Yo sé que el Ancestral ya dejó de comentar los vídeos de aterrizajes y despegues porque está ajito (en canario, en su versión original) y que ahora prefiere los vídeos de inmersiones submarinas y de esos tengo un montón encolados ya que desde que vimos Buceando en la baja de Pasito Blanco, primera parte y Buceando en la baja de Pasito Blanco, segunda parte como que había aparcado en uno de esos aparcamientos de larga duración el tema, pero que sepan que en el verano fui a bucear dos días más, o sea, cuatro inmersiones, en las que me saqué el título de Buceo profundo quizás profundísimo, con el que se te permite bajar entre treinta y cuarenta metros, aunque no es una zona que a mí particularmente me mole nada, porque allí no hay ni colores, pero bueno, hay que pensar siempre que un día un tiburón se te pone muy abajo y si no tienes el título, teóricamente no puedes acercarte. La primera de las cuatro inmersiones de la parte práctica de la especialidad la hice en el pecio Ifafa, un conocido por estas tierras para aquellos que sean capaces de usar el buscador, que dudo que exista un ser humano así, excluyendo al Scelto, que todos sabemos que yo soy muy pero que muy especial y YO NUNCA dejaría de buscar algo en el mejor blog sin premios en castellano. El vídeo está acompañado de la canción A Thousand Years de Christina Perri, que es una de mis favoritas para este tipo de contenido. El Ifafa está de costado y comenzamos el vídeo descendiendo por el cabo que nos lleva desde la superficie hasta casi los treinta metros de profundidad. Después rondamos el pecio por aquí y por allí y golizneamos por las aberturas, pero sin entrar, que para eso hay que tener otra especialidad que ninguno de los que estábamos buceando ese día teníamos. Cuando único vemos algo de color es cuando iluminamos algo con las linternas pero el tono ese azulado del pecio le da un toque fantasmal.
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La semana pasada en Distorsiones
Gracias a la ola de frío que tuvimos en los Países Bajos, la semana pasada estuvo llena de vídeos alucinantes y anotaciones sobre el patinaje sobre hielo, del que sin lugar a duda soy uno de los grandes campeones cien por mil africanos. Todo comenzó en Patinando sobre el hielo en Veluwemeer, seguimos Patinando a trescientos metros de la puerta de mi keli y puedo confirmar y confirmo que el Elegido sale en todos estos vídeos que mira que le gusta chupá cámara y por aquello de quitarnos ya de encima los vídeos de aterrizajes y despegues terminamos Tomando tierra en Schiphol y ni el Ancestral se molestó en comentar el vídeo, que manda güevos. Llegamos al fin de semana con la confusión de Frío y calor y yo qué sé qué más.
En Bratislava comenzamos la semana viendo El lateral de la iglesia azul y nos asomamos a goliznear en El interior de la iglesia azul y de allí seguimos para ver el puente Stary most y nos quedamos en la Puerta de San Miguel. Aunque he ido aligerando el grupo de fotos seleccionadas, aún tengo casi treinta de las que se caerán unas cuantas y volveremos a ver algunos de los lugares, pero en fotos nocturnas. También saldremos de la ciudad para ir a visitar un castillo, al estilo del casoplón de las supremas lideresas podemitas.
Vimos una nueva Bicicleta, La bici con el asiento místico, muy curiosa y pienso que bastante molesta para su uso diario y ya la he añadido al Álbum de fotos de bicicletas.
Durante el fin de semana comenté cuatro series, comenzando con la legendaria Expediente X – The X Files, seguimos con la fabulosa Babylon 5, después le llegó el turno a la épica y apoteósica Firefly y acabamos con la más reciente Stranger Things.
De mi cocina salieron algunas cosillas:
Biscuit de suero de mantequilla Pollo al limón chino Magdalenas del carajo, mi receta Mantecados de Gran Canaria Curry Massaman de pollo Pasta con salsa cremosa de beicon y guisantes Panqueques de suero de mantequilla Pulled pork Churros Tostadas francesas Salmón cocido con gambas y cuscús Pannenkoeken Garbanzos a la riojana Galletas con trocitos de chocolate
Y así transcurrió la semana.
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Stranger Things
Creo que salvo por una excepción, casi todas las series que he comentado ya habían acabado su ciclo natural en el momento en el que hablé de las susodichas, pero la de hoy es una que comenzó con una temporada al año y ahora parece que tardan dos, con lo que este año, Dios mediante, llegará la cuarta temporada. Es una serie de la cadena esa de televisión por Internet a la que se abona todo el mundo. Se titula Stranger Things y es muy probable que en algún momento de tu vida hayas visto algún episodio.
Cuando salió la primera temporada, esto fue un bombazo. Era como si los Goonies se hubiesen vuelto a arrejuntar y les había salido el ramalazo investigador, con un puñado de chiquillos gringos tratando de averiguar donde coño estaba su amiguito desaparecido. Al decir chiquillos, debería decir PRESUNTOS chiquillos, que cuando uno se mira las fichas de cada uno en el IMDb lo flipa porque hay alguno que está a un par de años de cumplir treinta tacos, que en América siempre hacen las series de adolescentes con puretas que tienen pelos en los güevos desde hace al menos una década y con pavas que pasaron por su primer reglote también una purriada de años atrás. Un ejemplo que me viene a la cabeza es la serie Riverdale, en donde los chavales del instituto parecen casi tan viejos como sus padres. Regresando a Stranger Things, comenzó como una serie de misterio fabulosa y tuvo una primera temporada épica y después tuvieron que currarse la segunda temporada porque el nivel estaba altísimo, aunque si me lo preguntas a mí, la tercera temporada fue más bien floja y si soy honesto, es que no recuerdo nada de lo que sucedió, salvo porque en cada episodio había alguna canción viejuna fabulosa, que si hay algo de lo que estaban sobrados los años ochenta, fue de la mejor música pop del universo y por desgracia, con aquella década se acabó la susodicha y todo lo que vino a posteriore es totalmente prescindible. Los niños adultos estos lo hacen muy bien, la serie tiene un buen ritmo y como siempre la estrenan con todos los episodios juntos, te puedes dar un panzote del copón y disfrutarla.
Esperando que la cuarta temporada sea capaz de mantener el nivel previo, esto ya no puede seguir mucho más a menos que cambien a los chiquillos o los editen digitalmente, que ya se les empiezan a notar las canas a algunos. La serie se puede ver junto con los chiquillos ya más talluditos, que parece ser que son muy fanes.
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Firefly
De cuando en cuando aparece en televisión una serie que rompe todos y cada uno de los moldes existentes y a pesar de ello, la cancelan después de una temporada porque los ejecutivos que toman estas decisiones tienen menos luces que un agujero negrísimo casi marrón. Eso fue lo que le sucedió a Firefly, una serie que ha ganado todos los premios habidos y por haber y que sin embargo fue cancelada después de catorce episodios. Creo que a España ni siquiera llegó hasta hace unos cinco años por alguna de las nuevas cadenas de Internet.
Esto es un cruce de géneros pero hecho de una manera espectacular. Tenemos a los tripulantes de una nave espacial que son más bien renegados que le caen mal a todo el mundo y que en un mundo dentro de cuatrocientos años sin truscoluña ni podemitas, han de sobrevivir. Aunque a primera vista uno cree que es una serie espacial, es un western, en el que los caballos se cambiaron por naves espaciales, pero tenemos el mismo espíritu, las mismas aventuras en territorios que se están colonizando y aún no están explorados. Es como si los tripulantes de una gran diligencia fueran de aquí pa’llá topándose con chusma y gentuza de la peor mientras la química entre ellos rebasa los niveles más altos que se han visto y hasta los espectadores se sienten parte de la aventura. Te ríes, gritas, te emocionas, sufres, la serie era una montaña rusa de emociones bien hecha y pese a los diecinueve años desde que se estrenó, continúa con un increíble y alucinante 9,0 en IMdB y un 97% de votos de los espectadores en Rottentomatoes. Hubo campañas para que no la cancelaran, hubo gritos y pataleos, pero lo único que se consiguió fue una peliculilla hecha unos años después pero que no tenía la fuerza de la serie. El protagonista absoluto era Nathan Fillion y seguramente por lo bien que lo hizo en esta serie, yo desde entonces, siempre que lo veo en alguna serie (que ha hecho un montón), lo comparo y es que no ha vuelto a dar la talla. Por los catorce episodios que tiene, esta es una serie perfecta para una maratón de unos pocos días.
Es cachonda, divertida, entretiene, hay abundantes momentos de acción, es que lo tiene todo para gustar a todo el mundo y todo eso, en mundos que son como el lejano oeste gringo.