Segunda y petado de protección


Hace ahora treinta y cinco días o eso que también calculamos como cinco semanas que hablé de La primera y ayer me llegó el turno para la segunda, que no creo que sea la última y definitiva porque el virus truscolán y podemita ha venido para quedarse por culpa de un puto chino comedor de murciélagos y ahora tendremos que ponernos una o varias vacunas cada año. En los Países Bajos, la Astrazeneca como que se dejó de usar hace eones, la Janssen la metieron, después la quitaron y ahora al parecer la están volviendo a poner, así que la mayoría del país está siendo o ha sido vacunado con la Pfizer-BioNTech y unos cuantos menos con la Moderna porque de esa no llegan tantas. Aquí, cuando son dos vacunas, al darte la cita, te dan las citas, ambas y la separación entre pinchazos para la Moderna y la Pfizer está en cinco semanas, con lo que me tocaba ayer, a la misma hora, en el mismo sitio. Tuve muchísima suerte porque la semana pasada tuvieron que cancelar un montón de vacunas por la ola de calor, que el recinto ferial no se hizo para ferias veraniegas y aquello es como una gigantesca caldera del infierno podemita y truscolán. El domingo estábamos alrededor de los veintiún grados, así que todo iba bien. Como con la primera, tenía mi hora por la tarde, así que hice mi posible última cena, con mi yogur y helado y sobre las seis de la tarde salí hacia el lugar en bici. Conmigo llevaba la declaración de salud que hay que rellenar, mi libro de vacunas, mi pasaporte y el papel que me dieron cuando me vacunaron por primera vez.

Llegué al sitio con bastante tiempo pero pasé de esperar fuera a mi hora. El interior del pabellón del recinto ferial había cambiado, han quitado el primer control, que era donde te miraban la fecha de tu cita, con lo que técnicamente, les da igual y te puedes pasar por allí un rato antes o después y no se enteran. El sitio es el mayor centro de vacunación del país ya que en otras ciudades más grandes han puesto varios y en Utrecht solo tenemos este, pero en plan gigantesco, con una capacidad para poner unas cuarenta vacunas en paralelo (y para-lelas también). En el primer control miraron que tenía la declaración de salud rellena y me preguntaron, de nuevo, si tenía el virus truscolán o podemita o si la vez anterior me dio una reacción alérgica chunguísima, como por ejemplo hablar truscolán en la intimidad y les confirmé de-qué-no. Me pusieron en la declaración una pegatina naranja y seguí adelante. En la siguiente parada, revisaron todo de nuevo y metieron mis datos en el sistema, miraron mi pasaporte y finalmente, imprimieron mi segundo certificado de vacunación. Aquí también hubo algunas preguntas y desde allí, seguí el camino hasta la pista de despegue. Aquello es como un enorme centro de procesado de pasajeros, igual que en muchos aeropuertos asiáticos y finalmente llegas a ser el primero en la fila y el intelectual que está al mando te manda a un puesto de vacunación, en mi caso me dijo que me pusiera en el círculo naranja que hay delante del puesto . Eso hice. Por delante de mí una pava que acababa de ser vacunada y que salió por patas y el vacunador era un chaval que tenía pinta de haber estado con pañales hasta hace seis o como mucho siete lunas. Lo que perdía siendo tan infantil lo ganaba en simpatía, que resultó que era hablador y curioso y todo el proceso horrendo de la vacunación y la inserción y activación del chip 5Gé lo pasamos explicándole que tengo dos apellidos porque en España te ponen uno de tu padre y uno de tu madre, algo que le fascinó y le pareció que era como de raza superior que no pisotea a sus hembras, que aquí en los Países Bajos muchas hembras pierden su apellido cuando se casan y pasan a ser propiedad de sus machos. Prácticamente no sentí el pinchazo, cuando llegó y finalmente nuestros caminos siguieron rutas distintas. Yo avancé hasta el siguiente pabellón, el de la espera, en el que hay zonas para sentarte y esperar los quince minutos esos de reacción alérgica brutal que no me llegó.

En la ruta de salida llegabas a un sitio en el que hay varios julays en mesas y si les das tu libro de vacuna y les entregas los dos certificados de vacunas que tienes, te sellan tu libro de vacunas, algo que se puede ver en el documento histórico y asombroso y apoteósico anterior. Por razones de máxima seguridad he eliminado las series específicas de las vacunas que me pusieron. Estas dos vacunas comparten página con mis dos últimas vacunas de la ANCESTRAL normalidad, del año 2019 en el que me tocaba de nuevo la vacuna contra la difteria, el tétano y la polio, que hay que ponerse cada diez años y también me puse la vacuna contra las fiebres tifoideas, que solo dura tres y que tendré que volver a ponerme el año que viene.

Al llegar a mi casa comprobé que de nuevo, los únicos efectos colaterales de la vacuna contra el virus pandémico truscolán y podemita es el pelo-caniche que se me pone, que es como si se le cayera toda la laca de golpe al pelo y como lo tengo tan grande, me deja sin frente. Tengo que reconocer y reconozco que durante el resto del día no noté nada, pero avisado por muchos amigos y conocidos, antes de irme a dormir tomé paracetamol y esta mañana sí que tenía un dolor consciente y constante en la zona del pinchazo, pero nada que otro pastilla del producto ese no pueda quitar.

Así que, recapitulando, estoy completamente vacunado contra el virus truscolán y podemita, la hepatitis A, la polio, difteria y el tétanos, las fiebres tifoideas, la gripe y espero que contra nada más, que si hay que ponerse más mierdas yo casi que prefiero no viajar al país planeado y con las anteriores me puedo mover por todas las zonas costeras del sudeste de Asia, que es lo que a mí me mola mazo. En una semana, supuestamente, tendremos el pasaporte covid, que llegará en la mágica forma de un código QúeRre usando una APP, que en el caso neerlandés es la CoronaCheck, que por supuesto ya tengo instalada.

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4 respuestas a “Segunda y petado de protección”

  1. Pues parece que ya se te va acercando el momento de ir meneando el culo por Asia, jiñoteando a diestra y siniestra, tupiendo wc por doquier, de lo cual me alegraré mucho cuando suceda, por ti, y por los despegues y aterrizajes, de los que tengo inmenso mono, lo malo va a ser chuparse no se cuantas inmersiones… 🙂
    Salud

  2. Pues a mi me vacunaron la semana pasada y al final me pusieron la Pfizer. Y Sulaco no te tiñas las canas a pesar de la edad que vas a parecer Rajoy con el pelo negro y la barba blanca. Ese pelo negro betún no es normal. Por cierto … no veo la vacuna contra la rabia en tu cartilla … lo digo por lo del Caniche … Jojojo

  3. Genín, Asia no es opción alguna. Holanda solo permite viajar a un número muy limitado de lugares, que excluye incluso la península, a donde solo se puede ir si a la vuelta tienes PCR y haces cuarentena obligatoria de 10 días en tu casa. Las Canarias y Baleares, por ahora, están exentas de esto. Toda Asia está en rojo. Simplemente, PROHIBIDO.
    Doverinto, mi pelo siempre ha sido marrón obscuro casi negro y cuando mejoro las fotos, el googlEVIL lo cambia a negro, negro. Mis ojos también son negros, según mis compañeros de italiano. El pelao caniche es el efecto secundario truscolán y podemita de la vacuna, se te pone pelo de Puerkagón hasta que derrotas el virus y creas los anticuerpos.

  4. Corta o pelo e faite un home! (traducido: Corta el pelo y hazte un hombre!, una frase muy gallega) jajajajaja