Parece que fue ayer por la mañana cuando celebramos los Dos mil novecientos días de constancia en el Duolingo, pero chico, eso en realidad sucedió al inicio de noviembre del año pasado. Como el tiempo no deja de pasar, tenemos otra tanda de cien días y llegamos a un nuevo hito fastuoso y fabuloso y que conlleva además el cambio de dígito en la primera cifra, ya que llegamos a los TRES MIL días consecutivos currándome el duolingo, o lo que vienen a ser ocho años, dos meses y diecisiete días, con lo que más temíamos ha sucedido y he añadido un nuevo año a la cuenta y ya van ocho, que se dice pronto. En este ciclo de cien días he hecho más ejercicios que cuando estaba sin chamba, que ahora los días que voy al laburo tengo media hora para practicar en la ida y en algunos casos también en la vuelta, aunque reconozco que en los retornos solo lo hago una vez por semana o si vuelvo a mi keli después de las seis de la tarde, ya que todos sabemos que es super-hiper-mega malo practicar idiomas antes de esa hora.
De mantener la racha, la próxima vez que cruzaré una marca reseñable será tras la tercera semana del mes de mayo, creo que justo al día siguiente de terminar la tercera temporada de un fabuloso podcast que gracias a algún Dios que sigue pasando desapercibido porque yo nunca me recuperaría de la cancelación, si sucediere o sucediese.
Hoy tengo la película que más he ninguneado en el año 2023. Se estrenó en la filmoteca cuando yo ya me había marchado a Gran Canaria por navidades y al volver, he ido en dos ocasiones y siempre la he evitado, en parte porque dura dos horas y media y en parte porque en los Países Bajos le han puesto el título en neerlandés y tienen la mala suerte que el director es belga y yo ya la había prejuzgado y pensaba que tanto tiempo de masque con estos dos panolis me ennegrecería las chacras. Lo peor es que en algún momento del año pasado vi el trailer y ya había decidido verla porque era una peli italiana, solo que nunca vi el título y lo olvidé. La película se titula Le otto montagne y se estrena en España a mediados de mayo de este año con el título de Las ocho montañas, que aunque es una traducción aceptable, los eruditos y sub-intelectuales prefieren la más acertada de truscoluña no es nación.
Dos julays tiran pa’l monte como las cabras, pero sin mariconeo ni fino, ni del otro.
Esto comienza cuando un chiquillo de ciudad se va con su madre al campo a pasar el verano en las montañas y allí, en un pueblo que está siendo abandonado por sus habitantes, conoce al único chiquillo que queda, Bruno. Se harán amigos y a partir de ahí, el chiquillo vendrá cada verano y lo pasará con Bruno, hasta que llegan a un punto en el que los padres de Pietro, el de ciudad, se quieren llevar a Bruno a la ciudad para que tenga una buena educación pero un día viene el padre de ese y se lo lleva. Decir que el padre de Pietro viene de vez en cuando y le gusta caminar por las montañas, con su hijo o con los dos chiquillos. Avanzan los años y ahora Piertro viene pero no ve a Bruno, hasta que se cruzan en un bar de otro pueblo y se limitan a saludarse de lejos. El tiempo avanza, Pietro tiene una mala relación con su padre, se marcha de casa y unos años más tarde el padre muere y en la montaña se produce el reencuentro con Bruno y renace la amistad. A partir de ahí serán como hermanos, ambos amando la naturaleza aunque de manera distinta. Juntos, construirán una cabaña en las montañas.
Lo vuelvo a cuatripitir. Yo no daba ni un billete de tres leuros por esta historia y cuando habían pasado los primeros cuarenta y cinco minutos, ya sabía que le pondría al menos un notable y que mucho la tendrían que cagar para no subirle la nota, como al final haré. Esta es una historia absolutamente fantástica de amistad a lo largo de una vida entre dos jóvenes que jamás deberían haber sido amigos. Está rodeada por montañas y por unos paisajes espectaculares y llevada magistralmente por el director e interpretada fabulosamente por dos actores que seguramente no conocía de nada. En cierta manera, la película se mueve en las velocidades que llevan los libros, no busca impresionarnos o impactarnos de golpe, tratan de hacernos ver el producto que ofrecen y que seamos nosotros, quizás no ese día, los que lleguemos a nuestras propias conclusiones. Es definitivamente un cine para nada comercial, pero hermoso y muy intenso.
Que nadie se engañe. Esto lo han prohibido para los miembros del Clan de los Orcos ya que puede provocar la muerte de su única neurona. Totalmente recomendada para los sub-intelectuales con GafaPasta. Me he quedado a un pelín de ponerle la máxima puntuación posible.
Hoy tenemos una peli de un director que cuando se hizo famoso, era el referente del cine de terror y como que lo iba a reinventar y revitalizar y todo eso pero con el tiempo, como que perdió contacto con el género y por más que lo intenta, no consigue que sus películas den miedo, hay tensión, hay angustia, pero lo que se dice terror en escenas que nos van angustiando, eso no lo encontrarás en el cine o en las series de M. Night Shyamalan. Su última película creo que está basada en un libro que yo no leí y vista la película, tampoco tengo mucho interés en hacerlo. Se titula Knock at the Cabin y en España se estrenó hace una semana como Llaman a la puerta, frase sinónima de truscoluña no es nación.
A unos julays julandrones les hacen un escrache una miasma podemita, truscolana y suciolista, sin chimpún.
Tenemos que dos julandrones han alquilado una cabaña en el recarajo y se van allí con su hija china adoptada. Aparecen cuatro frikis que se les meten en la keli y les dicen que o uno de ellos muere, o acaba el mundo y bueno, ya te imaginarás el pitote que se monta en aquella keli en el medio del bosque, que al final ni se sabe quiénes son los malos, los del escrache o los julandrones, que anda que esos también iban sobrados de ego y soberbia y en ningún momento a nadie se le ocurrió que matar a la china era lo mejor, que ese país tiene billones y por una que muera no pasa nada en el universo.
Si has visto una o dos películas de este director, sabes que le gusta meter giros continuos y tú vas convencidísimo que Bruce Willis es un santo varón y de repente te enteras de otra cosa y se te queda el cuerpo con corte de indigestión. Bueno, eso aquí no sucede y se habría agradecido, que la película es monótona de vicio, es una sucesión de más de lo mismo en cinco capítulos, en los que siempre vamos por la misma serie de pasitos. No ayuda que la pareja de julandros sea tan sosa y patética que ni se molestaron en ponerlos en el póster, es que cuando tienes a dos que no aportan nada en una película con seis actores, se pierde muchísimo. Es como si al director se le han acabado las ideas. Al parecer, han cambiado el final del libro por otro que se le ocurrió a este hombre y tengo claro que el del libro no puede ser peor, que tenemos un final de película patético que no convence a nadie.
Esto es carne de telelevisión y harás bien, ya seas un miembro del Clan de los Orcos como un sub-intelectual con GafaPasta, en evitarla y gastarte la pasta. Puede complementar perfectamente una siesta de domingo con la tele encendida gastando electricidad.
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