• Iglesia de Santa Sofía – Ayasofya Müzesi

    La iglesia de Santa Sofía o Ayasofya Müzesi es uno de los edificios más espectaculares de Estambul y fue construida en el siglo VI, en la época en la que la ciudad se llamaba Constantinopla y era la capital del imperio bizantino.

    Los cuatro minaretes se los añadieron los otomanos cuando la convirtieron en mezquita y en 1935 fue convertida en museo, el cual se puede visitar todos los días de la semana salvo el lunes.

    Desde el exterior el edificio es imponente. La principal razón por la que volveré a visitar la ciudad de Estambul es que debido a una mala planificación y despiste me quedé sin entrar cuando estuve allí a finales de mayo.

  • Preparando unos cuantos viajes más

    A veces cuando me acuesto presto atención y consigo escuchar un tambor lejano que es el que marca el ritmo de mi vida. en ocasiones lo hace de una manera relajada y en otras incrementa el ritmo. Este año ese tambor está tocando alguna canción que me incita a viajar más que en años anteriores o al menos tengo esa impresión.

    Después de volver de Barcelona, hace dos semanas, mi hermana me avisó y me dijo que venía a verme durante una semana y yo organicé una escapada a Copenhague, la capital de Dinamarca. Será para todos la primera vez en ese país y en esa ciudad. Dos días más tarde mis padres compraron sus billetes para visitarme en septiembre y yo planifiqué dos salidas. Nos iremos cinco días a Oporto y alrededores en un viaje que aún está por definir y del que solo tenemos los billetes de avión y una semana más tarde pasearemos por Praga en la que será mi segunda visita a una ciudad que me encantó cuando estuve allí en el año 2005. Después de que se marchen yo me iré a Polonia para un safari fotográfico y antes de que vengan a verme posiblemente seré yo el que vaya a Gran Canaria. Entre noviembre y diciembre aún me queda por decidir lo que voy a hacer aunque es probable que caiga algún otro viaje y en el peor de los casos un salto a alguna ciudad alemana que no esté muy lejos.

    Está siendo un año muy raro. En las ocasiones en que leo la prensa o veo alguna noticia por la tele solo escucho referencias a la crisis y siempre es con un tono de mal rollo y negativo. No niego que haya crisis pero en mi entorno no la veo. Viajo, disfruto y sigo comprando tanto como en años anteriores. También ahorro, con el mismo ritmo con el que lo he hecho hasta ahora. En lo único que noto que algo debe ir mal es en el dinero que he puesto en acciones y que ahora es una pálida sombra de lo que era. Por lo demás, si esto es una crisis, ojalá todas me pillen de la misma manera, viajando y pasándomelo bien. La única nube oscura en nuestro uniforme es la gripe esa que al parecer acabará con el exceso de población. Mis amigos y compañeros de trabajo parecen estar preocupadísimos por lo que pueda suceder cuando llegue el otoño y al parecer la gente empiece a morir como moscas. El gobierno neerlandés ya trabaja en planes de contingencia, en escenarios en los que quizás haya que echar mano del ejército para mantener los servicios públicos funcionando y al mismo tiempo le está pidiendo a las empresas que se preparen y que pidan a sus empleados que ante la mínima duda sobre su estado de salud, que se queden en casa y no vayan a trabajar. Este repentino pánico a una gripe tampoco me ha asustado. No hay mucho que uno pueda hacer para evitar contraer la gripe así que lo mejor es seguir con tu vida y sacarle el máximo partido.

    Por lo demás, además de organizar vacaciones en estas semanas he estado ocupado en cenas y salidas con los amigos, en barbacoas y puestas de sol preciosas que nos recuerdan todo lo hermoso que hay a nuestro alrededor. Y en esos instantes en los que te ves rodeados de tantas cosas buenas, si prestas atención también podrás escuchar ese tambor lejano que marca el ritmo de nuestra vida.