con un nuevo episodio del Relato Planta 33 – capítulo quinto y una foto que hice en el bosque cuando descubrí a El M&M rojo y una seta.

    Es genial cuando no hay mucho que poner y uno puede acabar este resumen en un cuarto de hora. Como siempre, recordaros el lugar donde se encuentran esos regalos que me gustaría recibir:
    – Wishlist en Amazon UK
    – Wishlist en Amazon USA

  • Distorsiones de invierno

    14 de enero de 2007

    Distorsiones de Invierno 01

    Ya han pasado las navidades, he vuelto a mi casa y como cada año hay que cambiar el traje de la bitácora y abrigarla para que pase el invierno sin problemas. Hoy presentamos las Distorsiones de invierno y en esta ocasión vienen con varios cambios en la más que conocida interfaz de usuario.

    Como dije cuando adopté el k2, buscaba una forma más simple de poder alterar el aspecto sin tener que pasarme dos o tres días cogiendo nervios y luchando contra todo lo habido y por haber. Para este ciclo he elegido el tema Blue-k2 y lo he adaptado hasta convertirlo en 10 Winter 2007. Fundamentalmente modifiqué la posición de la barra lateral para situarla en el lado izquierdo y por supuesto he alterado el banner añadiéndole algunas imágenes. Hay seis versiones distintas que iréis viendo poco a poco según roten. Todas tienen en común la nieve. En los próximos días iré adaptando los tipos de letras y aquello que haya que cambiar. Ya conocéis la mecánica, si alguien ve algo que cree se puede mejorar, que lo diga en los comentarios y un comité de sabios evaluará su proposición. Los que no puedan esperar y quieran ver las seis versiones lo pueden hacer aquí.

    El mayor cambio en el interfaz se encuentra arriba del todo. Como podéis ver las opciones de menú que solían estar en la barra lateral han emigrado hacia el borde superior. Otro gran cambio es la consulta de los archivos de Distorsiones que ahora tienen su propia página y un sistema bastante curioso para recorrerlos. Podréis elegir entre escarbar dentro de las categorías o por años y todo ello sin que haya que recargar la página. Seguro que perderé millones y millones de visitas por esta innovación y mi ego se resentirá pero me la trae al fresco. Es más cómodo. Las otras opciones que tenéis en el menú superior son el Acerca de …, el formulario para contactar y el botón que te lleva directamente a mi cuenta en flickr.

    Del resto poco hay que decir. El contenido no varía, sigue con la calidad habitual (o la falta de ella). Es más que probable que los temas 11, 12 y 13 de este año se construyan sobre este, cambiando un poco el color y las imágenes de la parte y no tocando más nada. No quiero dedicarle más de un par de horas en cada ocasión. Siguiendo la norma, he probado esta nueva reencarnación en varios navegadores. Tanto en Firefox como en Safari e Internet Explorer 7 se ve perfecto. Mañana comprobaré Internet Explorer 6 en el trabajo.

    Ya me diréis que os parece ….

  • The Colorado Kid

    14 de enero de 2007

    The Colorado KidSigamos con el gran maestro Stephen King y hoy vamos a comentar la primera obra que publicó una vez terminada la saga de Dark Tower, una obra que lo creáis o no, se estudiará dentro de veinte años y será uno de los grandes clásicos de nuestro tiempo. Imagino que el hombre acabó agotado cuando terminó el séptimo tomo y por eso su siguiente trabajo fue The Colorado Kid, una historia policíaca no muy extensa y que se puede considerar algo alejada de los temas que trata este escritor. El audiobook no dura más de cuatro horas lo cual lo hace perfecto para uno de esos días que pasas viajando entre aeropuertos y aviones. Creo que en España se ha publicado con el título de Colorado Kid.

    La historia nos cuenta como una joven que está haciendo prácticas en un pequeño periódico de un villorrio es animada a investigar un suceso que ocurrió veinticinco años atrás por los dueños de dicha publicación, que le van dando pistas y explicando cosas mientras estudian su forma de investigar y desarrollar la historia. El supuesto crimen es el de un joven que apareció muerto en la playa un cuarto de siglo atrás, sin ningún papel encima, ninguna marca de violencia y solo con un trozo de carne atravesado en su garganta que llevó al médico que hizo la autopsia a determinar muerte por asfixia. Cuanto más se sabe sobre ese hombre, mayor es el misterio. La periodista irá descubriendo el caso de la mano de los dos ancianos .

    A Stephen King le gusta salirse de sus temas habituales y de cuando en cuando toca algún otro género. Siempre sorprende la exquisitez con la que trata las historias y los detalles que puede llegar a aportar. También me llama mucho la atención su versatilidad al cambiar de género, se adapta inmediatamente y el lector no se siente desplazado. Muchos leemos a este escritor por ser quien es y por escribir sobre Terror, Ciencia Ficción y Fantasía y cuando hace una novela policíaca nos debería pillar algo lejos. La cosa está que la lees y te gusta aunque no seas un lector habitual en ese género. The Colorado Kid es como una gran muñeca rusa que se va abriendo y siempre encontramos dentro otra más pequeña y en cada nueva capa hay una historia que contar, una sucesión de eventos que de alguna forma están relacionados con la historia del cadáver encontrado en la playa.

    Aprovechemos para leer un poco sobre la trama de este libro extraído de la Wikipedia:

    On April 24, 1980, two teenagers stumbled across a body, early in the morning. Slumped against a trash can, and carrying no identification, the body bore no clear indicators of foul play. Cause of death was determined to be asphyxiation, as a large chunk of meat was extracted from the victim’s throat. Every potential clue seems to small revelations, but bigger mysteries. Though the investigation is lightly bungled, everything seems inexplicable, from how the fish-dinner stomach contents could line up with his ferry boat crossing, to the single Russian coin in his pocket.

    Esta es quizás una buena oportunidad para aquellos a los que no les gusta Stephen King pero que suelen leer novelas policíacas. También para los lectores habituales que disfrutarán con la historia. No es de las mejores, ni creo que sea de las que recordaremos en el futuro, pero definitivamente está sobre la media y puesto que no es un libro muy grande no requerirá mucho tiempo.
    gallifantegallifantegallifantemedio gallifante

    Technorati Tags: libros, The Colorado Kid

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