¿Ya es primavera? Porque esta mañana, en mi jardín, mis tulipanes estaban cubiertos de nieve y toda esta última semana ha sido la más invernal que hemos tenido hasta ahora, con lluvia, granizo, nieve y viento. El tiempo parece estar más chiflado de lo habitual. En Enero teníamos temperaturas primaverales y en marzo estamos teniendo las invernales.
No soy yo el único confundido con tanto meneo meteorológico. Los gansos que viven frente a mi oficina, en un pequeño lago que hay allí, ya habían pasado por la excitación sexual, los revolcones y las hembras ya con sus nidos preparados se habían puesto a empollar los huevos. Han desistido porque esto no hay quien lo aguante.
Con un tiempo tan raro, he aprovechado este fin de semana largo para descansar, ir al cine, quedar con los amigos en Amsterdam y disfrutar de la sensación de calma que da estar en tu hogar por primera vez en un montón de tiempo. El sábado fui con Waiting y Dani a un restaurante hindú que nos recomendó Inés. Se me hace extraño el comer mientras la nieve caía y nosotros mezclábamos español, inglés y holandés sin orden ni concierto. Estas veladas con los amigos siempre resultan entretenidas y aunque la gente puede que se sorprenda porque nos gritamos unos a otros para acaparar la conversación, hay una onda subyacente de buen rollo. Después de la cena paseamos por la ciudad esquivando borrachos y cruzando por rincones pintorescos en los que las casas, los canales y el agua se alían para crear postales. La ciudad de Amsterdam estaba abarrotada de españoles, por todos lados se oía la lengua de Cervantes y los flashes de las cámaras no paraban de vomitar su luz.
En las próximas semanas haré mi peregrinación anual al Keukenhof, recibiré un montón de visitas y prepararé mis próximas vacaciones, que seguramente serán en los Estados Unidos. También tendré que comenzar a ocuparme del jardín, aunque para eso habrá que esperar que la verdadera primavera se decida y salga de su escondite.