Distorsiones

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  • Una tarde de otoño

    9 de noviembre de 2005

    De vez en cuando sucede que me quedo en blanco y no se me ocurre nada sobre lo que escribir. Es una sensación extraña. Creo recordar que esta mañana tuve una idea feliz pero igual que vino se fue dejando únicamente ese residuo latente en algún lugar de mi subconsciente que me hace sentir que estuvo ahí pero se ha marchado. Seguramente volverá y si no lo hace es que no era tan buena y no merece la pena.

    Esta semana quería escribir historias, continuar las cosas que andan a medias y demás, pero al final no siempre suceden las cosas como queremos. El lunes acompañé a mis padres al aeropuerto y sucedió aquello que ya he contado, el martes volví al aeropuerto para acompañar a mis amigos holandeses y despedirlos. Se han ido de vacaciones por un mes a Australia. Odio las despedidas. Cuando viajo solo los aeropuertos no son más que lugares en los que doy un salto que me permite avanzar unos miles de kilómetros y aparecer en otro lado. Cuando tengo que llevar a alguien los aeropuertos son esos sitios en los que no sabes que hacer y donde tarde o temprano has de decir adiós, son recintos incómodos y que te dejan con mal cuerpo.

    La marcha de mis padres y de mis amigos me ha dejado solo. No he pensado mucho sobre el tema porque ando muy ocupado en el trabajo, tratando de salvar lo insalvable. Cada día que pasa está más claro que estamos condenados, que la suerte de la división en la que trabajo está echada y su futuro es bien oscuro.

    Cuando acabé de trabajar decidí escuchar música ligera en la vuelta a casa y pensar sobre lo que debería escribir hoy. No vino ninguna idea. Por más que lo intenté no se me ocurría nada. Mientras viajaba en el tren trataba de engarzar algo que mereciera la pena y no logré cuajar ninguna cosa. Llegué a mi casa y visto el plan me marché al cine. Hacía más de tres semanas que no iba. Hoy ha sido mi primera vez en el cine Camera/Studio de Utrecht. Es una sensación extraña cuando entras a un cine por primera vez. Ni el cine te conoce a ti ni tú lo conoces a él. Al principio ambos nos miramos recelosos. Me ha gustado bastante. La sala era espaciosa, el lugar idílico, junto al canal, cerca del Ayuntamiento y bajo la majestuosa mirada del Domtoren.

    Tras la película, de la cual hablaré otro día, me monté en la bicicleta escuchando a Elliott Smith. Música triste para acompañar mi estado de ánimo. Decidí explorar las rutas alternativas y me perdí con la bicicleta. Mi sentido de la orientación es patético. Ni siquiera llevar un reloj con brújula digital me ayuda. Me pierdo con una facilidad pasmosa. Comencé a avanzar y cuando quise darme cuenta estaba en el medio de un lugar desconocido, a oscuras, solo y entonces se me vino todo encima. Después de unas semanas con un montón de gente a mi alrededor estaba finalmente solo, ?on my own??. La sensación de vacío comenzó a inundarlo todo, me sentía cada vez más hundido y cuando esto sucede lo mejor es dejarte llevar y disfrutar del momento, así que lloré mientras pedaleaba por avenidas desconocidas en las que no circulaban ni coches ni bicicletas. Crucé un campo enorme en el que las farolas que marcaban el camino parecían cortar la oscuridad y lanzaban su luz hacia el suelo aunque antes de llegar era absorbida por una capa de bruma que lo cubría.

    Miro hacia el pavimento y veo que parte de las ruedas desaparece en dicha bruma. Es un momento mágico en el que las lágrimas se las lleva el viento. Estoy perdido en una ciudad que aún no conozco. El cielo está totalmente despejado y pese a que la contaminación lumínica de este país no te deja ver las estrellas, busco su ayuda y las encuentro. Están allá arriba, vigilando y parpadean saludándome. Son decenas de estrellas que parecen querer indicarme el camino, al igual que los haces de luz de las farolas o que la bruma. No estoy solo. Hay una red enorme a la que pertenezco y que parece protegerme y llevarme a buen puerto. Sigo adelante feliz porque llegaré a casa, no tengo que encontrar el camino porque estoy haciéndolo, quizás no sea el más óptimo pero es mi camino, el que me llevará a donde quiero ir. Siento la presencia de la gente a la que dije adiós esta semana. Siguen ahí, en algún lugar y aunque haya grandes distancias separándonos los siento junto a mí, acompañándome. El sonido de las guitarras me anima a pedalear más deprisa porque somos legión y queremos conquistar el mundo.

    Llego a un lugar conocido desde una dirección diferente. En las semanas que llevo viviendo aquí me he preguntado en varias ocasiones por ese camino y ahora sé adonde lleva. Forma parte del camino de mi vida.

    Antes de llegar a casa me cruzo con un ave enorme que está junto al canal. Son unas aves a las que no les gustan los seres humanos y que siempre nos rehuyen así que me sorprende encontrármela en mi camino y me paro. Ella me mira y en sus ojos veo el reconocimiento y siento que somos familia. Tras unos momentos continúo y cuando entro con la bicicleta en la parte trasera de mi casa me encuentro con un puercoespín que también me observa tranquilamente. Lo saludo y me parece algo natural. Al fin y al cabo es un vecino. Avanzo hacia mi casa con la prisa que da el saberte tan cerca y el haber vuelto a territorio conocido. Elliott Smith termina de cantar una canción cuando abro la puerta. He llegado a mi hogar y creo que ya sé lo que quiero escribir. Quizás no sea apoteósico, quizás no interese a nadie pero es lo que me apetece. Al fin y al cabo este es mi diario.

  • Guía informal y no vinculante sobre el consumo de Setas alucinógenas

    8 de noviembre de 2005

    Exoneración de responsabilidad: Ya somos todos mayorcitos así que cada palo que aguante su vela. Quien lea esto y decida tirar pa? delante, que sepa que tiene todo nuestro apoyo emocional pero que no nos hacemos responsables de sus desgracias. El consumo de substancias de este tipo puede resultar peligroso.

    Familia Unida
    A partir de un comentario de betreten… algunos lectores de esta espléndida y magnífica bitácora decidieron regalarnos con su conocimiento e iluminaron nuestro intelecto con información relativa al uso y consumo de setas alucinógenas. Como ya dije en su momento, he agrupado en esta anotación toda esa información y que le sirva de guía a quien le plazca.

    Lo que yo sé es que hay tiendas que las venden por toda Holanda y que la misma seta puede tener efectos muy distintos según la persona. También sabía que las setas hay que consumirlas pronto porque se estropean, como les sucedió a unos amigos que se las llevaron a España y decidieron dejarlas en la nevera para el fin de semana y cuando las fueron a usar estaban podridas, con lo que además perdieron veinticinco eurolos.

    bishop, que parece estar muy puesto en el tema nos informó que existen unas setas secas que aguantan bastante más. Nos dijo que se pueden comprar en unas tiendas llamadas SmartShops, en las que también hay otros tipos de drogas naturales. Según bishop, la ventaja de las setas secas es que se pueden tomar como si se tratara de una infusión. Este hombre también advierte que las setas son un veneno en el que hay que tomar la dosis correcta y que por ello cada vez que la tomes tu hígado va sufrir bastante, así que ojito y procurad espaciar su consumo en el tiempo (y no me refiero a horas, sino a semanas). Hablando de su experiencia nos contó que le dieron un poco de dolor de barriga pero que se le pasó al rato y pudo disfrutar de los efectos dantescos que producen. Por descontado es mejor no mezclarlas con otras drogas, como puede ser el alcohol, algo que debería ser de sentido común.

    M también aportó su granito de arena confirmando la información anterior y añadiendo que después de 48 horas las pizzas pierden casi totalmente sus efectos. Creo que cuando él habla de pizzas se refiere a las setas, aunque dadas mis lagunas en el tema quizás esté hablando de pizzas reales. También aconsejó el beber bastante agua antes de comerlas para minimizar el daño al hígado y desaconsejó su consumo si se tienen problemas (de tipo personal, en el trabajo y demás), aunque no me quedó clara la razón, pero por si acaso, los depresivos mejor os dedicáis a otra cosa.

    bishop reaccionó a esta información y nos confirmó que es mejor no tomar alucinógenos si se tienen problemas ya que el paseo espacial puede ser una pesadilla semejante a experiencias vitales del calibre de unas vacaciones en Nueva Orleáns el día que pasó de visita el Katrina o una luna de miel en el Caribe cuando Wilma los saludó. Termina recordándonos que con este tipo de cosas es mejor estar muy bien informado de los pros y de los contras y tomar la decisión sin dejarnos influenciar por los amigotes y demás.

    Es un buen consejo. Si queréis hacerlo, estáis de vacaciones por los Países Bajos y os apetece, pues adelante. Pero sed responsables y tened cuidado. Y si de paso nos contáis la experiencia en los comentarios, pues aprenderemos todos un poquito más. Yo llevo cinco años en esta tierra sin probarlas y por ahora no tengo intención alguna.

    Actualización. Erre sintetiza todo lo dicho hasta ahora en las siguientes reglas:

    • 1. Asegurarte todo lo bien que puedas de que las setas son de fiar. Es difícil, pero no es lo mismo comprar a un desconocido que a alguien habitual.
    • 2. Como se ha comentado, es muy importante consumirlas cuando no tengas problemas emocionales, preocupaciones, tensiones, etc.
    • 3. Tomarlas en compañía de gente en la que confíes y en un sitio seguro y espacioso (nada de azoteas, cerca de carreteras y locuras por el estilo).
    • 4. Si tienes alguna duda sobre si te va a sentar mal, no las tomes. Lo peor es meterte una seta y empezar a emparanoiarte por si te sienta mal.
  • La mochila

    7 de noviembre de 2005

    Un lunes cualquiera de otoño me levanto más temprano de lo que suele ser habitual y tras una ducha rápida y afeitarme salgo escopeteado para la estación de tren a lomos de la Macarena. Hay una cola enorme en la máquina para comprar los billetes y pierdo el tren. No es un problema muy grave ya que hay otro a los nueve minutos. Subo al andén y espero a que llegue. Cuando estoy allí me encuentro con un par de compañeros de trabajo y comenzamos a hablar contándonos el fin de semana. Nos subimos juntos al tren y después de dejar a la Macarena en lugar seguro nos sentamos. Al llegar a Hilversum salimos del tren y nos vamos de cháchara hacia el trabajo, todos en nuestras bicicletas.

    A medio camino una certeza terrible me golpea dejándome K.O.: No llevo la mochila conmigo. Ninguno de mis colegas la tiene así que me la he debido dejar en el tren. Llego al trabajo y llamo al servicio de atención al cliente de la empresa ferroviaria. A diez céntimos el minuto me dicen que ese no es el número adecuado y que tengo que llamar a Objetos Perdidos. Me dan el número y llamo. En esta ocasión son ochenta céntimos por minuto, lo que me parece un robo. Soy el quinto en la cola y no puedo más que darle gracias a Dios por usar el teléfono de la oficina para hacer la llamada. Cuando finalmente me toca después de una eternidad asumo que con lo que ha costado la espera hubiera tenido suficiente dinero como para ir de putas en Amsterdam y gastarme dicha cantidad con alguna de las calles más recónditas, que además de ser más baratas son putas sucias y rastreras, de las que hacen guarrerías que van más allá del misionero y de las que se dejan que uno las bautice con su lefa mientras ellas te sonríen tras unas gafas a lo Rocío Juntado y Maldecido.

    Estoy con esos pensamientos cuando la operadora coge mi llamada y le cuento el problema. Ella apunta todos los datos y me dice que en una hora saben algo y de no ser así tendré que cruzar los dedos para ver si aparece en las siguientes tres semanas, que es el tiempo que ellos mantienen las búsquedas que no dan éxito en el primer intento. Vuelvo a mi trabajo pensando en la suerte que tuve de no llevar nada de valor en la mochila y tras una hora llamo nuevamente, regalo otra cantidad que podría haber usado para invitar al turco a la misma puta y un tipo me cuenta que han encontrado mi mochila y que está en Dordrecht. No me cuadra y le pregunto si está seguro. Me vuelve a confirmar por los calzoncillos de Snoopy que es la mía, ya que soy el único que ha llamado hoy hablando en inglés y su compañera se lo ha dicho. Me informa que si en tres días no la recojo de dicha estación entonces la mandarán a un depósito central en el que la podré recuperar a las tres semanas. Dordrecht, para aquellos de vosotros que suspendisteis la asignatura de geografía está bastante al sur de Holanda y algo lejos de donde trabajo.

    Me quedo contento porque al menos mi niña ya está en sitio seguro. A la hora de comer tengo que volver a mi casa para llevar a mis padres al aeropuerto. Junto a mí en el tren se sientan dos hijos de emigrantes de origen árabe. Van hablando entre ellos y controlando que no venga el revisor ya que obviamente no tienen billete. El estado les da una ayuda para que se compren la tarjeta de estudiante y puedan viajar, pero ellos prefieren gastarse el dinero en drogas, zapatillas de chichón y demás y no comprarse los billetes. Los chavales además son de los de premio gordo y mientras hablan echan unos esputos como charcos en el suelo del vagón. La gente murmura pero nadie le dice nada a esos hijosdeputa de mierda. Se bajan antes de llegar a la estación central de Utrecht en una parada llamada Overvecht. Esa zona es bien conocida por la miasma y la gentuza que vive en sus lindes, casi todos ellos profesando una religión que implica el no tomar alcohol, no comer cerdo y tratar a las mujeres como unas perras.

    Llego a mi casa y les cuento mi desgracia matinal a mis padres mientras vamos camino del aeropuerto. Allí los facturo y los mando para España. En ese momento decido ir al rescate de la mochila. Llamo a mi jefe y le informo de mi cambio de horario de trabajo. Cojo un tren que va para Bruselas y que hace escala en Dordrecht, entre otras grandes ciudades. En los asientos que hay delante mío están una pareja hablando con una holandesa de origen hindú. La pareja le está haciendo un tercer grado terrible. Lo quieren saber todo sobre ella: sus estudios, el dinero que le cuestan, cuanto se gasta en material escolar, su trabajo, sus novios, sus últimas veinte relaciones sexuales, si traga o no traga, si le gusta por el ojete o no y la chica lo responde todo. También le preguntan por Rotterdam, ciudad en la que vive la hindú y esta les cuenta que es una ciudad bastante fea por su falta de estilo y además bastante insegura. Les dice que las bandas de jóvenes de ascendencia árabe se creen con derecho a todo y son muy peligrosas cuando te las encuentras solo. También les cuenta que los mismos gallitos cobardes se deshinchan cuando van solos, que solo son hombres en grupo. Junto la primera pieza del puzzle con la segunda y con mi sectarismo característico determino que todos los árabes son malos. Es lo bueno que tiene la lógica, que de un par de verdades a media se saca una ley inquebrantable. Las mismas leyes aplico cuando veo a una coja en bicicleta. La primera vez que me crucé una en Hilversum no llevaba bragas y le vi la pipa del coño. Inmediatamente apliqué la lógica y ahora coja que veo, coja que me imagino sin bragas.

    Llego a Dordrecht y voy a los mostradores de venta de billetes. Les cuento mi problema, me preguntan por el color de mi mochila y la marca y la tía vuelve con ella al cabo de unos minutos. Mientras esperaba la cola para comprar billetes fue creciendo hasta límites insospechados. La gente bufea y me mira con mala cara. A mí me la suda hasta las trancas, que ya me he mamado yo colas de gilipollas que no se terminan de decidir, así que estoy contento porque ya era hora que me tocara a a mí y aprovecho para tararear ese clásico de Bebe. Particularmente cabreada se encuentra la vieja que estaba detrás de mí. Masculla en su idioma algún tipo de maldición gitana. Me viro para ella, le echo una mirada de esas que cortan hasta por el refilo y me desabrocho dos botones de los pantalones vaqueros y meneando las caderas le digo que si quiere leche que se agache y aproveche que está fresquita. La vieja se marcha escopeteada. Imagino que esta mala acción me quitará por lo menos diez puntos para entrar al cielo pero ha merecido la pena. La comprobación de la identidad para darme mi mochila fue de risa. Le di la tarjeta para acumular puntos de un supermercado y la tía la aceptó. Esa colega jugando al escatergoris tiene que ser la hostia.

    Voy al andén y pregunto al revisor si el tren que está allí estacionado me lleva en la dirección a Utrecht. El tío me ignora de mala manera. Tengo que caminar miles de metros para llegar al extremo en donde el conductor y la jefa de estación me atienden amablemente y me indican que sí puedo ir en este tren, aunque tendré que hacer transbordo en Rotterdam. Me subo y me siento en un vagón completamente vacío. Es uno de esos trenes de dos plantas y yo estoy en la parte inferior en un compartimento que tiene capacidad para cincuenta personas. Al rato aparece el cabrón que no me quiso ayudar para mirar mi billete. En un nanosegundo maquino mi venganza. Me tiro el padre de todos los bufos (pedos o peos en otras latitudes, ventosidad para los más finos). Cuando llega a mi altura la contaminación química es imposible de evitar. El tío se pone verde con la fragancia de Sulaco. Yo me tomo mi tiempo para sacar el billete solo para asegurarme que el mamón se impregna bien del Eau de Sulaco. Cuando se marcha puede oír mi risilla diabólica y es sabedor de que me río de él.

    Me bajo del tren en Rotterdam y miro en los paneles. Hay un Intercity que sale exactamente en ese minuto para Utrecht. Corro por si hay suerte y entro en el tren en el momento en el que se cierran las puertas. Camino hasta la parte delantera aunque este está casi completo. Finalmente encuentro sitio frente a una de esas Chochonas que se ven ahora por las calles paseando orgullosas sus michelines con unas camisetas por encima del ombligo. La tipa no tiene vergüenza. Parece una escultura de Botero con esa camisita a punto de reventar y ese barrigón cervecero que rebosa michelines a diestro y siniestro. La microcamiseta la lleva tan pegada que hasta un ciego podría ver esos pezones del tamaño de huevos fritos marcados contra la tela. Me la imagino a cuatro patas, con esas nalgas sobradamente cargadas como jamones, mientras le dan desde atrás golpeándole esas nalgas del tamaño de sábanas y le tiran del pelo al ritmo del dale, Don, dale. El pensamiento me turba y decido reiniciar mi perverso cerebro que no ha dejado de parir estupideces en todo este tiempo. Llegamos a Utrecht sin más problemas y tras comer algo en la estación me vuelvo a casa.

    Así fue el día en el que se escapó mi mochila y la tuve que perseguir por todo el país en tren, el día en que se marcharon mis padres de vuelta a España y el día en el que los de Recursos Inhumanos me regalaron seis días de vacaciones pagadas para que estudie y me prepare para los exámenes que tengo que hacer para obtener la certificación de Microsoft.

  • Las tres semanas pasadas en Distorsiones

    7 de noviembre de 2005

    Estas tres semanas pasadas mi casa ha continuado su lenta mutación. La vieja cocina desapareció y después de diez días en los que estuvimos como gitanos cocinando en una cocina de camping y con una nevera que funcionaba con la batería de un coche, llegó la nueva cocina. Aún no está terminada pero esa parte de mi casa ha cambiado bastante. Aunque con una producción mermada, la cosa no ha estado tan mal como yo creía. Solo hubo una película, algo que subsanaré esta semana en la que pienso ir a diario para recuperar el Cine perdido. Se trató de Four brothers – Cuatro hermanos. Hubo un par de libros en la categoría de Literatura. Fueron The Face y Velocity, ambos de Dean Koontz. El primero me gustó bastante y el segundo me pareció algo flojo.

    Por mi falta de tiempo tuve que echar mano a los legendarios archivos de Distorsiones y sacar del olvido alguna de esas Grandes Historias que han aparecido por estas tierras en los últimos cinco años. Seguro que ya las habéis olvidado, así que es una buena ocasión para recordarlas. Las he corregido un poco, algo que hago siempre que releo cosas que escribí hace tiempo. Los relatos fueron Mi vida con un indonesio, El gran circo de Asia: Ovations!,  E.T. (¿Recordáis la increíble foto que tomé en su momento?) y Wadlopen (Aquella caminata en marea vacía que hicimos un verano de hace mucho mucho tiempo).

    Las Fotos han sido mi salvación en estos días. He seguido poniendo Fotos de la ciudad de Utrecht, como Oudegracht al atardecer, Campanas, Carillón, Sint Maarten Kerk, Oudegracht desde el Domtoren, Stadskasteel Oudaen y Domtoren. La siguiente línea temática han sido las setas, de las que he elegido Setas en otoño, Setas, Setas pequeñas y Vidas efímeras.

    A partir de un comentario de alguien en el que quería saber más de mí he puesto algo a medio camino entre cuestionario y entrevista que cae en la categoría de Mi mundo y que se tituló Mismamente yo. Podéis encontrar más información sobre un servidor en La casa a día de hoy (Mi casa), Sulaco y Yo, Sigo por allá y Otoño con veranillo. Como además de mirarme el ombligo  también suelo mirar el de los demás, hubo algunas cosillas sobre la gente que me rodea y sucesos en Otros mundos, instantes que quedaron congelados para siempre con la habitual desvergüenza y distorsión que son el sello de esta casa. Me refiero a Ikea y el Chino (O como el amigo compra muebles por primera vez), Los niños del maíz (O los sucedidos en la puerta de un colegio), Dios y el hombre (O como es mejor no hablar con desconocidos) y finalmente El recado (O las cosas que tiene que hacer uno por amistad).

    Y acabamos con Pásate al OpenOffice 2.0 , una nueva versión de la suite ofimática gratuita y que debería estar instalada en todos vuestros equipos, ya que no os veo pagando Software.

    Hasta aquí llegaron estas tres semanas. Espero tener tiempo para acabar todo lo que está pendiente, que si no recuerdo mal incluye la finalización del American Tour 2004, de la saga der Dani, y las aventuras del Turco en Temporada de caza.

    Esto ha sido todo. Siempre es bonito recibir un regalo de un lector agradecido y para facilitaros la elección os pongo los enlaces a mis listas de objetos deseados: 
    – Wishlist en Amazon UK
    – Wishlist en Amazon USA

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